sábado, 7 de marzo de 2015

CARTA A LA PRIMERA CUMBRE NACIONAL DE EXCOMBATIENTES POR LA REVOLUCIÓN Y LA DEMOCRACIA - CARLOS ARTURO VELANDIA J.

PRIMERA CUMBRE NACIONAL DE EXCOMBATIENTES POR LA REVOLUCIÓN Y LA DEMOCRACIA

Publicado el 07 de marzo de 2015
Por: Carlos Arturo Velandia Jagua ( Felipe Torres)

La guerra en Colombia se acaba, tiene sus días contados, es nuestro deber ayudar a su bien morir, para que nazca la oportunidad de construir nuestro país entre todas y todos, sin tener que volver a ejercer la fuerza contra nada y contra nadie para hacernos escuchar, para ser tenidos en cuenta.
Hay dos bombas instaladas en nuestro país, siempre las ha habido, solo que en esta ocasión una de ellas, la bomba del conflicto armado se hace cada vez más pequeña y con una mecha más larga, en tanto que la otra, la bomba del conflicto social se hace cada vez más grande y con su mecha más corta. Se trata pues de que las partes del conflicto armado y la sociedad entera, seamos capaces de desactivar definitivamente la bomba del conflicto armado, con eso solo nos quedamos con la bomba del conflicto social, compuesta por una mezcla de conflictividades sociales, políticas y económicas, además de un inmenso acumulado de promesas y pactos incumplidos; que los colombianos no tenemos más alternativa que darles trámite a través de la palabra, pero de la palabra que se toma las calles, de la palabra que se hace verbo, de la palabra que camina para hacerse acción positiva y transformadora; pero eso si, de la palabra divorciada de la violencia.
Vivimos un momento epocal, una intersección entre dos épocas, una: vieja, caduca, violenta, de 50 años de dolor que queremos dejar atrás; la otra: nueva, desconocida, abierta ante nuestros ojos pero de la que solo podemos pre-ver, es decir anticiparnos a que será “problemática y febril”, pero que será una época en la que la sociedad ya no será interpretada ni coptada por discursos de guerra, lo que equivale a decir, que ya no habrá pretextos para hacerse oír, para luchar por lo que crea que le corresponde y le pertenece, para luchar con voluntad soberana, con decisión de poder ciudadano.
Todas y todos los presentes, acumulamos invaluables experiencias de lucha, de sacrificio y también de renuncias; hicimos dejación de armas, unos en procesos colectivos, otros como en mi caso en procesos individuales, pero todos, sin excepción hemos creído que en la ampliación de la democracia están las condiciones para construir un país más justo y más humano. Con estas experiencias y con esta convicción, hoy asistimos a la gran oportunidad que tiene el país de parar la guerra y superarla de manera definitiva. Hoy nuestros hermanos revolucionarios agrupados en las FARC-EP y el ELN están dando lo mejor de sí, para sacar al país de la guerra, lo hacen con convicción y con decisión.
En este trance del país, quizás el más importante de su historia, nosotros, los excombatientes por la revolución, por la democracia y por la paz; debemos aportar y ayudar al buen suceso del fin de la guerra y la apertura a la construcción de justicia social en paz y con equidad.
Debemos decirles a las partes, que los caminos que hoy transitan, ya los caminamos nosotros, que sentimos sus esfuerzos como esfuerzos propios, que estamos listos para apoyar los esfuerzos por el fin de la guerra y por avanzar hacia la paz estable y duradera.
Debemos decirles a las partes, que cuentan con nosotros, que estamos prontos a ayudar en lo que se nos demande, que nuestra experiencia en los procesos de normalización y de búsqueda por ser ciudadanos de pleno derecho, es valiosa, porque no todo lo que funcionó ayer puede o debe funcionar hoy. Somos testimonio vivo de políticas y prácticas exitosas una y fracasadas otras, esto lo podemos aportar a la hora de tramitar los procesos de normalización, de las insurgencias en los contextos actuales y en los términos en que lo determinen los acuerdos.
Debemos decirles, que nuestro experiencia y disposición será útil para que en el futuro quienes hagan dejación de armas, no sientan que se necesita volver a las armas y retornar a las montañas de Colombia, decirles que nuestra experiencia es también suya, que le pertenece a Colombia y sus gentes.
Me despido con un abrazo fraternal y de camarada en la búsqueda de la paz y la justicia social. Vuestro hermano
Carlos Arturo Velandia Jagua – Felipe Torres
Bogotá, 06/03/15