domingo, 14 de abril de 2013


 MOVIMIENTO POLÍTICO Y SOCIAL
UNIDAD, PAZ Y DEMOCRACIA – UPD -
CONTEXTO
Grandes acontecimientos han tenido y están teniendo ocurrencia en los últimos treinta años en el mundo, de especial significación para las últimas generaciones, aunque algunos de estos los veamos lejanos a nuestro interés: Desde el hundimiento del modelo de socialismo real, que tuvo como centro la disolución de la Unión Soviética, pasando por el fin de la guerra fría, el ataque a las torres gemelas, el advenimiento de la “guerra preventiva contra el terrorismo”, la crisis del capitalismo mundial, cuya única responsable es la oligarquía financiera, el derrumbe del Estado bienestar, la desposesión de los derechos de los trabajadores, el incremento de su explotación y la expropiación de grandes capas de la población, el aumento del hambre, la miseria, la represión y la exclusión del 99% de los habitantes del planeta, así como la eclosión de las victorias de los movimientos sociales y el advenimiento de nuevas revoluciones en América Latina, hasta la oportunidad que tenemos los colombianos de poner fin a cincuenta años de conflicto armado interno; nos indican que vivimos tiempos de grandes cambios, de los que somos testigos en unos casos y actores protagónicos en otros.
Empero, los Estados imperialistas, particularmente el de los Estados Unidos, siguen promoviendo golpes de Estado y derrocando gobiernos en América Latina –caso Honduras y Paraguay-, Asia –caso Iraq, Afganistán, Libia y ahora Siria- e intervienen militarmente en África. Dicha política corresponde a los intereses de la oligarquía financiera, la cual pretende apoderarse de recursos naturales, mercados, finanzas e infraestructuras y controlar estratégicamente zonas geopolíticas claves.
Nuestra América es hoy cuna de revoluciones, las que se construyen sobre firmes bases de la voluntad popular, que movilizada en movimientos masivos y populares han defenestrado del poder a los partidos oligárquicos tradicionales, al tiempo que optan por desarrollar modelos propios de gobierno y de gestión de lo público, con un marcado acento en vindicar a las capas sociales más desfavorecidas, con un mayor desarrollo de las obligaciones del Estado con la sociedad y en clara dirección hacia el socialismo. Así, la revolución Bolivariana en Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, la revolución comunitaria en Bolivia, se combinan y complementan con la revolución socialista en Cuba; mostrando a los pueblos del mundo y en especial a los de nuestra América, nuevos derroteros, los que se complementan con los procesos de democratización política en países como Argentina, Brasil y Uruguay; constituyendo un nuevo panorama caracterizado por el avance de los pueblos al poder, por la recuperación de las soberanías, por el fortalecimiento de la voluntad de autodeterminación y el antiimperialismo, por la construcción colectiva de nuevos modos de entendimiento y relacionamiento internacional sobre la base del mutuo respeto, del trato en igualdad de condiciones, de la cooperación que supera las asimetrías creadas por el desarrollo capitalista dependiente, de las relaciones fundadas en la fraternidad, la solidaridad y hermanamiento de los pueblos; que han hecho surgir procesos de integración tales como la UNASUR, la ALBA – TCP, y la CELAC; que se plantean como pilares fundacionales la paz en la región, la sostenibilidad y defensa de las democracias, la defensa de los recursos naturales y tratados de comercio justo y complementario.
El contexto internacional latinoamericano se combina con la profunda crisis del capitalismo, el creciente deterioro de la hegemonía global de Estados Unidos y la irrupción en el panorama mundial de un nuevo polo de poder mundial, conformado por Brasil, China, Rusia, India, Sudáfrica-, países los cuales hoy se erigen como importantes potencias regionales con proyección mundial. Asistimos al alumbramiento de un mundo multipolar y en permanente evolución, donde hacen crisis viejos modelos de integración más ligados con el sometimiento, tales como la Unión Europea, o multilaterales como la OEA, el CICA. Son tiempos nuevos para Latinoamérica, Colombia y el mundo; observar lo que ocurre y comprenderlo es fundamental para determinar nuestros actos y pasos a dar en el presente, pero de cara a un futuro deseado, a la más grande de las aspiraciones sociales posibles: el socialismo.
Las mayorías en Colombia acusan hastío y cansancio social frente a la guerra, que se suma a la imposibilidad fáctica de una derrota militar de una parte sobre la otra en el conflicto militar. Este último ha servido como pretexto para imponer violentamente a los de abajo la derrota económica y social, creando un cuadro desolador de desigualdades crecientes y de injusticia social en favor del enriquecimiento vil y criminal de las capas oligárquicas y los dueños y administradores de las empresas transnacionales, quienes no paran en mientes a fin de prohijar el expolio de los recursos naturales, el saqueo de las arcas públicas a través de la corrupción, el servirse del Estado para beneficio propio, aupar la explotación de los trabajadores, acrecentar la especulación financiera y el lavado de activos, y vender barata la soberanía del país. Colombia, así, es reconocible como el país que tiene el conflicto armado interno más antiguo del hemisferio occidental, el segundo (después de Haití) más inequitativo del continente, el de mayores ventajas para el capital extranjero y el de mayor crisis política, cultural, moral y ética en esta parte del mundo.

La lucha armada desarrollada por el movimiento insurgente no ha resuelto el anhelo popular de acceder al poder, pero la guerra impuesta por el estado tampoco ha solucionado los grandes problemas de la nación, por el contrario los ha agravado y profundizado. La solución del conflicto compromete a las partes involucradas, mas no significa la paz para Colombia, puesto que los problemas sociales continúan profundizándose y solo la acción de organización y movilización popular puede presionar para que hayan verdaderos cambios en el país, al mismo tiempo, la presión internacional que ejerce un continente que vira a la izquierda empujado por la voluntad de las mayorías nacionales y no la privilegia un imperio debilitado que cada vez le cuesta más sostener demasiados frentes de batalla abiertos, al tiempo que debe ocuparse de su crisis en casa.

Por su parte, la sociedad colombiana ha dado muestras de importante empoderamiento, ha conquistado espacios de soberanía política frente a los partidos tradicionales y juega a favor de una solución negociada del conflicto. Esta circunstancia tiene y tendrá un peso importante al momento de apoyar un acuerdo entre las partes, que ponga fin a la guerra, así como al de encarar las tareas de construcción de justicia social y defensa de la paz.

El fin del conflicto armado en Colombia es un acontecimiento histórico. Si éste y la movilización popular dan paso a la conquista de la democracia se desencadenará un proceso de construcción de paz en el que las mayorías reclamarán su lugar como sujeto político activo y protagónico a la hora de definir las reformas y transformaciones que hagan posible una paz con justicia social firme y duradera. Obviamente, esta lectura es posible materializarla con la acción decidida, activa y clara de los movimientos políticos y sociales dispuestos a cumplir un rol de liderazgo, movilizador y organizador de la sociedad, para materializar los anhelos de soberanía, democracia, bienestar, integración y unidad latinoamericana y futuro socialista.
La izquierda colombiana agrupada primero en el Polo Democrático y luego en el Movimiento Progresista, logró conquistar en tres ocasiones consecutivas el favor del electorado bogotano para elegir al mandatario capitalino, hoy sufre el deterioro de su imagen y confianza por cuenta de los injustificables actos de corrupción en que se han visto envueltas estas administraciones, y los graves errores al momento de implementar iniciativas propias de sus programas de gobierno. Resulta obvio reconocer que equivocarse en el ejercicio del poder es grave y tiene sus consecuencias, pero lo es mucho menos frente al desgreño administrativo del que hace gala, del usufructo de lo público por parte de funcionarios venales, del nepotismo y clientelismo en el ejercicio del poder y corrupción a lo largo y ancho del sistema de contratación, de la dejadez y abandono de los principios de rendición de cuentas y control colectivo, como también la pérdida de toda noción de autocritica y actitud de rectificación; situaciones todas que terminan por pasar factura tanto a estas dos organizaciones como a la izquierda en general.
De otro lado, junto con la apertura y desarrollo de la mesa de diálogo entre el Gobierno Nacional y la organización insurgente FARC-EP y la expectativa de que algo similar ocurra con el ELN, se han venido activando nuevos movimientos sociales, mostrando fuerza y vitalidad que se aquilatan por los perfiles revolucionarios visibles al momento de exhibir sus planteamientos y propósitos. Podremos decir que pese al descalabro de la izquierda en Bogotá por cuenta de la inconsecuencia de sus dirigentes y de los corruptos, se abren interesantes perspectivas para los movimientos sociales y políticos que estén dispuestos a jugar su suerte del lado de las transformaciones ligadas a la construcción de la paz, de la ampliación y desarrollo de la democracia y de una clara consistencia y coherencia con un norte socialista.
QUIENES SOMOS:
Es aquí y ahora, tomando en cuenta y teniendo muy presentes las anteriores consideraciones, que nos convocamos, en nuestra condición de obreros y trabajadores, de campesinos e indígenas, de jóvenes y mujeres, de negritudes y raizales de artistas e intelectuales, de desempleados y exiliados, de LGTBI y otros grupos, pero por sobre todo en nuestra condición de colombian@s, para construir desde la base y colectivamente un espacio para la acción política de los movimientos sociales y de la gente del común a fin de liderar a la sociedad por caminos de unidad popular, paz y democracia, hacia el bienestar, la independencia y el socialismo, sobre la base de la ética revolucionaria y proletaria y una disposición inclaudicable de servicio.
PERFIL IDEOLÓGICO Y ÉTICO
Este espacio político ha de tener unos perfiles ideológicos y morales reconocibles, fundados en el altruismo que demanda el servicio a la sociedad, en su marcha hacia la construcción de un mundo justo y mejor. Por ello, reconocibles en la diversidad de nociones ideológicas y prácticas políticas, donde quede claro que nuestra opción es diferente, no porque lo proclamemos, sino porque lo comportemos en nuestra esencia.
Los perfiles ideológicos no son otros que las características del movimiento en su conjunto, pero que deberán ser comportados y reconocibles en cada uno de sus integrantes. No es posible pretender un movimiento ético si sus integrantes y adeptos no lo son. Debe existir una correspondencia y coherencia entre el decir y el hacer, entre la capacidad de planear y ejecutar y también en el prometer, comprometer y cumplir. En este espacio de acción política ha de valer la palabra empeñada y el valor de lo colectivo será mayor que el de la iniciativa individual; asimismo ha de ser de liderazgos con profundo procesamiento colectivo y con disposición de los líderes y los individuos al buen manejo del poder y del gobierno, la rendición de cuentas y a responder a los requerimientos del pueblo y la sociedad.
Nuestro movimiento y sus líderes han de ser respetuosos en el trato a la diferencia y a los diferentes, esto implica un alto sentido y valoración por la persona y sus derechos.  El trato siempre estará fundado en el honor, el respeto mutuo, la no discriminación y la dignidad.
Nos proponemos ser un espacio defensor y constructor de poder de los de abajo y de quienes se suman a sus intereses e ideales, esto es sujetos con derechos y deberes, empoderados, constructores colectivos de sus destinos y el de la sociedad, a su vez constructores y reproductores de procesos democráticos indispensables tanto para el debate y vida interna como para la lucha política y social.
Nuestro movimiento promoverá la transparencia en los actos de los individuos y de los colectivos, con una disposición de cuentas claras y actitudes y comportamientos ejemplares. El trabajo ha de estar signado por la ejecutividad y por la evaluación oportuna que posibilite corregir a tiempo o maximizar el esfuerzo cuando los resultados no son satisfactorios y no se corresponden con lo esperado.
Promoveremos la administración justa y eficaz de los recursos, haciendo uso de ellos sin derroche, con sentido colectivo y propiedad popular.
Nos declaramos decididamente militantes de la anticorrupción, del anticlientelismo, del antinepotismo, del anticaciquismo y antiprivatización. Como también militantes activos defensores de lo público, de la eficiencia y excelencia en el servicio y en el trabajo, en la alta valoración por la capacidad e idoneidad de nuestra militancia, así como de la gestión colectiva en la conducción de procesos de poder.
Para nosotros tiene en muy alto valor y consideración la promoción, preservación y desarrollo de derechos que dignifiquen y protejan la niñez, la juventud, la maternidad, la vejez, la viudez y el cuidado del medio ambiente.
Promoveremos la cultura de paz, la formación de valores, moral y ética, el arte, el desarrollo intelectual y científico, así como un alto sentido de justa justicia y de justicia social.
QUE SOMOS:
Nos constituimos como una fuerza política de estirpe popular y democrática, con claros lineamientos revolucionarios, devenida y desarrollada desde los movimientos sociales, capaz de liderar procesos de construcción y conquista de poder local, regional y nacional para ser gobierno y poder, para llenar de materialidad las aspiraciones de las mayorías colombianas en sus expectativas de vivir en paz, con democracia, bienestar y bienser. Nos planteamos mundos nuevos y posibles signados de paz, libertad, satisfacción y felicidad. Incorporamos en nuestro nombre los tres pilares fundamentales de nuestra acción política: la unidad, la paz y la democracia, de modo que nos proyectaremos como Movimiento Unidad Paz y Democracia cuya sigla será UPD.


PAZ Y DEMOCRACIA:
Tomando como base la fundamentación de principios éticos e ideológicos, nos planteamos centrar nuestra acción en la construcción política y social de procesos de paz y democracia como también de gobierno y poder a partir de nuestras propias fuerzas y las que podamos acumular mediante una clara política de alianzas con sectores sociales y políticos afines, cuidándonos de preservar la identidad e integridad política y moral.
Superar la crisis nacional debe tener como sustento la organización de un gran movimiento nacional de base por la paz, que tenga un vasto apoyo internacional. La bandera de la paz debe ser asumida por los movimientos populares. Si ellos no se interesan por el problema no hay presión desde abajo para que haya una solución política a la crisis nacional. La paz es la ilusión negada a lo largo y ancho de nuestra historia, pero también es el derecho de nuestro pueblo y de las personas a construir una vida y una sociedad donde los intereses y derechos de las mayorías se respeten y en la cual haya satisfacción de las necesidades materiales y espirituales para todos. Por lo tanto, es legítimo reclamarlo, conquistarlo y defenderlo.

Vivir sin guerra, es posible si hay un acuerdo con todas las fuerzas insurgentes, se desmilitarice la sociedad y se resuelvan los problemas sociales, esto nos pondrá en la tarea de contribuir en la construcción colectiva de la justicia social y en la remoción de las causas que hicieron posible los alzamientos en armas, para hacer una paz que se sostenga en el tiempo y cubra todo el territorio nacional. Obviamente, para lograrlo hemos de ser una opción de poder, constituirnos como tal y construirla con decisión y firmeza desde nuestros acumulados sociales de base.

Sin construcción democrática es imposible la paz. Centraremos, entonces, nuestros esfuerzos en conquistar un Estado democrático donde la democracia burguesa, recortada y excluyente que las clases oligárquicas han impuesto en Colombia, ha de ser  transformada en favor de la democracia popular, que será implementada por un gobierno soberano, que garantice la autodeterminación y la independencia nacional, democrático, popular, de unidad, o sea, de amplia representatividad de las mayorías, y de reconstrucción nacional, que emprenda la tarea de construir y cristalizar un proyecto nacional cultural y latinoamericanista.

Paz y democracia van juntas, se nutren y se corresponden, ambas son causa y efecto la una respecto de la otra; así que poner fin al conflicto armado interno supondrá de inmediato, si los movimientos populares bregan por conquistarlo, una ampliación de las garantías democráticas. En estas circunstancias surge la necesidad y el deber de actuar con presteza, para participar e incidir en el fortalecimiento y desarrollo de un país que se apresta a vivir una nueva era: la del ejercicio de la política sin necesidad de ir a la guerra.

PROGRAMA:
Es en este momento que nos planteamos nuestro norte socialista, al que nos aproximaremos en procesos acumulativos de reformas progresivas, de transformaciones más profundas empujadas por las masas en clara confrontación al capitalismo, a las clases oligárquicas y a las fuerzas imperiales que se proyectan a través de sus multinacionales, promoviendo la lucha del pueblo en su ejercicio soberano de autodeterminarse y de ascender al poder.
Nuestro programa ha de contener las reformas económicas necesarias para garantizar la producción de riqueza y bienestar para todos. Colombia necesita de un nuevo modelo de desarrollo que reemplace al neoliberalismo. Dicho modelo debe integrar la soberanía, el crecimiento económico equilibrado, proporcional y con sostenibilidad en el largo plazo, sustentable, en armonía con el medio ambiente, y cuyo resultado sea el bienestar individual y colectivo. Para lograrlo, el Estado deberá garantizar el desarrollo de las fuerzas productivas con soberanía y racionalidad.
No nos oponemos a la explotación de los recursos naturales, estos son fuentes para el desarrollo del país siempre y cuando se realice su explotación sobre bases de soberanía, es decir, es el Estado quien define las condiciones de prospección, explotación y comercialización de los recursos; con racionalidad, esto es, tomando el cuidado y la planeación de no agotar los recursos por que el mercado lo demande; reducir el impacto ambiental con incorporación de tecnología, preservar los ecosistemas y la calidad de vida de los trabajadores.
El Estado deberá promover una economía basada en nuestras fortalezas productivas -agrícolas, industriales y extractivas- y de servicios que posee el país, tomando en cuenta la complementariedad con los demás países latinoamericanos y con los que acompañamos en procesos de integración económica y regional.
El Estado promoverá el empleo digno y pleno, defenderá el bienestar y derechos del trabajador, entre otros la contratación directa y estable y salarios reales crecientes, erradicará el empleo precario y cubrirá, mediante un sistema de seguridad y bienestar social –que abarca educación, salud, recreación, cultura y ciencia- gratuito, universal y de calidad a los trabajadores y ciudadanos en general.
El Estado defenderá y protegerá la economía y producción nacional, denunciará todos los tratados lesivos a nuestro desarrollo nacional, sancionará y castigará a las multinacionales que hayan promovido la violencia y hará cesar la intervención de las potencias en nuestros asuntos internos.

La democracia popular que queremos, garantizará el libre ejercicio de la actividad política, la inclusión de nuevos movimientos políticos y su expansión y cobertura a la totalidad de la sociedad, organizándolos sin restricción ni exclusión alguna. Cada colombiano será sujeto de derechos y deberes en igualdad de condiciones, sin distingos de raza, credo, sexo o vínculo social.

El Estado democrático protegerá las libertades de movilización, asociación y expresión, resguardará las justas reclamaciones de las mayorías, e instaurará un nuevo sistema de justicia que acabe con la impunidad, la corrupción y toda forma de inequidad judicial. 
                                                                                        
El Estado desarrollará una política de seguridad propia y en consonancia con un país sin conflicto armado interno, reducirá el gasto y el componente militar a los niveles indispensables para la defensa de la soberanía, esto es, el cuidado de las fronteras y de los recursos naturales. Las Fuerzas militares y de policía no serán jamás fuerza expedicionaria de ninguna potencia o de organismo multilateral. Se estructurarán como fuerza popular, patriota y defensora de la soberanía. No será amenaza contra naciones amigas y jamás apuntará sus armas contra el pueblo.

Colombia promoverá la unidad, integración y construcción de la gran nación latinoamericana. Se incorporará a los procesos regionales en curso en nuestra América, tales como UNASUR y CELAC y proyectará su integración económica al MERCOSUR, así como también promoverá su inclusión en la ALBA – TCP. La integración puede y debe darse también de manera sectorial, así la integración productiva, energética, financiera, infraestructural, de comercio, cultural, educativa, de alimentos, contribuirán a la superación de la dependencia y las asimetrías regionales y promoverá la complementariedad tan importante en el desarrollo económico de las naciones.

Pero aún más importante será la integración de los pueblos, que por encima de los Estados, se hermanan, construyen lazos de identidad en la latinoamericanidad y beben de sus historias comunes. Su hermanamiento es la cura contra las guerras y rivalidades entre Estados, es al mismo tiempo la base para la cooperación y el intercambio en condiciones justas e igualitarias. El hermanamiento en el espíritu de nuestra América hará posible materializar los sueños de una sola patria de Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre, Hidalgo, Morazán, Martí, Sandino, el Che, Camilo Torres y Chávez. El hermanamiento de los pueblos nos conducirá a la unidad en la comunión de luchas e intereses, del mismo modo que la unidad popular en Colombia nos guiará a grandes victorias políticas y construcciones sociales.

El Estado junto a las organizaciones de los trabajadores y del pueblo controlará los sectores estratégicos de la economía –finanzas, minería, energía y servicios públicos-, promoverá la recuperación de lo público y desarrollará su función de servidor y multiplicador de servicios públicos en todo el territorio nacional. En consecuencia, recuperará el control y desarrollo estratégico del sistema portuario (aéreo, terrestre, fluvial y marítimo) nacional, al igual que el desarrollo energético del país y gestionará de manera directa el sistema vial nacional y de movilidad pública en las ciudades capitales de departamento. El Estado centralizará el sistema pensional y prestacional de salud en entes públicos.

FORMAS DE LUCHA:
Nuestro movimiento, promoverá la organización autónoma, construcción de poder independiente y lucha directa de las masas en reclamación de justas demandas, será solidario con las luchas sectoriales y territoriales de comunidades y movimientos sociales; promoverá y realizará las actividades propias de un movimiento político para alcanzar sus objetivos estratégicos. Incursionaremos en la lucha electoral para acceder al poder y al gobierno. En este empeño podremos desarrollar una amplia gama de alianzas con movimientos afines y propósitos comunes. Estas alianzas podrán ser de mayor o menor alcance y duración, dependiendo de los propósitos que nos planteemos en cada momento. Nuestro trabajo y lucha fundamental es y será el trabajo de base, que permita generar conciencia, educar políticamente, organizar política y socialmente y movilizar a las personas, comunidades y clases y sectores sociales. En consecuencia, impulsará la convergencia social de los movimientos populares y de toda la izquierda. Además, apoyará las luchas que llevan a cabo los pueblos y organizaciones sociales en Latinoamérica y el mundo contra las políticas neoliberales, contribuirá a combatir las políticas imperialistas, que han generado la crisis global, y afirmará su voluntad internacionalista.
LINEAS DE TRABAJO Y ACCIÓN:
El movimiento proyectará su acción política, organizativa y movilizadora en todas las regiones, departamentos y municipios del país con la participación de todos las clases, capas y sectores sociales populares –trabajadores, artesanos, capas medias, campesinos, indígenas, mujeres, afrodescendientes, jóvenes, estudiantes, intelectuales y profesionales, migrantes, cristianos progresistas, personalidades democráticas y organizaciones políticas desde donde conformaremos los siguientes frentes de trabajo: sindical, barrial, jóvenes, estudiantil, intelectuales, cultura, género, LGTBI, campesino, indígena, negritudes y la diáspora. Para ello se partirá de los acumulados existentes y con planes de acción particular para cada sector, derivados de un plan de acción general.
LÍNEA ORGANIZATIVA:
Nuestro movimiento es para el pueblo y tiene como objetivo incorporarlo a la lucha revolucionaria. Es un espacio autónomo, orgánicamente muy flexible y amplio, de alianza, cuyas líneas de trabajo están orientadas a construir la unidad popular, un comportamiento político revolucionario y un programa de transformaciones democráticas.
Concurren aquí organizaciones sociales, organizaciones políticas de masas,  organizaciones políticas, organizaciones de base, cualquier otra forma de organización sectorial, cultural, ambiental o de otro tipo, individuos y personalidades democráticas y quienes se nos sumen en coyunturas de conflicto, que comparten nuestro programa, líneas de acción y formas de organización y lucha. Los que no están organizados y no quieran organizarse en las formas organizativas preexistentes, podrán hacerlo en grupos de base de UPD.
Respetaremos escrupulosamente las formas organizativas existentes y las estimularemos y alentaremos a robustecerse tanto en el terreno organizativo y político como en el social. Apoyaremos a las organizaciones sociales en sus luchas reivindicativas, politizándolas y orientándolas a participar en la vida política del país.
UPD, a su vez, confluirá organizadamente en la gran convergencia de toda la izquierda colombiana.
En un principio nos proponemos edificar una organización básica, la cual estará en transición hacia una más sólida y definitiva. De momento nos planteamos la creación de un centro articulador que actúe como un Coordinador Político, que hará las veces de comité nacional de impulso, representativo de nuestros contenidos sociales y de las regiones donde tienen presencia nuestras bases y movimientos sociales; que centralice y promueva todo el proceso de construcción colectiva de esta iniciativa política y del que se deriven sendas comisiones de Organización, Comunicaciones, Formación, Finanzas, entre otras. Igualmente, construiremos, en el corto plazo, comités departamentales, municipales y sectoriales como espacios de referencia para todas las formas organizativas e individuos que quieran sumarse al Movimiento.
Movimiento Unidad, Paz y Democracia
Colombia 13 de Abril de 2013.

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