miércoles, 1 de junio de 2016

PUEDE OCURRIR: PAZ CON FARC-EP Y GUERRA CON ELN

PUEDE OCURRIR: Paz con FARC-EP y guerra con ELN

Escrito por Carlos Arturo Velandia Jagua



La sociedad colombiana y el mundo avistan con expectación la llegada del día, no lejano, de la firma del acuerdo final del conflicto armado del Estado colombiano con la organización insurgente FARC-EP, habida cuenta del alto nivel de desarrollo y compromiso que ha alcanzado el proceso de diálogo y negociación, que se realiza en la ciudad de La Habana, y de la disponibilidad y voluntad política de las partes, para concluir las negociaciones a la mayor brevedad y así dar paso inmediato a la implementación de los acuerdos.

Transitan las partes por la recta final, en la que trabajan para poner a punto los textos de los acuerdos de fin del conflicto, relativos al cese el fuego bilateral y definitivo, los mecanismos que hagan posible implementar la verificación como la localización de las fuerzas farianas, mecanismos y garantías de seguridad para la vida y la acción política de los exinsurgentes, la refrendación de los acuerdos,  las garantías y condiciones para el tránsito de la lucha política con armas a la lucha política sin armas, la implementación de los acuerdos y la puesta en marcha dejación de armas; actividades de gran complejidad pero en la que vienen trabajando desde hace más de 18 meses, con ahínco y gran voluntad política.

El clima de optimismo y confianza de las partes es evidente, al punto que se cree que en breve plazo se producirán los anuncios que el país espera: el del fin del conflicto armado.
Pero lamentablemente sobre este panorama auspicioso, se cierne la nube gris de la incertidumbre que genera el proceso con el ELN[1], pues solo bastaron unos cuantos días después del anuncio en Caracas sobre la culminación de la fase secreta y del compromiso de las partes de avanzar hacia la Mesa formal en fase pública, para caer en una profunda crisis de muy difícil solución.

Si bien las partes pactaron realizar las conversaciones de paz en medio de la confrontación, como telón de fondo se registra en el país un desescalamiento del conflicto, por cuenta del cese unilateral del fuego por parte de FARC-EP, lo cual ha producido un alivio evidente en la sociedad y un cuasi “cese bilateral de facto”, habida cuenta que las Fuerzas Armadas del Estado han venido actuando recíprocamente a la disposición de la guerrilla fariana. Este desescalamiento, que ha reducido las acciones ofensivas a mínimos históricos[2], es un contraste frente al escalamiento entre el ELN y las Fuerzas Armadas del Estado[3], que ha elevado el nivel de confrontación a máximos históricos, abonando la antesala de la paz en Colombia con injustificadas e irracionales muertes de soldados, policías y guerrilleros; y de una carga humanitaria dolorosa sobre la sociedad por cuenta de los secuestros realizados por el ELN.
El pedido y exigencia del Gobierno al ELN[4], de liberar a todos los secuestrados en su poder y suspender definitivamente la práctica del secuestro, como requisito único para instalar la Mesa de diálogos, ha sido interpretada por el ELN como un condicionante unilateral inaceptable[5], por cuanto contradice el acuerdo de Caracas y la Agenda pactada, en la que presuntamente se tratará el tema de los secuestros al igual que todos los temas relacionados con el conflicto mismo; lo cual resulta equivocado porque no es posible saltar con garrocha sobre las circunstancias de dolor social generalizado frente a los secuestros, agrandado luego de los realizados a los tres periodistas en la región del Catatumbo, y la desaprobación de la sociedad frente a esta práctica, que se descarga más sobre la sociedad misma que sobre el Estado.

No hay duda alguna que los aspectos técnicos de los acuerdos deben ser respetados, pero tampoco hay la más mínima duda que son las condiciones políticas del país y de las partes, las que determinan la necesidad de mantener o no el rigor de lo que se ha acordado como marco para discutir.

Si por salvar el proceso, las partes optaran por instalar la Mesa, llegando el ELN con secuestrados a cuestas y con la posibilidad de seguir secuestrando, durante el tiempo que demoren los diálogos hasta llegar al punto N° 5 de la agenda, en la que se supone estaría ubicado el tema de los secuestros; la Mesa no soportará la presión de la sociedad, que exigirá al Gobierno proteger los derechos e intereses de la sociedad, so pena de quitarle el respaldo al proceso de paz y de que éste navegue en un mar de ilegitimidad y de oposición, que no solo provendrá de la derecha radical, sino desde todos los sectores sociales y políticos, incluida la izquierda; que sienten el hastío y repudio a una práctica que el ELN debió superar con mucha antelación. “Cuando lleguemos a una Mesa de diálogos, querremos llegar livianos” dijo en 2007 Pablo Beltrán, en el marco de los diálogos con el Gobierno del presidente Álvaro Uribe Vélez, pero parece que ahora pretenden llegar atiborrados de pesos y lastres, que muy seguramente no les permitirán moverse con solvencia en la Mesa misma.

Con el ánimo de  contribuir a buscar salidas para ésta gran dificultad, desde diferentes ópticas de la sociedad civil se han formulado propuestas para abordar la superación de la crisis, a saber:

Propuesta de Carlos Medina Gallego:  sentarse a la mesa, con un punto previo que resuelva las inquietudes humanitarias de las partes y ambiente frente a la nación y a la opinión publica una mejor atmósfera que permita que los diálogos encuentren mayor apoyo y sintonía en la sociedad en general.”[6]

Propuesta de León Valencia: el gobierno también podría pensar en una fórmula para ayudarle al ELN a salir del grave impase. Podría variar el esquema de negociación y empezar por acordar un cese bilateral de las hostilidades. La idea precisa sería dedicar un mes, solo un mes, a pactar el cese bilateral utilizando la verificación internacional acordada con las Farc. Si en ese mes no se logra el acuerdo, se hace a un lado el tema y se continúa con la agenda ya convenida con el ELN.”[7]

Propuesta de Carlos Arturo Velandia: Para superar la crisis en la antesala de la Mesa en fase pública, es conveniente que tanto el Gobierno como el ELN depositen su confianza en los Países Garantes, para que ellos procedan a producir fórmulas de solución, las que podrán ser que cada parte realice acciones positivas de tal modo que cada parte entienda que su acción será útil para que la otra parte realice la propia. En el caso puntual, el ELN podría verse estimulado a liberar a los secuestrados y a proscribir definitivamente la práctica del secuestro, si el Gobierno promueve actos administrativos para aliviar la vida de los presos políticos del ELN en las cárceles del Estado. Estas medidas podrían ser: acercamiento familiar, concentración de presos del ELN en patios especiales, revisión de los procesos judiciales, excarcelaciones por razones humanitarias, u otras de ésta especie.

Finalmente, conviene advertir que mientras se mantenga vigente el Acuerdo de Caracas del 30 de Marzo, se debe mantener el diálogo entre las delegaciones de las partes, para que en trabajo de “extra-Mesa” puedan examinar la crisis y resolverla con entendimientos e intercambio de voluntades. Para el caso se trataría de producir acciones positivas de alivio a la situación de los presos del ELN, al tiempo que el ELN produce acciones positivas de alivio a la sociedad.”[8]

Ahora bien, si la crisis no se resolviera, significa que el Acuerdo de Caracas queda en suspenso, en medio de una confrontación abierta entre el Estado y la insurgencia del ELN; situación que se combinaría con el hecho político y evidente de la paz con las FARC-EP, lo que configuraría un escenario de “paz con FARC-EP y guerra con ELN”; escenario que tendríamos que completar con otros  dos paisajes que se añaden al panorama:

1-    la crisis política e institucional de Venezuela; y
2-    la oposición del partido Centro Democrático a la paz y los llamados de la extrema derecha a la resistencia civil contra la paz[9].

Esta combinación de circunstancias adversas, podría convertirse en la “crisis perfecta”, que tendría un impacto demoledor en el proceso de paz en Colombia. Veámoslo bajo la luz de los más probables supuestos:

·         Los Acuerdos de la Habana se implementan en territorios donde solo están las FARC-EP y en territorios comunes existe implementación parcial o bloqueo. En estos territorios las FARC se abstendría de localizarse en territorios acotados y no habría dejación de armas.
·         El movimiento fariano defiende sus territorios, acumulados políticos y sociales, al tiempo que se esfuerzan por la implementación de los acuerdos. Hay confrontación militar con desventaja para bases sociales y políticas de FARC-EP. Habría crisis humanitaria y se producirían desplazamientos de comunidades.
·         El Gobierno declara terminado el conflicto armado interno y desata ofensiva generalizada contra ELN, a quien califica como fuerza terrorista y criminal.
·         Las FARC-EP y el Gobierno avanzan en la implementación de los Acuerdos de paz, se efectúa la dejación física de armas por parte de FARC-EP, excepto en los territorios donde continua la guerra con el ELN; se generan mecanismos de seguridad para los dirigentes farianos y para las comunidades en  sus territorios, con presencia de Fuerza Pública del Estado, y las FARC-EP se transforma en movimiento político legal e institucional, conservando la sigla FARC.
·         El ELN agrupa sus fuerzas guerrilleras en 3 grandes frentes de guerra estratégicos, a saber:
1-    Frente de Guerra Estratégico del Nororiente que agrupa las fuerzas del Frente de Guerra Norte (Guajira, Cesar), Frente de Guerra Nororiental (Santander, Norte de Santander), Frente de Guerra Oriental (Arauca, Boyacá, Casanare) y las del Área Darío Ramírez Castro (Nordeste Antioqueño, Bajo Cauca Antioqueño, Sur de Bolívar). Este Frente de Guerra agrupará el 70% de la fuerza global del ELN.
2-    Frente de Guerra Estratégico del Suroccidente que agrupa las fuerzas del Frente de Guerra Suroccidente (Cauca, Valle y Nariño) y Frente de Guerra Occidental (Chocó y Eje Cafetero). Este Frente de Guerra agrupará el  20% de la fuerza global del ELN.
3-    Frente de Guerra Estratégico Urbano que articula las fuerzas clandestinas urbanas de las ciudades de Bogotá, Medellín Cali, Barranquilla, Bucaramanga, Barrancabermeja y otras ciudades menores, y los equipos logísticos y especializados. Este Frente de Guerra agrupará el 10% de la fuerza global del ELN.

·         Los Frentes de Guerra Estratégicos se complementarán con Fuerzas guerrilleras, comandos y células clandestinas, localizadas en territorios de transfrontera de Venezuela y Ecuador.
·         Los Frentes de Guerra Estratégicos tendrán Mando Único centralizado.
·         Las Fuerzas del ELN localizadas en el interior del país migrarán al Frente de Guerra Estratégico más próximo, igualmente, estos Frentes  serán nutridos por pequeños grupos e individuos inconformes o desencantados, provenientes del proceso de paz con las FARC-EP.
·         El ELN implementará modalidades de guerra de guerrillas como forma fundamental, combinada con guerra de movimientos y defensa de territorios con fuerzas de Milicias Territoriales. Desarrollará la guerra revolucionaria integral con implantación y despliegue de Fuerzas de Comando Urbano en las ciudades.

·         Si a la intensificación del conflicto armado en la frontera, se le suma la profunda agudización de la crisis política, e institucional en Venezuela, en la que el Gobierno de la Revolución Bolivariana y la Asamblea Nacional con mayorías antirevolucionarias chocan de frente, con el ánimo de sacar a su oponente del juego político y del poder (Referendo Revocatorio – Art.72 CN Vs. Declaración de Estado de Excepción y de Emergencia Económica – Art.337 CN)[10] hasta llegar a un punto de ruptura institucional; entonces se fractura el bloque de poder sostenido desde la unidad de las Fuerzas Armadas Nacional Bolivarianas, y se registrarán levantamientos sociales que darán origen a una guerra civil. En un escenario como este, las fuerzas guerrilleras localizadas a lo largo de la frontera, en la faja binacional, serán absorbidas por la situación interna venezolana. Así, de ese modo el grueso del ELN sería arrastrado a participar en la contienda del lado de los defensores de la Revolución Bolivariana. Desde sectores radicales de la revolución bolivariana dentro de la sociedad y del Estado, y principalmente desde las FANB se brindará apoyo al ELN con recursos económicos, logística y armas. Grupos armados venezolanos como las Fuerzas Bolivarianas de Liberación – FBL y los Colectivos Urbanos de defensa de la revolución como La Piedrita, los Tupamaros, Simón Bolívar, Carapaica, Alí Primera y Alexis Vive; en Caracas y otras ciudades del país, buscarán la coordinación con el ELN, en el marco de una lucha por la defensa de la revolución bolivariana.
·         Por su lado, el Frente de Guerra Estratégico Suroccidental, establecerá su bastión en el Macizo Colombiano desde donde podrá irradiar sus acciones hacia los departamentos del Cauca, Valle, Chocó, Tolima, Huila, Nariño Putumayo y Caquetá.
·         En la transfrontera ecuatoriana, el ELN buscará apoyos entre las viejas militancias del Alfarismo (Alfaro Vive Carajo), entre los refugiados colombianos y entre sectores sociales populares e indígenas radicales, desafectos a la “revolución ciudadana” liderada por el presidente Rafael Correa.
·         El ELN entendería que hay una nueva oportunidad histórica para revitalizar las banderas de la lucha contra el imperialismo norteamericano, contra las oligarquías de la región y por la construcción del socialismo en el continente;  modificará su estrategia y postulados originales, para proponer una estrategia de guerra revolucionaria trinacional, para la liberación nacional y social y la construcción del socialismo en la patria de Bolívar: la Gran Colombia.
·         La guerra se regionaliza y Estados Unidos incrementa su presencia en Colombia a través de planes de cooperación y ayuda militar, así como con el fortalecimiento de bases militares en Colombia: Malambo, Apiay, Bahía Málaga y con el despliegue de la IV Flota en el Mar Caribe.
·         Si el ELN logra hacerse fuerte, construye y consolida estos teatros de operaciones en los próximos tres años, puede ocurrir:
1-    Que estime que tiene altas posibilidades estratégicas para la victoria de la guerra revolucionaria, en este caso continuará con el esfuerzo militar, o
2-    Que estime que no tiene posibilidades estratégicas, pero que cuenta con una mejor correlación de fuerzas en el campo de batalla, en este caso buscará la solución negociada con el nuevo gobierno electo en el año 2022.
·         Si el ELN es derrotado militarmente, terminará por aceptar los términos que le imponga el Gobierno.
·         Si el ELN se divide, la parte mayoritaria buscará el diálogo y la negociación con el Gobierno y la parte minoritaria será derrotada por el Estado.


Un escenario que conviene advertir, lo constituye la potencial amenaza de sectores opuestos al proceso de paz que no acepten los acuerdos y decidan alzarse en armas, para confrontar al Gobierno, a quien consideran un traidor al país y a la Constitución, por “haber entregado el país a los terroristas”. Estas fuerzas provenientes del latifundismo armado, que consideran los acuerdos de paz pactados con las FARC contrarios a sus intereses, y que se opondrán a su implementación. Con tales argumentos, soliviantados e inspirados en posiciones prohijadas desde el partido Centro Democrático, como las de la “resistencia civil”, o la “paz sin impunidad”, se constituirá un movimiento guerrillero con frentes territoriales, denominado Fuerzas Patrióticas para la Salvación Nacional – FPSN, que operará en los territorios donde el paramilitarismo históricamente ha tenido desarrollos importantes, como en regiones de las sabanas de los departamentos de Bolívar, Sucre, Magdalena, Meta, Vichada y Casanare; y las regiones del Urabá Chocoano y Antioqueño, Nordeste Antioqueño, Bajo Cauca y Sur de Bolívar. Para ello tendrían como avanzada los llamados Ejército Antirestitución, los que se articulan con BACRIM como los “Urabeños”, “Úzuga”, “Rastrojos”, “Águilas Negras” y “Autodefensas Gaitanistas de Colombia”, que operan en los territorios señalados..

La FPSN establecerá tres frentes de guerra: Frente de Guerra Norte, que agrupa las fuerzas de Córdoba, Magdalena, Sucre, Cesar y Guajira, Frente de Guerra Occidental, que agrupa las fuerzas de Antioquia, Chocó y Eje Cafetero, y el Frente de Guerra Oriental que agrupa las fuerzas de Meta, Vichada, y Casanare.

El alzamiento armado ejercerá presión sobre la institucionalidad local y departamental, utilizará métodos similares a los ya conocidos y desarrollados por el paramilitarismo, se enfrentará a las Fuerzas Armadas del Estado, logrará controlar algunos territorios, con la complicidad o aquiescencia de gobernabilidades locales afines, y desatará una guerra de exterminio hacia el movimiento popular y de izquierda revolucionaria surgida tras los acuerdos de paz.

Estas guerrillas de extrema derecha no buscan la toma del poder, levantarán el discurso de la unidad nacional contra el terrorismo, contra el castrochavismo, y llamarán a formar un gobierno de salvación nacional que deponga los acuerdos de paz y retorne el país bajo el amparo de la Constitución Nacional de 1991.

Unidades de la FPSN cruzarán la frontera con Venezuela para brindar apoyo a sectores armados contra la revolución Bolivariana y para establecer corredores de apoyo logístico y bélico, para su causa en Colombia.

Si este proyecto llegase a implantarse y consolidarse, luego de 5 o 6 años de operaciones, podría llamar al gobierno a diálogos, para un pacto político, a cambio de la dejación de armas.

El partido Centro Democrático y algunos medios de comunicación apoyarán a este movimiento, mediante la justificación, no lo reconocerán como propio, no asumirán responsabilidad alguna de sus acciones, pero estarán presto a oxigenarlo política e ideológicamente desde su discurso político.

Junio de 2016