CARTA A GABINO
Estimado
Nicolás:
En mi
actividad permanente de investigación sobre conflictos y paz, leo con
frecuencia los documentos que publica el ELN en su página web, y encuentro en
ellos, con satisfacción, expresiones explícitas de disposición a iniciar un
proceso de diálogo de paz con el Gobierno Nacional, orientado a poner fin
definitivo al conflicto armado y a que se creen las condiciones para superar
las causas que lo produjeron. También se, de oídas, que ya existen contactos
con el Gobierno y que próximamente se estaría instalando una mesa de diálogo,
con su respectiva agenda, metodología, fases,
tiempos, lugares y garantes; en la perspectiva de hacer confluir el
proceso ya iniciado con las FARC-EP y el del ELN, en un momento de madurez de
los dos procesos y de necesidad de discutir temas comunes para una paz única y
nacional.
El país y la
Comunidad Internacional están expectantes y la sociedad mayoritariamente apoya
este proceso de paz iniciado, aunque mantiene dudas y reservas sobre la
voluntad real de las partes de llegar al final del conflicto, que muy pronto
cumplirá medio siglo. Es decir, el optimismo moderado de personas e
instituciones que apoyan los esfuerzos de paz, va de la mano con el nivel de
confianza y credulidad sobre las verdaderas intenciones de las partes, pero más
marcadamente de las intenciones de las organizaciones insurgentes; lo cual
indica que es una necesidad de las partes construir confianza en la sociedad y
en la Comunidad Internacional, para que las conversaciones de paz estén
rodeadas de un ambiente social positivo y de opinión favorable, que solo se
logran con actos indiscutibles de paz, que obren como señales inequívocas de
que se está en la dirección correcta e irreversible de poner fin a la guerra
entre compatriotas.
Nicolás, la
semana pasada cuando asistía a las honras fúnebres de mi madre en la ciudad de
Bucaramanga, supe que en la sala de velación contigua, se realizaba el sepelio
del señor Alberto Alvarado Rodríguez, ingeniero de profesión, que murió
vilmente asesinado a manos de un grupo del ELN que lo había secuestrado hacía
siete meses en Toledo – Norte de Santander, así lo leí y vi en los periódicos
junto con una fotografía del señor Alvarado custodiado por dos personas con
insignias y bandera del ELN. Todo indica que la autoría fue de la organización
revolucionaria a la que pertenecí y contribuí a construir en su ideario y
valores revolucionarios y de humanidad.
Quiso el
destino juntar el hecho natural de la muerte, al final de la vida en el caso de
mi madre, con la muerte violenta, mansalvera y cruel de un ciudadano del común
que no merecía morir, que no debió ser matado porque hasta donde sé a los
“retenidos por razones económicas” se les respeta la vida. Vi y sentí el dolor
desgarrado de la familia Alvarado Rodríguez, dolor mucho mayor que el mío,
porque mi madre falleció por causas naturales, en tanto que a Alberto se le
arrancó inmerecidamente la vida.
Nicolás,
sentí rabia y dolor, a veces no sabía por quien estaba llorando si por mi madre
o por Alberto, tuve el impulso de pasar hasta la sala de la familia Alvarado
Rodríguez para al menos decirles lo siento, pero me faltó valor. Ahora creo que
habría sido una imprudencia, porque no es a mí a quien le corresponde dar una
explicación, presentar excusas, pedir perdón, e intentar reparar el daño, hasta
donde pueda entenderse reparable cegar una vida.
A esta
altura de esta carta, le pido que lidere al interior del COCE y de la
organización tomar la decisión de suspender de manera definitiva y total la
práctica del secuestro de personas o retenciones económicas; y lo anuncie el
ELN de manera pública, al igual que en su momento lo hiciera las FARC-EP,
formulando además la decisión de liberar de inmediato a todos los secuestrados
existentes en las manos de las estructuras del ELN que los tengan y la disposición
a cooperar para que organizaciones humanitarias puedan monitorear el cabal
cumplimiento de tal decisión.
Este sería,
sin duda, un acto reconocible de paz, que contribuirá a construir confianza en
la sociedad y estimulará a que el Gobierno Nacional actúe en reciprocidad, por
ejemplo promoviendo medidas de alivio a la penosa situación de los presos y
presas de Colombia. Además será un fardo que el ELN se quitará de sus hombros
para llegar más livianos a la mesa de diálogo, y poder encarar los temas de la
agenda que pacten con el Gobierno con más solvencia y mutuo respeto.
Nicolás,
pido además que el COCE investigue las circunstancias del vil asesinato del
ingeniero Alberto Alvarado Rodríguez, porque ese acto controvierte normas
internas del ELN y el código de guerra, además del Derecho Internacional
Humanitario, que el ELN se precia de acoger y respetar. Pido también que la
organización de la cara a la familia
Alvarado Rodríguez, explique lo ocurrido, pida perdón y repare. Hacerlo es de revolucionarios
pero mucho más de seres humanos que nos decimos y reivindicamos como luchadores
por la vida digna y para la vida en mundos mejores.
Finalmente,
deseo tenga salud para que con el conjunto de cuadros de dirección pueda guiar
al ELN por caminos hacia la paz definitiva y la reconciliación nacional.
Fraternalmente
Carlos
Arturo Velandia J.
Bogotá, 01
de noviembre de 2012
@CarlosVelandiaJ
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