MOVIMIENTO POLÍTICO Y SOCIAL
UNIDAD,
PAZ Y DEMOCRACIA – UPD -
CONTEXTO
Grandes acontecimientos han
tenido y están teniendo ocurrencia en los últimos treinta años en el mundo, de
especial significación para las últimas generaciones, aunque algunos de estos
los veamos lejanos a nuestro interés: Desde el hundimiento del modelo de
socialismo real, que tuvo como centro la disolución de la Unión Soviética,
pasando por el fin de la guerra fría, el ataque a las torres gemelas, el
advenimiento de la “guerra preventiva contra el terrorismo”, la crisis del
capitalismo mundial, cuya única responsable es la oligarquía financiera, el
derrumbe del Estado bienestar, la desposesión de los derechos de los
trabajadores, el incremento de su explotación y la expropiación de grandes
capas de la población, el aumento del hambre, la miseria, la represión y la
exclusión del 99% de los habitantes del planeta, así como la eclosión de las
victorias de los movimientos sociales y el advenimiento de nuevas revoluciones
en América Latina, hasta la oportunidad que tenemos los colombianos de poner
fin a cincuenta años de conflicto armado interno; nos indican que vivimos
tiempos de grandes cambios, de los que somos testigos en unos casos y actores
protagónicos en otros.
Empero, los Estados
imperialistas, particularmente el de los Estados Unidos, siguen promoviendo
golpes de Estado y derrocando gobiernos en América Latina –caso Honduras y
Paraguay-, Asia –caso Iraq, Afganistán, Libia y ahora Siria- e intervienen
militarmente en África. Dicha política corresponde a los intereses de la
oligarquía financiera, la cual pretende apoderarse de recursos naturales,
mercados, finanzas e infraestructuras y controlar estratégicamente zonas
geopolíticas claves.
Nuestra América es hoy cuna
de revoluciones, las que se construyen sobre firmes bases de la voluntad
popular, que movilizada en movimientos masivos y populares han defenestrado del
poder a los partidos oligárquicos tradicionales, al tiempo que optan por
desarrollar modelos propios de gobierno y de gestión de lo público, con un
marcado acento en vindicar a las capas sociales más desfavorecidas, con un
mayor desarrollo de las obligaciones del Estado con la sociedad y en clara
dirección hacia el socialismo. Así, la revolución Bolivariana en Venezuela, la
revolución ciudadana en Ecuador, la revolución comunitaria en Bolivia, se
combinan y complementan con la revolución socialista en Cuba; mostrando a los
pueblos del mundo y en especial a los de nuestra América, nuevos derroteros,
los que se complementan con los procesos de democratización política en países
como Argentina, Brasil y Uruguay; constituyendo un nuevo panorama caracterizado
por el avance de los pueblos al poder, por la recuperación de las soberanías,
por el fortalecimiento de la voluntad de autodeterminación y el
antiimperialismo, por la construcción colectiva de nuevos modos de
entendimiento y relacionamiento internacional sobre la base del mutuo respeto,
del trato en igualdad de condiciones, de la cooperación que supera las
asimetrías creadas por el desarrollo capitalista dependiente, de las relaciones
fundadas en la fraternidad, la solidaridad y hermanamiento de los pueblos; que
han hecho surgir procesos de integración tales como la UNASUR, la ALBA – TCP, y
la CELAC; que se plantean como pilares fundacionales la paz en la región, la
sostenibilidad y defensa de las democracias, la defensa de los recursos
naturales y tratados de comercio justo y complementario.
El contexto internacional
latinoamericano se combina con la profunda crisis del capitalismo, el creciente
deterioro de la hegemonía global de Estados Unidos y la irrupción en el
panorama mundial de un nuevo polo de poder mundial, conformado por Brasil,
China, Rusia, India, Sudáfrica-, países los cuales hoy se erigen como
importantes potencias regionales con proyección mundial. Asistimos al
alumbramiento de un mundo multipolar y en permanente evolución, donde hacen
crisis viejos modelos de integración más ligados con el sometimiento, tales
como la Unión Europea, o multilaterales como la OEA, el CICA. Son tiempos
nuevos para Latinoamérica, Colombia y el mundo; observar lo que ocurre y
comprenderlo es fundamental para determinar nuestros actos y pasos a dar en el
presente, pero de cara a un futuro deseado, a la más grande de las aspiraciones
sociales posibles: el socialismo.
Las mayorías en Colombia acusan hastío y cansancio social
frente a la guerra, que se suma a la imposibilidad fáctica de una derrota
militar de una parte sobre la otra en el conflicto militar. Este último ha
servido como pretexto para imponer violentamente a los de abajo la derrota
económica y social, creando un cuadro desolador de desigualdades crecientes y
de injusticia social en favor del enriquecimiento vil y criminal de las capas
oligárquicas y los dueños y administradores de las empresas transnacionales,
quienes no paran en mientes a fin de prohijar el expolio de los recursos
naturales, el saqueo de las arcas públicas a través de la corrupción, el
servirse del Estado para beneficio propio, aupar la explotación de los
trabajadores, acrecentar la especulación financiera y el lavado de activos, y vender
barata la soberanía del país. Colombia, así, es reconocible como el país que
tiene el conflicto armado interno más antiguo del hemisferio occidental, el
segundo (después de Haití) más inequitativo del continente, el de mayores
ventajas para el capital extranjero y el de mayor crisis política, cultural,
moral y ética en esta parte del mundo.
La lucha armada desarrollada por el movimiento insurgente no
ha resuelto el anhelo popular de acceder al poder, pero la guerra impuesta por
el estado tampoco ha solucionado los grandes problemas de la nación, por el
contrario los ha agravado y profundizado. La solución del conflicto compromete
a las partes involucradas, mas no significa la paz para Colombia, puesto que
los problemas sociales continúan profundizándose y solo la acción de
organización y movilización popular puede presionar para que hayan verdaderos
cambios en el país, al mismo tiempo, la presión internacional que ejerce un
continente que vira a la izquierda empujado por la voluntad de las mayorías nacionales
y no la privilegia un imperio debilitado que cada vez le cuesta más sostener
demasiados frentes de batalla abiertos, al tiempo que debe ocuparse de su
crisis en casa.
Por su parte, la sociedad colombiana ha dado muestras de
importante empoderamiento, ha conquistado espacios de soberanía política frente
a los partidos tradicionales y juega a favor de una solución negociada del
conflicto. Esta circunstancia tiene y tendrá un peso importante al momento de
apoyar un acuerdo entre las partes, que ponga fin a la guerra, así como al de
encarar las tareas de construcción de justicia social y defensa de la paz.
El fin del conflicto armado
en Colombia es un acontecimiento histórico. Si éste y la movilización popular
dan paso a la conquista de la democracia se desencadenará un proceso de
construcción de paz en el que las mayorías reclamarán su lugar como sujeto
político activo y protagónico a la hora de definir las reformas y
transformaciones que hagan posible una paz con justicia social firme y
duradera. Obviamente, esta lectura es posible materializarla con la acción
decidida, activa y clara de los movimientos políticos y sociales dispuestos a
cumplir un rol de liderazgo, movilizador y organizador de la sociedad, para
materializar los anhelos de soberanía, democracia, bienestar, integración y
unidad latinoamericana y futuro socialista.
La izquierda colombiana
agrupada primero en el Polo Democrático y luego en el Movimiento Progresista,
logró conquistar en tres ocasiones consecutivas el favor del electorado bogotano
para elegir al mandatario capitalino, hoy sufre el deterioro de su imagen y
confianza por cuenta de los injustificables actos de corrupción en que se han
visto envueltas estas administraciones, y los graves errores al momento de
implementar iniciativas propias de sus programas de gobierno. Resulta obvio
reconocer que equivocarse en el ejercicio del poder es grave y tiene sus
consecuencias, pero lo es mucho menos frente al desgreño administrativo del que
hace gala, del usufructo de lo público por parte de funcionarios venales, del
nepotismo y clientelismo en el ejercicio del poder y corrupción a lo largo y
ancho del sistema de contratación, de la dejadez y abandono de los principios
de rendición de cuentas y control colectivo, como también la pérdida de toda
noción de autocritica y actitud de rectificación; situaciones todas que
terminan por pasar factura tanto a estas dos organizaciones como a la izquierda
en general.
De otro lado, junto con la
apertura y desarrollo de la mesa de diálogo entre el Gobierno Nacional y la
organización insurgente FARC-EP y la expectativa de que algo similar ocurra con
el ELN, se han venido activando nuevos movimientos sociales, mostrando fuerza y
vitalidad que se aquilatan por los perfiles revolucionarios visibles al momento
de exhibir sus planteamientos y propósitos. Podremos decir que pese al
descalabro de la izquierda en Bogotá por cuenta de la inconsecuencia de sus
dirigentes y de los corruptos, se abren interesantes perspectivas para los
movimientos sociales y políticos que estén dispuestos a jugar su suerte del
lado de las transformaciones ligadas a la construcción de la paz, de la
ampliación y desarrollo de la democracia y de una clara consistencia y
coherencia con un norte socialista.
QUIENES
SOMOS:
Es aquí y ahora, tomando en
cuenta y teniendo muy presentes las anteriores consideraciones, que nos
convocamos, en nuestra condición de obreros y trabajadores, de campesinos e
indígenas, de jóvenes y mujeres, de negritudes y raizales de artistas e
intelectuales, de desempleados y exiliados, de LGTBI y otros grupos, pero por
sobre todo en nuestra condición de colombian@s, para construir desde la base y
colectivamente un espacio para la acción política de los movimientos sociales y
de la gente del común a fin de liderar a la sociedad por caminos de unidad
popular, paz y democracia, hacia el bienestar, la independencia y el
socialismo, sobre la base de la ética revolucionaria y proletaria y una
disposición inclaudicable de servicio.
PERFIL
IDEOLÓGICO Y ÉTICO
Este espacio político ha de
tener unos perfiles ideológicos y morales reconocibles, fundados en el
altruismo que demanda el servicio a la sociedad, en su marcha hacia la
construcción de un mundo justo y mejor. Por ello, reconocibles en la diversidad
de nociones ideológicas y prácticas políticas, donde quede claro que nuestra
opción es diferente, no porque lo proclamemos, sino porque lo comportemos en
nuestra esencia.
Los perfiles ideológicos no
son otros que las características del movimiento en su conjunto, pero que
deberán ser comportados y reconocibles en cada uno de sus integrantes. No es
posible pretender un movimiento ético si sus integrantes y adeptos no lo son.
Debe existir una correspondencia y coherencia entre el decir y el hacer, entre
la capacidad de planear y ejecutar y también en el prometer, comprometer y
cumplir. En este espacio de acción política ha de valer la palabra empeñada y
el valor de lo colectivo será mayor que el de la iniciativa individual;
asimismo ha de ser de liderazgos con profundo procesamiento colectivo y con
disposición de los líderes y los individuos al buen manejo del poder y del
gobierno, la rendición de cuentas y a responder a los requerimientos del pueblo
y la sociedad.
Nuestro movimiento y sus
líderes han de ser respetuosos en el trato a la diferencia y a los diferentes,
esto implica un alto sentido y valoración por la persona y sus derechos. El trato siempre estará fundado en el honor,
el respeto mutuo, la no discriminación y la dignidad.
Nos proponemos ser un
espacio defensor y constructor de poder de los de abajo y de quienes se suman a
sus intereses e ideales, esto es sujetos con derechos y deberes, empoderados,
constructores colectivos de sus destinos y el de la sociedad, a su vez
constructores y reproductores de procesos democráticos indispensables tanto
para el debate y vida interna como para la lucha política y social.
Nuestro movimiento promoverá
la transparencia en los actos de los individuos y de los colectivos, con una
disposición de cuentas claras y actitudes y comportamientos ejemplares. El
trabajo ha de estar signado por la ejecutividad y por la evaluación oportuna
que posibilite corregir a tiempo o maximizar el esfuerzo cuando los resultados
no son satisfactorios y no se corresponden con lo esperado.
Promoveremos la administración
justa y eficaz de los recursos, haciendo uso de ellos sin derroche, con sentido
colectivo y propiedad popular.
Nos declaramos decididamente
militantes de la anticorrupción, del anticlientelismo, del antinepotismo, del
anticaciquismo y antiprivatización. Como también militantes activos defensores
de lo público, de la eficiencia y excelencia en el servicio y en el trabajo, en
la alta valoración por la capacidad e idoneidad de nuestra militancia, así como
de la gestión colectiva en la conducción de procesos de poder.
Para nosotros tiene en muy
alto valor y consideración la promoción, preservación y desarrollo de derechos
que dignifiquen y protejan la niñez, la juventud, la maternidad, la vejez, la
viudez y el cuidado del medio ambiente.
Promoveremos la cultura de
paz, la formación de valores, moral y ética, el arte, el desarrollo intelectual
y científico, así como un alto sentido de justa justicia y de justicia social.
QUE
SOMOS:
Nos constituimos como una
fuerza política de estirpe popular y democrática, con claros lineamientos
revolucionarios, devenida y desarrollada desde los movimientos sociales, capaz
de liderar procesos de construcción y conquista de poder local, regional y
nacional para ser gobierno y poder, para llenar de materialidad las aspiraciones
de las mayorías colombianas en sus expectativas de vivir en paz, con
democracia, bienestar y bienser. Nos planteamos mundos nuevos y posibles
signados de paz, libertad, satisfacción y felicidad. Incorporamos en nuestro
nombre los tres pilares fundamentales de nuestra acción política: la unidad, la
paz y la democracia, de modo que nos proyectaremos como Movimiento Unidad Paz y Democracia cuya sigla será UPD.
PAZ
Y DEMOCRACIA:
Tomando como base la
fundamentación de principios éticos e ideológicos, nos planteamos centrar
nuestra acción en la construcción política y social de procesos de paz y
democracia como también de gobierno y poder a partir de nuestras propias
fuerzas y las que podamos acumular mediante una clara política de alianzas con
sectores sociales y políticos afines, cuidándonos de preservar la identidad e
integridad política y moral.
Superar la crisis nacional debe tener como sustento la
organización de un gran movimiento nacional de base por la paz, que tenga un
vasto apoyo internacional. La bandera de la paz debe ser asumida por los
movimientos populares. Si ellos no se interesan por el problema no hay presión
desde abajo para que haya una solución política a la crisis nacional. La paz es
la ilusión negada a lo largo y ancho de nuestra historia, pero también es el
derecho de nuestro pueblo y de las personas a construir una vida y una sociedad
donde los intereses y derechos de las mayorías se respeten y en la cual haya
satisfacción de las necesidades materiales y espirituales para todos. Por lo
tanto, es legítimo reclamarlo, conquistarlo y defenderlo.
Vivir sin guerra, es posible si hay un acuerdo con todas las
fuerzas insurgentes, se desmilitarice la sociedad y se resuelvan los problemas
sociales, esto nos pondrá en la tarea de contribuir en la construcción
colectiva de la justicia social y en la remoción de las causas que hicieron
posible los alzamientos en armas, para hacer una paz que se sostenga en el
tiempo y cubra todo el territorio nacional. Obviamente, para lograrlo hemos de
ser una opción de poder, constituirnos como tal y construirla con decisión y
firmeza desde nuestros acumulados sociales de base.
Sin construcción democrática es imposible la paz.
Centraremos, entonces, nuestros esfuerzos en conquistar un Estado democrático
donde la democracia burguesa, recortada y excluyente que las clases
oligárquicas han impuesto en Colombia, ha de ser transformada en favor de la democracia
popular, que será implementada por un gobierno soberano, que garantice la
autodeterminación y la independencia nacional, democrático, popular, de unidad,
o sea, de amplia representatividad de las mayorías, y de reconstrucción
nacional, que emprenda la tarea de construir y cristalizar un proyecto nacional
cultural y latinoamericanista.
Paz y democracia van juntas,
se nutren y se corresponden, ambas son causa y efecto la una respecto de la
otra; así que poner fin al conflicto armado interno supondrá de inmediato, si
los movimientos populares bregan por conquistarlo, una ampliación de las
garantías democráticas. En estas circunstancias surge la necesidad y el deber
de actuar con presteza, para participar e incidir en el fortalecimiento y
desarrollo de un país que se apresta a vivir una nueva era: la del ejercicio de
la política sin necesidad de ir a la guerra.
PROGRAMA:
Es en este momento que nos
planteamos nuestro norte socialista, al que nos aproximaremos en procesos
acumulativos de reformas progresivas, de transformaciones más profundas
empujadas por las masas en clara confrontación al capitalismo, a las clases
oligárquicas y a las fuerzas imperiales que se proyectan a través de sus
multinacionales, promoviendo la lucha del pueblo en su ejercicio soberano de
autodeterminarse y de ascender al poder.
Nuestro programa ha de
contener las reformas económicas necesarias para garantizar la producción de
riqueza y bienestar para todos. Colombia necesita de un nuevo modelo de
desarrollo que reemplace al neoliberalismo. Dicho modelo debe integrar la
soberanía, el crecimiento económico equilibrado, proporcional y con sostenibilidad
en el largo plazo, sustentable, en armonía con el medio ambiente, y cuyo
resultado sea el bienestar individual y colectivo. Para lograrlo, el Estado
deberá garantizar el desarrollo de las fuerzas productivas con soberanía y
racionalidad.
No nos oponemos a la
explotación de los recursos naturales, estos son fuentes para el desarrollo del
país siempre y cuando se realice su explotación sobre bases de soberanía, es
decir, es el Estado quien define las condiciones de prospección, explotación y
comercialización de los recursos; con racionalidad, esto es, tomando el cuidado
y la planeación de no agotar los recursos por que el mercado lo demande;
reducir el impacto ambiental con incorporación de tecnología, preservar los
ecosistemas y la calidad de vida de los trabajadores.
El Estado deberá promover
una economía basada en nuestras fortalezas productivas -agrícolas, industriales
y extractivas- y de servicios que posee el país, tomando en cuenta la
complementariedad con los demás países latinoamericanos y con los que
acompañamos en procesos de integración económica y regional.
El Estado promoverá el
empleo digno y pleno, defenderá el bienestar y derechos del trabajador, entre
otros la contratación directa y estable y salarios reales crecientes,
erradicará el empleo precario y cubrirá, mediante un sistema de seguridad y
bienestar social –que abarca educación, salud, recreación, cultura y ciencia-
gratuito, universal y de calidad a los trabajadores y ciudadanos en general.
El Estado defenderá y protegerá la economía y producción
nacional, denunciará todos los tratados lesivos a nuestro desarrollo nacional,
sancionará y castigará a las multinacionales que hayan promovido la violencia y
hará cesar la intervención de las potencias en nuestros asuntos internos.
La democracia popular que queremos, garantizará el libre
ejercicio de la actividad política, la inclusión de nuevos movimientos
políticos y su expansión y cobertura a la totalidad de la sociedad,
organizándolos sin restricción ni exclusión alguna. Cada colombiano será sujeto
de derechos y deberes en igualdad de condiciones, sin distingos de raza, credo,
sexo o vínculo social.
El Estado democrático protegerá las libertades de
movilización, asociación y expresión, resguardará las justas reclamaciones de
las mayorías, e instaurará un nuevo sistema de justicia que acabe con la
impunidad, la corrupción y toda forma de inequidad judicial.
El Estado desarrollará una política de seguridad propia y en
consonancia con un país sin conflicto armado interno, reducirá el gasto y el
componente militar a los niveles indispensables para la defensa de la
soberanía, esto es, el cuidado de las fronteras y de los recursos naturales.
Las Fuerzas militares y de policía no serán jamás fuerza expedicionaria de
ninguna potencia o de organismo multilateral. Se estructurarán como fuerza
popular, patriota y defensora de la soberanía. No será amenaza contra naciones
amigas y jamás apuntará sus armas contra el pueblo.
Colombia promoverá la unidad, integración y construcción de
la gran nación latinoamericana. Se incorporará a los procesos regionales en
curso en nuestra América, tales como UNASUR y CELAC y proyectará su integración
económica al MERCOSUR, así como también promoverá su inclusión en la ALBA –
TCP. La integración puede y debe darse también de manera sectorial, así la
integración productiva, energética, financiera, infraestructural, de comercio,
cultural, educativa, de alimentos, contribuirán a la superación de la
dependencia y las asimetrías regionales y promoverá la complementariedad tan
importante en el desarrollo económico de las naciones.
Pero aún más importante será la integración de los pueblos,
que por encima de los Estados, se hermanan, construyen lazos de identidad en la
latinoamericanidad y beben de sus historias comunes. Su hermanamiento es la
cura contra las guerras y rivalidades entre Estados, es al mismo tiempo la base
para la cooperación y el intercambio en condiciones justas e igualitarias. El
hermanamiento en el espíritu de nuestra América hará posible materializar los
sueños de una sola patria de Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre, Hidalgo,
Morazán, Martí, Sandino, el Che, Camilo Torres y Chávez. El hermanamiento de
los pueblos nos conducirá a la unidad en la comunión de luchas e intereses, del
mismo modo que la unidad popular en Colombia nos guiará a grandes victorias
políticas y construcciones sociales.
El Estado junto a las organizaciones de los trabajadores y
del pueblo controlará los sectores estratégicos de la economía –finanzas,
minería, energía y servicios públicos-, promoverá la recuperación de lo público
y desarrollará su función de servidor y multiplicador de servicios públicos en
todo el territorio nacional. En consecuencia, recuperará el control y
desarrollo estratégico del sistema portuario (aéreo, terrestre, fluvial y
marítimo) nacional, al igual que el desarrollo energético del país y gestionará
de manera directa el sistema vial nacional y de movilidad pública en las
ciudades capitales de departamento. El Estado centralizará el sistema pensional
y prestacional de salud en entes públicos.
FORMAS
DE LUCHA:
Nuestro movimiento,
promoverá la organización autónoma, construcción de poder independiente y lucha
directa de las masas en reclamación de justas demandas, será solidario con las
luchas sectoriales y territoriales de comunidades y movimientos sociales;
promoverá y realizará las actividades propias de un movimiento político para
alcanzar sus objetivos estratégicos. Incursionaremos en la lucha electoral para
acceder al poder y al gobierno. En este empeño podremos desarrollar una amplia
gama de alianzas con movimientos afines y propósitos comunes. Estas alianzas
podrán ser de mayor o menor alcance y duración, dependiendo de los propósitos
que nos planteemos en cada momento. Nuestro trabajo y lucha fundamental es y
será el trabajo de base, que permita generar conciencia, educar políticamente,
organizar política y socialmente y movilizar a las personas, comunidades y
clases y sectores sociales. En consecuencia, impulsará la convergencia social
de los movimientos populares y de toda la izquierda. Además, apoyará las luchas
que llevan a cabo los pueblos y organizaciones sociales en Latinoamérica y el
mundo contra las políticas neoliberales, contribuirá a combatir las políticas
imperialistas, que han generado la crisis global, y afirmará su voluntad
internacionalista.
LINEAS
DE TRABAJO Y ACCIÓN:
El movimiento proyectará su
acción política, organizativa y movilizadora en todas las regiones,
departamentos y municipios del país con la participación de todos las clases,
capas y sectores sociales populares –trabajadores, artesanos, capas medias,
campesinos, indígenas, mujeres, afrodescendientes, jóvenes, estudiantes,
intelectuales y profesionales, migrantes, cristianos progresistas,
personalidades democráticas y organizaciones políticas desde donde
conformaremos los siguientes frentes de trabajo: sindical, barrial, jóvenes,
estudiantil, intelectuales, cultura, género, LGTBI, campesino, indígena,
negritudes y la diáspora. Para ello se partirá de los acumulados existentes y
con planes de acción particular para cada sector, derivados de un plan de
acción general.
LÍNEA
ORGANIZATIVA:
Nuestro movimiento es para
el pueblo y tiene como objetivo incorporarlo a la lucha revolucionaria. Es un
espacio autónomo, orgánicamente muy flexible y amplio, de alianza, cuyas líneas
de trabajo están orientadas a construir la unidad popular, un comportamiento
político revolucionario y un programa de transformaciones democráticas.
Concurren aquí
organizaciones sociales, organizaciones políticas de masas, organizaciones políticas, organizaciones de
base, cualquier otra forma de organización sectorial, cultural, ambiental o de
otro tipo, individuos y personalidades democráticas y quienes se nos sumen en
coyunturas de conflicto, que comparten nuestro programa, líneas de acción y
formas de organización y lucha. Los que no están organizados y no quieran
organizarse en las formas organizativas preexistentes, podrán hacerlo en grupos
de base de UPD.
Respetaremos
escrupulosamente las formas organizativas existentes y las estimularemos y
alentaremos a robustecerse tanto en el terreno organizativo y político como en
el social. Apoyaremos a las organizaciones sociales en sus luchas
reivindicativas, politizándolas y orientándolas a participar en la vida
política del país.
UPD, a su vez, confluirá
organizadamente en la gran convergencia de toda la izquierda colombiana.
En un principio nos
proponemos edificar una organización básica, la cual estará en transición hacia
una más sólida y definitiva. De momento nos planteamos la creación de un centro
articulador que actúe como un Coordinador Político, que hará las veces de
comité nacional de impulso, representativo de nuestros contenidos sociales y de
las regiones donde tienen presencia nuestras bases y movimientos sociales; que
centralice y promueva todo el proceso de construcción colectiva de esta
iniciativa política y del que se deriven sendas comisiones de Organización,
Comunicaciones, Formación, Finanzas, entre otras. Igualmente, construiremos, en
el corto plazo, comités departamentales, municipales y sectoriales como
espacios de referencia para todas las formas organizativas e individuos que
quieran sumarse al Movimiento.
Movimiento Unidad, Paz y
Democracia
Colombia 13 de Abril de
2013.