jueves, 30 de octubre de 2014

COMISIÓN DE LA VERDAD - FORO EN LA UNIVERSIDAD DE LOS ANDES - 20/10/14

¿Toda la verdad?


Así fue:
II Encuentro Internacional de Estudios Críticos de las Transiciones Políticas ‘La vida cotidiana como problema para la paz’.
Fecha: 20 – 22 de octubre de 2014
Organizó: Departamento de Antropología – Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes, entre otras instituciones y centros de estudio.

“Las comisiones de la verdad son, entre otras cosas, mecanismos de reconstrucción histórica que se encargan de la definición, recolección y producción de un saber institucionalmente legitimado y reconocido por la sociedad sobre el pasado violento de un país. Como ha pasado en otros contextos nacionales, una comisión tiene el reto de producir una “instantánea” del proceso general de violencia lo más completa posible de graves violaciones de derechos humanos durante un período concreto al igual que otras modalidades de violencia. En el fondo, la posibilidad de realizar esto recae en el entramado conceptual que da origen al proceso comisional".

De aquí y de allá



“Tenemos que definir en esa comisión de la verdad cuál ha sido la responsabilidad institucional vs. la responsabilidad política…¿Para qué escribir la memoria histórica? No se puede repetir lo que sucedió en todos los órdenes…Tenemos que escuchar a las víctimas silenciadas que aun hoy existen donde todavía hay presencia delas Farc, del Eln que no han sido escuchadas...esas voces tienen que estar ahí”.

“¿Cómo plasmar lo que ha sucedido en el conflicto armado colombiano?...toda esta cantidad de eventos, de hechos nos da una foto de lágrimas y de dolor, de sangre…de algo que no se puede volver a repetir, eso está claro en la institución. Los que más queremos la paz somos los miembros de las Fuerzas Militares”.

“¿Para qué escribir la memoria histórica? No podemos seguir sembrando más dolor en esas víctimas”.

Coronel (r) Carlos Arturo Velásquez 
Centro de Memoria Histórica Militar 
Escuela Superior de Guerra

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 “Se necesita una comisión de la verdad que revele los caminos históricos y las señales estructurales que nos permitan entender, como sociedad, qué pasó. Una comisión de la verdad es un mecanismo de cierre que intenta sortear los obstáculos judiciales que tiene el esclarecimiento de la verdad por vía ordinaria… en Colombia no podríamos hoy, por vía ordinaria, esclarecer todos los crímenes del país”.

“Una comisión de la verdad en Colombia tendría que partir de un consenso de cómo hacer este trabajo y lo primero que se debe hacer de parte del Estado es dejar el negacionismo de su responsabilidad en la violencia, es decir, tiene que haber algún grado de reconocimiento de la responsabilidad, porque es el Estado el que le va a dar origen a la comisión de la verdad”.

Camilo Villa 
Movimiento de Víctimas de Crímenes de Estado
Movice
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“Veo fabuloso el proceso de paz, por fin veo una luz al final del túnel… los académicos y los medios de comunicación le estamos haciendo mucho daño a la paz, Uribe le pone trancas, pero la academia y los medios también. La paz debe ser un cambio de actitud. Durante 50 años mucha gente vivió de la guerra y me preocupa que durante los próximos 50 mucha gente viva detrás de la paz, sin que lleguemos a ella”.

Maurice Armitage
Empresario vallecaucano

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“En momentos ‘epocales’ como yo los llamo, se constituyen comisiones de la verdad para saber qué fue lo que pasó. Esa es una necesidad inaplazable si queremos superar 50 años de guerra y abocarnos a un futuro sin ella, y sin el ejercicio de la violencia en el desarrollo de la política. Para la comisión de la verdad la sociedad tendrá que estar dispuesta, tendrá que cuidarla, protegerla y respaldarla, y a quienes les corresponda y quienes sean conminados por ella, deberán acudir a ella”.

“Todo ciudadano que considere que puede contribuir al desarrollo de la verdad, al esclarecimiento de hechos para el fortalecimiento de la construcción de la verdad histórica, y develar la verdad sobre hechos específicos del conflicto, tendrá que acudir a la comisión de la verdad, es su deber”.

Carlos Arturo Velandia
Investigador y consultor de paz
Exmiembro de la dirección del Eln

Tomado de: http://www.uniandes.edu.co/noticias/ciencias-sociales/itoda-la-verdad

lunes, 20 de octubre de 2014

BERTHA LUCÍA FRIES Y CARLOS ARTURO VELANDIA: DOS VÍCTIMAS QUE HABLAN DE RECONCILIACIÓN - ENTREVISTA DE FERNÁNDA SÁNCHEZ JARAMILLO


DOMINGO, 19 DE OCTUBRE DE 2014 11:51

FERNANDA SÁNCHEZ JARAMILLO  PARA LA PLUMA

Final del formulario


Bertha Lucía Fries, víctima y superviviente del atentado al Club El Nogal, y Carlos Arturo Velandia, ex guerrillero del ELN, cuyo hermano fue desaparecido por El Estado, hablan sobre paz y reconciliación.
 Por: Fernanda Sánchez Jaramillo para La Pluma, periodista, maestra en relaciones internacionales y trabajadora comunitaria. Colaboradora de La Pluma
FSJ: Se conocieron en el Foro Nacional de “Víctimas” en Cali. Sus contextos sociales, políticos, historias de vida y hechos victimizantes son muy diferentes. ¿Qué significa para ustedes estar juntos respondiendo esta entrevista?


BLF: Me siento agradada. Yo sugerí hacer el encuentro personal y no contestar las preguntas vía email, no quise que fuera algo impersonal. A pesar de que planteas que son dos orillas distintas, en algunos aspectos sí y en otros no.
Trabajo en procesos de reconciliación con valores con reinsertados de las Farc, el ELN, los paramilitares, víctimas y población civil porque mi idea es buscar puntos de encuentro y generar diálogo.
En la historia del país yo me gané una rifa y Carlos otra. Cada uno interpreta la realidad nacional a su manera y lo asume. Yo me he vivido con mi verdad y ahora escucho a otros actores; he visto que hay muchos prismas y con esos prismas tenemos que trabajar en la reconciliación. Todos tenemos contextos distintos y nos han tocado situaciones difíciles, lo importante es ponerme en los zapatos del otro, ponerme en su situación para manejar el tema de la reconciliación.



Bertha Lucía Fries

CAV: Para mi este es un feliz encuentro. Yo salí del Foro Nacional de Víctimas con lazos espirituales con mucha gente y con la totalidad de las victimas que estuvieron allí presentes porque somos compatriotas, colombianas y colombianos sujetos de derechos y deberes y porque tenemos en común el dolor que nos une. Al mirar a los ojos no es posible establecer el tamaño del dolor: el dolor no tiene sexo y no tiene medida, el dolor se lleva por encima de cualquier cosa.
FSJ: ¿Qué estrategias han utilizado para llegar al punto de sosiego y serenidad que proyectan y proyectaron en el Foro Nacional de Víctimas en el que dolores diversos confluyeron?
BLFHe aprendido a manejar la serenidad porque trabajo en procesos de cambio y en los procesos de cambio algunas de las cosas que “inyecto” a la gente son paciencia y persistencia. Les decía a los jóvenes que así tengan el problema más grande pongan una sonrisa en la cara y así alejan los problemas, el solo hecho de sonreír relaja.
A mi la vida me pone la “trampa” de ser coherente cuando pusieron la bomba en el Nogal. Tuve que ser paciente, serena, proyectar que todo estaba bien y tomar mi propio jarabe porque creían que no volvería a caminar. La vida me puso una prueba fuerte: de ser deportista y bailarina pasé a ser movida como una muñeca de porcelana.
Pero el trabajo que hice también con poblaciones marginalizadas me enseñó a tener paciencia y también mi experiencia en Estados Unidos, durante ocho años, allí tuve tiempo para pensar.
Soy serena pero no siempre. No tolero la injusticia y pobreza cuando hablo de eso me vuelvo emocional y hablo fuerte. Pensar que hubo responsabilidad del Estado en lo que pasó, pensar que muchachos se embarcan en las guerrillas porque no hay empleo porque no tienen con qué alimentar a sus hermanos, hasta ahí llega mi serenidad.
Es una gran responsabilidad el proceso en el que estamos. Me encantó ir a Cali pero volví envejecida, diez años, de escuchar tanto dolor. El dolor que hemos puesto seis millones de personas espero que sirva para construir los cimientos de un país distinto buscando puntos de unión.
CAV: Siento serenidad más que sosiego. El sosiego va con la tranquilidad y yo aún no tengo esa tranquilidad que sería el país sin guerra. Creo que no tendré paz ni sosiego hasta no sentir que he cumplido con lo que mínimamente pueda hacer y entregarles a mis hijos el país sin guerra.
Me embarqué en la lucha armada para tomarme el poder porque pensé que transformaría las condiciones de inequidad e injusticia y no pude. Lo mínimo que podemos hacer los revolucionarios hoy es entregarle a la sociedad el país sin guerra.
Recientemente he cumplido 62 años y el tramo final es relativamente corto por eso quisiera ver el país sin guerra y ver que se inicia un proceso difícil de reconciliación, reinclusión y ampliación de la democracia que busca transformaciones profundas. Con eso tendría paz y sosiego.
La serenidad la da la temperancia; el saber que uno no está solo, que hay otras verdades. Hay muy pocas cosas que me alteren y he aprendido el respeto que me lleva a la tolerancia, además a entender que la verdad mía se completa con la de otros y eso va dando serenidad, paciencia.
Diez años en prisión ayudan a domar los espíritus “levantiscos”. Pero de la manera como soy, sereno, me muevo sobre convicciones muy firmes y comprendo que no toda la verdad la tengo yo y esto ayuda a ser calmado. Los años, las experiencias, las luchas, los malos momentos, eso contribuye a la serenidad.

Carlos Arturo Velandia
FSJ: Carlos Martín Beristain, doctor en psicología, afirma que la reconciliación no puede reducirse a un proceso exclusivamente psicológico ¿Han logrado ustedes reconciliarse espiritual y políticamente con quienes los victimizaron?
CAV: Hay diferentes niveles o estadios en los procesos de reconciliación; no son perfectos ni totales ni absolutos. En mi caso particular hay una gran disposición; tengo una actitud muy clara y abierta, muy dispuesta a la reconciliación pero obviamente sobre la base de que haya reciprocidad y que las personas con las cuales deseo reconciliarme tengan una actitud equivalente.
Esto ayuda para establecer un estado psicólogico en la persona que facilita estos procesos, es una combinación de una disposición espiritual pero también debe ir acompañada de la necesidad de saber por qué ocurrió lo que ocurrió.
Si bien uno adivina las respuestas uno quiere escuchar. Yo quiero escuchar a los militares decir por qué desaparecieron a mi hermano de 27 años de edad, el menor de 14 hijos, si el asunto era conmigo.
La reconciliación es un proceso de construcción no es un acto terminado. También es importante superar la animosidad y la ira y si no está acompañada de perdón difícilmente puede haber reconciliación. El perdón solicitado o pedido que se complementa con la aceptación del otro porque uno se reconcilia con otro.
BLF: Se realizó un encuentro de Víctimas Visibles en el Club El Nogal y las victimas del Club el Nogal no fuimos invitadas. Llegué allí por casualidad y expresé que no fuimos invitados a pesar de que hubo 156 muertos y 35 heridos entre nosotros.
Me comentó uno de los organizadores que le dijeron a las personas del club que nos invitaran pero esto no ocurrió. Una de las organizadoras me regaló unas flores y yo pensé: si hay una situación en que una persona me falla y me regala flores, nos reconciliamos, si vuelve a fallar y me regala otras flores nos reconciliamos nuevamente y me lleno de flores.
Pero la reconciliación incluye un acto de reconocimiento de una falta. Quiero que me digan las Farc ¿cuál era el objetivo de esa bomba? ¿A quién iba dirigida? Y que el Estado me diga ¿por qué no nos ofrecieron protección si había información sobre ese atentado?
Tiene que haber reconocimiento, reconciliación con valores y generar comportamientos que demuestren que esto no volverá a suceder. Se necesita compromiso con la reconciliación.
En la reconciliación hay varias etapas: con el Estado y la guerrilla y también con sectores de la sociedad. Si hay reconciliación y reparación será simbólica porque ¿quién le devuelve a las personas a sus seres queridos?
Falta mucho terreno por recorrer. Si me toca ir a La Habana yo les preguntaría a las Farc ¿qué lograron con este atentado y cuáles son sus valores y compromisos con el proceso de reconciliación?
FSJ: ¿Entre la justicia retributiva y la justicia restaurativa cuál creen ustedes es más útil para el futuro proceso de reconciliación en Colombia?
CAV: Yo haría una fusión de las dos porque no me cuadra que “Alias Macaco” que reconoce más de dos mil muertes solo pague ocho años de cárcel porque quizás merece más.
En mi opinión se deben combinar ambos modelos o presentar otra alternativa. Pero alguien tiene que asumir la responsabilidad, quienes han generado estas muertes. El castigo debe ser evidente y ser apoyado por la sociedad. No puede ir en contravía de la sensibilidad de la sociedad porque ¿hasta dónde puede la sociedad soportar tanto crimen, bellaquería y tanta impunidad?
BLF: Coincido contigo, son las dos. Unos merecen la cárcel, definitivamente, ser privados de su libertad pero también otro acto de reparación sería por ejemplo que quienes sembraron las minas las quiten y reparar a las víctimas con el dinero conseguido por participar en la cadena de las drogas.
Hay quienes tienen responsabilidad como por ejemplo las personas de las cúpulas pero no siempre los bajos mandos que los obedecen y que ingresan a estos grupos por generar un ingreso aún sabiendo el dolor que esto le causa a sus familias.
FSJ: La reconciliación es una meta y un proceso también. ¿Cuánto tiempo creen que tarde en concretarse la reconciliación nacional?
CAV: Es una construcción generacional que nos va a tomar varias décadas porque es un proceso de recomposición social y cuando las sociedades se quiebran se rompe también la idea de la solidaridad. Entonces el proceso de recomposición tarda más o menos lo que duró el conflicto.
Las fases de “rehabilitación” van a ser matizadas por hechos de violencia que van a prolongarse y no se puede superar esta larga noche con un proceso corto, mínimo tomará tres generaciones. Nuestros hijos, nuestros nietos serán protagonistas del proceso y esos niños de 10 y 12 años crecerán viendo ante sus ojos la construcción de los acuerdos de paz.
BLF: Hace unos días yo dije en automático: una generación pero después pensé que tomaría más tiempo. Yo me embarqué en este proceso pero en los círculos que me muevo veo mucha apatía, lo vimos en las elecciones con tanta polarización sobre el tema de la paz.
Coincido contigo Carlos en que nos tomará muchos años. No todos estamos listos para la reconciliación lo veo incluso en mi microcosmos del Club El Nogal donde hay empresarios, Pymes, mypymes, clase ascendente, clase política y clase “firififí”.
Por eso nosotros debemos comenzar a generar un proceso de diálogo, que incluya valores, diversas vertientes y posiciones, diálogos que desmitifiquen el tema de la reconciliación.
Que la gente empiece a pensar en lo que le ocurrió a estos ciudadanos que tuvieron que embarcarse en esos grupos, que no tenían otro camino y que vean otras historias eso, por ejemplo, contribuye a la reconciliación.
FSJ: Para Ómar Rincón, educador colombiano, una nueva masculinidad sería una condición básica para alcanzar la reconciliación. ¿En su opinión cuál es el elemento fundamental que garantizará una reconciliación efectiva en nuestro país?
CAVYo creo que el Estado y la sociedad deben coincidir en incorporar la cultura de paz como común denominador. La cultura de paz no se limita a la educación formal sino que incluye el comportamiento del ciudadano y la recuperación de valores que tuvimos y debemos enderezar porque los hemos pervertido.
Hay que pensar en la construcción del ciudadano con deberes y derechos, introducir una cultura de paz en la educación formal e informal, en la familia y en el comportamiento social.
BLF: Yo creo en la reconciliación con valores y que es importante lograr un mandato de estado para acelerar el proceso. Se necesita una política de Estado y que se generen diálogos apreciativos de asuntos de interés donde se incluyan diferentes prismas.
Verbalizar sensaciones ayuda a sanar y limpiar la mente abre el espacio para mejoras. Si logramos hacer eso con la población colombiana, más de 40 millones de bodegas, limpiarlas y sacar los monstruos eso ayudará mucho. Para mi son fundamentales los espacios de diálogos, hablar y escuchar y construir con base en la coincidencia.
FSJ: ¿Qué tipo de activismo por la paz y la reconciliación realizan ustedes dos, qué metodología utilizan y en qué espacios lo desarrollan?
CAV: Estoy visitando universidades colegios y liceos donde me invitan a hacer disertaciones sobre la paz. Viajo a provincia a donde no llegan los conferencistas y donde hay un nivel de receptividad importante.
Lo hago como un apostolado, no cobro por las charlas y además pertenezco a un espacio con ciudadanos del común. Nos reunimos semanalmente, desde hace tres años, para analizar y pensar el proceso de paz con una actitud propositiva.
En ese espacio participan desde ex generales de la República, un ex comisionado de paz, un ex zar antisecuestro, ex líderes guerrilleros, sindicalistas, profesionales de la salud, estudiantes, y desempleados entre otros.
BLF: He venido desarrollando mi trabajo en el Club El Nogal con las víctimas. En otros espacios hablo de reconciliación con valores con reinsertados de diversos grupos armados y me he reunido con funcionarios de alto nivel para proponerles esta tesis de reconciliación con valores y hacerla masiva.
FSJ: ¿Qué papel podrían cumplir los medios de comunicación en la reconstrucción de tejidos sociales dañados durante más de 60 años?
BLF: Te voy a contestar con un par de ejemplos de lo que me ha pasado a mi. Yo como víctima compito desde que sobreviví a la bomba en el Nogal con hechos de sangre. Yo solo tenía un hilito de sangre que salía de mi rodilla; sin embargo, fui la superviviente con heridas más graves.
Después de mi viaje al Foro Nacional de Víctimas de Cali me pidieron una entrevista pero querían que mostrara mi dolor, mi victimización nada más.
¿Por qué no sugerir temas innovadores que contribuyan al proceso de reconciliación, pensar más en la sostenibilidad del país y no en la rentabilidad del periodismo? No seamos cortoplacistas, pensemos en el tema de la paz y reconciliación, en un país distinto y utilizar ese poder, el cuarto poder, para unir y no polarizar.
CAV: Los medios deben cumplir un papel complementario, comprometido con la paz e ir más allá de lo que han ido cuando toman parte del lado de la guerra o en su papel exclusivo de informar sin alma o cuando le ponen el corazón a las salidas de fuerza
Por fortuna hay cambios interesantes y -como los hechos de violencia son cada vez menos intensos, menos frecuentes, entonces son menos protagonistas los generales, los guerrilleros, los paramilitares- muestran líderes sociales en interlocución con el gobierno.
Pero aún estamos en déficit y los medios deben visibilizar los hechos de paz que la sociedad colombiana ha protagonizado durante estos 60 años en medio de las balas, y presentar esas acciones positivas y con valores comunitarios.
Si se mostraran esas prácticas de convivencia se avanzaría mucho más. El sector privado podría pagar un minuto diario de paz, en televisión, y tendríamos 365 minutos dedicados a visibilizar prácticas de convivencia.



Carlos Arturo Velandia y Bertha Lucía Fries
Fernanda Sánchez Jaramillo para La Pluma, Bogotá, Colombia, 18 de octubre de 2014
Fernanda Sánchez Jaramillo es periodista y magíster en Relaciones Internacionales. Y trabajadora comunitaria. Colaboradora de La Pluma.net


miércoles, 1 de octubre de 2014

"SI CON LA GUERRA NO FUE POSIBLE TOMAR EL PODER HABRÁ QUE TOMAR OTRAS VÍAS" - CARLOS ARTURO VELANDIA - ENTREVISTA DE AINARA LERTXUNDI - GARA

2014 – 7- 20 igandea GARA 

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PROCESOS DE DIÁLOGO CON LAS GUERRILLAS EN COLOMBIA

CARLOS ARTURO VELANDIA - EXDIRIGENTE DEL ELN Y DELEGADO EN PROCESOS DE DIÁLOGO

Carlos Arturo Velandia fue parte de la dirección nacional del ELN y, como tal, participó en procesos de diálogo con el Gobierno. Lo detuvieron y encarcelaron en Medellín, en cuya cárcel lo visitó en varias ocasiones el excandidato presidencial Horacio Serpa. Tras su puesta en libertad, dejó la lucha armada y se exilió en el Estado español, donde se vinculó como investigador a la Escuela de Cultura de Paz de Barcelona. Ha regresado a Colombia para seguir trabajando por la resolución del conflicto.


«Si con la guerra no fue posible tomar el poder, habrá que buscar otras vías»

Ainara LERTXUNDI

Carlos Arturo Velandia, con el número de preso de Arnaldo Otegi para pedir su excarcelación. GARA

Desde su Colombia natal, a la que ha regresado para vivir de cerca y arropar los procesos de paz, el exguerrillero y exdirigente del ELN Carlos Arturo Velandia explica, en conversación telefónica con GARA, que «para el movimiento guerrillero esta es una oportunidad muy importante de poder superar una guerra de 50 años en la que el Estado no fue capaz de derrotar a las insurgencias ni estas tampoco pudieron derrotarlo». Subraya que «si a través de la guerra revolucionaria no fue posible tomar el poder, habrá que buscar otros caminos», como los de Venezuela, Bolivia o Ecuador.

No descarta que un exguerrillero pueda gobernar en Colombia como ya ocurre en El Salvador, Uruguay y Brasil, pero para ello «tendrán que superarse muchos obstáculos y los movimientos exinsurgentes tendrán que dejar las armas, hacer demostraciones y construir unos canales de comunicación con la sociedad para comunicarse en otro tipo de claves».

Ni siquiera ha pasado un mes y las presidenciales parecen ya algo lejano. Mantuvieron en vilo a muchos sectores por el rumbo que podrían tomar las
Conversaciones con las FARC y el ELN en caso de ganar el candidato uribista. ¿Qué panorama dibujó la victoria de Santos?

Fue una victoria muy clara y contundente del presidente que buscaba la reelección. Ganó las elecciones con el apoyo de la izquierda democrática y sectores de centro, lo que significa que tiene un mandato para darle continuidad al proceso de paz. Este mandato también es un mandato de los electores hacia el movimiento insurgente para que ponga fin al conflicto y busque a través de la solución política el fin del mismo. El resultado desautoriza la guerra y derrota de manera contundente a la extrema derecha, que tenía una oferta de guerra. Eso son gestos supremamente positivos. Seguramente, el Gobierno del presidente, en su nuevo periodo que se inicia el 7 de agosto, propondrá la participación de los sectores que lo han apoyado. Sería una oportunidad para que la izquierda democrática entre en un momento donde se van a desarrollar e impulsar importantes reformas para poner en marcha los acuerdos de paz que se logren tanto en La Habana como los que se consigan con el ELN. Sería una buena oportunidad para que la izquierda participara en el gobierno y adquiriera experiencia en gobernar, porque no la tiene.

¿Cómo interpreta la alta abstención, cercana al 50%, teniendo en cuenta que la campaña se presentó como una elección entre la guerra y la paz?

Esla combinación de varios factores. Aquí existe una tradición histórica de una alta abstención electoral, mucho mayor cuando se trata de las elecciones al Parlamento –en las legislativas de marzo superó el 60%– y un poco menor, pero también supremamente alta, alrededor del 50%, cuando son presidenciales. Se juntan la desconfianza, el descreimiento, el escepticismo y la ilegitimidad de los partidos tradicionales. El elector no se ve motivado a participar en las elecciones simplemente porque no encuentra una oferta creíble o porque los candidatos tienen pasados poco claros. Esto explica en buena medida este comportamiento tan abstencionista.

Tras los comicios, el presidente electo, Juan Manuel Santos, anunció el inicio de conversaciones exploratorias con el ELN. En su condición de exdirigente de esta guerrilla, ¿cómo sitúa este incipiente proceso?

En este momento están en una etapa de exploración, en un proceso de construcción de la agenda. Han coincidido en identificar dos puntos que son sustanciales en ella: el de víctimas y el de la participación en política. Muy seguramente, aunque no conozco más, se trabajará en los mismos parámetros en los que se ha acordado el tema de víctimas en la agenda de La Habana. No podría tratarse de una manera con el ELN y de otra con las FARC. Los mismos parámetros, e incluso las mismas metodologías, serán implementadas en ambos casos.

¿Qué diferencias puede haber entre los dos procesos?

Quizás las diferencias que pueda haber las han venido marcando con anticipación
los dirigentes del ELN. En 2007, Pablo Beltrán planteaba que se debía saber toda la verdad, utilizando para ello la frase «verdad, toda verdad, todos». Nadie puede escurrirse ni sacarle el hombro a esta responsabilidad, a este reto. Recientemente el comandante general del ELN, Gabino, afirmó que  no debían ser las partes, es decir, el Gobierno y las insurgencias, las que establecieran los parámetros de verdad, justicia, reparación, y garantías de no repetición, sino que deberían salir a propuesta de las víctimas. Eso marca algunas diferencias que pudiera tener el desarrollo de los contenidos, pero aún falta por ver cómo acuerdan el abordaje de esos temas.

La verdad es uno de los puntos sustanciales de los diez principios acordados en La Habana. Y una de las principales
Demandas de las víctimas...

Así es. La verdad histórica sobre lo que ha pasado a lo largo de 50 años. Esto es una necesidad que no podemos obviar. La otra vertiente es la verdad sobre hechos concretos y específicos que han ocurrido en medio del conflicto en los que hay responsabilidades compartidas entre el Estado y la insurgencia e, incluso, entre sectores civiles, empresariales e instituciones del Estado. Esto tendrá que examinarse en un proceso de esclarecimiento y, seguramente, hacia el final del proceso se establezca la necesidad de una comisión de la verdad.

 Velandia es parte de la campaña por la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente.. GARA

¿En qué condiciones se debe producir la incorporación de los guerrilleros a la vida civil?

Esta será también una parte bastante importante en el desarrollo de las conversaciones y, sobre todo, de los acuerdos. Para que pueda haber una paz, necesariamente se deben crear escenarios de participación política para los miembros de los grupos insurgentes que dejen las armas. Obviamente, esto tendrá que contar con unas garantías que puedan sostenerse en el tiempo, sobre todo porque el nuevo movimiento político que surja desde las insurgencias, que no tiene la experiencia ni la tradición ni los mecanismos para poder permanecer activo en términos de la política institucional, debe contar con unos mecanismos a favor que se mantengan en el tiempo. También debe haber garantías para las personas. No puede ocurrir lo que pasó en la década de los 80 y principios de los 90 con la Unión Patriótica. Tiene que haber garantías para la vida de cada uno de los militantes, dirigentes y combatientes de cada una de las exinsurgencias.

¿Qué amenaza real representan Álvaro Uribe y las estructuras paramilitares aún vigentes?

Es una situación de gran riesgo. El paramilitarismo es una amenaza real, no es inventada. En la época de los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe fue una política de Estado, y en Colombia se desarrolló con mucha fuerza el terrorismo de Estado como una práctica cotidiana. Esto no puede ocurrir de nuevo. Por fortuna, hoy el mundo ente-ro está observando este proceso y, tras la delación de las armas y con la firma de los acuerdos, el mundo entero seguirá estando atento a lo que aquí ocurra. De todas formas, es un riesgo bastante grande. La paz tiene enemigos supremamente poderosos; uno de ellos es Álvaro
Uribe, quien no ha reconocido la victoria de Santos como sí lo ha hecho su candidato. Todo el mundo la ha reconocido menos Uribe, y esto es una manera de construir un discurso para legitimar los actos de violencia. Uribe es una amenaza real.

¿Qué huellas le ha dejado su vida en la guerrilla?

Cuando uno ha vivido con tanta intensidad y le ha dedicado toda su vida a la lucha revolucionaria, todos los momentos los tiene presentes. Pero para el movimiento guerrillero esta es una oportunidad muy importante de poder superar un conflicto, una guerra de 50 años donde el Estado no fue capaz de derrotar a las insurgencias, pero donde estas tampoco pudieron derrotarlo para tomar el poder. En América Latina se están abriendo nuevos espacios. Hay que tener en cuenta que tenemos en nuestro continente cuatro revoluciones coexistiendo y combinándose de una manera muy dinámica. Está la revolución Socialista de Cuba, la Bolivariana de Venezuela, la revolución Ciudadana de Ecuador, la Comunitaria en Bolivia. Esto ha sido a través de la lucha política y electoral impulsada por nuevos movimientos políticos y sociales. Yo creo que Colombia tiene esa oportunidad y los revolucionarios también la obligación de observar estos caminos como herramientas válidas, muy importantes para poder transitarlos en reemplazo de la guerra. Los revolucionarios no nacimos para hacer la guerra, para estar viviendo detrás de un fusil. Nacimos para hacer transformaciones, y si a través de la guerra revolucionaria no fue posible tomar el poder, habrá que buscar otros caminos, como está haciendo América Latina.

¿Considera factible que en un futuro un exguerrillero pueda gobernar en Colombia?

No es descartable. Obviamente, tendrán que superarse muchos obstáculos y los movimientos exinsurgentes tendrán que dejar las armas, hacer demostraciones y construir unos canales de comunicación con la sociedad, el pueblo, para comunicarse en otro tipo de claves, ya no desde la lucha armada, y lograr construir unos discursos muy convincentes para poder llevarlos a la sociedad y que esta los entienda y los acoja como propios. Y que de esa manera pueda también reconocer a los líderes de las insurgencias como líderes aptos para dirigir los destinos del país. No lo descarto, pero no en un breve plazo. Quizá tenga que pasar un tiempo, como en El Salvador. Los colombianos estamos haciendo nuestra lucha por una nueva independencia y por el derecho a decidir nuestro propio modelo. Tenemos una oportunidad histórica de poder superar el conflicto y de iniciar una etapa de construcción colectiva de paz, justicia social, bienestar, en la que todos podemos participar y en la que ya no habrá excusas para que nadie se deje excluir ni se sienta excluido. Es la gran oportunidad que, más que las partes, tiene el país y no puede dejarla escapar.

¿Qué papel deberían jugar los presos y exiliados?

Los acuerdos tendrán que dar cuenta de estas realidades que existen. Habrá que crear condiciones con garantías para el retorno de los revolucionarios, luchadores populares, dirigentes, demócratas que han tenido que huir del país en busca de refugio. Sin duda, tendrán que producirse las excarcelaciones de los presos políticos, que han pagado largos periodos de privación de la libertad. En un proceso de paz y en medio de un clima de paz, nada más natural que ellos recuperen la libertad.

¿Cómo vivió su regreso a Colombia tras su exilio y haber pasado ocho años en la cárcel?

No ha sido fácil. Sin embargo, he llegado a Colombia en medio de una oportunidad de paz en construcción. Esto ha hecho un poco más favorable que haya podido conectarme con sectores sociales, incluso integrarme en dinámicas que contribuyen y ayudan a crear un clima positivo para la paz. Sobre mí hay amenazas de muerte, pero esos son los riesgos que se corren y yo he decidido estar aquí porque no quería quedarme fuera de esa oportunidad.

¿Ha sentido rechazo por su condición de exguerrillero?

Sí. Ese tipo de situaciones se presentan, aunque tampoco son frecuentes. Afortunadamente, he tenido unos niveles de diálogo e interlocución con todos los sectores, incluso de derechas y de extrema derecha. Incluso en algunas ocasiones he podido intercambiar pareceres con el mismo expresidente Álvaro Uribe, entrar en debates de carácter político-académico en programas de opinión de radio y televisión. Obviamente que por parte de estos sectores hay mucho rechazo, pero por parte del pueblo hay aceptación y respeto. Y, al final, eso es lo que cuenta.