sábado, 10 de noviembre de 2012

NO MATAR MIENTRAS SE HABLA DE PAZ



No matar mientras se habla de paz

Por Carlos Arturo Velandia J.*

OPINIÓN El anuncio del Gobierno Nacional de negarse a pactar un cese al fuego bilateral indica que los hechos de guerra estarán como telón de fondo a los diálogos y negociaciones de paz.
Miércoles 26 Septiembre 2012

La revelación que hizo el presidente Juan Manuel Santos, indicando que el extinto comandante Alfonso Cano fue quien le propuso buscar a través del diálogo y la negociación el final del conflicto armado, y que pese a haberlo aceptado, después de dejar en claro que dicha búsqueda se haría en total confidencialidad, y que discurriría en medio de las confrontaciones bélicas, ordenó dar de baja al líder guerrillero, luego de que el alto mando militar le informara que Cano había sido localizado en la vereda El Chirriadero del municipio de Suárez (Cauca), no deja de desgarrar el alma por cuanto fue Cano el iniciador del actual proceso de paz en curso en nuestro país, y que nos puede llevar a la paz definitiva y a construir días mejores para Colombia y sus gentes. No debió ser matado, como no debieron morir ni deberán morir más soldados, policías y guerrilleros, en momentos en que se habla de paz. No debió ser matado Alfonso Cano, aquel que dijera en Caracas, en 1991, al instalarse la mesa de diálogos y negociaciones, “debimos haber empezado estos diálogos hace 5.000 muertos”.

Ha sido el Gobierno Nacional quien ha dicho no a la propuesta de las FARC de pactar un cese el fuego bilateral, lo que indica que los hechos de guerra estarán como telón de fondo a los diálogos y negociaciones de paz. La admonición de Marcos Calarcá de “si vamos a hablar no nos hagamos más daño”, hecha ante medios de prensa en La Habana, y los numerosos y contundentes actos de guerra ocurridos desde que se oficializó públicamente el proceso, me llevan a expresar las siguientes reflexiones y recomendaciones:

1- ¿Qué sentido tiene matar si estamos a las puertas de poner fin a la guerra?

2- ¿Es que acaso 5.000 bajas más, entre muertos y heridos, que es en promedio la suma del daño humano que las partes se infringen cada año, podrá generar desequilibrios significativos en la mesa, como para continuar matando?

3- ¿Es que acaso no son los actos de guerra hechos perturbadores y causales de rompimiento de los diálogos, como ocurriera en los diálogos de Tlaxcala y del Caguán?

4- ¿Con qué autoridad moral expiden los comandantes de las fuerzas enfrentadas órdenes de batalla, a sabiendas de que la paz vendrá pronto?

5- ¿No es acaso un deber y una obligación ética y moral para los comandantes de las fuerzas enfrentadas, preservar y cuidar la vida y la integridad de sus subordinados?

6- ¿No son acaso motivo suficiente para poner fin a la matanza entre colombianos los más de 300.000 muertos en 50 años de conflicto armado?

7- ¿Por qué exponer la vida de los combatientes de las partes enfrentadas, en los campos de batalla, cuando los comandantes están seguros sentados en la mesa de negociaciones?

8- ¿No es mejor acaso parar la guerra, mientras se definen los términos de la paz, y dedicar los esfuerzos y recursos a capacitar y preparar a los combatientes y mandos de las partes enfrentadas para el retorno e incorporación a la vida civil?

9- ¿No es acaso imperioso, que mientras se habla de paz, las partes enfrentadas generen medidas de alivio social, de disminución de la violencia y de creación de ambientes positivos para acompañar la paz y hacer la reconciliación?

10- ¿No tienen acaso las partes el deber moral, en nombre de la nación y de la comunidad internacional, que depositan sus confianzas y apoyan para que se haga la paz, de asegurar la obtención de la paz negociada sin odios ni vindictas, para que sea una paz duradera y satisfactoria para todas y todos?

Seguramente estas reflexiones podrán ser desoídas por los comandantes de las partes enfrentadas, ante la contundencia del hecho real de que mientras no exista la orden recíproca de parar la confrontación, es válido seguir matando y generando violencia, en nombre de la paz. Pero creo que es mi deber, ahora a las puertas de la firma del final de la guerra contribuir a generar prácticas de paz en medio de la confrontación.

Manual para hacer la guerra al final de la guerra:

1- Si una unidad combativa o un combatiente choca con su enemigo, dispare al aire y repliéguese. No mate.

2- Si una unidad combativa o un combatiente desarma a un oponente, no lo capture, respete su vida, si ha sido herido cúrelo, trátelo con humanidad y respeto y déjelo ir. No haga prisioneros. Los operadores de justicia en tiempos de paz se encargarán de colocar a cada quien en su lugar, de acuerdo a sus actos y responsabilidades.

3- Si una unidad combativa o combatiente recibe la orden de sembrar minas y no puede evitarlo, no le ponga los estopines. Sepa que las minas seguirán matando aún después de la firma de los acuerdos de paz, y no se justifica que en tiempos de paz mueran personas por cuenta de una guerra superada.

4- No lance cargas explosivas, ni disparos artilleros, si lo hace desvíe el disparo hacia lugares despoblados o descampados.

5- Si tiene personas privadas de la libertad bajo su cuidado, procúrele un trato humano y respetuoso y ayúdelo a obtener la libertad.

6- No secuestre ni desaparezca personas, si recibe órdenes de hacerlo niéguese y proponga una discusión colectiva. En la paz tendrá que responder por estos actos.

7- Si una unidad combativa enemiga está abandonado un área, no la ataque, deje que se vaya.

8- Si va a desplazarse por un área de operaciones, hágale saber a las unidades enemigas que no va a atacarlas y que no desea confrontación alguna. En el terreno de batalla un gesto de esta naturaleza es muy valorado por los mandos directos y los combatientes, quienes seguramente serán respetuosos de tal solicitud.

9- Si tiene mando en el terreno de batalla, busque comunicaciones extraoficiales con los mandos de unidades enemigas, para concertar actos humanitarios entre ellos, como traslado de heridos, tránsito sin obstrucciones de servicios sanitarios, libre circulación de mercaderías y víveres, libre tránsito de personas y funcionarios públicos, reparación de vías y obras de infraestructura, y cooperación para capturar y entregar a autoridades judiciales a delincuentes.

10- Si recibe órdenes de atacar bases militares, puestos adelantados o campamentos; “piérdase por los montes de Úbeda”, como reza el dicho español. Váyase por las ramas, tómese su tiempo, haga ruido para evitar la confrontación directa. Batallas al final de la guerra por lo general no modifican la correlación de fuerzas pero sí producen muerte y destrucción innecesaria. La guerra en Colombia, que ya va a cumplir 50 años, no la gana nadie matando enemigos y llevando a la muerte a sus amigos en el último año, antes de la paz.

11- Si recibe órdenes de afectar obras de infraestructura, niéguese a hacerlo y proponga una discusión colectiva sobre su utilidad, de cara a la paz y la reconciliación, máxime si se tiene en cuenta las graves afectaciones que el sabotaje a la infraestructura causa en la población civil.

12- No adquiera, no fabrique, ni almacene material de guerra. Éste finalmente será destruido, o puede caer en manos de personas o actores que lo usará contra la paz. Los recursos económicos del país y de la sociedad han de aplicarse más en la construcción de la paz que en pertrechos que no se necesitarán en tiempos de paz.

13- No reclute, ni vincule a personas en actividades hostiles o de guerra. Son tiempos de preparar sicológica, política y culturalmente a las fuerzas para bajar de los montes, para retornar a los cuarteles y para el regreso a la civilidad.

14- No deserte ni se separe de su unidad combativa o estructura, respalde a sus superiores y a los líderes de las partes en la decisión de buscar la paz, proponga y exija que los acuerdos de paz contengan garantías económicas, sociales y de inclusión para el retorno a la civilidad y participación en democracia.

15- No atienda a los llamados de continuar la guerra, que desde algunos entornos de las partes se hacen, en su mayoría por personas que no van a la guerra y que no permitirán que sus hijos o allegados participen en las confrontaciones. Actúan como hooligans en los partidos de fútbol: no juegan los partidos pero destruyen el mobiliario urbano en nombre de sus equipos, no importa que ganen o pierdan.

16- Finalmente, recuerde que en tiempos de preparación y construcción de la paz es más valiente y más útil el que menos mata y el que más propone.

* Exdirigente del ELN y vocero para diálogos de paz en los gobiernos Samper, Pastrana y primer año de Uribe.

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