miércoles, 18 de diciembre de 2013

UNIDAD, PAZ Y DEMOCRACIA

Unidad, paz y democracia

Por Carlos Arturo Velandia JaguaVer más artículos de este autor 
Son tres magnas tareas que serán decisivas para sacar al país de la guerra y ponerlo en el sitial donde la justicia social sea sinónimo de bien-estar y bien-ser.


Foto: SEMANA

Cada día trae su afán, reza el adagio popular, y suelen repetirlo las personas en referencia a las tareas del momento y las prisas por realizarlas. De igual manera podríamos decir de las tareas de un Estado, un país o una sociedad; obviamente que son muchas, pero no todas tienen la misma urgencia y valor, por lo requieren ser jerarquizadas para su desarrollo, tomando en cuenta las necesidades del momento, de la época y de su trascendencia para las gentes, para el país, así como el impacto de éstas en la región y el mundo.

No tengo duda alguna que las tareas de Colombia y sus gentes, hoy - presente, mañana – futuro inmediato y mediato, son la unidad, la paz y la democracia; tres magnas tareas que debemos realizar de manera mancomunada el gobierno, la institucionalidad y los ciudadanos, cada cual desde su lugar y competencias pero todos, sin exclusión tendremos que estar en esta obra colectiva, que será decisiva para sacar al país de la guerra y ponerlo en el sitial donde la justicia social sea sinónimo de bien-estar y bien-ser, donde la violencia quede proscrita de la acción política y sea sólo el recuerdo de una larga pesadilla, de la que tardamos cincuenta años para despertar:

Hablar de unidad es entender la comunión de los vastos sectores sociales en que se compone nuestra sociedad, alrededor de causas y propósitos comunes, que a su vez contribuyan en la construcción siempre aplazada de la Nación. Y no hay propósitos o causas mayores para los colombianos que los de los bienes supremos de la paz y la democracia, es decir, el signo de este tiempo, no es otro que el de la unidad.

La paz que debemos los colombianos conquistar y construir, no es otra que la resultante de la indisoluble relación entre final del conflicto armado y la justicia social. Es decir entre los acuerdos de punto final al alzamiento en armas por parte de las guerrillas revolucionarias y la implementación de reformas y transformaciones políticas, económicas y sociales; demandadas y construidas entre todos los colombianos, sin excepción, para una sociedad de justicia, equidad y bienestar.

Resulta necesario insistir que los acuerdos de paz y la construcción de los escenarios y procesos de reformas y transformaciones, se darán en tiempos diferentes pero relacionados; el primero es decisivo para desencadenar las fuerzas que hagan posible abordar el segundo, es decir, el final del conflicto armado pondrá a la sociedad entera en el partidor, para encarar sin intermediaciones, sin presiones, sin cooptaciones y sin excusas; las tareas de la justicia social. En síntesis: el conflicto armado es de las partes Estado – Insurgencias, pero el posconflicto es de la sociedad, sin armas, sin violencia.

Hasta aquí van bien las cosas, pero aquí mismo es donde “la puerca torció el rabo”, se dice en Santander, porque la construcción de la paz requiere de la democracia, dado que su estrechez y su ausencia han sido fuente y causa del alzamiento y la violencia. Por ello, en buena hora y luego de profundas discusiones en la Mesa de La Habana y en el Foro Nacional sobre Participación Política; el Gobierno Nacional y la guerrilla de las FARC-EP, construyeron un importantísimo acuerdo en el punto dos de la Agenda, que en el fondo modifica el statu-quo de la democracia: estrecha, recortada, restrictiva, excluyente, o imperfecta como comúnmente se le suele llamar, y vigente a lo largo de nuestra vida republicana;  para derribar sus muros y correr sus fronteras para incluir a comunidades, a sectores y movimientos sociales y políticos así como a  territorios, por siempre excluidos y/o impactados profundamente por la guerra.

La democracia, se convierte hoy en la propuesta, el método, y el escenario, en el que debemos de “arar con los bueyes que tenemos”, para transformar la sociedad, lo que implicará que nos pongamos de acuerdo en las herramientas a utilizar, entre ellas el mecanismo que la Mesa de La Habana, y muy pronto la mesa con los elenos, acuerden para refrendar los acuerdos de final de la guerra en Colombia; y el de la Asamblea Nacional Constituyente, que deberá ser convocada como resultado de un Gran Pacto Político Nacional entre todas las fuerzas política y sociales de que está hecha y representada la sociedad, pacto que establezca las materias a examinar, la composición y el tiempo de duración, pues está visto que profundos problemas tenemos los colombianos, y que nos compete a todos contribuir en su examen y en convenir las soluciones. Este gran Pacto Político Nacional, es el antecedente del Gran Tratado de Paz y Nuevo Contrato Social, que terminará por representarnos, por incluirnos, por vincularnos a todas y a todos; en un país donde se pueda volver a pescar de noche y donde si tocan a la puerta de la casa a las cinco de la mañana, no se sienta el temor de ser allanado, es el lechero. No lo Olvide: unidad, paz y democracia.

En Twitter: @carlosvelandiaj