lunes, 28 de julio de 2014

¿QUÉ TAN DIFÍCIL ES PEDIR PERDÓN?

'Se necesita coraje para pedir perdón': exguerrillero del Eln



¿Qué tan difícil es pedir perdón?
Entrevista con el exguerrillero y exdirigente del Eln Carlos Velandia, alias 'Felipe Torres'.

¿Le digo Felipe Torres o Carlos Velandia?
Carlos Arturo Velandia. Ese es el nombre con el que me bautizaron mis padres. Felipe ha quedado atrás. Quiero construir una nueva historia.
¿Por qué escogió el alias de ‘Felipe Torres’?
Fundamentalmente fue en homenaje a un tío abuelo, hermano de mi abuela que en la guerra de los Mil Días se perdió. Sesenta años después volvieron a encontrarse por una casualidad. Yo estaba bastante chico cuando reapareció en nuestras vidas ese tío abuelo, y me impresionaba mucho saber que había estado en la guerra. Cuando me vinculé a la lucha revolucionaria tomé su nombre, quizás como homenaje o porque quería parecerme en algo a él.
¿Qué jerarquía tenía usted en el Eln?
Era miembro de la dirección nacional.
¿Cuántos años duró de guerrillero?
Desde los años 70 hasta el 2000. Treinta años.
Hasta que lo coge preso el Ejército...
Eso fue en el 94, hace 20 años. Estábamos precisamente viviendo la euforia del Mundial, había pasado el cinco a cero de Colombia con Argentina. Me capturaron y estuve 10 años en prisión, posteriormente 7 años en el exilio y hace 2 regresé al país.
¿Qué está haciendo hoy?
Soy un activista del tema de la paz, aunque nadie me escuche. Dicto conferencias, la mayoría gratuitas porque los amigos me invitan a dictar charlas en las universidades y no pagan por eso. Eventualmente elaboro documentos. Por eso sí me pagan, pero no mucho.
¿Es dura esa realidad laboral para un hombre que ha abandonado las armas?
Muy dura. Aunque ya no tengo deudas absolutamente con nadie, ni con el Estado, porque las saldé en los términos de la ley que me castigó. Pagué hasta el último día, hasta el último segundo.
¿No tiene facilidades laborales? ¿Difícilmente lo acogen?
Esta es una de las situaciones más complejas que tendrán que abordar contingentes de ex insurgentes cuando hagan la dejación de armas hacia unos procesos en búsqueda de inclusión política y de inserción laboral, esperando que haya una sociedad con los brazos abiertos. No la van a encontrar. Eso no es lo real, es ilusión. Quizá esa apertura de brazos habrá que construirla, pero necesitará cambios generacionales.
Está libre de la justicia. ¿También de las ataduras de la guerrilla?
Totalmente. No tengo ningún tipo de vínculo orgánico, ni político, ni relación de mando u obediencia. Soy totalmente libre.
¿Sigue siendo vocero del Eln como lo fue estando preso, durante el fallido proceso de Maguncia?
No. Vocero soy solo de mí mismo. Todas las opiniones que yo doy, mis puntos de vista, son mías y de más nadie. Obviamente, no dejo de ser un ‘eleno’, porque son más de 30 años contribuyendo en la construcción de un pensamiento, de una forma de ser, de presentarse y de actuar. Yo no podría ser un liberal, ni un comunista, ni un conservador, ni un ‘verde’. Soy un ‘eleno’ y no lo puedo evitar.
¿Aspira a pertenecer algún día a algo legal que se llame ‘Partido Eleno’?
No, yo no creo que el Eln tenga mucho interés en crear un nuevo partido político. Yo creo que lo ‘eleno’ es una forma de ser.
¿Cómo es esa forma de ser?
Tener un alto sentido del humanismo y asumir la causa de la revolución con sacrificio. Y con una disposición a servir, no a servirse de. Implica estar dispuesto a entregar la vida, a entregarlo todo.
¿Y en esa manera de ser, dónde entran las armas?
Las armas entraron quizá como algo inevitable, ante los reclamos de una sociedad, de un país que se la jugaba con la cédula en la mano, pero era excluido. Después, la guerra va tomando su propia vida; es como un animal que crece y se hace totalmente autónomo y a veces ingobernable.
¿Hoy piensa lo mismo?
Las armas cumplieron un papel en Colombia. Hoy, esta guerra es totalmente inútil. Hay que superarla a la mayor brevedad posible. Porque mientras tanto otros países pasan adelante, están construyendo, entrando en la modernidad, y nosotros nos quedamos en la pre-modernidad.
¿No cree que al Eln se le está haciendo tarde para eso?
Creo que sí. Pero no es exclusivamente por voluntad del Eln; es también del Gobierno, como vocero del Estado, y de una parte también importante de la sociedad. Dejar al Eln en un segundo lugar le hace daño también al proceso. Quizá hubiese avanzado mucho más si se hubiera arrancado a conversar de manera simultánea con las dos organizaciones. Pero aquí se ha impuesto la lógica de la amenaza mayor y, para la seguridad nacional, para la estabilidad institucional, para la democracia, esas son las Farc.
Eso es porque el Eln tiene menos guerrilleros que las Farc, no porque tenga menos ganas de hacer daño...
Quizá, también. Pero, además, porque el Eln ha venido construyendo unos perfiles donde la política tiene mucho más valor, con sus tesis y las propuestas, que los mismos tiros.
Sorprendió mucho al país que, en un reciente foro del Centro de Memoria Histórica, usted se paró y le pidió perdón al exsenador Juan Fernando Cristo, a quien el Eln le asesinó a su papá...
Estando en ese encuentro de Memoria Histórica, empiezan las víctimas a hacer el relato de cómo han vivido el dolor y la desgarradura de los hechos de violencia. Piden explicaciones y no hay una respuesta para ellos válida. Yo estaba allí, en medio, y sentía que algunas de esas preguntas podría responderlas, o al menos intentarlo. En cierta forma, dar la cara. Para mí, en ese momento, fue una situación ineludible. No podía permanecer en mi asiento y hacer oídos sordos a lo que estaba pasando allí. Fue producto de una construcción interna, no porque se me ‘chispotió’. Y también de una necesidad que, yo creo, tenemos todos los que hemos estado involucrados de manera directa en el conflicto. La de dar la cara al país, intentar mirar a los ojos a los contradictores, y a las víctimas con mucha más razón, y darles las explicaciones que sean del caso.
Pero usted no participó, hay que aclararlo aquí, en el asesinato del papá del senador, porque estaba preso. Claro que seguía militando en ese movimiento armado...
No participé y es cierto que estábamos presos con ‘Pacho Galán’ y andábamos en conversaciones de paz con el gobierno del presidente Ernesto Samper. Nos cayó como un baldado de agua fría porque sabíamos que eso iba a interrumpir el proceso y al mismo tiempo, también, porque dentro de la organización se venían generando unas pujas que explican un poco la muerte del señor Cristo.
¿Qué tan difícil es pedir perdón?
Muy difícil. No porque cueste trabajo construir la idea de pedir perdón; es escoger el momento y tomar la decisión. Es decir, en mi caso diría que es tener los pantalones, tener el coraje, salir y dar la cara.
¿Sentía, por parte del auditorio, incredulidad, odio o comprensión? ¿Qué vio, por ejemplo, en los ojos del senador Cristo?
Él y todo el mundo estaban sorprendidos. En el auditorio, el silencio y el respeto por las víctimas eran impresionantes. Era el momento de ellas. Me permitieron decir, en últimas, lo que yo quería decir, de la manera que yo lo quería decir.
Un buen ejemplo para las Farc, que, frente a las víctimas, se han mostrado tan arrogantes...
El camino que yo tomé es inevitable para todos, para ellos y para las partes. Hasta para el Estado, que tiene agentes muy comprometidos en el conflicto. Y que también tendrá que pedir perdón en su momento, para que pueda haber una verdadera reconciliación. Yo sí quisiera la verdad de lo que pasó. ¿Por qué desaparecieron a un hermano mío de la misma manera como desaparecieron y asesinaron a una hermana de ‘Gabino’? Los militantes de las guerrillas también han sido golpeados, han sido victimizados, lo cual no significa que no tengan la condición de victimarios.
¿Acaso haber sido victimario y luego víctima empareja?
No. En términos de justicia, el victimario debe estar dispuesto a recibir el castigo que amerite por los crímenes y delitos que haya cometido. Aquí cada cual debe responder por sus actos, pero también con proporcionalidad. Pero el Estado tampoco debió permitirse ese tipo de actuaciones.
Eso no tiene discusión. Pero hay personas que aún sostienen que el paramilitarismo surgió por una necesidad de la sociedad de defenderse...
Esa es la lectura de algunos, pero no justifica la complicidad de actores del Estado ni en términos éticos, ni morales, ni jurídicos. El Estado está fundado sobre la legalidad. Ni mi familia ni yo pedimos dinero alguno. Estamos esperando solo la verdad. Es el camino de la reconciliación. Lo material, la calidad de vida que debemos construir, lo hará la sociedad en el posconflicto; pero hoy, con esos gestos tenemos que superar este conflicto, que se ha convertido en un obstáculo para todo. Pero también se necesita no una negociación, sino un diálogo entre el presidente Juan Manuel Santos y el expresidente Uribe.
¿Si el Presidente dialoga con las Farc, por qué no con Uribe?
No es posible hacer la paz a expensas de Álvaro Uribe Vélez, de lo que él representa, ni de las fuerzas que lo acompañan. La paz tendrá que ser con ellos, porque son parte de este país, de esta realidad. Cierre los ojos e imagínese por un momento una mesa en la que estén Juan Manuel Santos, Álvaro Uribe, ‘Timochenko’ y ‘Gabino’. No negociando el país, ni la economía, ni la democracia. Filosofando uno poco, solo discutiendo la noción de país hacia el futuro.
Ni cerrando los ojos me puedo imaginar esa mesa... Una última pregunta: ¿está en paz con usted mismo?
Soy un inconforme, la tarea está a medio hacer, pero me sentiré muy contento si logramos la paz. Así completaría la obra de mi vida, que ha sido incompleta. Quise ser médico y me quedé en la mitad. Hice una carrera de administración de empresas y se quedó en la mitad. Quisimos llegar a la toma del poder y nos quedamos en la mitad. Quise ser padre, tengo dos hijos, pero ni ellos me tienen ni yo nunca los tuve.
¿Eso no es culpa suya, por escoger el camino que no era?
No, ese era el camino, pero tiene todos estos vericuetos, todos estos costos. Quizás lo que pueda parecerse un poco más a una obra más completa es que haya paz, en el entendido de que se supere la violencia, de que ya no va a ser un acicate ni una herramienta para hacer la política, y de que se abren espacios de inclusión y de discusión de los grandes problemas del país. Creo que si esto se logra, estaré un poco más conforme.
MARÍA ISABEL RUEDA
Especial para EL TIEMPO

miércoles, 23 de julio de 2014

PEDIDO DE PERDÓN A VÍCTIMAS

https://www.youtube.com/watch?v=soGsXvXLVFU&feature=youtu.be

ACTO DE PERDÓN Y RECONCILIACIÓN DE FELIPE TORRES

El gesto de reconciliación entre Juan Fernando Cristo y ‘Felipe Torres’



Durante la presentación del informe ‘Hacer la guerra y negar la política’, del Centro de Memoria Histórica, el ex presidente del Congreso habló, entre lágrimas, sobre el significado que tuvo para él el asesinato de su padre, y el exmiembro del Eln le pidió perdón por un crimen que no tuvo ninguna justificación.

El padre de Cristo, Jorge Cristo Sahium, fue asesinado el 8 de agosto de 1997 cuando se desempeñaba como Senador de la República.

Según relató en el evento Juan Fernando Cristo, él se encontraba en Grecia, a una hora de Atenas, con su esposa y su hija de dos años cuando recibió una llamada desde Colombia del entonces Presidente Ernesto Samper, para darle la noticia.

“Me anunciaron una noticia que parecía sacada de una pesadilla, que no se podía creer: habían asesinado a mi padre, a mi mejor amigo, a la persona que todo me enseñó”, relató Cristo, ponente de la Ley de Víctimas. 


El asesinato de Cristo Sahium hizo parte de los hechos de violencia contra dirigentes de Norte de Santander, que también incluyó la muerte a Argelino Durán Quintero y Eustorgio Colmenares y los secuestros de Margarita y Gustavo Silva.

“Nunca me dijo que se sentía amenazado. Resulta curioso e incomprensible mirando hacia atrás que en la situación de violencia exacerbada que padecía la región y en su condición de uno de los principales dirigentes nunca se le hubiera pasado a uno por la cabeza que pudiera ser objeto de un crimen de esa magnitud”, dijo Cristo.

Y agregó: “tal vez la condición bonachona, pacífica y tranquila de Jorge Cristo hacía imposible pensar que a alguien se le ocurriera semejante barbaridad. Se les ocurrió y cambiaron nuestras vidas para siempre”.

Por su parte, Carlos Arturo Velandia, quien se identificaba como ‘Felipe Torres’ en el Eln, pidió perdón por la responsabilidad que él tuvo en generar hechos de violencia y víctimas.

Velandia estaba en la cárcel y era portavoz del Eln en los diálogos de paz con el Gobierno de Samper. “Cuando escuchamos la noticia sabíamos que se había cometido no solamente un grave error, sino un crimen imperdonable, porque cuando se conversa con un Gobierno que abre unas puertas para el diálogo, hay que responder con reciprocidad”.

Al concluir su intervención, Cristo y Velandia se dieron la mano. “Les doy mi mano, porque no tengo nada más qué dar, en acto de reconciliación”, dijo Velandia. 



El perdón de 'Felipe Torres' a Cristo

El lanzamiento del libro del Centro de Memoria Histórica sobre políticos asesinados en Norte de Santander el viernes pasado terminó en un emotivo -y sorpresivo- pedido de perdón de un ex dirigente del ELN a una de las víctimas más visibles de esta guerrilla.

Ese día se presentó en el auditorio del Museo Nacional el último libro que hicieron Gonzalo Sánchez y su equipo de Memoria Histórica, "Hacer la guerra y negar la política”, en el que se narran las muertes de cuatro líderes políticos norsantandereanos: el ex ministro y ex congresista conservador Argelino Durán, muerto en cautiverio tras ser secuestrado por una disidencia del EPL; el ex alcalde de Tibú y entonces favorito para la gobernación Tirso Vélez, asesinado por los paramilitares en 2003; el dirigente comunista Carlos Bernal, asesinado por los paras en 2004; y el médico y ex senador liberal Jorge Cristo Sahium, asesinado por el ELN en 1997.

La sorpresa mayor fue cuando -de manera espontánea- tomó el micrófono Carlos Velandia, el ex dirigente del ELN antiguamente conocido como 'Felipe Torres', y le pidió perdón al hasta hace poco senador y autor de la Ley de Víctimas Juan Fernando Cristo por la muerte de su padre, que ocurrió mientras él estaba en la cárcel.

“No ha sido fácil llenarme de valor para venir ante ustedes y ante víctimas de la que fuera mi organización para decirles que pido perdón en lo respecta a las responsabilidades que de mí se pudieran derivar en generar hechos de violencia y producir víctimas”, dijo ante el auditorio, dirigiéndose sobre todo a Cristo y mencionando también al ex senador Aurelio Iragorri Hormaza, que fue víctima de un atentado de ese grupo guerrillero. Luego Velandia le dio la mano a un conmovido Cristo, cuyo discurso sobre la muerte de su padre fue muy emocional.
Estas son las intervenciones de Velandia y de Cristo ese día, un pequeño adelanto del posconflicto que se viene si algún día se firma un acuerdo con las Farc y el ELN.




miércoles, 16 de julio de 2014

DEBATE SOBRE EL PROCESO DE PAZ CON EL ELN EN LA UNIVERSIDAD EXTERNADO DE COLOMBIA

Miércoles, 16 de Julio de 2014


| Publicado el día Martes, 15 Julio 2014


El pasado 10 de julio se realizó el foro “Retos y desafíos del proceso de paz con el ELN” en la Universidad Externado de Colombia. Participaron el ex militante del ELN Carlos Velandia, el profesor Jaime Zuluaga y Frederic Massé, director del Centro de Investigaciones y Proyectos Especiales -CIPE-. Abordaron temas como la pertinencia, metodología, agenda y tiempos del proceso de paz entre el gobierno de Santos y el ELN, del que se anunció una etapa exploratoria días antes de la segunda vuelta electoral. 
Jaime Zuluaga, profesor de la Facultad de Ciencias Sociales y Humanas de la Universidad Externado, inició su intervención con una síntesis de los antecedentes de diálogos entre el gobierno colombiano y la guerrilla camilista, e identificó cuatro momentos en los que hubo acercamientos o intentos que finalizaron en ruptura.
El primer acercamiento, señaló Zuluaga, se realizó durante el gobierno de César Gaviria, mientras el ELN hacía parte de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (alianza entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias -FARC-, el Ejército Popular de Liberación -EPL- y el ELN). El segundo intento se realizó bajo el gobierno de Ernesto Samper en una mesa conjunta con el EPL. Un tercer acercamiento, describió Zuluaga, tuvo lugar durante el mandato de Andrés Pastrana, desencadenando una serie de acciones bélicas por parte del ELN tras los incumplimientos del estado negociante. El cuarto acercamiento tuvo lugar bajo el gobierno de Uribe, en lo que se denominó fase exploratoria; fueron acercamientos que no trascendieron, dado el pedido del gobierno de entonces para que el ELN se entregara a la justicia, lo que motivó que no se llegara a ningún acuerdo.
"Cada uno de esos momentos se caracterizó por las dificultades, falta de voluntad política de las partes, disconformidades en medio del proceso adelantado inmerso en la guerra", resaltó el docente, y agregó que adelantar una política de paz en Colombia es complejo, dado que cualquier decisión que se tome sobre este respecto está sujeta no sólo a diálogo entre las partes, sino también al poderío militar y político, y al peso de la derecha, del narcotráfico y la política estadounidense con relación a la imposición de políticas antiterroristas para el mundo.
"El ELN debe tener un proceso de paz diferente al de las FARC"
Por su parte Carlos Velandia, ex militante del ELN, habló de su experiencia al interior de este grupo guerrillero. Contó cómo vivió cada uno de estos acercamientos, puntualizando en la necesidad de iniciar un proceso de diálogo entre ambas partes como único camino para poner fin al conflicto. Sobre la agenda a discutir en la actual fase exploratoria, Velandia recalcó la necesidad de precisar temas concisos e incluyentes sobre todo con la sociedad civil que se encuentra en medio del conflicto. "El ELN no puede repetir temas ya trabajados, el tema del desarrollo minero energético es al ELN como el temas de las tierras es a las FARC. Este es uno de los grandes retos que tiene esta mesa de negociación”, opinó.
Tema minero energético, punto neurálgico 
La última intervención estuvo a cargo de Frederic Massé, quién realizó un análisis de lo que podría contener la agenda de discusión entre las partes, a partir de lo mencionado anteriormente por Velandia y lo que históricamente ha reivindicado esta guerrilla. "La discusión sobre el tema minero energético será uno de los temas de obvia mención dado el carácter que esta guerrilla le ha dado a esta temática", coincidió el director del CIPE.
Otro de los puntos destacados por Massé sobre esta fase exploratoria, es la necesidad que tiene esta guerrilla de convocar a la sociedad civil como actores fundamentales de la etapa de diálogos.  “El ELN no quiere ser un partido político en la vida civil, como sí pretenden las FARC, por ello no puede aceptar los mismos acuerdos de La Habana”, resaltó.
El investigador continuó elaborando una diferenciación entre los procesos emprendidos por el Estado colombiano con ambos grupos guerrilleros. “No sé como pretende el gobierno aplicar los acuerdos que construya con las FARC en territorios donde el ELN continúa en conflicto armado. Más de la mitad de los territorios de incidencia de estas guerrillas son compartidos entre ellos”, fundamentó. Su intervención finalizó con un análisis sobre los retos que debe establecer el Estado colombiano con otros sectores del país a la hora de hablar de paz.
El foro concluyó con referencias a la espera de nuevos comunicados de las partes, pues por ahora existe muy poca información oficial. Para los ponentes, lo más intrigante es poder conocer cómo serán los diálogos en términos de tiempos, pues las FARC ya van muy adelantadas y no se cree que el ELN discuta temas a la ligera.  
La actividad fue convocada en alianza con la Corporación Nuevo Arco Iris.

martes, 15 de julio de 2014

"SOY UN ELENO DE FORMACIÓN": CARLOS ARTURO VELANDIA - Entrevista de Digna Irene Urrea - Confidencial Colombia

“Soy un ‘eleno’ de formación”: Carlos Arturo Velandia

Por: Digna Irene Urrea - @direneu Julio 15, 2014

Carlos Arturo Velandia Foto: Confidencial Colombia
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‘Felipe’ -¿quieres café?- le pregunta la mujer que acompaña a Carlos Arturo Velandia Jagua, mientras habla de su libro “La paz es ahora ¡carajo!”. Fue guerrillero del ELN, militó en las filas  ‘elenas’ por 22 años (1972- 1994) y pagó una condena de 120 meses por los delitos de rebelión y terrorismo.

Carlos Arturo Velandia ha luchado en los últimos años para que lo llamen por su verdadero nombre, aunque reconoce que a veces es una pelea inútil con quienes lo conocieron con el alias ‘Felipe Torres’. Este “fue el nombre de la guerra”, dice Velandia.

Sin embargo, cuenta con sosiego el origen de su seudónimo que está relacionado  con una historia familiar. Su abuela - Mercedes Jagua- narraba cómo en la guerra de los Mil Días había desaparecido su hermano mellizo, Felipe Jagua, a quien encontró después de 60 años.  Cuando, Velandia, decidió ingresar  a las filas del ELN, tomó el nombre de su tío abuelo y en homenaje a Camilo Torres, el sacerdote y jefe militar de este grupo guerrillero ‘apedilló’ su alias.

Su libro es una compilación de textos que escribió durante dos años sobre todo el proceso que ha tenido los diálogos de paz en La Habana. Aunque, el tiraje es de tan solo 500 libros, con este proyecto pretende que cuando una persona lo lea comprenda y apoye los acuerdos, ya que, “hay escepticismo y desconfianza, pues durante los últimos meses ha habido una actividad  propagandísticas  muy fuerte de la extrema derecha” para desacreditar el proceso.

El excombatiente ‘eleno’, señala que los diálogos de paz es una gran oportunidad que no se debe dejar pasar. Que no solo le compete a las partes involucradas, sino a todo el país que debe acogerla como propia y salir a defenderla.

De esta forma, Carlos Arturo Velandia, habló con Confidencial Colombia, sobre la ilusión de que se llegue al final del conflicto que por más de 50 años ha azotado al país.


Carlos Arturo Velandia

¿Cómo debería ser el final del conflicto?
El final de conflicto armado es un acuerdo político y como acuerdo son las partes las que definen de qué manera resuelven el problema. Allí tendrán que sopesar cuánta verdad, reparación y justicia van a proporcionar  para que haya paz.

Por otro lado, el acuerdo debe determinar quién va a responder por los daños y efectos que ha ocasionado el conflicto, porque aquí el imaginario de la sociedad es que las guerrillas son las únicas responsables de la violencia y, que son ellas las que deben pagar el mayor costo.  Y no se ha tenido en cuenta que el Estado  tiene mayores responsabilidades, ya que, este no se le permite  que se comporte como un delincuente político.

El establecimiento se ha desbordado con sus funciones y ha sido el productor de situaciones como, por ejemplo,  la generación del fenómeno del paramilitarismo. Había estructuras políticas que hicieron posible  que se creara las Autodefensas (AUC).  Hubo relaciones  y complicidades  para que este grupo al margen de la ley se desarrollara; hay muchos crímenes de Estado y en este sentido  el gobierno y los agentes que lo conforman deben responder.

Entonces al momento de rendir cuentas son todos en igualdad de condiciones quienes deben  esclarecer  la verdad. Estas son las cosas necesarias que hay que equilibrar para que haya un acuerdo.

 ¿Cómo sería  ese pago ideal  para los guerrilleros?
Las insurgencias son muy consientes  de que tiene que haber resarcimiento  por los daños que  hayan cometido  en la guerra y, ellas  estarán dispuestas, pero si la contraparte  también está en igualdad de condiciones.  La guerrilla sabe  que frente a los delitos de lesa humanidad habrá que responder, eso sí siempre y cuando de parte del establecimiento, también,  respondan. A lo que no están dispuestas es que sean exclusivamente los guerrilleros  los que paguen los platos rotos. Eso nunca.

En el acuerdo político también se debe establecer cuánto y qué tipo de penas van a existir para los guerrilleros. Esta debe hacerse por medio de la justicia transicional, porque es esta justicia es la que permite pasar  de una situación de guerra a una situación  de paz.

Si a usted no lo hubieran capturado  y estuviera en las filas  ‘elenas’  ¿en este momento estaría dispuesto a pagar  una condena como la que pagó?
No estaría dispuesto a pagar la pena.  Pagué cárcel  a disgusto. Estuve 10 años  y difícilmente alguien  va  estar ese  tiempo en prisión  como lo hice yo, o como lo hizo ‘Pacho Galán’, ‘Caraballo’  o Yezit Arteta. Si los jefes paramilitares  no pagaron más de ocho años, ¿por qué los guerrilleros tienen que pagar más?

Ahora, no creo que los militares estén dispuestos a pagar penas altas. Estaría dispuesto  a pagar una condena en condición de victimario,  pero en igualdad de condiciones.


Carlos Arturo Velandia

Si una víctima suya le dijera que la única forma de repararlo es con cárcel ¿usted que le respondería?
Es muy probable que esto ocurra. Voy a asistir al foro de victimas  que se  va a realizar en Barranquilla la próxima semana y allí me encontraré con muchas víctimas.  Haré presencia en condición de víctima. Si alguien me reclama  le diré  –si en algo te debo, ya lo pagué-  y si considera que le sigo debiendo  que acuda a la justicia y me demande.

¿Por qué se va a presentar en condición de víctima y no como victimario?
Porque me  desaparecieron a un hermano y le voy a reclamar al Estado, pues este fue el que me  lo desapareció. Estando en prisión en 1998 me lo secuestran; se supo que fue un jefe paramilitar confabulado con un Gaula del Ejército. A mi familia que vivía en Bucaramanga  le dieron 48 horas para abandonar la ciudad.

¿Cómo la sociedad debe recibir a los guerrilleros que page una condena, qué actitud debe tener el ciudadano de a pie con ellos? Partiendo desde su experiencia cuando salió de la cárcel.
En términos generales la sociedad no gusta de un expresidiario, la sociedad prefiere tenerlo a  distancia. No va a ser sencillo  para aceptar que las guerrillas  pasen a hacer una vida normal  y, aunque, paguen unas penas  a muchos les va a parecer muy poco.

¿Cómo fue ese regreso a la libertad después de estar 10 años en prisión?
No tuve otra alternativa distinta a irme para el exilio.  Tomo la decisión de no vincularme  a ningún tipo de actividad bélica. Salgo de la cárcel con el convencimiento  de trabajar por la solución política, trabajando  en los diálogos de paz como lo hice en el gobierno de  Ernesto  Samper Pizano, de Andrés Pastrana y posteriormente los dos primeros años del gobierno de Álvaro Uribe. El día después de mi salida no lo tenía muy claro, lo único que sabía era que al monte no regresaría, porque allí iba a tener que empuñar un fusil.

¿Podría traducir esto como un arrepentimiento?
No. Esto no es un problema de orden moral, sino que es un problema de orden político. Entonces, el tema del arrepentimiento se mueve sobre unas variables religiosas y morales y, este no es el caso.

Si me preguntarán que si volvería hacer las mismas cosas, diría que  no, porque las haría mejor  con la sabiduría y la experiencia, y  con la misma intensidad revolucionaria, intentaría errar menos. Sigo siendo el mismo ‘eleno’ de siempre, con la diferencia que ahora no hago la guerra,  pero sí buscando ideas  que se puedan desarrollar en un contexto diferente en busca de la paz.

¿Usted tiene contacto directo con el ELN?
No tengo ningún contacto físico. El único acercamiento que tengo es a través de los medios de comunicación y del libro porque aquí plasmo mi punto de vista. Soy un ‘eleno’ por formación ideológica, pero esto no quiere decir que tenga un nexo orgánico con el ELN.