jueves, 17 de enero de 2013



Según Felipe Torres, la apuesta mayor de las Farc está en el desarrollo de una política agraria. FOTO CORTESÍA EL ESPECTADOR
Es el momento de la paz: Torres
El exjefe del Eln, "Felipe Torres", lamenta que no se escuche, en la paz, a esa guerrilla.

Por DANIEL RIVERA MARÍN | Publicado el 17 de enero de 2013
A Carlos Arturo Velandia Jagua pocos lo conocen por su nombre de pila. Santandereano. Exmiembro de la Dirección Nacional del Eln. Otrora, mano derecha de alias “Gabino”, máximo jefe de esa guerrilla. Conoció los rigores del conflicto, estuvo en la cárcel de Itagüí por diez años. Salió libre. Estudió en España. Sigue siendo “Felipe Torres”, su nombre del Eln. El Colombiano habló con él.

Hace poco publicó en su columna de Semana.com los riesgos de acelerar el proceso de paz. ¿Es un problema?

“Las partes están decididas a que los problemas se resuelvan en la mayor brevedad. El inconveniente es cuando una de las partes presiona a la otra y hace ver que esa otra no quiere un ritmo más rápido. Eso genera tensiones. Hay que tener en cuenta que las Farc han llegado con una propuesta de reforma agraria integral y el Gobierno tendrá que responder a sus términos o hacer una contrapropuesta”.

¿Cree que el primer punto de la agenda es el más importante para las Farc?

“No hay lugar a dudas. Tiene mucho que ver, es el leitmotiv del movimiento fariano. Las Farc surgen del mismo conflicto de la tenencia y uso de la tierra, esa es su apuesta. Si hay acuerdo aquí, no habrá más razones para que la guerrilla de las Farc continúe en actividad armada”.

Cuando recibieron las propuestas del Foro Agrario las Farc destacaron propuestas no muy populares entre los empresarios...

“Hay muchas posibilidades de llegar a acuerdos en muchas materias. Participé en ese Foro y allí vi cómo la  Sociedad de Agricultores de Colombia, con presencia del señor Rafael Mejía, expuso sus puntos de vista, algunos muy cercanos al movimiento agrario. Él dijo como el sector ganadero poseía 40 millones de hectáreas y que el consideraba que 20 millones de esas debían ser incorporadas al sistema agrario productivo, curiosamente el movimiento campesino e indígena ha propuesto que sean 11 millones de hectáreas que pasen al sistema agrario. Por ahí hay posibilidades de acuerdo para resolver el problema agrario. Esto terminará resolviéndose, no como lo desean los señores de las Farc ni los señores ganaderos, pero sí va a haber arreglo en el tema agrario”.

¿Cuál es la diferencia de este proceso de paz?

“La diferencia es que los anteriores eran pasos para llegar a este. Este es un proceso que se presenta, a todas luces, definitivo. Creo que este es el último proceso al que asistimos. Todas las condiciones están dadas, tiene todas las características de ser el último, sobre todo porque está rodeado de una situación que ya es, a mi juicio, el agotamiento de la guerra. Las Farc no conquistarán el poder ni el Estado podrá acabar con el fenómeno insurgente”.

Hay sectores que hablan de una división en las Farc y de criminalización...

“Las Farc son una organización muy estructurada y a lo largo de su historia el Secretariado y el Estado Mayor han mantenido el mando sobre todas las estructuras. Obviamente no son los tiempos del camarada “Marulanda”, es posible que se discutan cosas de manera pública, aspectos divergentes, pero eso no sugiere divisiones. Ahora, en todos los procesos que he estudiado, no todos van a la mesa a hacer la paz, de los que van a la mesa algunos retornan a los fenómenos de violencia, incluso algunos firmando, no entregan la totalidad de las armas. Lo importante de esto es que se pone fin a una saga consecutiva en el tiempo y a una presencia  en todo el territorio nacional de unas fuerzas organizadas con niveles de representatividad y reconocimiento”.

¿Por qué el Gobierno no atiende las intenciones de paz del Eln?

“Eso se debe  a varios factores. Primero, a una lectura que es totalmente equivocada, y que no es solo de este Gobierno, muchos han pensando que, haciendo la paz con la guerrilla mayor, a las menores no le queda más que aceptar los términos de ese acuerdo. Segundo, es que ahora se combina asegurar un acuerdo con la guerrilla mayor antes de abordar otros frentes de discusión que puede hacer la negociación más compleja, donde se partiría el proceso. A mí me preocupa seriamente si al Ejército de Liberación Nacional no se le hace una oferta pronta de apertura de un proceso, el Eln pueda optar por dejar pasar esta posibilidad y esperar otro momento. Es un riesgo bastante alto”.

¿Cree que el Eln se está reorganizando?

"Totalmente. Ahora se les ve más activos, en distintas regiones del país y se ha visto que han llegado a nuevos territorios. Creo que han venido creciendo".

Hace poco le dirigió una carta a "Gabino" pidiéndole suspender el secuestro, ¿le contestó?

"No. Tampoco espero que me responda. Con toda seguridad este planteamiento habrá contribuido a la reflexión al interior del Eln sobre la necesidad de superar una práctica que, sobre todo, trae problemas. Esa práctica no le trae a nadie nada de beneficioso y reitero esa petición que le hago al comandante 'Gabino'".

¿Por qué la paz con el Eln es tan esquiva?

"Creo que ha faltado más convencimiento para llegar hasta el final. Los gobiernos con los que el Eln ha negociado han buscado la superación del fenómeno guerrillero, pero no la superación de los problemas del país, que es el principal factor. El Eln no ha encontrado en su contraparte las mismas convicciones que tienen. Un proceso de paz tiene que abordar los problemas sustanciales del país".

El año pasado el Eln le envió una carta en la que lo negaban como vocero ¿Qué pasó?

"Ellos hicieron una clarificación diciendo que yo no los represento ni tengo nada que ver con sus actividades ni su organización  lo cual me releva a mí de todo tipo de responsabilidad. Yo se los agradezco, que lo hubieran hecho público. Yo sigo en mis actividades de buscar la paz. Creo que en la vida me he dedicado a la lucha por transformaciones sociales y ahora es la oportunidad de crear escenarios para la transformación del conflicto y desarrollar las diferencias en un país en paz y en democracia".

¿Antes de la carta se sentía responsable por lo que decía?

Obviamente, y no dejo de hacerlo, porque aún sobre mí hay una mirada por mi pertenencia al Eln. Obviamente yo no respondo a los dictámenes ni a las instrucciones del Eln para decir ni hacer. Yo comparto las tesis políticas del Eln y hoy en día son defendibles en el marco de un país democrático. Yo planteo una renuncia a la lucha armada porque creo que ha sido superada".

¿Estamos a las puertas de una demostración de fuerza por parte de las Farc y del Eln?

"Creo que a partir del 20 de enero las Farc quedan sin ningún tipo de limitación y es lógico prever que quizá van a  incrementar su actividad y seguramente el Eln busque lo mismo. Ya ocurrió en una ocasión, cuando Andrés Pastrana desconoció al Eln, se hicieron notar desarrollando unas acciones supremamente contundentes con unas consecuencias grandes".
COLOMBIAN HEADLINES
‘FELIPE TORRES’ SAYS THIS IS DEFINITIVE
Former Eln member, "Felipe Torres" feels the time for peace in Colombia is now. The difference between these talks and previous attempts is that all others "were steps to get to this point." The war, he says, has been exhausted. "Farc won’t seize power and the State won’t be able to eradicate the insurgency. Peace is the only strategy."
EN DEFINITIVA
El exmiembro de la Dirección Nacional del Eln, "Felipe Torres", cree que este es el último proceso de paz al que asiste el país, solo faltaría el Eln.

martes, 15 de enero de 2013


Las presiones y los spoilers pueden reventar el proceso de paz

Las presiones y los spoilers pueden reventar el proceso de paz. .

Por Carlos Arturo Velandia Jagua
OPINIÓN

Si lo que se quiere es celeridad para llegar a acuerdos, es momento de empezar a discutir los aspectos de la problemática del desarrollo agrario.
Las presiones y los spoilers pueden reventar el proceso de paz. .
 Antes de partir para La Habana, la delegación gubernamental para los diálogos de paz con las FARC-EP, su titular, Humberto de la Calle Lombana, expresó el interés del Gobierno de “meter más ritmo al proceso” para obtener acuerdos en la mesa de negociaciones, con el fin de mantener el apoyo e interés de la sociedad activo y rodeando al proceso. 

Si bien éste es un aspecto que las partes en una mesa de negociaciones deben procurar permanentemente, la insistencia de un solo lado puede entenderse como una presión a su contraparte, lo que no es de buen recibo; razón ésta que ha motivado una respuesta contundente de la delegación de FARC-EP al entrar a la sede de los diálogos el día lunes 14 de enero, en la que invitan al Gobierno a pasar de la retórica y la demagogia a la puesta en práctica de las medidas que hagan posible superar los hondos desequilibrios económicos, políticos y sociales. Además, han dado a conocer a la opinión pública la primera de 10 propuestas  sobre “Reforma Agraria Integral”, construidas luego de analizar los cientos de propuestas que desde la sociedad le hicieran llegar a las partes, en las Mesas Regionales de paz promovidas por el Congreso de la República, del Encuentro Internacional Pueblos Construyendo Paz, las propuestas colgadas en la página web de la Mesa de Conversaciones y del Foro de Política de Desarrollo Agrario Integral con Enfoque Territorial; de tal modo que si lo que se quiere es celeridad para llegar a acuerdos, es momento de empezar a discutir los aspectos que integran la honda problemática del desarrollo agrario, de la tenencia y usos de la tierra, del modelo económico que haga posible la soberanía alimentaria y la protección de la biodiversidad y ecosistemas. 

Planteadas así las cosas, en el inicio de esta fase de negociaciones, las FARC-EP han tomado la iniciativa al llevar a la mesa contenidos y propuestas, las que el Gobierno no podrá ignorar y a las que tendrá que responder o contraproponer, pero igual el tiempo y el ritmo ya estará marcado por los avances hacia acuerdos en esas materias de discusión.

El Gobierno, al presionar con el tiempo, está enviando un mensaje de apremio suscitado por otras motivaciones, como por ejemplo el interés reelectoral del presidente Juan Manuel Santos, lo cual no es conveniente porque para las FARC-EP sus angustias no están en tener “todo listo para noviembre”, como lo desea el Gobierno. Los apremios de FARC-EP están en lograr una base sólida de acuerdos en materia agraria suficiente, que modifique el statu-quo vigente sobre la cuestión agraria y la tierra, como motivo poderoso para dejar las armas y avanzar de la lucha armada a la lucha política con garantías y en democracia. Entenderlo así es importante, de lo contrario se seguirán ejerciendo presiones indebidas que generan malestar en la mesa, enredan el trámite de las discusiones y alargan los tiempos, en lugar de acortarlos; además de que ponen en riesgo la continuidad y estabilidad de los diálogos.

A esta altura de las negociaciones, es conveniente llamar la atención sobre la necesidad que tienen las partes de hacer oídos sordos a la beligerancia verbal y provocaciones, que vengan desde “las barras bravas” de las partes, que como hooligans en un partido de fútbol están dispuestas a destruir el mobiliario urbano gane o pierda su equipo preferido. Corren rumores de que se estarían fraguando acciones violentas contra personas allegadas a las partes y afines al proceso de paz. Situaciones de estas las hemos vivido en otros momentos, con resultados devastadores que el país conoce. Hace solo unos días en París fueron asesinadas tres activistas Kurdas, en momentos en que se están desarrollando conversaciones para el inicio de un proceso de paz entre el Gobierno de Turquía y el PKK – Partido de los Trabajadores del Kurdistán, crimen que a todas luces está dirigido a impedir un acuerdo que ponga fin a la guerra de 25 años que se desarrolla en esa parte del mundo, por la independencia, soberanía y territorio para una nación de 40 millones de personas: el pueblo Kurdo. 

Guardando las distancias de este hecho, pero teniéndolo como referente en el horizonte, el proceso de paz en Colombia no está exento de la acción de energúmenos ni de spoilers, que ven en la paz una amenaza para sus privilegios o la detención de poder y consideran a los pacifistas o actores de la paz como sus enemigos o sujetos merecedores del azote de sus lenguas o sus armas. Cuidar el proceso es cultivar la paz.

En Twitter: @CarlosVelandiaJ 

miércoles, 2 de enero de 2013


“Al ELN no le gusta que lo ninguneen”

“Mi única militancia es la paz”.

 “El diálogo es una forma de lucha”.

“La guerra ha sido derrotada”.

‘Felipe Torres’, santandereano, fue miembro del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Gabino, su comandante histórico, es de San Vicente de Chucurí, donde nacieron los elenos al mando de Fabio Vásquez Castaño en 1964. Antes, en 1950, estuvo allí Rafael Rangel con su guerrilla liberal. En 1966 murió en un combate el sacerdote Camilo Torres. Los subversivos fueron desalojados por el Ejército, y el paramilitarismo de Isidro Carreño puso su parte. Hoy San Vicente es una población pacifica, amable, en pleno desarrollo.

‘Felipe Torres’ en realidad se llama Carlos Arturo Velandia Jagua. Su familia goza de reconocimiento social en Bucaramanga. Su padre fue mi maestro en el glorioso Colegio Santander. A Felipe lo conocí en conversaciones para que los elenos se vincularan a un proceso de paz, cuando se les reclamaba abandonar los atentados contra  los oleoductos.

Felipe era un ideólogo. Hablaba en santandereano, duro, afirmativamente, moviendo las manos y abriendo los ojos para poner énfasis en sus palabras. Un día me encontré con él en Bogotá para hablar sobre lo que había ocurrido en Tlaxcala. Fue capturado, procesado y condenado por rebelión. Estuvo preso en Medellín, con Francisco Galán y Francisco Caraballo. Varias veces los visité, en afanes de paz. Felipe era el mismo convencido, dialéctico, emotivo, como un cruzado de la convivencia.

Candidato a la Presidencia de la República en 1998, hice una “serpatón” para financiar la campaña. Recibí un billete de 20.000 pesos firmado por Felipe y Galán. Lo guardo como grato recuerdo de una actitud sincera por la reconciliación.

Felipe sigue hablando como antes. Ya no es del ELN. Ahora lucha por la paz. Lo entrevistó Ola Política para promulgar su valioso testimonio.

HS: ¿Qué opina del esfuerzo por la paz que se está haciendo entre el Gobierno  nacional y las Farc en La Habana?
FT: Este es un proceso a mi juicio totalmente inédito. En Colombia no había sido posible a lo largo de la historia de “las paces” (porque van varias), desarrollar una arquitectura del proceso en secreto y en el exterior, y mantener la reserva durante tanto tiempo. Sólo lo conoció el mundo cuando las partes estimaron conveniente informarlo, y ya se habían cubierto seis meses de diálogo. Es inédito porque durante mi exilio en España estuve estudiando procesos de paz, mirando de qué manera se sirve uno de esas experiencias. Yo tengo la convicción de que asistimos a un momento histórico en Colombia, y que vamos a ponerle punto final  a 50 años de lucha armada.

HS: A usted lo conocí cuando era miembro activo del ELN, hablando de la paz. Desde ese momento lo identifiqué como alguien  que buscaba una solución política al conflicto. Luego tuve la oportunidad de visitarlo varias veces cuando estuvo detenido en Medellín, y seguía siendo un ardoroso militante de la causa  de la paz. ¿Sigue con ese mismo convencimiento?
FT: Esta es la única militancia que yo tengo en la actualidad: la paz y la construcción de la justicia social. No tengo militancia de ninguna otra índole. Fui militante y dirigente de una organización insurgente durante muchos años y desde allí contribuí al desarrollo de la lucha armada, obviamente, pero cuando me delegaron representar a mi organización en procesos de paz, aprendí el valor del dialogo. Hoy encuentro supremamente valioso el ejercicio de esta ‘forma de lucha’ para lograr las trasformaciones. Posteriormente, cuando recobré  la libertad tomé la decisión de no regresar a las estructuras clandestinas ni a las montañas, y planteé mi decisión de contribuirle al país y a la organización en la búsqueda de caminos para paz.




HS: Eso me alegra, porque sé que usted es una persona con profundas convicciones políticas y grandes compromisos intelectuales. A propósito de ello, ¿qué se puede hacer por la paz como militante de la convivencia? 
FT: Primero que todo, se necesita estar completamente convencido de que la guerra ha sido derrotada como mecanismo para resolver los grandes problemas. Eso nos lo han demostrado 50 años de confrontación y al respecto tienen que hacer un balance el Estado, las Fuerzas Armadas, los partidos y las insurgencias. ¿Cuál es el balance luego de 50  años de lucha  armada? Un país devastado. ¿Qué posibilidades tenemos a futuro? Yo creo que las insurgencias no tienen  posibilidad de acceder al poder.  Pero usted pregunta qué puede hacer el ciudadano del común. Este no tiene otra alternativa que mantenerse en la civilidad, exigir que las partes enfrentadas que ahora están en una mesa de negociaciones se atornillen a ella; que no se levanten hasta haber finiquitado el acuerdo que ponga fin a la confrontación armada. El ciudadano además debe reclamar su participación, estar dispuesto a participar en el ejercicio a su derecho a construir este país. En el posconflicto se tendrán que crear escenarios de  inclusión, donde el ciudadano común y corriente pueda expresar su voluntad en relación con los cambios que necesita el país.

HS: ¿El ELN, a su juicio, está interesado en un procedimiento similar al que se adelanta en La Habana?
FT: El ELN ha mantenido desde los años 90 la bandera de la solución política del conflicto. El 18 de julio de 2010 Gabino en un video le dice al presidente electo Juan Manuel Santos: “hablemos de paz, retomemos el proceso donde quedó el gobierno anterior. Démosle continuidad, hombre, hay cosas que se pueden rescatar, ese es nuestro deseo”. El 25 de julio de ese mismo año es el famoso video de Alfonso Cano, donde dice lo mismo: “hablemos”. Así las cosas, los dos máximos comandantes de las dos máximas organizaciones le plantean el diálogo a Santos. Y este en su discurso de posesión como jefe de Estado le anuncia al país que tiene la llave de la paz, expresa una voluntad. A partir de ahí se empieza a construir una oportunidad de oro. Obviamente con decir “hablemos” no está resuelto todo. Posteriormente matan a Alfonso Cano, pero las Farc mantienen su voluntad de dialogar. 

El Ejército de Liberación Nacional también tiene la voluntad y ha tomado la misma decisión, con una diferencia: que el gobierno estima que no es el momento de iniciar con el ELN. Hay allí hay un cálculo, una noción que obviamente a los ‘elenos’ les incomoda muchísimo, a mí en particular, por esa mirada tan desigual, tan asimétrica que se da con las dos organizaciones. El hermano del presidente, Enrique Santos Calderón, en una entrevista a Semana dijo que “los elenos enredan hasta un aplauso”. Eso obviamente genera irritación en el ELN, porque a nadie le gusta que lo ninguneen. 


HS: ¿Qué puede ocurrir entonces con el ELN, digamos a corto o mediano plazo?
FT: Si a febrero o marzo de 2013 no se ha iniciado un proceso de diálogo sostenido con el ELN, este podría tomar la decisión de dejarlo para después, o sea que no se adelantaría ningún proceso de paz con Juan Manuel Santo en sus primeros cuatro años.

HS: Después de lo de Tlaxcala, con el ELN hubo nuevos intentos y siempre se pensaba que no faltaba sino el último paso. Incluso durante el gobierno de Álvaro Uribe, hubo encuentros en La Habana. ¿Qué pasó a última hora?
FT: Donde más ha logrado mostrar avances el ELN, curiosamente, fue con el presidente Uribe, a tal punto que se llegó a elaborar un formato de proceso llamado el Acuerdo Base. Pero Luis Carlos Restrepo cometió un gran equivoco al confundir los escenarios y los actores, y por eso yo dije que era un gran irresponsable, y lo sigo sosteniendo. Él creyó que podía darle al ELN exactamente el mismo tratamiento que le estaba dando a los grupos de Mancuso o de Jorge 40, cuando pretendió colocar entre la espada y la pared al movimiento insurgente diciéndoles: "ustedes  se concentran y se identifican, todos sus militantes urbanos y rurales, y los metemos en un campamento, porque es la única manera de hacer diferenciación y separación  de fuerzas". Eso dinamitó el proceso, lo reventó, y no fue siquiera posible recoger los muebles de ese naufragio. A Restrepo se le dijo “por ahí no es la cosa”. Expertos internacionales le dijeron al presidente Uribe que un proceso de paz nunca se ha hecho así, donde en medio de las conversaciones la contraparte tuviera que concentrarse y dar sus nombres. Eso era algo totalmente inédito.

HS: Teniendo en cuenta el ánimo guerrerista y de querer aplastar a la guerrilla que siempre ha mostrado Uribe, ¿no pudo ocurrir que este les mandó a Luis Carlos Restrepo, como se dice vulgarmente, a ‘mamarles gallo’? 
FT: Eso es muy complicado de afirmar. Con decirle que Uribe llegó un momento en que le hizo esta oferta al ELN: “si ustedes hacen un cese de todos los actos de violencia, mañana mismo voy a un campamento, me reúno con Gabino, firmamos la paz y hacemos los ajustes de ley para que se vinculen a la lucha política democrática”. 

HS: ¿Por qué no firmaron el acuerdo entonces?
FT: Cuando yo hablé con Uribe él por supuesto respaldó a su Comisionado, pero matizó su propuesta. Me dijo, “dígale a Gabino que la situación se puede superar, que no es estrictamente indispensable que se instalen en un sitio”. Y yo le respondí: “presidente, la guerrilla del ELN no se concentra porque no es un ejército expedicionario, está con la comunidad, está con las gentes. La fuerza del ELN es más política y organizativa que armada, el 80 por ciento se dedica a estas actividades y solo un 20 por ciento a la lucha armada. ¿Cómo pretende usted concentrarnos?” Y él decía: “miremos entonces que haya algunas agrupaciones territoriales, no tantas como frentes tengan, pero que si haya agrupamiento en algunas regiones, Por ejemplo que en Arauca se concentren los que están en los Llanos, y los de Santander y el Magdalena Medio en un sólo lugar, y los del Tolima y el centro del país también. Esa era la idea que planteaba el presidente, un nivel de concentración con más flexibilidad, pero Luís Carlos Restrepo se encargó de conducir todo el proceso al fracaso.


HS: Lo oigo hablar con un gran sentido de solidaridad y compromiso con ELN, pero el pasado 26 de marzo el Comando Central de esa organización expidió un comunicado donde dijo que usted no era “vocero ni representante” de ellos. Daría la impresión de que eso equivale a una expulsión. ¿O me equivoco?
FT: No, no está equivocado para nada. No represento al ELN, pero soy un eleno de principio a fin. Es que lo eleno no es una camiseta; yo no estaba vinculado a un equipo de fútbol, donde se hacen transferencias o esas cosas. Yo soy un revolucionario, y me hice revolucionario en las frondas del Ejército de Liberación Nacional, y por diversas circunstancias dejé de ser miembro activo, y por eso no lo puedo representar. Cuando ellos toman esa decisión, porque estiman que las cosas que yo digo pueden ser interpretadas como que son del ELN, yo siento un gran alivio porque me quitaron un piano de encima. Porque todo el mundo me miraba como su representante, cuando no lo era; o como si tuviese vínculos, cuando no los tengo.  De modo que los vínculos que tengo con el ELN no son orgánicos, pero sí indestructibles, porque son morales, éticos y de grandes afectos.

HS: ¿Y políticos?
FT: Políticos, claro. Todos sus representantes y combatientes son mis hermanos de afectos. Las tesis políticas del ELN son conquistables a través de la lucha política y democrática, y a eso es a lo que yo me dedico: a defender la paz con justicia social, la democracia, la inclusión de un mejor país; esas son las tesis políticas. Soy eleno, soy Camilista de aquí a la luna. 

HS: Usted le escribió una carta a Gabino donde le solicitó acabar con acabar con los secuestros. ¿Cree que será escuchado?
FT: Finalmente el ELN tomará esa decisión, porque lo de los secuestros es un fardo, un lastre supremamente pesado y no tiene por qué seguir cargándolo, siendo que ninguna de las estructuras se sostiene con eso. El secuestro es una práctica delincuencial, no una práctica que desarrollan de manera activa las insurgencias. Las guerrillas no viven de secuestrar. Entonces ¿qué sentido tiene seguir manteniendo esa figura como si de eso viviera? 

HS: En una entrevista con Alfredo Molano para el Espectador en agosto del año pasado, usted contó que está sin trabajo. Entonces, ¿a qué se dedica?
FT: Esto de la paz es un apostolado. Yo tengo muy importantes amigos vinculados a la labor académica, que me invitan a dictar charlas con sus estudiantes de ciencias políticas. Y de vez en cuando sale una consultoría, como el año pasado, cuando fui contratado para producir un libro sobre los costos y efectos del conflicto armado en Colombia. Ahí precisamente hice un balance, con el propósito de acercarnos a la verdad histórica, pero también de decirle al país: “seamos conscientes de lo que nos ha costado, para que no se vuelva a repetir”.

HS: ¿Cómo ve a los que se oponen al proceso de paz? Por ejemplo, Fedegán. 
FT: Ellos son parte de un país con los que también hay que hablar y negociar. En mi última columna para Semana.com propuse una mesa de paz Uribe – Santos, como parte del proceso. Eso tendrá que darse, algún día ellos deberán sentarse a hablar y buscar acuerdos sobre los grandes problemas del país, entre estos el problema de la paz y el de la guerra. Uribe cree que hay que derrotar a las guerrillas y luego conversar, y Santos lo entiende como ponerle fin al conflicto abriendo espacios y creando climas de reconciliación. Si queremos realmente poner fin al conflicto armado, tendrá que haber mucha verdad, mucha reparación, y mucha impunidad para todos.

HS: ¿Cómo así que impunidad?
FT: Es que no concibo que este proceso de paz vaya a llenar las cárceles con generales o con jefes guerrilleros. Eso no se va a dar, así no se va hacer la paz en Colombia. Jamás. Las victimas que hoy con todo derecho reclaman justicia, deberán entender que para ganar la paz y para que no haya mas victimas, tendrán que sacrificar un poco sus aspiraciones. Entender que la paz es reparadora y que la paz también es un acto de justicia. Es decir, no solamente la cárcel es un acto de justicia; la paz también lo es. Obviamente, hay crímenes que no pueden quedar en la impunidad y tendrán que ser intervenidos mediante una justicia transicional. La transicionalidad contempla elementos simbólicos sancionatorios, donde se les diga a las partes: lo que hicieron no fue bien hecho, y por eso los sanciona la sociedad y el Estado. Pongo el ejemplo de El Salvador, donde Joaquín Villalobos, máximo comandante del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) termina él asumiendo toda la responsabilidad por los delitos cometidos. Él fue sancionado “intuitu personae”, o sea que asumió la totalidad de las sanciones y fue castigado con el destierro y la prohibición –de por vida- de participar en la vida política y publica de su país. Esta es, a mi modo de ver, la clase de justicia transicional que podría abrir el camino a la reconciliación,
Tomado de: http://www.olapolitica.com/?q=content/%E2%80%9Cal-eln-no-le-gusta-que-lo-ninguneen%E2%80%9D