'Acuerdo
con Farc puede ser un punto de partida'
'Felipe
Torres', como se lo conoció en el Eln, habla de la posibilidad de un cese
unilateral.
Por: GONZALO
CASTELLANOS V. |
11:27 p.m. | 10 de octubre de
2016
Foto:
Héctor Fabio Zamora / EL TIEMPO
Carlos Arturo Velandia, alias 'Felipe Torres', fue miembro de la
dirección nacional del Ejército de Liberación Nacional (Eln).
Carlos
Arturo Velandia es el nombre de ciudad de quien alzado en armas en la guerrilla
del Eln fue el comandante ‘Felipe Torres’, en algún momento miembro de la
dirección nacional de esa organización.
Ya no es
guerrillero. Es revolucionario, con ADN eleno desde 1970, cuando tenía 18 años,
convencido hoy de que la insurgencia armada y la
guerra que esta trae son el mayor obstáculo para conseguir la revolución,
para alcanzar la verdadera justicia social, convertida para personas como él en
la principal, acaso la única, razón de existir.
Comandó
trascendentales operaciones de insurgencia, trazó línea ideológica y política,
durante prolongado tiempo estuvo preso sin claudicaciones, y hoy es un
ciudadano, gestor de paz voluntario en el acercamiento del Gobierno con esa
guerrilla. Algo que de resultar exitoso puede no solo darle la vuelta al
momento desorientado que vive el país a cuenta del plebiscito reciente, sino
consolidar una fórmula efectiva de “acuerdo nacional, amplio y multipartito”
que le ponga fin, sin matices ni más dilaciones, a la confrontación armada con
las Farc y el Eln. (Lea también: Ronda de negociaciones con el Eln se iniciará el 3 de noviembre)
Empezamos
este diálogo en la librería Abaco, en Cartagena, el 26 de septiembre pasado,
con mutua esperanza tras la firma del acuerdo con las Farc, y concluimos con
este reportaje para EL TIEMPO cuando las instituciones o las esperanzas de paz
parecerían tambalear tras la mayoría plebiscitaria que rechazó dicho pacto.
Carlos Velandia cree que se abre una importante puerta para un acuerdo de paz
integral, trabaja en esa tarea, y explica cómo todo esto puede ocurrir, incluso
en muy breve tiempo.
¿Está dispuesto el Eln a un acuerdo de
paz, a cambiar definitivamente armas por debate democrático?
Categóricamente
sí. El Eln ha estado listo desde los años noventa. Ha dialogado sobre esto con
todos los gobiernos a partir de entonces, incluso con el gobierno de Álvaro
Uribe. En el quinto congreso de la organización, a finales del 2014, se planteó
con mucha certeza la visión de dejar las armas.
¿Liberará el Eln a los secuestrados
como condición para continuar la mesa de diálogo que empezó en marzo?
Ya empezó
a hacerlo. Es una condición razonable desde el punto de vista del Gobierno y la
comunidad. He pedido al Eln aceptar esa condición sana. Pero, naturalmente,
puesto que el diálogo para llegar a un acuerdo no supone debilidad o imposición
de ninguna de las partes, deben propiciarse de lado y lado las condiciones para
darle continuidad a esa mesa en una fase pública. Esto supone avanzar en la
arquitectura del proceso, la fijación de la agenda y la definición de la
metodología.
¿Falló en eso la mesa de discusión con
las Farc, en la publicidad, en la invitación a oír otras voces sociales?
Valorando
profundamente el desarrollo de las etapas para llegar a ese acuerdo, quizá
faltaron gestos contundentes de publicidad, de llamado a lo que el camilismo
denomina la sociedad civil popular, y en general a la que podría catalogarse
sociedad civil oligárquica (empresarios, terratenientes, entre otros). Hubo
foros con invitación a víctimas y otros sectores, pero no fue esta la
metodología rectora.
La mesa
con el Eln se concibe y debe ser una mesa social para la paz. Esto supone un
modelo de participación de todos estos sectores civiles, territorios, además
del Gobierno, la institucionalidad estatal y la guerrilla. Una mesa abierta,
amplia e incluyente, pero no en aspectos nominales, sino en la posibilidad útil
de escuchar y conjugar las propuestas y observaciones de todos estos sectores.
El acuerdo con las Farc fue posible
porque no se discutió el modelo económico. ¿El Eln renuncia a hacerlo?
La
discusión del modelo económico no está en la agenda. Esto tiene unos momentos y
no es posible resolverlo todo al unísono en un mismo paquete: hay un primer
escenario que es el diálogo social para el fin de la guerra (ahora), de la
confrontación armada, lo cual es una prioridad que no da más tiempo.
A partir
de esa situación se generan fases de diálogo social para la construcción de la
paz y de diálogo democrático, en donde todos los sectores sociales organizados
examinan qué es lo que quieren en términos de justicia social. La paz no se
consigue por acuerdo ni decreto. Es una construcción de la sociedad en búsqueda
de inclusión, equidad, superación de la pobreza, la corrupción o la
concentración del poder.
¿El Gobierno le ha faltado a las Farc
por el hecho de convocar al plebiscito sobre un acuerdo ya logrado?
No. Se
planteó el plebiscito por el Gobierno, antes que la constituyente propuesta por
las Farc, pero estas aceptaron el modelo de la refrendación de los acuerdos.
Falló el cálculo de posibilidades y tiempos.
¿Se plegará el Eln al acuerdo con las
Farc, se vincularía a este momento de posible revisión?
El
acuerdo con las Farc, aunque no es suficiente en concepto del Eln, puede ser un
punto de partida. Allí hay una experiencia acumulada, legítima y
comprobadamente sincera del Gobierno y la guerrilla. No hay que empezar de
cero.
En la
crisis institucional ocasionada por el revés en el plebiscito se abrió la gran
oportunidad para un acuerdo democrático de paz, nacional, amplio, multipartita
e incluyente. De manera que sería posible entrar en esa fórmula de acuerdo,
enriqueciéndola en cuanto a la participación de todos los sectores políticos y
sociales, incluido el Eln. Esto no significa, en modo alguno, obedecer los
trazos del expresidente Uribe, sino ampliar la mesa. Imagino un escenario de
solución en el que el Eln se sume a esta coyuntura con un cese unilateral del
fuego y de hostilidades, en donde avance la mesa pública de su propio acuerdo,
incluso con concentración en zonas de manera similar a lo ya pactado, pero unas
zonas convertidas en mesa de diálogo social para la paz, literalmente más
abiertas a todos los sectores que tienen tanto que decir en este conflicto
(campamentos de paz). Un escenario de consenso, en donde incluso pueda
debatirse una posibilidad preconstituyente.
¿En ese diálogo nacional debe estar
Uribe?
El Centro
Democrático tiene que contribuir a aliviar el lío que se ha formado. La misma
sociedad debe forzar a que Uribe esté allí. Él debe esclarecer su “sentido
patriótico”, hoy seriamente interrogado, mostrando que esta coyuntura le
importa más que las elecciones del 2018. Es imaginable que deje allí sus propuestas,
pero no participe directamente, pues no es gobierno. Las Farc, que obraron con
sinceridad, ni mucho menos la sociedad deben pagar los platos rotos del
plebiscito. El presidente Santos no puede dejarse atrapar en un diálogo de
élites políticas ni económicas. Tiene la posibilidad de convocar a todos los
movimientos sociales, a las guerrillas de las Farc y el Eln.
¿Es el sancocho del que hablaba
Bateman?
La
propuesta del diálogo nacional la planteamos junto con Francisco Galán, otro
líder del Eln, desde la cárcel en Itagüí años atrás. Bateman proponía preparar
algo como un sancocho nacional. Creo en la metáfora, pero menos anárquica, en
donde el plato (todos los sectores sociales y económicos) se pronuncien,
construyan.
GONZALO CASTELLANOS V.
Especial para EL TIEMPO
Especial para EL TIEMPO
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