miércoles, 19 de junio de 2013

La confesión de Carlos


Los tiempos de ‘Felipe Torres’ quedaron atrás. Entrevista exclusiva a este bumangués que llegó a la cúpula del ELN, cayó preso, pagó condena y hoy regresa al país para reconstruir su vida, sin claudicar en sus ideas. (Primera parte)


La cita era a las 5 en punto de la tarde en el café OMA del Centro Andino, ni un minuto más ni un minuto menos. Así que tuve la precaución de llegar cuatro minutos antes, pero él ya estaba allí, sentado, apurando su tercer sorbo de un café expreso cuyo aroma se esparcía por los pasillos hasta las escaleras eléctricas.
Atrás quedó ‘Felipe Torres’, el guerrillero que llegó a formar parte del Comando Central del Ejército de Liberación Nacional, ELN. La entrevista de hoy es con Carlos Arturo Velandia Jagua, el bumangués de 59 años de edad que estudió en el Colegio Santander y la UIS, se dejó seducir por las ideas de izquierda, recorrió palmo a palmo las montañas del sur de Bolívar y el nordeste antioqueño, fue capturado en 1994, pagó diez años de prisión, salió al exilio en España durante siete años y hace tres meses regresó a sobrevivir en Bogotá.

La última vez que lo había entrevistado fue en 1998, cuando al lado de ‘Francisco Galán’ estaba recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí (Antioquia) y los dos fungían de portavoces del ELN, en tiempos en que el Gobierno del conservador Andrés Pastrana Arango abría las compuertas para una eventual negociación con la insurgencia y recibía el desplante de Manuel Marulanda en el Caguán. Por esos días ‘Felipe Torres’ no le temía al encierro sino a lo que pudiera hacer el narcotraficante Leonidas Vargas, archienemigo del ELN y ocupante de la celda por la que cada mañana debían pasar los dos jefes ‘elenos’.

Hoy, 13 años después Velandia Jagua muestra en su rostro las huellas de la vida, se protege del frío con una chaqueta gringa marca Timberland y lo único que le acompaña es una bolsa con un par de pantuflas.

Le advierto que si le molesta alguna de las 38 preguntas que le voy a ‘disparar’, bien puede pararse e irse. Empieza la entrevista.

¿Al mirarse en el espejo ver a una persona sensata o a un cobarde?

La sensatez es una característica que he tratado de cultivar. No siempre uno atina a actuar con sensatez, pero en términos generales los actos de mi vida sí han estado en esa línea. Fundamentalmente me he movido con convicciones muy sólidas.

¿Entonces dónde quedaron esas proclamas de ‘Revolución o muerte’ y ‘Ni un paso atrás, siempre adelante’? ¿O eran simples frases de batalla?

No, para nada. No tiene nada que ver con que sea un eslogan. Esto lo lleva uno muy por dentro y es como parte de los patrones con los que uno dirige su vida. Para mí siguen teniendo tanta validez como desde el momento en que los asumí. No me los aprendí; los asumí, los interioricé y los sigo conservando.

Traducción: ¿Adentro suyo sigue existiendo un ser inconforme, un revolucionario?

Total. Soy un revolucionario y un ‘eleno’ hasta la muerte. Ahora, hago la aclaración: ¿qué es ser un ‘eleno’? Ser un ‘eleno’ es luchar y entregarse por una causa como la que planteó el Ejército de Liberación Nacional con grandes transformaciones, la construcción de un país más igualitario, con dignidad y como se dice coloquialmente, donde podamos estar todos sin estorbarnos y sin estar matándonos porque pensamos distinto. Por eso soy revolucionario, por eso soy ‘eleno’.

Ahora, la lucha armada ha sido un periodo en mi vida. Ya no la desarrollo, no la ejerzo, pero sigo siendo un ‘eleno’.



¿Ese galimatías lo entienden en el Comando Central, Coce?

No lo he preguntado, pero igual tengo y deseo que ellos me vean como el revolucionario que siempre he sido, aunque no desarrolle la lucha armada.

¿Entonces usted no es un traidor?

Para nada. No he traicionado absolutamente nada ni ninguna causa; solamente he dejado la lucha armada.

¿Le da miedo que una noche le aparezca el espíritu del ‘Cura Pérez’ y le tire ‘las patas’ por no haberse vuelto al monte cuando quedó en libertada padecer el rigor al que están expuestos sus compañeros?

No, de ninguna manera. Ni el ‘Cura Pérez’ va a venir a halarme ‘las patas’ y si viniera tampoco lo haría, porque sabría que ni he defeccionado de la lucha revolucionaria, ni he pasado pues una vida tan cómoda como a veces se supone. No necesariamente para pasar una vida de sacrificios hay que estar en la montaña. He estado en la prisión durante diez años, he estado siete años en el exilio y allí no es que se viva con mucha comodidad. He estado incluso aquí en mi país en unas condiciones donde la seguridad es de una precariedad impresionante. No tengo trabajo, no tengo comodidades, no tengo finca, no tengo casa, no tengo carro… ¿De qué disfrute se puede estar hablando? ¿Cómo lo puedo estar pasando bien? Lo paso bien es si encuentro amigos, escenarios, lugares con los cuales pueda compartir la lucha por una Colombia mejor. Ahí sí la paso bien.

¿Alberga entonces la posibilidad de morir de viejo y no de ‘plomonía?

Ojalá me dejen, pero tampoco me atormenta la idea de morirme de ‘plomonía’. Si fuese así, no habría regresado a mi país.

Hay analistas que dicen que la guerrilla colombiana en un comienzo tenía una ideología y unos principios, pero con el paso del tiempo éstos se fueron desdibujando y hoy no son más que un grupo de antisociales? ¿Está de acuerdo con ese análisis?

Es totalmente falso. Eso es una matriz que se ha creado y un discurso con el que gratuitamente se quiere quitar toda noción política, ideológica e incluso inteligente a quienes están luchando por transformaciones profundas. Es una manera de animalizar al contradictor, y al mayor contradictor que existe para este tipo de sistemas. Entonces dicen: ‘son brutos, perdieron toda ideología, y lo único que son es unos criminales y unos terroristas’.

Hace cuatro años entrevisté en Costa Rica al presidente de ese país y Premio Nobel de la Paz, don Óscar Arias, quien me preguntó si la insurgencia colombiana sabría que el Muro de Berlín hace rato se cayó. ¿Usted ya se notificó de este hecho o sigue pensando que persiste la ‘Guerra Fría’? 

Claro que lo sabemos, pero el problema es que el hambre, las desigualdades que vive el pueblo colombiano no tienen nada que ver con el Muro de Berlín. Éste se cayó para los berlineses y bien por ellos, pero aquí tenemos unos muros insalvables que aparentemente no son visibles, pero que existen, y es esa gran brecha entre ricos y pobres, entre los que acumulan absolutamente todo y los que no tienen absolutamente nada. Ese es el Muro de Berlín que yo sí quiero derribar.

Cuando estaban en la cárcel ustedes hablaban de la ‘Convención Nacional’ bajo el lema ‘Paz con justicia social’. ¿Ese planteamiento sigue vigente?

Totalmente. La paz con justicia social es el punto común donde podemos encontrarnos la totalidad de los colombianos. ¿Cómo entendemos que podemos desarrollar unas relaciones de convivencia justas, una economía justa y sobre todo con un sentido humano? Igual una educación justa, una explotación de nuestros recursos justa. Tenemos que encontrar el punto de equilibrio donde podamos sentirnos justamente como colombianos echando este país para adelante.

¿Eso no significa refundar el país? ¿O cree que los multimillonarios van a entregar parte de sus alforjas para que se las repartan a los desarrapados? ¿Eso implicaría redistribuir la riqueza?

Totalmente, pero no significa que el rico va a dejar de ser rico; simplemente que el rico va a ganar lo que justamente debe ganar, no lo que exorbitantemente absorbe a costa de los pobres. No, lo que estamos buscando es que los pobres puedan acceder a lo que acceden los ricos.

¿El momento por el que está pasando el país es como para sembrar semillas de paz?

¡Sí! Hace cerca de año y medio las guerrillas de las Farc y ELN le ofrecieron al presidente electo, Juan Manuel Santos, la rama de olivo y lo llamaron. ‘Alfonso Cano’ -recién fallecido-, le dijo ‘hablemos’. El Comando Central, en la voz de ‘Gabino’ -Nicolás Rodríguez Bautista-, le dijo: ‘Retomemos los diálogos donde los dejamos en el Gobierno anterior y démosles continuidad. El presidente Santos habló de una puerta y de una llave. Se ha creado con ese intercambio de voluntades la mayor oportunidad que es posible entender y ver que es cuando las partes quieren hablar de paz. Yo sí creo que son tiempos para hablar de paz, aunque en el escenario inmediato dadas las circunstancias de la muerte del ‘Comandante Cano’ pareciera que no.

¿En el caso del ELN tomaría la decisión de sentarse en este mismo instante a levantar las bases de un eventual diálogo?

El ELN siempre ha tenido esa disposición y esa voluntad de trabajar por la búsqueda de caminos que conduzcan a la solución política del conflicto político, social y armado. Obviamente para eso se necesita dialogar, y ellos tienen toda la disponibilidad de hablar con todos los gobiernos. Desde la época de César Gaviria de manera ininterrumpida se ha hablado con todos los gobiernos. Aun se habló con los dos gobiernos del presidente (Álvaro) Uribe, que era considerado el ‘demonio’ y que nadie quería hablar con él, pero el ELN mantuvo la disponibilidad de conversar y conversó hasta donde la mesa se pudo sostener.

¿Qué pasó con esa amenaza que ustedes le hicieron a Uribe Vélez al considerarlo ‘objetivo militar’ desde cuando era gobernador de Antioquia?

Eso ya se diluyó en el tiempo, y hoy en día son otras las preocupaciones y otra la manera de entender las luchas políticas en el país. No, el ELN no está ya detrás de esa situación y lo que está haciendo es formular propuestas muy interesantes para el país, y obviamente en sus documentos es crítico sobre la situación que se vive en el país y sobre la clase política gobernante, pero de ahí a que se hagan anuncios de esa índole hay una gran distancia.

¿Qué es el ELN hoy? Se ha especulado que son 2.800 o a lo sumo 3.000 hombres en armas. ¿Cuál es el peso real del ELN modelo 2011?

No, yo creo que eso es irrelevante. No podría contestarlo porque en primer lugar no lo sé. Quienes más presumen saberlo son los organismos de inteligencia militar. Recientemente escuché al general Alejandro Navas -comandante de las Fuerzas Militares- en una conferencia de prensa con motivo de la muerte del ‘Comandante Alfonso Cano’, decir que el ELN tenía 2.200 hombres. Parece ser que si él tiene mucha información, esa puede ser la cifra, pero no tengo información sobre eso.

¿Añora la Serranía de San Lucas (sur de Bolívar), en donde usted se movía como pez en el agua?

Totalmente, y la vida en el campo, en la montaña. Eso hace parte de las experiencias vitales y esto queda muy marcado. A veces sueño e incluso a veces estando aquí hay momentos de nostalgia y uno tiene sus añoranzas porque la vida en el monte la disfruté a pesar de ser muy dura.

¿Los combates, los heridos, los muertos lo dejan dormir o de vez en cuando tiene pesadillas?

De vez en cuando. La guerra no es buena. La guerra es una circunstancia que tenemos que superar los seres humanos y principalmente los colombianos que llevamos más de doscientos años de manera ininterrumpida sin haber superado los conflictos totalmente. No hay una sola generación, ni la suya ni la mía, que haya podido nacer y morir en paz en Colombia en los últimos doscientos años. Desde los bisabuelos hemos vivido en una zaga de violencia y esto no nos deja dormir a todos los colombianos. El sueño de los colombianos no es tranquilo. Al menos el mío intento que sea lo más sereno, pero no lo es. Me mortifica mucho la situación de desamparo en que vive mucha gente; es que ni siquiera pueden dormir. Al menos yo puedo dormir en una cama; muchos no pueden hacerlo.

¿Usted se hastió de la guerra? ¿Se ‘mamó’ de vestir camuflado y cargar fusil?

No de esa manera. La guerra en términos políticos y sociales, por nefasta que sea, tiene una utilidad y tiene una razón de ser. A la guerra no se llegó únicamente por una actitud guerrerista de unas personas, sino que es el tipo de situación que le fue impuesta a una sociedad y fue para ese momento la respuesta única, el único camino que quedaba cuando todas las vías legales se habían agotado. Lo había dicho el padre Camilo Torres. Hay que preguntarse por qué el cura Camilo fue a la guerra. Él tenía la convicción de que lo habían hecho por todos los lados, a través de los votos, de las luchas legales, de memoriales, del Parlamento, por todas las vías legales, con la cédula en la mano, pero por ningún lado fueron escuchados. No tuvimos ni voz ni voto. Aquí fueron unas minorías las que se empotraron en el poder y las que usufructúan absolutamente todo. Había que buscar otras maneras, y estaban las vías de hecho, entonces la guerra fue impuesta.

Ahora, la desvinculación de la guerra es una situación que solamente me comprometió a mí y fue una decisión  que tomé con toda consciencia sobre todo porque sabía que esa lucha revolucionaria en la que ya no iba a participar más, tiene otras vertientes y una de ellas es la lucha política. Yo estoy en la lucha política y quiero estar muy junto al pueblo para trabajar alternativas en democracia, bajo el marco de esta Constitución, haciendo ejercicio de los derechos y cumpliendo con los deberes ciudadanos. Quiero jugármela para trabajar por cambios estructurales en nuestro país.

¿Descartado de plano volverlo a ver con un AK-47 al hombro?

¡Totalmente!

¿Cuál es el mejor homenaje que el ELN le puede rendir a la memoria de ese luchador social al sacerdote Camilo Torres Restrepo, muerto en Patio Cemento (Santander) en febrero de 1966 cuando apenas empuñaba su primer arma?

El mejor homenaje que puede hacerle el pueblo colombiano es trabajar por la revolución. La revolución son las grandes transformaciones, con bondad. Aquí no se trata de quitar a unos para montar a otros y usurparles sus bienes. De lo que se trata es de acceder al poder para establecer los términos de la justicia social.

¿Para conseguir la paz a Colombia solo le queda la vía armada o usted insiste en la necesidad de la negociación política? ¿O las dos combinadas?

No, la confrontación es la circunstancia que tenemos que superar y para eso debemos acudir con la mayor prontitud posible al diálogo y establecer una mesa de diálogo, y a través de él convenir y pactar los términos de superar la guerra sobre la base de que se va a construir una nueva situación. Ese cambio tiene que quebrar el statu quo imperante hasta el momento y dar la apertura para establecer una relación más justa.



Nota: En la segunda parte de esta entrevista, Carlos Velandia -exvecino del barrio Los Pinos de Bucaramanga-, hablará de los errores cometidos por el ELN, del llamado que le hace al Coce para que busque contactos con el Gobierno Santos, del significado de la muerte de ‘Alfonso Cano’ y la llegada de ‘Timochenko’ al comando de las FARC.

'Restrepo fue un irresponsable', dice 'Felipe Torres'

El excomandante del Eln, ocho años después de un largo exilio, cree que llegó el momento de la paz.

Por: Alfredo Molano Jimeno

Foto: Óscar Pérez
Carlos Arturo Velandia Jagua, más conocido como Felipe Torres, se vinculó al Ejército de Liberación Nacional (Eln) a mediados de los años 70. Llegó como guerrillero raso y alcanzó a ser miembro de la Dirección Nacional. Dirigió el frente Compañero Tomás, que operó en el nordeste antioqueño, el bajo Cauca y el sur de Bolívar. Cayó preso el 24 de junio de 1994 en Bogotá y purgó casi diez años de prisión. Cuando saldó su deuda con la justicia se marchó al exilio a Barcelona, donde permaneció siete años. Hoy, con 59 años, acaba de regresar a Colombia y así reflexiona sobre la guerrilla, el conflicto armado y la posibilidad de una negociación política.

¿Cuál es la situación del Eln?

Es una guerrilla histórica, con 50 años de lucha armada que se mantiene coherente con su ideario y que, en la contingencia de la guerra, ha resuelto no exponer el grueso de su fuerza. Supo manejar, al menos durante el gobierno Uribe, la arremetida del Ejército y hoy la conserva. Veo al Eln entero. No ha tenido los golpes militares que han recibido las Farc. Es un sobreviviente de la guerra y deseo que sus comandantes puedan conducir a la organización unificada a la paz.

¿Cuál cree que es la actual propuesta del Eln?

Ha sido consecuente en su propuesta de paz y la mantiene desde 1997. Una solución política negociada, pero en versión democrática, en la medida en que la sociedad participe. El Eln ha actualizado su agenda buscando consenso a partir de mínimos donde nos sintamos satisfechos. Mínimos en educación, economía, desarrollo social o justicia. A eso se la juega el Eln, a una solución con la sociedad. La paz hoy es más posible que siempre.

¿Cómo es la relación Eln-Farc?


Es una relación normalizada entre organizaciones revolucionarias que comparten territorio. Hoy se registra con satisfacción que se ha podido superar la confrontación que se daba de manera puntual entre algunas estructuras y regiones. 

¿Cuál es la situación militar del Eln en el conflicto armado?

Es una organización en armas que desea una solución política al conflicto. Lo deseable es que se abra esa alameda. Se necesita que el Gobierno y las organizaciones insurgentes empiecen a hablar, pero ese auscultamiento debe ser privado y secreto, lejos de los micrófonos.

¿Qué opina de la carta que envió ‘Francisco Galán’ diciéndoles que si están convencidos de sentarse a negociar, pues que lo hagan, pero que sea a buscar la paz y no sea otro fracaso?

Creo que en el Eln hay convicciones fuertes. Entonces, cuando hablan de eso no es carreta. Para la paz se necesitan dos y en el gobierno Uribe no hubo disposición para negociar. Luis Carlos Restrepo no quería hacer la paz. Fui testigo de la quinta ronda que se desarrolló en La Habana y vi cómo Restrepo hizo todo lo posible para que no avanzara. Primero se negó porque se hacía con Pablo Beltrán. Antes era con Antonio García. Luis Carlos Restrepo se inventó que tenía que ir a la posesión del fiscal Iguarán en 2005. La ronda terminó sin llegar a ningún acuerdo. El 28 de febrero llegó a Colombia George Bush. Esa era la verdadera razón. El Gobierno no podía, en la antesala al arribo de Bush, firmar un acuerdo con una supuesta organización terrorista.

¿El Eln estuvo cerca de firmar un acuerdo con Uribe?

Totalmente. Si Luis Carlos Restrepo no se hubiera atravesado como mula muerta en la carretera, y lo digo con ira, se hubiera firmado un acuerdo base y el tema del secuestro se hubiera superado de manera inmediata. Luis Carlos Restrepo fue un soberano irresponsable. Él era un experto desmovilizador y no un constructor de paz, por eso está hoy envuelto en tantas trapisondas con la justicia.

¿A qué obedeció el cambio tan radical entre el gobierno Pastrana y el gobierno Uribe?

Pastrana fue un gobierno, quizás el único, que fue elegido para hacer la paz. Uribe lo que ofreció fue guerra y la mantuvo hasta el final, pero se encontró con un Eln consistente en su discurso.

¿Cómo evalúa a quienes se han desmovilizado del Eln para entrar en la política?

Algunos han podido hacer un proceso de insertación, porque no es reinserción. El más conocido es León Valencia, exmiembro de la Corriente de Renovación Socialista. Valencia llegó a ser miembro del Comando Central, no porque fuese elegido, sino por darle representación en los más altos cargos a MIR-Patria Libre. Un año después no fue reelegido. Hoy creo que León se ha excedido en justificar sus opiniones con una experiencia que no tuvo. Él no fue mando. Mando es quien manda y él no mandaba nada.

¿Qué opina de su libro sobre sus experiencias en la guerra?


 Es respetable, pero no necesariamente tiene que ver con el hecho histórico.

Él dice que era una voz disidente y que, por ejemplo, no estuvo de acuerdo cuando mataron al obispo de Arauca.

No es cierto. Nadie estuvo en desacuerdo con que eso ocurriera. Eso sucedió sin consulta. Fue un hecho del conflicto. Una estructura la ejecutó sin consulta. Fue un acto oprobioso por el cual esa estructura fue sancionada. Fue el frente Domingo Laín el que, a raíz de ese hecho, fue intervenido. Todos nos opusimos. Fue un error supremamente grave.

¿León plantea funciones que nunca tuvo?

Exacto. Cuando León Valencia entró lo hizo como un miembro más y se le asignaron funciones contables en la parte de finanzas. Yo me opuse a la fusión con Patria Libre, porque creí que era un proceso inmaduro. Y se lo dije a Manuel Pérez: ¿Cómo así que le dejan la responsabilidad de finanzas a León, un bisoño que acaba de llegar? Manuel contestó: “Lleva las cuentas con pita”, es decir, no te preocupes que sólo va a llevar las cuentas, a sumar y a restar.

¿Cuántas rondas de negociación hubo en la era Uribe?

Ocho. En las cuatro primeras estuvo al frente Antonio García y en las cuatro restantes Pablo Beltrán. En todas estuvo como vocero político desde Itagüí Francisco Galán. Por parte del Gobierno participó Luis Carlos Restrepo. El proceso fue acompañado por delegaciones de España, Suiza, Noruega, Cuba y Venezuela. Todas se hicieron en La Habana entre 2004 y 2007.

¿Por qué fracasó?

Porque el Gobierno no quería. Tenía metido en su cabeza la derrota militar de las Farc y la neutralización del Eln. Uribe no quería la paz, él creía que la imponía sobre la base de la derrota.

¿Cuál es su situación?

Soy una persona libre. No tengo deudas con nadie. Ni con la sociedad, ni con el Estado, ni con el país. No tengo un peso. No tengo trabajo.

¿Cuál es su mensaje para el Comando Central?


Entender que hoy existe la más grande oportunidad que pueda existir para sentarse a hablar. Segundo, que se mantenga en su oferta de diálogo y negociación política con participación de la sociedad. Tercero, que se disponga a establecer contactos a la mayor brevedad para crear mecanismos y confianzas. Y que cuiden sus vidas, porque son muy valiosas para la paz del país.

La transfronterización del conflicto armado

¿Cree que el Eln ha estado bien conducido?


Sin duda. Haber transitado el desierto de la guerra, que fueron los ocho años anteriores, y haberse mantenido incólume en sus estructuras y su dirigencia es una victoria. Aquí se desarrolló una estrategia militar de yunque y martillo desde el centro a la periferia empujando a la guerrilla hacia un obstáculo natural como las cordilleras, el mar o las fronteras, lo cual produjo una transfronterización del conflicto. Eso generó un impacto demoledor en el vecindario. Especialmente en Ecuador, Brasil, Venezuela y Perú. Allí están las guerrillas, que trasegan en el vecindario. Se surten de los productos de los países vecinos. Afectan la vida social y económica de los países fronterizos. Esa es la dinámica de las guerrillas. Por eso Rafael Correa dijo en alguna ocasión: “Nosotros por el norte no limitamos con Colombia, sino con las Farc”. Eso explica por qué el rubro del gasto militar en Suramérica se ha disparado.

El Ejército de Liberación Nacional hoy


¿Cómo vio la reciente foto de sus excompañeros comandantes?

Me dio alegría ver a mis hermanos mayores vivos. Sobre todo porque en una guerra morirse es la realidad del día a día y ellos han sobrevivido y pueden conducir a la organización hacia la solución política del conflicto.

¿Cuántos hombres tiene el Eln?

Los organismos de inteligencia hablan de 2.800 o 3.000 hombres, pero el Eln es más que su estructura guerrillera.

¿Quiénes son del comando central hoy?

Los que aparecieron en la foto: Pablo Beltrán, Nicolás Rodríguez Bautista, Antonio García, Ramiro Vargas y un quinto miembro, sustituto de Óscar Santos, que no ha salido a la opinión.

¿Por qué se dice que el Eln no tiene cabezas en Colombia y que ‘García’ y ‘Beltrán’ viven en Venezuela?


Eso es lo que dicen los organismos de inteligencia. Pero si saben dónde están, ¿por qué no los capturan?

sábado, 15 de junio de 2013

domingo, 16 de diciembre de 2012

"No tengo deudas con nadie": Carlos Velandia



El ex miembro del Coce habla de los errores del Ejército de Liberación Nacional (ELN), de sus orígenes, sus convicciones y sus deseos de regresar a su Bucaramanga natal. Segunda parte de esta entrevista exclusiva. (Noviembre de 2011)

Su nombre de guerra fue ‘Felipe Torres’, pero este amante de la música de Eric Clapton, The Who y The Doors ya no empuña un fusil, aunque insiste en la necesidad de efectuar cambios de fondo para algún día construir esa Colombia en la que vayan de la mano la paz y la justicia social.

Hijo de un veterano de la guerra contra el Perú (1932-1933) y nieto de un general de la Guerra de los Mil Días (1899-1902), Carlos Arturo Velandia Jagua, volvió a Colombia después de siete años de exilio en España que sucedieron a 10 años de cárcel. Hoy busca un espacio en Bogotá -donde concedió esta entrevista-, se refiere al presente y futuro de la guerrilla, explica un incidente con Horacio Serpa y recuerda los tiempos de colegio al lado de su amigo Fernando Vargas Mendoza. 

¿Qué errores reconoce usted ha cometido el ELN en su historia desde la toma de Simacota en 1964?

Errores militares numerosos.

¿Anorí (1973) por ejemplo?

Quizás desde una perspectiva estratégica, que los Vásquez Castaño hubiesen incursionado en una región que no conocían, en un momento donde las lluvias habían embuchado los ríos, y todo eso facilitó el cerco y aniquilamiento de las columnas de Manuel y Antonio. Fue un error estratégico y ha habido otros errores militares pero que por fortuna el ELN, el Coce y su dirigencia han tenido la gallardía y la valentía de salir en público a reconocerlos. Esto es una cosa que no es común verla por ejemplo en los generales de la República. Yo no he visto a un general salir a reconocer y a pedirle perdón al país por los ‘falsos positivos’ -ejecuciones extrajudiciales-, por todos los crímenes de Estado que se han cometido, por todas las desapariciones y masacres que se han cometido por parte de miembros de la Fuerza Pública. El ELN sí ha salido a decir ‘nos hemos equivocado’, y lo dijo en Machuca (84 muertos tras explosión del oleoducto en 1998) y en otras muchas ocasiones donde se han cometido errores.

¿Y errores políticos?

Seguramente también los habrá, pero el ELN está en la línea correcta de mantenerse planteando la búsqueda de la solución política al conflicto y hay que alentarlo para que no se baje de esa línea que ha construido con mucho esfuerzo. Yo le he pedido al ELN y lo pido ahora en 15 que a la mayor brevedad por los mecanismos que tenga, que considere más expeditos e idóneos, busque establecer un contacto directo con el Gobierno para que se puedan explorar mutuamente sobre las voluntades y para ir sentando las bases que los conduzcan a una mesa de diálogo y negociación.

¿Y la muerte de Jaime Arenas ordenada por el ELN?

De la noción de justicia que tengo hoy en día, si quiero aplicarla al pasado con toda seguridad le voy a decir que fue un error, pero yo tengo que situarme es en el contexto histórico en que se desenvolvieron estos hechos y seguramente no había otras alternativas. Obviamente no es de mi agrado eso que pasó. Yo conocí a Jaime Arenas Reyes, uno de los líderes estudiantiles más grandes que haya tenido el país y uno de los oradores más grandes que yo haya conocido. Siendo muy pelado me arrobaba escucharlo en el Parque de los Niños en las manifestaciones arengando a los estudiantes en los años sesenta. Era una persona muy capaz, muy inteligente… no debió ser matado, no debió morir así, como no debieron morir muchos otros en la lucha por la causa revolucionaria.

¿En qué quedó su amistad con ‘Francisco Galán’ (Gerardo Bermúdez)? ¿Se distanciaron por completo?

Es una amistad sin relación. Los dos compartimos diez años de vida en prisión, que no son cualquier cosa, y sobre todo que los dos estábamos en una causa común. Los dos fungíamos como representantes de una organización ante la sociedad, el Gobierno e incluso ante delegaciones diplomáticas que iban allí a encontrarse con nosotros. Un trabajo colectivo que fue construido a pulso y tuvimos gran entendimiento, pero las cosas también cambian. Al salir yo en libertad se produjo un distanciamiento y cada cual ha tomado su propio camino.

¿Quién se equivocó de ruta: él o usted? ¿O son caminos paralelos?

Son caminos distintos y cada cual tiene derecho a hacer lo que a bien tenga. Es la vida de cada cual y yo no la juzgo. No estoy en condiciones de juzgar si el camino de ‘Pacho’ es el equivocado y el mío es el correcto. No, el mío es el mío.

¿Ni más de los intermediarios alemanes Werner y Micaela Mauss, que tantos dolores de cabeza le dieron a Álvaro Uribe?

Ni más. Ellos cumplieron una vida útil en un momento específico, pero en las actuales circunstancias no creo que puedan prestar sus servicios, y además tampoco se les necesita.

¿La muerte de ‘Alfonso Cano’ qué significa para las Farc y para el país?

Para ambos es un golpe muy fuerte. Para las Farc obviamente era su comandante en jefe y perderlo es un dolor muy grande para ellos, pero las Farc son una organización muy estructurada y ya con mucha anticipación han podido prever, tienen una línea de sucesión del mando muy sólida y ya se sabe con anticipación quién sucede a quién y qué lugar debe ocupar cada cual para darle continuidad a un proyecto de naturaleza estratégica. De modo que no me sorprende el anuncio de que ‘Timoleón Jiménez’ ha sido designado como el comandante. Eso ya se sabía.

Ahora, ‘Alfonso Cano’ era un gran dirigente político colombiano y su presencia le va a hacer falta al país, y sobre todo al proyecto de construcción de la paz de Colombia, porque él era un constructor de la paz. Yo estoy muy adolorido porque él era un revolucionario y yo soy un revolucionario, y a mí me duele la muerte de un revolucionario como ‘Alfonso Cano’.

¿Pero en estos momentos no es más cómodo para usted decir que ni fú ni fá y no meterse en más líos?

Quizás lo más cómodo sería guardar silencio o irme por las ramas y decir tonterías. No, yo también tengo derecho y reclamo el derecho de que nosotros podamos llorar a nuestros muertos. Es que nuestros muertos son seres humanos, son tan colombianos como los demás, y necesitamos y tenemos el derecho a tener un lugar en este mundo, y si nos matan pues nos dolemos y tenemos el derecho a expresarlo. De la misma manera como otros reivindican el derecho de alegrarse y hasta llorar de la alegría. El presidente Juan Manuel Santos anuncia sin ningún reato de índole moral que lloró de la alegría. Los militares se abrazaban de la alegría por haber matado a un compatriota.

En términos de Uribe, ¿la ‘culebra sigue viva’?

Para Uribe la ‘culebra’ era la insurgencia, pero la guerrilla nunca vio con un sentido de animalidad al contradictor. La insurgencia siempre ha sabido que la clase política dirigente, que la clase oligárquica, es una clase poderosa que lo ha acumulado todo, pero nunca la ha comparado con ningún perro ni con ninguna serpiente.

¿Los militares cumplen a cabalidad su tarea o, por el contrario, a veces dan golpes contundentes y en otras ocasiones se relajan?

Los militares en Colombia todo el tiempo han hecho muy bien la tarea que les mandan otros; fundamentalmente una clase oligárquica que los ha puesto a su servicio. Pero también son muy obedientes a los dictámenes de potencias extranjeras. Aquí lo que digan los gringos es lo que se hace. El diseño de las grandes estrategias no es ‘made in Colombia’, sino ‘made in USA’, pero también es ‘made in Israel’. Estos asuntos hay que entenderlos de esta manera porque es la realidad. Aquí hay muy poca soberanía. Nuestras Fuerzas Armadas el día que se haga la paz habrá que hacerles una reingeniería muy profunda para recuperar un sentido soberano, para que defiendan nuestras fronteras, la integridad territorial, la dignidad del país. Aquí quizás los más pro imperialistas son las Fuerzas Armadas y por eso les hacen muy bien la tarea a estos señores.

¿Puede haber un cambio en la orientación de las Farc con la llegada de ‘Timochenko’?

No habrá ningún timonazo ni a la derecha ni a la izquierda. Aquí nadie puede hacerse falsas ilusiones. Aquí la gente se equivocó. La Corporación Nuevo Arco Iris se equivocó y los analistas se equivocaron cuando mataron al ‘Mono Jojoy’ y creyeron que era el momento culmen de la derrota estratégica de las Farc y que era el momento para que las Farc salieran con las manos en alto y tiraran los fusiles al piso. Eso no ocurrió, como tampoco va a ocurrir una situación de desmovilización masiva como la espera o la desea el presidente Santos. No, las Farc van a continuar desarrollando sus planes, porque ellos se mueven es sobre planes, no sobre caprichos.

¿Cómo fue su trato con ‘Alfonso Cano?

Nunca tuve un trato sostenido. Sí me lo encontré en un par de ocasiones en campamentos, pero yo no tenía el rango que él tenía para ese momento (yo era un mando de frente y él era comandante). Era una persona afable, bromista, de un humor fino, muy inteligente, cercano a los combatientes. Es una pérdida grandísima.

¿El ELN de hoy está involucrado en narcotráfico? ¿Sigue secuestrando? ¿Extorsiona a las multinacionales?

Los nexos que pueda tener el ELN con este tipo de actividades yo los desconozco y sería irresponsable de mi parte tratar de ahondar en esto. Me remito a los planteamientos públicos, fundamentalmente de ‘Antonio García’, de por qué el ELN establece un impuesto a las actividades de siembra y producción de base de coca. Decía que es una actividad económica que se le impuso al país, y no que la permitiera ni la introdujeran las guerrillas. De allí derivan el sustento muchos campesinos y comunidades, y es justo que también de esa actividad económica contribuyan para el sostenimiento de la lucha revolucionaria.

No sé si se continúa con la ‘impuestación’ de guerra a las multinacionales. Seguramente que sí, pero no sé nada más.

¿Por qué el ELN no libera de una vez por todas a los secuestrados que tiene? ¿Qué falta para que los deje en libertad?

Lo desconozco. Sé que ese es un tema en el que el ELN ha manifestado toda su disposición a tratar en una mesa de negociación.

El ex alto comisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo, es un grandísimo responsable porque él frustró la posibilidad de haber iniciado un proceso de paz con el ELN sobre la base de que se iba a convocar la ‘Convención Nacional’ y al mismo tiempo el ELN liberaría los secuestrados que tuviera en su poder y estaría en disposición de discutir ese tema en la agenda de conversaciones. Si esto se hubiera hecho en ese momento, con toda seguridad estaríamos en una situación muy distinta y quizás ya no estaría usted hablando conmigo aquí en Bogotá sino con ‘Gabino’ (Nicolás Rodríguez Bautista).

¿Hay ‘Gabino’ para rato?

Creo que sí. ‘Gabino’ es un campesino de San Vicente de Chucurí, que toda la vida ha estado bajo los rigores del campo, pero más que del campo donde cultiva es de las montañas. Es una persona muy adaptada a este tipo de vida. Su situación de salud la desconozco, pero le deseo que tenga muy buena salud y que se cuide mucho para que le aporte a este país.

¿Por la cabeza de comandantes como ‘Gabino’ pasará por la mente si tiene sentido seguir en el monte exponiéndose a que en un bombardeo lo vuelvan añicos?

No, las preocupaciones de un dirigente como ‘Gabino’… Yo quiero hacer una extrapolación de cuáles eran mis preocupaciones cuando fui dirigente y estaba en la montaña. Uno no se ocupa de esas cosas. Obviamente sí toma en consideración los aspectos relacionados con la seguridad, pero uno no vive ‘cagado del susto’ y si tiene susto son otras las preocupaciones mayores por las que uno tiene que ocuparse. La primera preocupación es estar pendiente de sus camaradas, que no les pase nada, que tengan salud y lo que necesitan para desarrollar la lucha revolucionaria. Para mí las preocupaciones eran la situación del país y estas cosas.

¿Por qué hay tanto delator hoy día al interior de la guerrilla?

No sé las proporciones de ese fenómeno, pero es algo que siempre ha existido a lo largo de la humanidad desde el Judas que traicionó a Jesús por unas monedas de plata. Las monedas las siguen ofreciendo en la actualidad y hay muchos Judás, mucha gente que está dispuesta a vender ‘hasta a la madre’ porque les ofrecen un mundo fantástico, pero lo más trágico de todo esto es que por lo general no les cumplen. Ahí está el caso de ‘Rojas’, el que le cortó la mano a ‘Iván Ríos’, al que asesinó cobardemente. Este criminal pensó que se iba a enriquecer con ese acto atroz y maldito, y ahí está pudriéndose en la cárcel y sin un peso. Así le paga el sistema a los traidores.

A usted que anda ‘vaciado’ y si supiera dónde están los miembros del Coce, ¿los delataría a cambio de una recompensa de cinco millones de dólares para irse a vivir lejos de Colombia con todas las comodidades de los nuevos ricos?

¡No! La dimensión humana mía es muy superior a esa pequeñez. Tendría que tener un cerebro y una mentalidad de sabandija para actuar de esa manera. Soy un revolucionario de unas lealtades y unos principios que van hasta el final.

El gobernador Horacio Serpa reveló recientemente que el ELN en el pasado lo tuvo en la mira y que el ‘Cura Pérez’ lo había enviado a usted como emisario para notificarlo.

En ningún momento se trató de una situación que comprometiera la seguridad o la integridad de Horacio Serpa. Enviado por el Coce yo fui a trasladarle al en ese momento congresista, la preocupación por sus relaciones con unos políticos en la región de Barranca, fundamentalmente con Aristides Andrade -prófugo de la justicia desde cuando en enero pasado fue emitida una orden de captura en su contra-, sobre el que se tenían informes de que había participado en reuniones donde se hacían colectas de dinero que posteriormente era entregado a los señores paramilitares en San Vicente de Chucurí y Barranca. Nunca estuvo comprometida la integridad de nadie; era una preocupación.

¿Serpa, como lo señalan algunos de sus rivales, fue o es un guerrillero?

Es muy curioso porque esa misma pregunta me la hacían con mucha insistencia unos encapuchados que me interrogaban cuando me capturaron en 1994. Es más, no me lo preguntaban, lo afirmaban y más bien preguntaban las órdenes que yo tenía y mi relación con el ‘comandante Horacio Serpa’. El equipo de interrogadores era lo ‘mejor’ que tenía la Brigada de Institutos Militares. Ellos tenían esa noción. ¿Se puede imaginar qué tan retorcida es la mentalidad que había en el manejo de la inteligencia militar?

¿Si Horacio Serpa es guerrillero, Carlos Velandia es David Rockefeller?

O la madre Teresa de Calcuta. ¡Un despropósito total!

¿Qué tanto contribuyó en su destino ese ambiente del Colegio Santander y de la UIS?

Mucho, pero más que la situación que se vivió en ambas instituciones, era la situación que se vivía en el país y en América Latina. Vivíamos tiempos de revolución. Recuerdo que en el colegio o en la universidad en cualquier protesta estudiantil le gritábamos vivas a la guerrilla, ‘viva Fabio Vásquez Castaño’ y salíamos con las banderas rojinegras del ELN. Lo vivíamos con tanta naturalidad que esto era como tan familiar que incluso era de gran aceptación social. No tenía la connotación que tiene en la actualidad. Hoy en día a alguien que salga a decir que viva el ELN, lo ponen preso, si es que antes no lo matan o lo desaparecen. En esa época había un ambiente universitario de mucha crítica y de debate político-ideológico, y la influencia de las guerrillas de las Farc y ELN era marcada. Había una gran conexión entre la lucha guerrillera y las luchas sociales de la época. Yo fui producto de mi tiempo, de un tiempo de revolución que también produce revolucionarios.

¿Cuándo regresará a Bucaramanga el hijo del profesor Velandia?

Ojalá pueda hacerlo con tranquilidad y deseo hacerlo como cualquier ciudadano, como soy. Hoy en día soy el más común de los ciudadanos. No quiero ser otra cosa. Ojalá me lo permitan y ojalá quienes me adversen ya sea desde el Estado, de la derecha o de la ultraderecha entiendan que las personas tienen derechos ganados y yo me los he ganado a pulso, con sacrificio. Por eso vuelvo e insisto: no tengo deudas absolutamente con nadie; ni con la sociedad, ni con nadie. No tengo bienes, no tengo riqueza, estoy buscando trabajo. Deseo regresar a mi ciudad a reconocerla, porque por lo que me cuentan está muy cambiada.

¿Le teme a la intolerancia?

Sí, quizás. No se necesita haber estado en una causa política como la mía para que haya intolerancia. Aquí hay intolerancia por las cosas más elementales de la vida.

Un amigo mío a quien la guerrilla le secuestró a su padre y perdió la finca para poder pagar el rescate, aborrece a las Farc y el ELN. ¿Con ese tipo de personas usted sentaría a la mesa y les daría la cara?

Yo no tengo ningún inconveniente. Él está en todo su derecho de aborrecer a la guerrilla. Si la guerrilla le hizo daño cómo va a quererla. Si la guerrilla lo afectó, no puede tener un sentimiento de cariño; pero en un ambiente de civilidad, en un país donde para él hay respeto a sus derechos democráticos y también para mí, pues si se da la ocasión estrecharemos la mano. Si él no tiene inconveniente, yo tampoco.

¿Qué será lo primero que piensa hacer cuando vuelva a su ciudad?

Ir a comprar mojicones y mestiza a aliñada a la Panadería Europea, a donde de niño me mandaban. También ir al Tony a comer carne, arepa y caldo. Al Chiflas a comer cabrito. Me encantaría caminar por la carrera 33 y repetir el recorrido que hacía todas las noches desde la 56 con 34 donde vivía mi novia hasta el barrio Los Pinos, cuando no era que pasaba ‘Miguelito’ y me llevaba en su bus de la ruta Pan de Azúcar-UIS.

¿La consciencia lo deja dormir o es que los revolucionarios no tienen consciencia?

Tenemos una gran consciencia y sabemos cuándo nos equivocamos. En alguna ocasión alguien me preguntaba que si haría lo mismo si volviera a nacer; yo no haría lo mismo… ¡haría mejor las cosas! Con la sabiduría que tengo hoy en día, con las experiencias de vida, con los conocimientos, haría mejor las cosas. Desearía tener otra posibilidad para hacer mejor las cosas de lo que las he hecho.

¿A qué compañeros de su juventud o de la época de estudiante de Medicina en la UIS echa de menos?

A muchos. En bachillerato por ejemplo fui entrañable amigo de Fernando Vargas Mendoza, ex alcalde de Bucaramanga, y me ha dolido mucho la situación que han vivido él y su familia porque en el Colegio Santander fuimos grandes amigos y yo lo sentía como un hermano más. Nos ayudábamos en las tareas, bromeábamos, jugábamos con él y con su hermano Ciro. Fernando está pasando por una situación muy difícil, tendrá que estar reflexionando sobre lo ocurrido y ojalá pueda tomar las mejores decisiones porque es una persona muy capaz. Otro gran amigo fue Iván Lizarazo Salcedo, pero no sé qué será de su vida. Recuerdo también con gran cariño a mis profesores, a pesar de que en algunos momentos yo fuera un tanto díscolo, máxime que mi papá fue profesor de muchos estudiantes y también fue profesor mío.

EN LA ACADEMIA SE DISCUTE PROCESO DE PAZ

Jun 13, 2013
En la academia se discute proceso de paz
Foto: Suministrada / EL FRENTE
Este jueves, tuvo lugar en la UIS un conversatorio durante la sesión de la Cátedra Low Maus de la institución, relacionado con los diálogos de paz, a cargo de Carlos Arturo Velandia, ex integrante de la dirección nacional del ELN.
Los temas tratados fueron transfronterización de conflictos e internacionalización de la paz como temas de disertación dirigidos por el investigador, vocero público en negociaciones de paz y ex integrante de la dirección nacional del Ejército de Liberación Nacional (ELN), Carlos Arturo Velandia, durante la sesión de la Cátedra Low Maus de la institución.
En esta primera sesión de la Cátedra Magna de la UIS, se busca analizar el contexto del conflicto armado interno en Colombia, de tal forma que se pueda avanzar en la comprensión del contexto que enmarca los diálogos que avanzan en la Habana (Cuba) y las posibilidades que para un acuerdo verificable tienen las partes.
En la jornada,  participó la comunidad universitaria de la UIS, estudiantes y profesores de otras instituciones de enseñanza superior, organizaciones no gubernamentales, entidades del Estado, medios de comunicación y ciudadanía en general.
Con el objetivo de conocer su perspectiva acerca de la situación actual del proceso de paz y los diálogos que se llevan a cabo, EL FRENTE entrevistó a Carlos Arturo Velandia,
¿En qué consiste la transfronterización?
Carlos Velandia: La transfronterización del conflicto pasa primero por la crisis humanitaria que genera este conflicto interno colombiano, con el fenómeno de los refugiados, que cruzan la frontera impulsados por las confrontaciones e incluso también por la dinámica de la problemática económica y social.
Esto genera un impacto negativo en las fronteras de los países vecinos. Al mismo tiempo, la presencia de manera temporal, transitoria, de grupos armados colombianos, generan una gran preocupación para las seguridades nacionales de estos países, y al mismo tiempo, el entrecruce de fenómenos de violencia y criminalidad que se mezcla con el conflicto; fenómenos como la trata de personas, el contrabando, el narcotráfico, el tráfico de armas y distintas conductas de ilegalidad hacen que las fronteras alrededor de Colombia sean sectores bastante inestables y requieren una gran atención por parte de los gobiernos de estos países.
¿Consecuencias de la transfronterización?
CV: La transfronterización ha contribuido en la generación de una situación de nervios alterados en las fronteras, pero al mismo tiempo ha posibilitado que en el marco de este proceso de paz se de una especie de volcamiento de la comunidad internacional a apoyar y proteger este proceso en curso.

Papel de los gobiernos vecinos en el proceso de paz
CV: El conflicto colombiano, si logramos superarlo, como es el deseo de la gran mayoría de los colombianos, va a ser una gran contribución a la sostenibilidad de las democracias, a la estabilidad y el desarrollo de cada uno de los países y una gran contribución  de Colombia a ese sueño de la Unasur, de convertirse en una región de paz.

Papel de las instituciones educativas
CV: La ciudadanía, cada persona, debe empoderarse y hacer del proceso de paz su propio reclamo, exigirle a las partes que permanezcan en las mesas, exigirle al gobierno y al Ejército de Liberación Nacional, que acudan a una mesa de diálogo y negociación a la menor brevedad, que es una urgencia del país y de la sociedad poner punto final a un conflicto que lleva desgarrando a la sociedad y al país durante 50 años. Cincuenta años ya es demasiado para un conflicto interno, ha llegado la hora de la paz.
Panorama del proceso de paz a futuro
CV: El panorama es bastante alentador, yo preveo, y no es una cuestión únicamente de pensar con el deseo, que en cierta forma lo es, pero a la luz de las cosas que he venido observando, creo que el 2014 será un año bastante interesante para la vida de los colombianos.
En primer lugar, porque creo que en el 2014 se firmarán los acuerdos que pongan punto final al conflicto armado interno entre las guerrillas revolucionarias y el Gobierno Nacional, pero al mismo tiempo, dejarán el punto de partida a toda la sociedad para que pugne por ubicarse en posiciones de poder, y desde allí, trabajar por las transformaciones que necesita el país, fundamentalmente las que conduzcan a la construcción de la justicia social.
Yo creo que si trabajamos con esa mentalidad de construir lo que no hemos hecho durante muchos años, o lo que habíamos hecho bien y lo hemos desecho, vamos a terminar en una paz sólida y duradera.
Mensaje para la comunidad universitaria de la región
La Cátedra Low Maus es un gran escenario y es un ejemplo extraordinario de cómo la cátedra, la educación de bachillerato y superior, asume la discusión y el examen de los grandes problemas del país, y entre ellos, los problemas del conflicto, y de la solución de este conflicto. Lo que ocurre en el país no puede estar al margen de los universitarios, no puede ser ajeno al interés de los universitarios; el academicismo por el academicismo nos aísla de la sociedad. Podemos ser grandes académicos, muy buenos estudiantes, pero si no estamos conectados con la realidad de nuestro país, construimos entelequias y vivimos en el aire. Creo que los estudiantes y la comunidad académica santandereana, debe poner los pies en la tierra y examinar los problemas del país.
Carlos Arturo Velandia, nació y fue criado en tierras santandereanas. Realizó estudios universitarios en medicina y administración de empresas. Siendo estudiante de la UIS se vinculó orgánicamente al Ejército de Liberación Nacional al comienzo de la década de los 70, organización en la que alcanzó a ser miembro de su Dirección Nacional.
Fue detenido por las fuerzas del Estado y llevado a prisión en la que estuvo durante 10 años; tiempo en el cual desarrolló la vocería política en nombre del Ejército de Liberación Nacional de Colombia (ELN) en los procesos de paz adelantados con los Gobiernos de los presidentes Ernesto Samper Pizzano, Andrés Pastrana Arango y Álvaro Uribe Vélez (2002 -2004).
Estuvo vinculado a importantes labores de investigación en centros académicos de España durante su forzado y prolongado exilio, como el Instituto de la paz y los conflictos de la Universidad de Granada y la Escola de Cultura de Pau de la Universidad Autónoma de Barcelona, bajo la tutoría y dirección del reconocido investigador Vicenç Fisas Armengol. Ha realizado la Diplomatura de Cultura de Paz de la Escola, en la cual también impartió el módulo de Colombia: Conflicto y Solución Política.