miércoles, 28 de junio de 2017
martes, 27 de junio de 2017
INVITACIÓN A CEREMONIA DE DEJACIÓN TOTAL DE ARMAS DE FARC-EP
27 de Junio de 2017: Día histórico, en el que la guerrilla más antigua del continente pone fin a la guerra más larga del hemisferio occidental: el conflicto armado interno en Colombia.
Comienza hoy el fin de la guerra y el inicio de una nueva época, que se caracterizará por: sembrar de manera estructural la lucha política sin armas.
Veremos en breve tiempo la transformación de las FARC-EP en una organización estrictamente política, para hacer lucha política sin armas y en el marco de la institucionalidad y del Estado Social y de Derecho.
Queda en adelante esperar que el Estado cumpla, para una verdadera paz, estable y duradera.
PORQUÉ NEGOCIAR CON EL ELN - DESAFÍOS Y SALIDAS - Luis Eduardo Celis - Humberto Vélez
PORQUÉ NEGOCIAR
CON EL ELN:
DESAFÍOS Y SALIDAS.
Luis
Eduardo Celis - Humberto Vélez r
Abstract.
1.
La NEGOCIACIÓN DE QUITO: HASTA AHORA UNA AGENDA MÁS INSTRUMENTAL QUE SUBSTANTIVA.
2.
PRECISANDO Y ADICIONANDO UNA
BUENA PONENCIA DE
CARLOS ARTURO VELANDIA.
3.
FARC Y ELN: DOS MESAS DISTINTAS PARA DOS
PROCESOS DIFERENTES FINALMENTE COMPLEMENTARIOS.
4.
UNA ENTREVISTA REVELADORA: LA DE “SEMANA”A GABINO Y A ANTONIO GARCÍA
5. EL
COCE PODRÍA HACER ALGUNOS REPLANTEOS TÁCTICOS CON
IMPACTO SOBRE LO ESTRATÉGICO:
5.1.
HASTA LA VENIDA DEL VENERABLE FRANCISCO, TAN CERCANO “A UNA TEOLOGÍA DE LA
LIBERACIÓN SIN ARMAS”, DECRETAR UN CESE
UNILATERAL TEMPORAL AL FUEGO Y A LA “RETENCION”
DE PERSONAS.
5.2.
REPENSAR LAS CONSECUENCIAS QUE TENDRÁ
QUE SOPORTAR Y ENFRENTAR CON LA NUEVA
GUERRA ESTATAL-PRIVADA QUE SE DESATARÁ CONTRA EL ELN EN LOS
MESES POR VENIR SI FRACASAN LOS DIÁLOGOS DE QUITO.
INTRODUCCIÓN
Deseable
y necesaria como siempre, posible como nunca ahora en el presente actual, pero
poco probable en el resto del corto tiempo que le queda a Santos, se vislumbra
en la actualidad una negociación con el ELN. Después de hacer pública su
voluntad de negociar, más temprano que tarde tanto las Farc como el Eln
quedaron atrapados por un tema que, central en
la evolución histórica de cada organización, quedó recogido en las
Agendas- substantiva la de los farianos
pero todavía operativo-instrumental la
de los elenos- de cada organización: en el primer caso, el tema de una reforma
rural integral cargada de potencialidades de cambio y en el segundo, el tema de
una proactiva participación en los diálogos de la sociedad históricamente excluida casi como tercera
parte del conflicto.
1.
La
Negociación de Quito: Hasta ahora una Agenda más instrumental que Substantiva.
Más allá de las denominaciones- fase privada o
pública de la exploración- de entrada se debe precisar que el Gobierno y el Eln entraron a las conversaciones con una especie de Pre-Agenda (1.Participación de la sociedad en los diálogos; 2.
Democracia para la Paz; 3. Transformaciones
para la Paz; 4. Víctimas; 5 Fin del conflicto armado; y 6.
Implementación) en la que sólo recogen importantes puntos sueltos, muy sentidos para el Eln, porque tendrían que ver, se infiere, con la ampliación de la
democracia y con los cambios sociales, puntos
a los que habría que dotar de contenido concreto y de interrelaciones precisas mediante Audiencias Preliminares con distintos
sectores de la Sociedad.
Importante
parece entonces hacer la distinción entre Agendas instrumentales en torno a las
cuales ha habido Acuerdos operativos
( según el Comunicado Conjunto 3 del 6 junio[1]: creación de un Equipo
bipartito de Pedagogía y Comunicación para la Paz que, al alimentar la
confianza y la credibilidad, le “dé mayor solidez al trabajo de la Mesa”,
definición de los tiempos de referencia que orienten el trabajo de los Países
Amigos y creación de un Fondo de
financiamiento para la Mesa de Conversaciones) y Agendas estratégicas, que se refieren a la producción de acuerdos
substantivos. Una impresión similar es la que se obtiene cuando se examina el
contenido de los Comunicados de la
Delegación de Diálogos del Eln del 6 y 10 de junio: inclusión en la Agenda del
punto sobre el Cese Bilateral del fuego, “sin entrar todavía en la materia”;
continuación del trabajo sobre “desminado
humanitario”; y “en lo referente a
Dinámicas y Acciones humanitarias “no logramos
acordar el mandato para esta Submesa, debido a que la Delegación del
gobierno argumenta que tiene capacidades
limitadas para hacer acuerdos que
prevengan el genocidio en curso”; y, siendo esto lo más importante,
“No
se ha logrado aún poner en marcha las llamadas Audiencias Preparatorias, las
que están consideradas como un paso preliminar de consulta con distintos
sectores de la sociedad, acerca de sus experiencias y propuestas en torno a las
formas y mecanismos de su participación. Estas Audiencias brindarán
herramientas para diseñar el proceso de participación y ayudarán a hacerlo más
consultivo y democrático”.
Cabe destacar que la creación y puesta en acción de
estas Audiencias ha sido el Acuerdo instrumental más importante hasta
ahora logrado, pues esa fue la vía acordada para proceder a la construcción de
una Agenda más substantiva. Pero aún más, su misma operatividad se vio
entrabada pues, según el Comunicado de la Delegación del Eln del 10 de junio, “la Delegación del
gobierno decidió, unilateralmente congelar la implementación de los Acuerdos
firmados y pactados esta semana con lo que pretenden posesionar otros criterios, deferentes a los
acordados hasta ahora, que son la celeridad
y rigurosidad en las conversaciones”[2].
A esta posición del Eln, la Delegación del gobierno respondió que “no
es posible avanzar en la paz mientras el
Eln defienda el secuestro”. [3]
Como podrá
observarse, mientras la Mesa de la Habana ya terminó con la producción de
Acuerdos que están en la fase de
implementación, la Mesa de Quito, apenas se encuentra en los momentos de la
construcción de una Agenda estratégica. Por lo tanto, pretender acompasar las
dos Mesas, a lo que aspiran algunos, no haría otra cosa que introducir en ambos
procesos unos tiempos “borrachos y envolatados” que, por una parte, frenarían los ritmos de la
implementación de los Acuerdos de la Habana mientras, a la par, podrían echar por la borda el proceso de Quito. Por ahora,
lo más pertinente parece ser respetar los ritmos de temporalidad propios de cada proceso, lo que en sí mismo, tal como veremos, es sano y adecuado pues se trata de
guerrillas con semejanzas pero también con diferencias casi estructurales, a la
par que, en lo táctico, también es prudente, pues se trata de dos procesos distintos
que aunque buscan lo mismo, sacar lar armas del ejercicio de la política, se
encuentran en fases muy distintas de negociación de un conflicto macro. Sólo
más tarde, cuando Gobierno y Eln entren en la implementación de Acuerdos
substantivos no importa que sea más allá del gobierno de Santos, cuando
Gobierno y Eln hayan logrado ponerse de
acuerdo en lo substancial para las partes, las dos guerrillas podrían pensar en
acompasarse mediante algunas estrategias conjuntas de implementación.
Esto no obstante, la renuncia a negociar con el Eln
tornaría cojo y muy incompleto el proceso de construcción de una
pacificación abierta a la construcción de paz integral.
2. Precisando
y adicionando una muy buena Ponencia
de
Carlos Arturo Velandia
En un lenguaje sencillo, pedagógico y conciso, el
exdirigente del Eln Carlos Arturo Velandia presentó desde el 2014 un documento
en el que destaca que ésta, la de esta segunda década del siglo XXI, es la década más propicia para una
negociación tanto para el Estado como para ambas guerrillas. De ahí el título
de su trabajo, “La Paz, ahora o nunca”[4].
Es cierto, reafirmamos en este artículo, que con mucha frecuencia las
coyunturas de oportunidad- las que, de modo espontáneo, parecen proclamar ahora o nunca- pasan
desapercibidas, pues los triunfalismos y las desconfianzas entre las partes y
la imposición de los deseos sobre la reflexión analítica impiden que
madure una posibilidad real hasta darle
trámite a las salidas negociadas. En su artículo, Velandia nos habla de 4 tipos
de oportunidades, o mejor de coyunturas de oportunidad para una negociación,
adicionamos nosotros,
1. Cuando las partes desean la paz negociada y lo
expresan públicamente;
2. Cuando una de las partes desea la paz negociada y lo
expresa públicamente;
3. Cuando la sociedad nacional y la comunidad
internacional desean la paz negociada y presionan a las partes en esa
dirección; y
4. Cuando por causa de un desastre natural- o de “una
grave crisis social o económica”- adicionamos así a Velandia- la devastación o “la
crisis” dejan a las partes, o a alguna de ellas, en estado de ilegitimidad para
continuar el conflicto armado o “en situación altamente dificultosa para
enfrentar un problema macro”.
De acuerdo con Velandia, en Colombia en medio siglo
de guerra ha habido cuatro grandes oportunidades, o coyunturas de oportunidad
en nuestro lenguaje, 1.en los años 80 con Belisario Betancur; 2.en la década
del 90 con César Gaviria; 3. Entre los dos siglos con Pastrana; y. 4. En la
segunda década del 2010 con Santos. Como si se tratara de ciclos, esas
oportunidades han ocurrido cada 10 años. Pero, esto, en su concepto, ha sido
ocasional o casual, pues
“lo que sí ha sido posible de establecer es el alto
costo que han pagado el país y las dos partes por dejar pasar cada una de las
oportunidades anteriores; observación que hoy debe mover a la sociedad entera,
en el sentido de asumir esta cuarta oportunidad como ‘una oportunidad de país’,
más que como una ‘oportunidad de las partes y para las partes”.
Quizá a Velandia le faltó explicitar o precisar que en ninguna de esas
oportunidades como en la cuarta se han
cumplido las cuatro condiciones señaladas. En los años de Belisario Betancur la
oposición a una negociación fue fuerte, sobre todo y ante todo, por parte de un
amplio sector de los Altos Mandos Militares siendo en el Eln donde menos
acogida tuvo la propuesta del gobierno[5];
en la época de Gaviria, claras fueron las incoherencias por parte del Ejecutivo
en la conducción de las conversaciones, lo que explica la ausencia de las Farc
y del Eln en la Asamblea Nacional
Constituyente de 1991 aunque el Eln sí participó en las frustradas
conversaciones de este gobierno en Venezuela
y luego en México en la llamada
Paz de Tlaxcala, proceso que fracasó con el asesinato del ex-ministro Argelino
Durán[6];
en el caso del Caguán fuerte fue la oposición por parte de los empresarios que
hicieron suya la tesis irónica de López Michelsen según la cual las Farc con
una Agenda tan abultada pretendían que “les hiciesen la revolución por decreto”; de todas maneras
hasta el final del Gobierno de Pastrana en el 2002 hubo varios Encuentros con el Eln, así: una primera
ronda en Caracas con un evidente fracaso, que se intentó frenar con la
mediación del periodista Jaime Garzón a través de una Comisión facilitadora
civil, labor humanitaria ésta que permitió que se retomaran las conversaciones
primero en la Habana y luego en Venezuela e incluso Pastrana y Gabino alcanzaron a
establecer una Zona de Encuentro en los municipios de San Pablo y Cantagallo,
Bolívar, y en Yondó, Antioquia[7]; y ahora, no obstante la radicalización de la
extrema derecha con su trasnochada tesis del castro-chavismo-santismo, así como
de numerosos grupos cristianos, que hablan del “Estado homosexualizador” de
Santos que destruiría a la familia[8]
y no obstante la pasividad de un amplio sector de la ciudadanía que solo ha
visto la guerra por televisión, juntas y muy juntas se encuentran las cuatro coyunturas de oportunidad
esbozadas por Velandia incluida la cuarta asociada, no a un fenómeno natural,
sino a una crisis en el bloque de poder
ligada a las forma predominante de ponerle fin a un conflicto armado, que está
afectando la llegada de la inversión extranjera al sector extractivista de la
economía.
Es claro que Velandia habló de las
4 grandes oportunidades en que hubo en Colombia una posibilidad real de
negociar y no de los 7 intentos de conversaciones del Eln faltando, por lo
tanto, otras tres referencias así: Durante
el Gobierno de Barco se creó la Consejería de Paz, que hizo infructuosos
esfuerzos por acercarse a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar a la que
pertenecía el Eln, que no participó en
la construcción de una Agenda Conjunta; durante el Gobierno de Samper, los
elenos escribieron “Propuesta Urgente
para Colombia” donde plantearon la importancia de la participación de la
Sociedad Civil y en 1998 se oficializó en España un Preacuerdo entre las partes
que recogió la propuesta de la convocatoria a una Convención Nacional, iniciativa que se reforzó luego en Encuentros
en Alemania y Suiza.[9]
En este caso el tiempo jugó en contra de esta línea de iniciativas del Eln,
pues el Gobierno de Samper se encontraba en sus meses finales y el nuevo
Gobierno, le otorgó más importancia a
las Farc en las conversaciones. Finalmente, durante el gobierno de Uribe se
establecieron diálogos exploratorios con los voceros del Eln Francisco Galán y
Felipe Torres, inicio de conversación que se fue al traste por varias razones
entre ellas la negativa de Uribe de reconocer la existencia en Colombia de un
conflicto interno armado, así como por
el pronto fortalecimiento de la Política de Seguridad Democrática.
Finalmente, para redondear la primera
parte de su artículo, Velandia, en un nivel de generalidad, precisa 10 tesis
asociadas a las razones por las que en esta segunda década del siglo XXI habría que apoyar las negociaciones de las
dos guerrillas:
***La inexistencia de un ganador o de
que lo pueda haber a corto y mediano plazo;
***El costo de mantener la guerra es
mayor que el de intentar pactar la paz;
***Existencia de un enorme cansancio
social: las partes ya no convencen con el discurso de la guerra;
***Los niveles de degradación alcanzados
por la guerra, deslegitiman cualquier discurso;
*** Los apoyos internacionales se han
desquebrajado; por el contario, las partes reciben presión de gobiernos y de fuerzas exteriores que
antes las apoyaban;
***Para financiar la guerra los gobiernos
han acudido a los recortes en la inversión social;
***En lo nacional, las partes reciben
presión para que se ponga fin a la
confrontación armada: o piden que se negocie o le piden al gobierno que derrote
a las guerrillas;
***Lo prolongado de la guerra ha
generado un impacto negativo sobre las regiones, sobre todo fronterizas, lo que
ha afectado la convivencia con los países vecinos;
***Colombia por razones ligadas al
conflicto, es vista en todas partes como una sociedad pre-moderna; y
***El país en su conjunto,
principalmente la sociedad, ha pagado un alto costo a causa de las
insostenibles e insoportables cifras de Víctimas.
3. FARC
Y ELN: DOS MESAS DISTINTAS PARA DOS
PROCESOS
DIFERENTES FINALMENTE COMPLEMENTARIOS.
Tres años atrás Farc y Eln acordaron que
habría Dos Mesas para un solo proceso, pero en los últimos meses cada día ha
sido más claro que lo que se ha impuesto han sido Dos Mesas para unos procesos
que, por notas intrínsecas a cada organización, sobre todo las asociadas a la
forma de construcción del poder social[10],
son diferentes aunque tengan un mismo fin: posibilitarle a los actores de cada proceso, y también al Estado, hacer política sin un fusil en la mano
mediante una negociación que posibilite
la ampliación de la democracia, así como un conjunto de reformas sociales e institucionales signadas
por los énfasis específicos ya de las Farc ya del Eln; sólo más adelante, cuando se encuentren ya definidos
los Acuerdos estratégicos o substantivos del Eln, los ritmos podrían acompasarse
jalonando en muchos casos, desde las regiones y los territorios comunitarios,
estrategias comunes de implementación. Esto no obstante, de varias maneras el
proceso adelantado con las Farc, puede señalar un horizonte flexible a la Mesa de Quito en materias, por
ejemplo, de la centralidad de las
Víctimas, del polemizado, que en este caso lo será más, Modelo de
Justicia, de medidas de seguridad para los exguerrilleros etc. , pero, lo que
sí posee bases sólidas para plantearlo es que será muy difícil, si todo marcha
bien con tiempos a tono, que la
producción de Acuerdos substantivos con el Eln termine antes del 7 de agosto
del 2018; sin embargo, si se asimilan las enseñanzas pasadas y presentes si
será posible dejar el proceso en un nivel adecuado de irreversibilidad.
4. UNA
ENTREVISTA REVELADORA: LA DE “SEMANA”
A
GABINO Y A ANTONIO GARCÍA.
La importante Entrevista hecha por
Semana en Cuba a dos líderes del Eln, Gabino y Antonio García[11],
más moderado el primero pero más radical el segundo, expresan con claridad cómo
serán los tiempos del Eln hacia futuro. La conclusión general de los
Entrevistadores, en sí y por sí misma y porque fue hecha a dos líderes con
diferencias secundarias entre sí,
es muy significativa, “Su visión sobre el país y el proceso de paz, demuestran que se está
muy lejos de un acuerdo con esa
organización política”,
Esto fue lo que dijo Gabino respecto a
puntos centrales, la reunión con las FARC “fue un encuentro
fraterno. Ni ellos ni nosotros teníamos el propósito de entrar a un debate,
sino más bien conocer los propósitos de ambos procesos. Los compañeros fueron
claros en que eran revolucionarios que
entraban a una dinámica legal, que su proceso era irreversible a pesar
de que no veían que les fueran a
cumplir. Nosotros expresamos que también nos la jugábamos por la paz pero que
en nuestro caso no se habían concretado
los acuerdos y que por dificultades del momento pensamos que no alcanzamos a
culminar el proceso con este gobierno de
Santos…Hace tres años acordamos con las Farc que debía haber dos mesas y un
solo proceso. Lo que pasa es que el de ellos
se desencadenó con una velocidad inusitada, mientras nosotros encontramos
en el gobierno una acción muy lenta. Hoy
no es fácil acompasar los procesos porque ellos son prácticamente una
organización legal trabajando por la implementación. Asistimos a los
diálogos con una definición de nuestro Congreso y es que estos son de carácter
exploratorio. No sabemos hasta dónde llegará lo exploratorio porque no
encontramos la disposición de la clase en el poder para pactar un acuerdo real.
Vemos cosas muy difíciles, como el
incumplimiento de los acuerdos con las FARC…Por supuesto que sobre el
diálogo exploratorio hay discusiones como en cualquier partido, pero
existe la voluntad y la decisión de
buscar la paz. Donde sí hay una gran fractura
sobre los acuerdos es en la clase gobernante. Ahora la frase en boga es ‘los vamos a volver trizas’. ¿‘Qué acuerdo se puede refrendar y salir
adelante en medio de esa realidad del Estado?’. Un proceso de paz no puede ser
un acuerdo entre insurgencia y gobierno en un papel. Eso es lo que siempre se
ha hecho y se ha caído. Muy buena la Constitución del 91 pero qué quedó de
ella luego de ciento y pico de reformas.
El proceso de paz no sólo es para firmantes sino para quienes tienen
expectativas de cambio más allá del
silencio de los fusiles. ” Respecto a los cambios que buscaban dijo, “Hay problemas de salud, educación,
tierras y soberanía. Pero eso lo tiene que plantear es la gente, sobre todo
la excluida, la que no llega al Congreso”. Cuando se le preguntó si se
acogerían a la Justician Transicional ya en camino, dijo, “Es que si uno no ha
participado en el diseño es muy jodido decir que nos acogemos” Al preguntársele
en qué punto debería estar el proceso en agosto del 2018, respondió, “Ojalá el presidente se la juegue por dos
cosas: el cese del fuego y dejar andando la participación de la sociedad. Eso
sería de tremenda importancia. Así la campaña electoral no diluiría el
proceso”.
Por su
parte, estos fueron planteamientos
centrales de Antonio García, respecto a la índole del Acuerdo con el Eln, “consideramos que el proceso del Eln debe
ser diferente. La sociedad debe ser más protagónica y se debe lograr una
dinámica política de participación. Para nosotros no es tan importante que se
cumplan o no unos acuerdos, sino que la gente participe en la discusión, y que
los acuerdos no sean actas de promesas que luego no se cumplen…Nosotros estamos
dispuestos a pasar a la política sin armas, pero no de cualquier manera…Debe
haber cambios.” Cuando se le preguntó
cuándo se pasaría de un diálogo exploratorio a uno encaminado a poner
fin al conflicto, respondió, “Cuando
podamos establecer con la sociedad qué cosas deben cambiar. Que haya un acuerdo
político, una agenda básica de transformaciones. En ese momento habría
salidas hipotéticas y en el marco de esos cambios la insurgencia puede
también cambiar. En el congreso no están todas las voces y por
eso no es el escenario de diálogo. Hay un amplio espectro que no se siente
representado en la política colombiana. Hay
que reactivar consensos políticos para una Colombia posible y no sólo para una
desmovilización. Pueden ser los diálogos nacionales o regionales. En lo relacionado con el secuestro,
señaló, “El DIH prohíbe la toma de rehenes, que es cuando se
usan escudos humanos. No habla de secuestros ni de la privación de la libertad.
Se puede decir que eso es monopolio del Estado, pero como nosotros somos rebeldes eso es parte de nuestra naturaleza”.
Que se nos perdone la amplitud de la
cita, pero era necesaria, pues recoge lo que en realidad está pensando la dirección del
Eln. Al leer esta entrevista, en algunos pasajes al lector le queda la
impresión de que los elenos están en la Mesa de Quito más como rebeldes en
condición de reafirmar su situación de RESISTENCIA que como NEGOCIADORES
dispuestos a abrirse a las lógicas de
toda negociación, o sea, a la lógica del otorgamiento de concesiones
recíprocas. Claro que lo que sucede es
que, primero, los ha sobreembargado un
elevado nivel de desconfianza más ahora
cuando han evidenciado que en el proceso de la Habana las Farc han estado más
predispuestas a cumplir que el propio Gobierno y, segundo, que por eso se han
reafirmado en la posición, como vimos que declaró Antonio García, de que solo
pensarán en hacer dejación definitiva de las armas cuando en La Mesa de Quito
se haya acordado “una Agenda de Transformaciones”. Interpretamos que eso fue lo
que afirmó cuando dijo que “en el marco
de esos cambios la insurgencia también puede cambiar”.
5. EL
COCE PODRÍA HACER ALGUNOS REPLANTEOS
CON
IMPACTO SOBRE LO ESTRATÉGICO
Esto no obstante, en nuestra opinión, el
COCE en dos materias debería estar dispuesto a reanalizar la coyuntura para
hacer algunos posibles replanteos tácticos con impacto sobre lo estratégico:
5.1. HASTA LA VENIDA DEL VENERABLE
FRANCISCO, TAN CERCANO A LAS IDEAS DE “UNA TEOLOGÍA DE LA LIBERACIÓN SIN ARMAS”,
DECRETAR UN CESE UNILATERAL Y TEMPORAL AL FUEGO Y A LA “RETENCION” DE PERSONAS.
Recordemos que se está negociando con un gobierno de esencia
neoliberal, que en las conversaciones con las FARC, de modo reiterado, se opuso
a todo debate alrededor de su Modelo socioeconómico. Entonces, en esta etapa de
producción de Acuerdos y de su Implementación, etapa que, sin duda alguna, será larga, cualquier
concesión o reivindicación social robusta y substantiva, más que del Estado, dependerá de la fuerza y
presión y convergencias entre las luchas del movimiento social por la paz, para
utilizar el lenguaje preferido por los
elenos, y las luchas de las Comunidades territoriales por construir Paz en,
desde y para sus respectivos territorios, para apelar al lenguaje fariano.; y
no se trata de deponer o desmontar la Agenda de cambios y transformaciones
sino, más bien, de encontrarles, en el ámbito de las luchas sociales, los espacios
y fuerzas y momentos más adecuados.
en
esta fase del proceso de Quito, Eln y Gobierno se están agotando en un ya
estéril forcejeo: mientras que el Eln
insiste y machaca que,
“nosotros seguimos
reivindicando, como rebeldes y alzados en armas, el derecho a privar de la
libertad a quienes por diferentes
circunstancias consideremos hacerse merecedor de ello”[12],
el gobierno de Santos se aferra a una línea de conducta según la cual
“no es posible avanzar
hacia la consecución de la paz mientras el Eln defienda el secuestro o siga
secuestrando”. (Juan Carlos Restrepo, 11 de junio de 2017)[13].
Hoy
por hoy es ya sabido que ninguna negociación avanza cuando las partes se
aferran a iniciales y extremas
posiciones iniciales; entonces, en este caso,
el Eln, que ya ha asumido como criterio lo de “acuerdo pactado y firmado, acuerdo implementado”[14],
podría llevar la iniciativa, lo que lo legitimaría
de modo importante, de presentar una propuesta temporal, hasta la ida del Papa de
Colombia el 11 de septiembre, más o menos concebida así:
como un homenaje al Venerable Francisco, en muchos aspectos tan cercano a una “teología de la liberación sin armas”,
decretar un Cese unilateral al fuego acompañado de una suspensión temporal de las
“privaciones de la libertad de personas… merecedoras de ello”, como ha reiterado Gabino.
Por esta vía, más temprano que tarde, se
podría provocar un destrabe de las Negociaciones de Quito.
5.2. REPENSAR LAS CONSECUENCIAS QUE TENDRÁ QUE SOPORTAR Y
ENFRENTAR CON LA NUEVA GUERRA ESTATAL-PRIVADA QUE SE DESATARÁ CONTRA EL ELN EN LOS
MESES POR VENIR SI FRACASAN LOS DIÁLOGOS DE QUITO.
Digamos ahora que no se trata de apoyar
una negociación con el Eln siguiendo el incorrecto “pordebajeo” que casi todos
los gobiernos han asumido de cara a esta organización que, en número de miembros y territorios ocupados ha
sido inferior a las Farc, por ejemplo, pero que, más allá del número y las
marcas de los fusiles, se ha tratado de
una movimiento armado etnosocialmente muy importante, sobre todo en el nivel de
las luchas locales y regionales. Sería ésta
una decisión que, con escaso análisis académico adecuadamente
desideologizado en la actualidad, sólo
podría tomar el propio Eln en el marco de las fuerzas sociales en el que se
desenvuelve su accionar. Nos vamos a referir a una muy posible agudización que
pueden alcanzar ahora en Colombia “las
nuevas guerras” a partir de la dejación de las armas por parte de las Farc.
Digamos de entrada que las llamadas
“nuevas guerras” no se han configurado en el mundo actual para combatir a
paramilitares, señores de la guerra y mercenarios sino, más bien, para a partir
de ellos y mediante ellos y con su proactiva participación, más tecnificada y
racional, agilizar la derrota de las guerrillas. En adelante, el Eln tendrá que
enfrentar una más intensa lucha armada no sólo contra las Fuerzas de
Estado si no que, además , arreciará la
que hasta ahora han tenido contra los paramilitares y los Señores de la Guerra,
los pequeños y los medianos y los grandes que, bajo el soporte de la propiedad,
la acumulación y el despojo de tierras, han y continúan haciendo política
institucional con las armas debajo de los colchones y de los corazones y de los
brazos de cierto sector de militares, de policías y de autoridades.
En el libro “El Negocio de la Guerra”
publicado en Berlín en el 2003[15]
con Darío Azzellini como editor y reeditado en el 2005 con un Capítulo sobre
Colombia escrito por el mismo analista, “Colombia,
Laboratorio experimental para el manejo privado de la Guerra”, se presenta
una hipótesis que, condensada, resumimos
así en su primer componente: Las formas de conducción de las guerras: al lado de los Ejércitos estatales
han surgido cada vez más compañías militares privadas, paramilitarismo, Señores
de la Guerra, ejércitos privados y mercenarios como nuevos Actores de Guerra,
que son un síntoma del “debilitamiento del Estado” sin que esto signifique, de
modo necesario, la configuración de “Estados fallidos”; en su segunda parte la
hipótesis desentraña así orígenes de las
nuevas guerras:
“Es la
globalización del capitalismo neoliberal impulsada por occidente la que está
impulsando a nuevas guerras en las periferias de este sistema. Esto queda
demostrado en el deshielo que presenta en la actualidad el ejército
norteamericano donde las compañías militares privadas han asumido no sólo la construcción de
campamentos sino también Misiones de
Combate; en la actualidad se privatizan incluso las Misiones de la Onu”. Se
afirma entonces con añoranza, “Qué lejos
se está de aquellos tiempos cuando en la declaración de la Independencia
de Estados Unidos se calificó ‘el uso de mercenarios por el Rey de Inglaterra
como totalmente indigno de una Nación civilizada’”.[16]
En el capítulo sobre Colombia Azzellini
destaca, primero, que nuestro país ha constituido desde hace 20 años un laboratorio para la conducción privatizada de la guerra; segundo, que con el auspicio
financiero y político de los Estado Unidos, así como de la narcomafia, fueron
las elites locales las que propiciaron la creación de grupos paramilitares; tercero, que las víctimas privilegiadas de esas
corporaciones y actores privados de la guerra han sido, sobre todo, sindicalistas,
activistas de los derechos humanos o miembros de los movimientos campesinos
calificados por los paramilitares como
militantes de las guerrillas; cuarto,
que la creciente presencia de corporaciones privadas en las nuevas guerras son un síntoma del
“debilitamiento del Estado” pero que no expresa, de modo necesario, la
existencia de un “Estado colapsado”; y quinto,
que una particularidad de
Colombia ha sido la de que aquí el paramilitarismo ha sido un asunto no sólo de las actuales nuevas guerras sino de muy vieja data.
Como Azzellini sólo destaca el carácter histórico
de la presencia de actores privados en
Colombia en el ejercicio de la violencia
estatal, así como de las luchas contrainsurgentes sin aventurar una hipótesis
explicativa, digamos que en nuestro
país, por lo menos desde la guerra civil de 1885 y de los inicios de la Constitución de 1886, que configuró un Estado estructuralmente reacio a reformas
políticas y sociales substantivas, se configuró una forma de Estado
anticipadamente neoliberal, que siempre necesitó de la ayuda y cooperación de
sujetos y actores privados para el
manejo de las políticas de orden público[17]..
El enfoque analítico hasta ahora
esbozado es muy importante a la hora de
examinar las conductas de las insurgencias, que han sido enfrentadas no sólo
por el Estado sino también por “el
componente privado” de su accionar armado y que ahora, de cara a la dejación de
las armas por parte de las Farc, se pondrán en condiciones de redoblar su
accionar armado contra el Eln, por ejemplo.
Como lo destaca Azzellini, desde hace
más de dos décadas, en un contexto de intensificación de la guerra interna, las
Fuerzas de combate de los Estados Unidos han asumido en Colombia un papel cada
vez más activo pero disfrazado con la máscara de luchadoras contra el
narcotráfico: Exploradores Acwacs- sistema aereotransportado de Alertas y
Control Tempranos y Estaciones de Radar – que deberían servir para luchar
contra el narcotráfico- desde 1999 han
venido transmitiendo informaciones sobre los movimientos de las guerrillas. En
la actualidad 14 Corporaciones Militares Privadas, como mínimo, acompañan al
Estado en el planeamiento y ejecución de su lucha contrainsurgente con más de dos mil empleados extranjeros a su
servicio.[18]
¡Cómo para pensar qué es lo que va
suceder en Colombia con ese ejército de actores
privados extranjeros, técnica y militarmente altamente especializados, y que
han quedado vacantes con la dejación de las armas por parte de las Farc!!
POR ALEJO VARGAS VELÁSQUEZ | PUBLICADO
EL 11 DE OCTUBRE DE 2014
En los últimos días se han generado debates señalando que el
actual Gobierno está haciendo cosas novedosas -algunos insinúan que son
indebidas- en función de las conversaciones para terminar el conflicto armado.
Lo que se evidencia son episodios de "memoria selectiva", se olvidan,
por algunos de los anteriores presidentes y sus amigos, de aquello que ahora no
quieren recordar.
Lo real es que los últimos nueve gobiernos -siete presidentes a partir de Belisario Betancur - han hecho esfuerzos para lograr una solución concertada al conflicto armado interno, lo cual concuerda con el mandato constitucional, solo que a unos les ha funcionado y a otros no, por diversas circunstancias, pero todos han intentado pactar la paz con la guerrilla.
Belisario Betancur (1982-1986) fue el pionero en intentar esta salida concertada y logró con las Farc los Acuerdos de La Uribe en los cuales se acordó, entre otras cosas, una tregua bilateral, la creación de la Unión Patriótica como mecanismo político para iniciar la transición de las Farc de las armas a la política y esto acompañado de unas reformas políticas, entre ellas la elección popular de alcaldes.
Luego Virgilio Barco va a formular la política pública denominada "Iniciativa para la Paz", con la cual se logra concretar y culminar acuerdos con las guerrillas del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT, en un contexto de cambios internacionales -terminación de la guerra fría- y de fuerte confrontación interna con los carteles del narcotráfico y que va a concluir en la Constituyente de 1991.
César Gaviria continúa con las políticas del anterior gobierno y culmina los procesos de conversaciones en curso; posteriormente y con la política del gobierno Barco va a lograr la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista y la primera desmovilización de los grupos paramilitares de Fidel Castaño y del Magdalena Medio. Igualmente intenta conversaciones, que no fructifican, con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las Farc, el ELN y el sector minoritario del EPL, en Caracas y Tlaxcala.
Ernesto Samper intentó conversaciones con las Farc despejando el municipio de La Uribe, Meta, pero no se concretaron. Hubo acercamientos con el ELN, reconociendo como voceros a "Francisco Galán" y "Felipe Torres", presos de esta organización, se concretaron algunos acuerdos humanitarios para liberar niños y en relación con la presencia de la Comisión de Encuesta -mecanismo del Protocolo I de los Convenios de Ginebra, aplicable a conflictos internos armados-, luego la firma del Pre-Acuerdo del Palacio de Viana en Madrid y finalmente el Encuentro de Maguncia, Alemania, con un grupo representativo de personas de la sociedad civil.
Andrés Pastrana, luego de la reunión en medio de la campaña presidencial entre un delegado suyo y "Manuel Marulanda", jefe de las Farc, se comprometió a hacer la zona de despeje en el Caguán e iniciar diálogos con esta guerrilla, que desafortunadamente para el país, no terminaron positivamente. Igualmente hubo intentos con el ELN que nunca lograron consolidarse, entre otras razones porque esa no era la prioridad para este Gobierno.
Álvaro Uribe puso el acento en la desmovilización de los grupos paramilitares; en buscar la liberación de los secuestrados por las Farc -militares, policiales y políticos- incluyendo ofertas de zonas de distensión para ese propósito, la liberación presidencial del líder de las Farc "Rodrigo Granda" a solicitud del presidente de Francia Sarkozy, pero el resultado fue agridulce; inició conversaciones con el ELN que incluyeron la traída desde Caracas a Casa de Paz en Medellín de "Antonio García" del ELN, con autorización presidencial y casi dos años de conversaciones en La Habana con esta guerrilla, con el apoyo de Cuba como país huésped de las mismas y Venezuela como país encargado de transportar a los miembros del ELN; lamentablemente con la crisis andina de fines del 2007 estas conversaciones quedaron suspendidas.
Juan Manuel Santos, inició un proceso de conversaciones con las Farc en La Habana, precedido de una fase secreta de pre-negociación, y hasta el momento las mismas avanzan promisoriamente. Con el ELN se está en la fase de prenegociación y se espera que en las próximas semanas se formalicen las mismas y la terminación del conflicto armado interno sea una realidad
Lo real es que los últimos nueve gobiernos -siete presidentes a partir de Belisario Betancur - han hecho esfuerzos para lograr una solución concertada al conflicto armado interno, lo cual concuerda con el mandato constitucional, solo que a unos les ha funcionado y a otros no, por diversas circunstancias, pero todos han intentado pactar la paz con la guerrilla.
Belisario Betancur (1982-1986) fue el pionero en intentar esta salida concertada y logró con las Farc los Acuerdos de La Uribe en los cuales se acordó, entre otras cosas, una tregua bilateral, la creación de la Unión Patriótica como mecanismo político para iniciar la transición de las Farc de las armas a la política y esto acompañado de unas reformas políticas, entre ellas la elección popular de alcaldes.
Luego Virgilio Barco va a formular la política pública denominada "Iniciativa para la Paz", con la cual se logra concretar y culminar acuerdos con las guerrillas del M-19, el EPL, el Quintín Lame y el PRT, en un contexto de cambios internacionales -terminación de la guerra fría- y de fuerte confrontación interna con los carteles del narcotráfico y que va a concluir en la Constituyente de 1991.
César Gaviria continúa con las políticas del anterior gobierno y culmina los procesos de conversaciones en curso; posteriormente y con la política del gobierno Barco va a lograr la desmovilización de la Corriente de Renovación Socialista y la primera desmovilización de los grupos paramilitares de Fidel Castaño y del Magdalena Medio. Igualmente intenta conversaciones, que no fructifican, con la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar, que agrupaba a las Farc, el ELN y el sector minoritario del EPL, en Caracas y Tlaxcala.
Ernesto Samper intentó conversaciones con las Farc despejando el municipio de La Uribe, Meta, pero no se concretaron. Hubo acercamientos con el ELN, reconociendo como voceros a "Francisco Galán" y "Felipe Torres", presos de esta organización, se concretaron algunos acuerdos humanitarios para liberar niños y en relación con la presencia de la Comisión de Encuesta -mecanismo del Protocolo I de los Convenios de Ginebra, aplicable a conflictos internos armados-, luego la firma del Pre-Acuerdo del Palacio de Viana en Madrid y finalmente el Encuentro de Maguncia, Alemania, con un grupo representativo de personas de la sociedad civil.
Andrés Pastrana, luego de la reunión en medio de la campaña presidencial entre un delegado suyo y "Manuel Marulanda", jefe de las Farc, se comprometió a hacer la zona de despeje en el Caguán e iniciar diálogos con esta guerrilla, que desafortunadamente para el país, no terminaron positivamente. Igualmente hubo intentos con el ELN que nunca lograron consolidarse, entre otras razones porque esa no era la prioridad para este Gobierno.
Álvaro Uribe puso el acento en la desmovilización de los grupos paramilitares; en buscar la liberación de los secuestrados por las Farc -militares, policiales y políticos- incluyendo ofertas de zonas de distensión para ese propósito, la liberación presidencial del líder de las Farc "Rodrigo Granda" a solicitud del presidente de Francia Sarkozy, pero el resultado fue agridulce; inició conversaciones con el ELN que incluyeron la traída desde Caracas a Casa de Paz en Medellín de "Antonio García" del ELN, con autorización presidencial y casi dos años de conversaciones en La Habana con esta guerrilla, con el apoyo de Cuba como país huésped de las mismas y Venezuela como país encargado de transportar a los miembros del ELN; lamentablemente con la crisis andina de fines del 2007 estas conversaciones quedaron suspendidas.
Juan Manuel Santos, inició un proceso de conversaciones con las Farc en La Habana, precedido de una fase secreta de pre-negociación, y hasta el momento las mismas avanzan promisoriamente. Con el ELN se está en la fase de prenegociación y se espera que en las próximas semanas se formalicen las mismas y la terminación del conflicto armado interno sea una realidad
[2] .
“ACUERDO FIRMADO, ACUERDO IMPLEMENTADO”, Comunicado de de la Delegación de
Diálogos del Eln, Quito, 10 junio 2017.
[3] .
“NO ES POSIBLE AVANZAR EN LA PAZ MIENTRAS EL ELN DEFIENDA EL SECUESTRO: JUAN
CAMILO RESTREPO”, www.publimetro.co/co/
.
[4]
.Velandia, Carlos Antonio, “La Paz, ahora o nunca”, en, ¿POR QU{E NEGOCIAR CON
EL ELN?, Víctor de Currea, Etor, U. Javeriana, 2014,
[5]
.ARBOLEDA, LORENA”LOS PROCESOS DE PAZ CON EL ELN”, colombia.elespectador2020.com
.
[6]
idem
[7] .
Idem
[8]
.SALGADO CARDONA, ANDREA,”MUERTE, FUNERAL Y RESURECCIÓN DE LA PAZ EN COLOMBIA”,
ElFaro, 15-11-2016
[9] .
A la reunión de Suiza, uno de los autores de este Ensayo, Humberto Vélez tuvo
la oportunidad de asistir en compañía del profesor Alejo Vargas en representación
de las Universidades colombianas.
[10]
. Vargas, Alejo, “El año de terminación del conflicto con las FARC y el avance
con el ELN”, www.unperiodico.com,
02-13-2016; Medina Gallego, Carlos, ELN: una historia contada a dos voces,
1996, Rodriguez Quito Editores; Farc-Ep Notas para una historia política, Unal,
2009; Borges G, Andrés, “8 diferencias entre el Eln y las Farc que todo
colombiano debe saber”, al día; Navarrete, Steven, “Tan cerca y tan lejos”, www.elespectador.com, 10-o7-2014.
[11] .
“COMO ESTÁN LAS COSAS , LA REBELIÓN SIGUE VIGENTE”, Entrevista de SEMANA a Gabino y a Antonio García, pgs. 24-27.
Edición 1831 4 a 11 de junio de 2017
[12]
. Ultima y vieja declaración de
Gabino a Caracol Radio, 16-06-2017
[13] .
Noticia difundida por EFE, Bogotá, 11-06-2017.
[14] .
Delegación de Diálogos del Eln. (NOTA DE
PRENSA), 10-06-2007.
[15] .
EL NEGOCIO DE LA GUERRA, Txalaparta, 205, 209 páginas
[16] Idem, .pg 5.
[17]
. Vélez r, Humberto, LOS DIALOGOS DE LA HABANA, LA COMISIÓN DE
HISTORIA DEL CONFLICTO Y DE LAS VÍCTIMAS Y LA COLOMBIANIZACIÓN DE LA JUSTICIA
TRANSICIONAL, Programa de Estudios Políticos y Resolución de Conflictos,
Univalle, 2014, versión digital.
[18] .
Ver el Capítulo de Azzellini sobre Colombia.
domingo, 11 de junio de 2017
¿HABRÁ PAZ CON EL ELN?
Nubia Rojas
¿Habrá paz con el ELN?
Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos. Foto:
Vanguardia Liberal
Juan
Manuel Santos se trazó la ambiciosa meta de ser el presidente que pasaría a la
historia por finalizar, por la vía de la negociación política, el conflicto
armado de más de 50 años entre el Estado y las guerrillas más antiguas del
mundo, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y el Ejército de
Liberación Nacional (ELN). El esfuerzo, en el que fracasaron varios de sus
antecesores, le ha valido un gran apoyo de la comunidad internacional, que le
otorgó el Premio Nobel de la Paz en diciembre de 2016, pero también -y
paradójicamente- le ha granjeado una enorme impopularidad en su país, donde las
guerrillas provocan mucha animadversión. Sectores conservadores han
capitalizado políticamente ese rechazo social, promocionando una interpretación
de los acercamientos de paz como un sometimiento del Estado a la voluntad de
los grupos insurgentes.
Santos, perteneciente a una familia muy influyente
en la política colombiana, ha demostrado ser inmune a la impopularidad. Sin
embargo, pocos momentos han sido más críticos que el actual para la continuidad
de su ambicioso proyecto de pacificación del país, base de su capital político.
Al desánimo que flota en el ambiente desde el resultado del plebiscito del 2 de octubre de 2016,
se suma que la implementación del acuerdo de paz con las FARC, que fue firmado
a finales de noviembre, enfrenta graves obstáculos: el lunes 5 de junio en la
mañana los diarios registraban que el máximo comandante
guerrillero, Rodrigo Londoño alias “Timochenko”, se quejaba del “reiterado
incumplimiento por parte del Gobierno” tras algunos incidentes presentados
durante el fin de semana: la incursión de un grupo de militares en una zona de
concentración de guerrilleros en el departamento del Guaviare y el sobrevuelo
de un helicóptero en otra. También ha hecho ruido que los campamentos en los
que se concentran cerca de 6 mil guerrilleros desmovilizados con la veeduría de
un mecanismo tripartito conformado por el Gobierno, la ONU y las propias FARC
no se encuentran completamente listos, como consecuencia de problemas
logísticos. Por eso, el mecanismo anunció el 29 de mayo, a través del
Presidente, que había decidido prolongar por 20 días más la entrega total de
las armas del grupo guerrillero, prevista inicialmente para el 1 de junio, y
prorrogar por 60 días más, hasta el 1 de agosto, la vigencia de las zonas de
concentración.
Por otro lado, grupos armados como el ELN,
neoparamilitares de extrema derecha y miembros de la guerrilla marginal del
Ejército Popular de Liberación (EPL), han empezado a copar el vacío de poder en
las zonas antes ocupadas por las FARC y constituyen una grave amenaza para la
población civil: 35 líderes
sociales han
sido asesinados desde el inicio de la implementación del acuerdo de paz y,
aunque el ministro de Defensa Luis Carlos Villegas ha dicho públicamente que no hay
sistematicidad en esos asesinatos, la evidencia demuestra lo contrario. Los
muertos son defensores de los derechos de las comunidades campesinas, indígenas
y afrodescendientes, han denunciado públicamente la presencia de grupos armados,
y se han mostrado críticos con su accionar delincuencial. También ha sido
alarmante el asesinato de cinco familiares de
exguerrilleros de las FARC en los departamentos de Antioquia y Chocó y el de un
miliciano de esa guerrilla en el departamento del Cauca, a finales de abril.
Los obstáculos también han sido jurídicos: a
finales de mayo, la Corte Constitucional decidió permitir que los miembros
del parlamento propongan cambios, sin el aval del Gobierno, a los proyectos de
ley o reformas constitucionales propuestos para acelerar la implementación de
los acuerdos. La decisión fue tomada luego de una demanda presentada por el
partido político derechista Centro Democrático, fundado y dirigido por el
senador y expresidente Álvaro Uribe Vélez, opositor acérrimo al proceso de paz,
y fue calificada por Humberto de la
Calle, jefe
negociador del Gobierno y virtual candidato a las presidenciales de mayo de
2018, como un “duro golpe” al proceso.
La búsqueda de la “paz completa”
El ELN tiene una forma de organización que, si bien
es liderada por el Comando Central como máxima instancia, es descentralizada y
federativa, con cierta autonomía de cada uno de los frentes, que se encuentran
repartidos en diferentes regiones del país. Foto: El Espectador
Desde el principio, Santos dijo que la paz en
Colombia solo sería completa si el ELN mostraba también su voluntad de sentarse
con el Gobierno a negociar su fin como grupo armado. Luego de dos años y dos
meses de diálogos exploratorios (de enero de 2014 a marzo de 2016) en Ecuador,
Brasil y Venezuela, el 10 de octubre de 2016 las partes anunciaron en Caracas el inicio de la
fase pública de negociaciones, que se instaló en Quito dos semanas después, el
27 de octubre, y revelaron el contenido de la agenda de diálogo.
Las FARC y el ELN comparten a 1964 como año de
fundación, pero tienen orígenes y motivaciones distintos. Mientras las FARC son
una guerrilla de inspiración comunista, surgida de la lucha campesina por la
reforma agraria, el ELN se abanderó de las reivindicaciones del sindicalismo
petrolero, tiene una profunda inspiración cristiana (bebió ideológicamente de
la fuente de la Teología de la Liberación y tuvo entre sus figuras más
importantes a dos curas españoles, Manuel Pérez y Domingo Laín) y su base
primaria son las organizaciones sociales y el movimiento estudiantil. La lucha
armada fue concebida por ambos grupos como una vía de llegar al poder y derrotar
al Estado, utilizando métodos como secuestros, tomas de ciudades y pueblos y
acciones terroristas como demostraciones de fuerza, con graves consecuencias para la población civil. En
el caso específico del ELN, la voladura de oleoductos de petróleo ha sido un
rasgo identitario con el que ha pretendido diezmar una de las principales
fuentes económicas del país, a la vez que manifestar su desacuerdo con la
política económica nacional.
A
diferencia de las FARC, que mantienen una estructura jerárquica piramidal, el
ELN tiene una forma de organización que, si bien es liderada por el Comando
Central como máxima instancia, es descentralizada y federativa, con cierta
autonomía de cada uno de los frentes, que se encuentran repartidos en
diferentes regiones del país. Esa estructura fue adoptada por el grupo
guerrillero como alternativa al caudillismo de su primera época. Mientras un
rasgo de las FARC es su pragmatismo, muy ligado a su origen campesino, el ELN
es una guerrilla dogmática: se dice de ella que “enreda hasta un aplauso”,
según ha citado Víctor de Currea Lugo, uno de los investigadores que más la
conoce. La lentitud con la que toma decisiones está relacionada con la búsqueda
de consenso al interior de una estructura compleja, mientras, en el caso de las
FARC, se debe a la falta de prisa propia de los entornos rurales.
El ELN se
autodefine como un movimiento social armado que privilegia lo político por
encima de lo militar. Fuentes oficiales estiman que, actualmente, está
compuesto por unos dos mil hombres en armas desplegados en cerca de 100
municipios en todo el país. Según el analista Luis Eduardo Celis, amplio
conocedor de ese grupo guerrillero, el ELN se vio fuertemente debilitado entre
1994 y 2002 y llegó a perder las dos terceras partes de su tamaño en esos ocho
años. Ejerce una gran influencia en regiones como la del Sarare, en el
departamento de Arauca, fronterizo con Venezuela, en la que funciona desde hace
décadas como un aparato de poder organizado que controla el territorio, la
política, la economía y la cotidianidad.
En
municipios como Saravena, por ejemplo, el ELN ha penetrado en organizaciones
sociales y de gobierno local e influye en decisiones sobre aspectos básicos de
la vida de sus habitantes. También se ha constituido en una especie de poder,
de autoridad “judicial”, que dirime conflictos, y ejerce mucho control social.
Tiene, además, capacidad de movilizar y obtener apoyo de la población que,
aunque es probable que no siempre la apoye por convicción, tampoco manifiesta
públicamente su desacuerdo por compromiso, o por temor a represalias o a dejar
de recibir los beneficios que pueda generarle la relación con la guerrilla, que
no necesariamente actúa armada, sino de civil.
Desde el inicio de los años 90, Santos es el quinto
presidente que intenta sentarse a dialogar con el ELN. El grupo guerrillero se
mostró siempre reacio a conciliar con cualquier gobierno hasta las
conversaciones en Caracas y
Tlaxcala, en las
que aceptó participar como miembro de la provisional agrupación insurgente
conocida como la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar. Antes tuvieron
acercamientos con los gobiernos de César Gaviria Trujillo, Ernesto Samper
Pizano y Andrés Pastrana Arango. El último intento se remonta al año 2003, con
el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, con el que tampoco selló ningún acuerdo
concreto.
El primer punto de la agenda de diálogo entre el
ELN y el gobierno Santos es el de la “participación de la sociedad civil en la
construcción de la paz”. Esa guerrilla ha optado por la defensa de lo que llama
“poder popular” y, en ese sentido, ha reiterado que, sin esa participación
social, no habrá proceso
de negociación. En el
pasado, proponía una Convención Nacional, que entiende como un modelo
multilateral de negociación en el marco del cual se desarrolla un diálogo que,
a su parecer, debe involucrar a todos los sectores de la sociedad colombiana
por ser la principal afectada por el conflicto, y por medio del cual se busquen
soluciones a los problemas nacionales que constituyen causas estructurales o
factores clave en la confrontación.
A diferencia del acuerdo de paz suscrito entre el gobierno
y las FARC, la agenda de diálogo con el ELN no contempla entre sus puntos el de
la participación de ese grupo guerrillero como organización política. Mientras
las FARC se preparan para el gran congreso interno que se llevará a cabo en el
mes de agosto, en el marco del cual definirán su estrategia, identidad e
ideario político de cara a las elecciones presidenciales de 2018 como primer
experimento de participación democrática, el ELN se lo ha tomado con calma. Su
máximo líder, Nicolás Rodríguez Bautista alias “Gabino”, el único de sus
fundadores vivo, que ingresó al ELN siendo un niño de 14 años, dijo a principios de mayo que no
estaba en los cálculos de esa guerrilla concretar una negociación de paz antes
de los comicios del próximo mayo.
¿Avanzan las conversaciones de
paz con el ELN?
Carlos Velandia, exdirigente del ELN y actual
gestor de paz para los diálogos entre el gobierno y esa guerrilla, opina que la
sensación de que no hay avances en el proceso es un asunto de percepción. Foto:
Nubia Rojas
Los acercamientos de paz con el ELN no han sido tan
mediáticos ni han despertado tanto interés como el proceso de negociación con
las FARC, en parte, por la constante sensación de crisis, de que no hay avances
y de que esa guerrilla no tiene verdadera voluntad de sentarse a negociar ni de
detener la violencia. El ELN ha sido reticente a proscribir la práctica
del secuestro y no ha querido revelar el
número de retenidos que mantiene en su poder. También ha emprendido acciones
terroristas, como la voladura de un oleoducto en el departamento de
Santander, contaminando fuentes de agua para las comunidades de la zona en la
que ocurrió el ataque. A mediados de febrero estalló un petardo de mediano poder en un
céntrico barrio de Bogotá, cobrándose la vida de un policía, entre otros
hechos.
La primera ronda de conversaciones, a
principios de 2017, fue más un momento de reconocimiento entre las partes que
un diálogo sobre temas concretos. En general, no se sabe mucho sobre los
avances, tampoco de la segunda ronda iniciada a mediados de
mayo, con lo que la sensación de estancamiento se ha visto acentuada.
Carlos
Velandia ingresó en 1970 al ELN, adoptó el alias de “Felipe Torres”, y llegó a
ser uno de sus dirigentes. Estuvo preso durante diez años (1994-2004) y, desde
la cárcel, fue interlocutor de los gobiernos de Samper, Pastrana y Uribe para
explorar las posibilidades de diálogo. Ahora, ya como civil y desvinculado de
la guerrilla, fue nombrado por el presidente Santos como gestor de paz para
facilitar el acercamiento entre su gobierno y el ELN. Según Velandia, el ELN
tiene toda la voluntad de sentarse a negociar, pero el Gobierno optó por
hacerlo en medio del conflicto, igual que lo hizo con las FARC, de modo que
ambas partes continúan comportándose como siempre lo han hecho militarmente.
Sin embargo, concede que es lógico que la sociedad colombiana espere gestos de
la guerrilla que estén más acordes con su supuesta voluntad de paz.
Precisamente, sobre esa voluntad se pronunció el
jefe de la delegación del Gobierno el 5 de junio a través de una carta enviada a Semana y El
Espectador, en la que afirma “estar listo para estudiar un eventual cese al
fuego bilateral con este grupo alzado en armas, siempre y cuando dicho cese al
fuego, además de ser serio, creíble y verificable, esté acompañado de un cese
simultáneo de hostilidades contra la población civil no combatiente, para dejar
por fuera de la confrontación armada a los civiles y así concretar la voluntad
de avanzar hacia la superación de la violencia”. Al respecto, ese mismo día el
ELN publicó un artículo en cuyo título sugiere
-aunque el resto del texto no desarrolla el tema ni parece tener relación con
él- que esperaría que se declare un cese al fuego bilateral “para recibir al
Papa”, que visitará al país a principios de septiembre. Sin embargo, urgen
acciones concretas de desescalamiento, no solo para aliviar el impacto del
conflicto, sino para avanzar en la mesa.
Velandia dice que la sensación de que el diálogo no
fluye es un asunto de percepción, pues las partes, aunque a ritmos diferentes,
sí han logrado ponerse de acuerdo. Asegura que mantienen una relación
respetuosa, pero que “no puede esperarse que lo que las FARC lograron en años
de negociación lo logre el ELN en apenas unos meses”. Sin embargo, considera
que la guerrilla debe superar de una vez el discurso de que continúa en fase
exploratoria, cuando en realidad ya está negociando la agenda. No cree que, al
igual que las FARC, el ELN tenga la intención de convertirse en partido político
si el proceso sale adelante, pues no reclama el poder para sí, sino para los
movimientos sociales a los que dice representar. Tampoco cree que haya que
alarmarse por las afirmaciones de alias “Gabino”, pues el líder guerrillero es
realista cuando dice que no cree que se concrete un acuerdo de paz con Santos,
debido a que solo le queda un año en el poder. El jefe negociador del Gobierno,
Juan Camilo Restrepo, había dicho recientemente que la aspiración del Presidente es dejar el
proceso en un punto tan avanzado, que sea irreversible.
En la mañana del 6 de junio, las partes hicieron
público un comunicado conjunto
en el cual afirmaron haber acordado la creación de un equipo de pedagogía y
comunicación para la paz; la conformación de un Grupo de Países de Apoyo,
Acompañamiento y Cooperación para la Mesa de Conversaciones compuesto,
inicialmente, por Alemania, Holanda, Italia, Suecia y Suiza, y el
establecimiento de un fondo de financiación para administrar los apoyos
económicos provenientes de la comunidad internacional.
La insistencia
del ELN en la “participación más amplia de la sociedad” contribuye a la
lentitud de los avances. Joe Broderick, australiano residente en Colombia desde
hace casi 50 años, y que ha escrito varios libros sobre el ELN, es uno de los
más críticos de la pretensión de esa guerrilla de involucrar a todos los
colombianos en el diálogo y lo ve virtualmente imposible. Velandia no lo ve
así, aunque afirma que es necesario que el ELN y el Gobierno pongan límites
metodológicos y temáticos a la participación de la sociedad civil para escuchar
a tantas voces como sea posible, pero evitando que la discusión se eternice y
la negociación se haga inmanejable.
Las FARC, pese a su unidad de mando, han reconocido
tener disidencias que se han negado a
acogerse al acuerdo de paz y continúan enfrentándose militarmente con el
Ejército. Broderick afirma que, a diferencia de ese grupo, donde los disidentes
son minoría, el ELN está profundamente dividido internamente y que los
delegados para la negociación en Quito no representan a la totalidad de esa
guerrilla. Esa división la han registrado también varios medios de comunicación, que han
hablado del Frente de Guerra Oriental, comandado por Gustavo Giraldo alias
“Pablito”, que se financia a través de la extorsión, el contrabando, entre
otras actividades delictivas. “Pablito” goza de cierta independiencia de cara a
la comandancia de esa guerrilla, gracias al poder económico que ha acumulado, y
se ha mostrado reacio a negociar con el gobierno, pues arriesga su poder local.
Velandia cree que puede haber divergencias de criterio al interior del ELN, al
que califica de “organización única, nacional y democrática”, pero no cree que
haya división. Su tesis es que lo que hace la guerrilla es reproducir en la
mesa de diálogo su estructura federativa y autónoma.
Los máximos dirigentes de las dos guerrillas
se reunieron recientemente en La Habana
para intercambiar impresiones. Aunque no se conocen detalles de la reunión,
analistas como Broderick y Luis Eduardo Celis sostienen que los “elenos”
observan con cautela los avances en el proceso de paz con las FARC y que sus
resistencias frente al diálogo tienen que ver con el temor de que el Estado
colombiano incumpla con lo acordado, o que sean traicionados, asesinados o
perseguidos, como ocurrió en el pasado con la Unión Patriótica, brazo político de las FARC que
fue aniquilado, o como ha ocurrido recientemente con algunos desmovilizados.
Velandia respalda esa opinión y cree que la cautela mostrada por el ELN se
afianzó al ver que la seguridad jurídica del proceso de paz con las FARC se vio
amenazada por la reciente decisión de la Corte Constitucional, que
prácticamente da via libre a la modificación de los acuerdos por parte del
Congreso.
El peor escenario posible
Según Velandia, el recrudecimiento del conflicto
social en Venezuela podría afectar a la mesa de conversaciones entre el
Gobierno y el ELN, si esa guerrilla considera que, más que negociar la paz, le
beneficia la posibilidad de posicionarse en apoyo al régimen chavista como
forma de mostrarse como un grupo vivo de resistencia armada. Foto: crhoy.com
El ELN ha
hecho demostraciones de fuerza y de su capacidad destructiva como forma de
ejercer presión y de probar que está vivo, que no está derrotado militarmente,
que es un actor armado importante. En caso de que este quinto intento de
negociar también fracase, es previsible que continúe usando el terrorismo para
hacerse sentir y se mantenga en su voluntad de resistencia armada, aunque sepa
que no tiene opciones de tomarse el poder por esa vía.
Hay un
factor que no ha sido suficientemente considerado y que amenaza potencialmente
la permanencia del ELN en la mesa de diálogo: según Velandia, si al grupo
guerrillero no le resultan atractivas las ofertas que le haga el Gobierno en el
marco de la negociación (a la que no se siente atado) y el conflicto en
Venezuela continúa recrudeciéndose, el ELN podría verse atraído a apoyar al
régimen chavista, dada su identidad con ese proyecto político de izquierdas y a
la posición fronteriza de uno de sus frentes de guerra más importantes. El
rédito que el grupo guerrillero podría obtener de esa actitud sería el poder
consolidarse como último foco de resistencia armada revolucionaria en el
continente latinoamericano. Adicionalmente, le permitiría demostrar que no es
una guerrilla “de segunda clase”, como siente que ha sido tratada, y que no es
menos importante que las FARC.
Colombia
se debate entre el entusiasmo ante la posibilidad de ver finalizada la
confrontación armada de medio siglo con las dos agrupaciones guerrilleras más
grandes del país y más antiguas del mundo y el escepticismo, la desconfianza,
la apatía y el temor. Aún falta ver si será posible construir “la paz
completa”.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)