PROCESO
DE PAZ: ENTRE LA ILUSIÓN Y LA INCERTIDUMBRE
Escrito
por: Carlos Arturo Velandia Jagua
Mesa
de La Habana – En la recta final
Luego de 1262 días de diálogos
ininterrumpidos (ver cronología del proceso de paz) y más de ocho meses de
cese de fuegos unilateral por parte de las FARC-EP y del desescalamiento del
conflicto, al punto que el Jefe de
la delegación de las FARC-EP dijera al Parlamento Europeo, que en Colombia se
registra un “cese bilateral del fuego de hecho”, y de un conjunto de
acuerdos sustantivos, la Mesa de La Habana, ha entrado en su recta final, con
el abordaje del 30% restante, según cálculos del comandante Timoleón Jiménez, para quedar a punto de la
firma del acuerdo de paz definitivo entre el Gobierno Nacional y la
organización insurgente FARC-EP.
En este tramo final, las
partes se ocupan en definir los términos de entendimiento para operativizar el
cese el fuego bilateral definitivo; que marcará un antes y un después en 51
años de conflicto armado, y que será punto de partida para la dejación física
de armas y para la transformación de organización alzada en armas a
organización política que desarrollará, en adelante, la lucha política sin
armas.
Llegar a este punto pasa por
que se resuelvan en la Mesa, aspectos claves para asegurar el éxito de las
negociaciones y para crear bases reales para una paz estable y duradera; tales
como la ubicación de las fuerzas guerrilleras, en territorios reconocibles y
territorialmente definibles, para lo cual las partes deberán contemplar un
conjunto de variables que serán determinantes para concretar el número y
lugares específicos de los territorios de ubicación.
Las variables que deberán
contemplarse son: amenazas para la seguridad, condiciones logísticas favorables
para la verificación, acumulados políticos y sociales básicos para que los
combatientes puedan hacer la transición de la vida castrense a la vida civil,
al igual que para hacer el tránsito hacia una organización o movimiento “alzado
en paz”, habilitado jurídica y estructuralmente para hacer política sin armas,
en el marco de la institucionalidad y bajo el amparo de la Constitución
Nacional; además para posibilitar el encuentro
entre los combatientes y sus familias e incluso entre éstos y sus
víctimas.
Esta puesta a punto, pasa
además por definir con claridad lo relativo al mecanismo refrendatario de los
acuerdos de paz, el diseño de las fases de implementación de los acuerdos y dar
cuenta de los 28 puntos que las partes han puesto en “el congelador”.
Resulta obvio reconocer que
los temas en discusión y los que faltan por ser abordados, son de una
importancia y complejidad mayúscula, de tal modo que ese 30% no es solo una
porción menor, es una porción definitoria para poner punto final a la guerra en
Colombia. Por fortuna las partes han diseñado una arquitectura de proceso, que
les ha permitido realizar un trabajo intenso y multifacético, al examinar de
manera simultánea los temas restantes para completar la Agenda. Así las cosas,
la Comisión Ejecutiva de la Mesa cuenta con
borradores y documentos que han sido sustanciados y examinados por
subcomisiones conjuntas y temáticas, las cuales vienen operando desde hace más
de año y medio.
Por otro lado, las partes
acusan la necesidad de agilizar las negociaciones, habida cuenta de las
necesidades políticas que las presionan: el Gobierno tiene prisa por finiquitar
el proceso en el 2016, para evitar que se monte en el 2017, año de apertura a
la coyuntura electoral, que con conocimiento de causa ya es de todos sabido que
es muy difícil dar trámite a procesos de diálogo y negociación en medio de
debates electorales, los que por lo general tienen un impacto negativo en las
negociaciones.
Por su parte las FARC-EP, dan
muestras inequívocas de querer llegar al fin de la confrontación armada a la
mayor brevedad, pues esto significa que deberán ponerse a tono en breve plazo
para hacer política sin armas y con ella continuar en la lucha por el poder
político.
La Comunidad Internacional ha
sido generosa al momento de rodear el proceso de paz en Colombia, tanto para la realización
de los diálogos y las negociaciones, como para el apoyo e inversión en el
periodo del posconflicto armado; pero estos apoyos también tienen límite en el
tiempo, de modo que los países más comprometidos y cercanos al proceso animan a
las partes a avanzar en el proceso, hasta lograr finiquitarlo, habida cuenta
del alto costo económico y gasto institucional y político invertidos en la paz
de los colombianos.
Además las partes tienen el
lógico interés de dar inicio, a la mayor brevedad de los acuerdos pactados;
pues es norma empírica que “quien pacta acuerdos es quien mejor los entiende y
aplica”. Por ello, el mejor escenario y momento político para finalizar el
proceso de diálogo, e implementar los acuerdos es el actual y en medio de este
periodo presidencial del Presidente Juan Manuel Santos. Escenarios de tiempos
posteriores y con otro mandatario, genera incertidumbre sobre el éxito de la
paz en nuestro país.
Finaliza
la exploración secreta entre el ELN y el
Gobierno – Comienza el diálogo en fase pública
Debieron pasar 25 meses y 19
rondas de tortuoso y complejo diálogo exploratorio, para que las partes
Gobierno Nacional y la organización insurgente ELN, cerraran con éxito la
difícil empresa de concretar una Agenda de diálogos, con su correspondiente
arquitectura, para pasar al diálogo formal entre partes en fase pública. Así,
el 30 de marzo pasado, desde la ciudad de Caracas, el país y el mundo se
enteraron de esta buena nueva, de un hondo significado que despeja el panorama
para ver con más claridad, que el escenario de cierre definitivo del conflicto
armado interno podrá lograrse, para así el conjunto de la sociedad, en toda la
geografía nacional. Pueda dedicarse a construir la paz y la justicia social,
sin la presión ni la interferencia de las armas y la violencia.
El proceso con el ELN, tiene
un doble significado, si tenemos en cuenta que así se completa la ecuación para
el fin del conflicto armado interno operando en todo el territorio nacional, y
además que los acuerdos que se han obtenido en la Mesa de La Habana podrán ser
implementados en territorios de presencia compartida por las dos guerrillas,
sin los obstáculos que se derivarían de una situación de una guerrilla en
guerra y otra en paz.
Si bien el anuncio de apertura
de la Mesa de diálogo con el ELN
incrementa la ilusión en la sociedad colombiana y en los pueblos y Gobiernos de
la región, los contenidos y metodología para el trámite de la Agenda muestran
luces y sombras, que esperamos puedan ser aclaradas en el desarrollo del
proceso.
Luces
y sombras:
Ocho
luces:
1-
El ELN y el Gobierno dan un paso gigante al
aceptar que el fin del conflicto está atado al ejercicio de la política sin
armas y con garantías en el posconflicto armado.
2-
El texto del acuerdo es categórico y
reiterativo en que el diálogo y la negociación son para poner fin al conflicto
armado. (Ver párrafo 1 del Acuerdo)
3-
El acuerdo establece que la sociedad tendrá una
participación protagónica, de tal modo que marca un contraste con la Mesa de La
Habana. Las víctimas son a la Mesa de la Habana, lo que la participación de la
sociedad es a la Mesa de diálogos con el ELN. Esta participación fortalece la
noción de solución democrática de los
conflictos.
4-
El diálogo Gobierno – ELN se dará en el marco
de un proceso único y nacional; en un esquema de dos mesas un solo proceso.
5-
Las mesas tienen ritmos y contenidos
diferentes, pero los temas de fin del conflicto armado y la transición hacia la
lucha política sin armas, son temas comunes que podrán armonizarse y/o
sincronizarse.
6-
Habrá interacción entre la Mesa de La Habana y
la Mesa con el ELN, fundamentalmente en aquellos temas que son comunes en las
dos agendas. Así, el acuerdo sobre Jurisdicción Especial para la Paz alcanzado en La Mesa de
La Habana, es un punto de partida y referente muy sólido, a la hora de examinar
los temas de víctimas y justicia en la Mesa Gobierno-ELN. Igualmente los
futuros acuerdos sobre dejación de armas, cese el fuego bilateral definitivo,
sobre implementación de acuerdos y verificación; que se están discutiendo en La
Mesa de La Habana; serán de gran utilidad en la Mesa con el ELN.
7-
La presencia de la Comandante “Paula” en la firma del acuerdo y
seguramente en la delegación del ELN, constituye un avance en la aplicación de
la Resolución 1325 del Consejo de Seguridad de ONU, que insta a las partes
enfrentadas a posibilitar la participación directa de mujeres en negociaciones
de paz y a incorporar el enfoque diferencial de género en los Acuerdos. En
tratándose de la Comandante Paula, por su trayectoria, peso en la guerrilla del
ELN y su talante al defender la causa de las mujeres en un contexto de guerra
revolucionaria y de lucha de liberación de toda forma de opresión, hará de la
presencia de la Comandante Paula, en la Mesa, de un potencial para avances
significativos en favor de los derechos de la mujer colombiana. Muy seguramente
el Gobierno tomará nota de este buen suceso, para responder con reciprocidad y
fortalecer el mandato de la Resolución de ONU ya mencionada.
8-
Las partes han dado muestra de una gran madurez
y comportamiento realista al pactar una Agenda viable, tramitable y alcanzable,
en el marco de la construcción de una paz posible.
Seis
sombras:
1-
El acuerdo deja en manos de la sociedad la
organización de su propia participación, es decir, en manos de un tercero, la
definición de la metodología, los contenidos, los lugares y los tiempos; lo cual podría conducir a que las partes
pierdan el control del proceso, en al menos el trámite de dos puntos de la
agenda bilateral: el de Democracia para la paz y el de transformaciones para la
paz. Es claro el sentido de democracia avanzada que se da al proceso, al
permitir las partes que la sociedad examine algunos temas relacionados con
causas del conflicto armado. Pero no puede olvidarse que la participación y
examen de los temas está ligada a posibilitar el acuerdo de fin del conflicto
armado, por lo que han de ser (la participación y temas) los necesarios, pero
también los suficientes, para lograr poner fin a la guerra.
2-
El Acuerdo establece que las partes darán
“especial relevancia a las recomendaciones” (Fase II, Punto 3, Subpunto g) resultantes de los
ejercicios de participación social, pero desde sectores sociales afines al
Camilismo, que serán protagónicos en la participación de la sociedad, se
registra una fuerte tendencia a que las conclusiones del examen de temas tenga
un valor vinculante, es decir que sean mandatos y no solo recomendaciones.
Además resulta harto ambigüo la “especial” relevancia que darán las partes a
las “recomendaciones”. La ambigüedad sobre el valor que finalmente darán las
partes a los resultados de la participación, podría generar desestimulo para la
participación.
3-
La Comisión de Impulso y preparatoria de la propuesta
de Mesa de Diálogo Social para la Paz, que han integrado,
líderes de distintos movimientos sociales del segmento popular de la sociedad,
se ha dado a la tarea de diseñar el proceso de participación, que deberá pasar
por la prueba ácida de su capacidad de convocatoria, para lograr la más alta
participación de la sociedad. Pero las realidades de sectarismo, sectorialismo,
vanguardismo y otras manifestaciones de estas índoles en el seno de la
izquierda y sector popular en Colombia, estarán presentes al momento de
convocar y de participar, por lo que podría ocurrir que la participación de los
sectores populares terminarán por ser los de mayor afinidad a las tesis
camilistas. Mayor dificultad representa para la Comisión de Impulso, lograr
concitar el interés y la participación de sectores sociales del
Establecimiento, que podrían considerar que su participación no es necesaria,
por cuanto ya lo vienen haciendo en los espacios que la institucionalidad les
permite. Si esta circunstancia ocurriera, podría frustrarse el propósito de
trabajar por construir consensos básicos entre los distintos segmentos y
sectores de la sociedad, y el diálogo social quedaría restringido al de la
sociedad civil popular.
4-
No es posible establecer previsiones de
temporalidad en el desarrollo del proceso, lo cual se reflejará en que no se
producirán acuerdos parciales en el corto y mediano plazo, lo que a su vez
podrá generar descreimiento de la sociedad, retiro de apoyos a la Mesa y
menoscabo de su legitimidad. Es sabido que un proceso de diálogo de paz, sin
resultados a la vista es difícil de sostener. A no ser que las partes decidan
dar mayor dinamismo a la Mesa, al examinar bilateralmente los temas de los
puntos 4, 5 y 6 (los referidos a víctimas, fin del conflicto e implementación), de manera simultánea con
el desarrollo del diálogo social. De este modo se podría avanzar con mayor
celeridad y producir avances visibles, que serán bien valorados por la
sociedad. Esto redundará en mayor reconocimiento y legitimidad para la Mesa y
el proceso.
5-
La itinerancia de la Mesa por cinco países
podrá restar ritmo y continuidad en los diálogos; además del gasto y esfuerzo
humano y logístico que supone montar y desmontar una Mesa en cinco momentos
diferentes, correspondientes a los cinco países que serán sede de los diálogos.
6-
El diálogo en medio del conflicto, es un
escenario muy difícil de gestionar, pues las partes se ven empujadas, casi que
de manera natural, a escalar la confrontación para demostrar sus respectivas
fortalezas y porque creen que con hechos de fuerza en el campo de batalla,
pueden obtener ventajas en la Mesa de diálogos. Por lo contrario, los hechos
militares tienen un mayor impacto en la sociedad que en las partes mismas, y
casi que ninguna incidencia en la Mesa, pero si introduce interferencias,
alteraciones y sobresaltos en la dinámica y trámite de la Mesa. En el final de
la guerra y a las puertas de la paz, matar un soldado, matar un policía, matar
un guerrillero, matar un civil, no reporta ninguna ventaja a la parte que
realice tales actos, solo acrecienta el dolor en las familias víctimas, que
soñaban con la llegada de la paz, la que traería a sus hijos de regreso a los
hogares. Quitar una vida, en
estas circunstancias no define ni altera la correlación de fuerzas, pero
envilece a los dirigentes y a las personas que por sus órdenes y actos quitan
vidas. La vida al final de la guerra adquiere mayor valor, porque son vidas que
construirán paz y serán de gran utilidad para la sostenibilidad de la misma.
Urge que las partes convengan desescalar el conflicto armado, produciendo
alivio en la sociedad, fortaleciendo el escenario de desescalamiento que viene
produciéndose en el país, por cuenta de la Mesa de La Habana, hasta crear las
condiciones favorables para pactar el cese del fuego bilateral y definitivo.
Una Crisis: El secuestro y su impacto en
la Mesa
En
teoría es entendible y hasta explicable que se pretenda llegar a una Mesa de
Diálogos, que discurrirá en medio del conflicto armado, con todas las prácticas
que a lo largo del conflicto se han venido realizando; pero lo que no es
admisible, es que en un contexto de diálogo de paz y cuando más se requiere
generar confianza entre las partes del conflicto, pero mucho más importante
confianza en la sociedad hacia la Mesa de diálogos y hacia el proceso de paz,
las partes o una de ellas realice actos que agreden más a la sociedad que a la
contraparte.
Hemos
sido categóricos y explícitos al decir que, pretender llegar con secuestrados
civiles a la Mesa y con la facultad de seguir secuestrando mientras se dialoga,
crea un clima negativo que llevará a que la Mesa se rompa; y como lo que se
trata es de superar el conflicto armado, se debe proteger el instrumento que lo
hará posible: el diálogo bilateral en una Mesa.
De
otra parte, el secuestro es la práctica guerrillera que la sociedad más
reprueba, constituye una carga de dolor inenarrable para las familias que lo
padecen y con ello se revierte na condena general de la sociedad. Además
cualquier intento por defender o explicar las razones de esta práctica, chocan
con el muro del dolor y la reprobación de la sociedad, máxime cuando las
víctimas del secuestro, son por lo general familias de sectores medios de la
sociedad, e incluso de los mismos sectores populares, cuyas causas argumenta el
ELN defender. Hoy en día no existe un solo sector social o movimiento político
de derecha o izquierda, dispuesto a admitir que el secuestro sea una práctica
que acompañe el proceso de paz.
Ahora
bien, el Presidente Juan Manuel Santos ha puntualizado de manera categórica que
no iniciará la Mesa en Fase Pública, “hasta tanto el ELN no libere a los
secuestrados en su poder y no renuncie a seguir secuestrando”.
Por su
lado el ELN dice que no acepta ningún tipo de condición y que la práctica del
secuestro debe ser tratado en la Mesa, al igual que todos las prácticas del
conflicto, realizadas por las partes. Asegura además que las
reglas del juego quedaron claramente establecidos en la Agenda, y alega que fue
el Gobierno quien estableció, que los diálogos se harán en medio de la
confrontación.
Queda
a la vista que las posiciones son contrapuestas y no se vislumbra posibilidades
de que una de las partes ceda frente a la otra, por lo que queda el recurso de
un tercero que oficie como “componedor”.
Por
fortuna, el Grupo de Países Garantes (Cuba, Noruega, Venezuela, Ecuador, Brasil
y Chile), tiene entre sus miembros a los cuatro países que acompañan la Mesa de
La Habana, en la que han tenido un desempeño altamente calificado, y de gran
utilidad en momentos de crisis de ese proceso. Han sido en tres momentos en los
cuales Cuba y Noruega, con el apoyo de Chile y
Venezuela han actuado como mediadores y amigables componedores; al recomendar
fórmulas de solución a esos momentos críticos de manera satisfactoria, pues las partes las han
aceptado e implementado, saliendo de cada crisis más fortalecidos y con mayor
compromiso y convicción.
Para
superar la crisis en la antesala de la Mesa en fase pública, es conveniente que
tanto el Gobierno como el ELN depositen su confianza en los Países Garantes,
para que ellos procedan a producir fórmulas de solución, las que podrán ser que
cada parte realice acciones positivas de tal modo que cada parte entienda que
su acción será útil para que la otra parte realice la propia. En el caso
puntual, el ELN podría verse estimulado a liberar a los secuestrados y a
proscribir definitivamente la práctica del secuestro, si el Gobierno promueve
actos administrativos para aliviar la vida de los presos políticos del ELN en
las cárceles del Estado. Estas medidas podrían ser: acercamiento familiar,
concentración de presos del ELN en patios especiales, revisión de los procesos
judiciales, excarcelaciones por razones humanitarias, u otras de ésta especie.
Finalmente,
conviene advertir que mientras se mantenga vigente el Acuerdo de Caracas del 30
de Marzo, se debe mantener el diálogo entre las delegaciones de las partes,
para que en trabajo de “extra-Mesa” puedan examinar la crisis y resolverla con
entendimientos e intercambio de voluntades. Para el caso se trataría de
producir acciones positivas de alivio a la situación de los presos del ELN, al
tiempo que el ELN produce acciones positivas de alivio a la sociedad.
BLIBLIOGRAFÍA
Y REFERENCIAS:
VELANDIA Jagua Carlos A, La paz es ahora carajo, Ed Fica –
2014 (pág. 47