3 ABR 2017 - 6:46 PM
Consejos para la mesa de Quito
Dos desmovilizados de esta guerrilla y tres
dirigentes sociales de las organizaciones que impulsan la participación de la
sociedad en el proceso de paz se juntaron para proponer una ruta que
desempantane la negociación.
Alfredo Molano Jimeno / @AlfredoMolanoJi
“Pablo Beltrán”, jefe negociador del Eln, y Juan
Camilo Restrepo, delegado del Gobierno.
/ EFE
Hace más de 50 días, los
delegados de paz del Eln y el gobierno Santos se sentaron a buscar el fin del
conflicto en una mesa de diálogos en Quito. Más de mes y medio ha pasado y las
únicas noticias que se conocen provienen de los campos de batalla. Como la de
este fin de semana, en Santander, donde el Ejército le propinó un duro golpe a
la insurgencia, en el que murió una decena de guerrilleros. De otro lado, el
resultado electoral de este domingo en Ecuador, que le dio el triunfo en la
Presidencia al sucesor de Rafael Correa, Lenín Moreno, es una buena noticia
para la mesa.
Con estas noticias, y cerca de
que las partes hagan su primer balance del proceso, El Espectador reunió a dos desmovilizados del Eln
y tres importantes dirigentes sociales, provenientes de las organizaciones que
apuestan por a un acuerdo de paz entre el Gobierno y los elenos, para que en
esta coyuntura hagan una lectura de lo que ha ocurrido y propongan salidas a
los temas más controversiales de la mesa. Se trata de el excomandante
guerrillero Carlos Velandia; el también desmovilizado de esta organización Luis
Eduardo Celis; Juan Humpton, vocero nacional del Congreso de los Pueblos;
Katerin Torres, vocera de la campaña Paz Completa, y Luis Emil Sanabria,
presidente colegiado de Redepaz.
¿Cuál es el diagnóstico de la mesa de Quito?
Sanabria: Están sentados hablando de dos
temas importantes: la participación de la sociedad y el acuerdo humanitario.
Humpton: El inicio de los diálogos
acelera los tiempos políticos para los actores de la mesa de Quito y de la
sociedad. Y esto obliga a consensos sociales mucho más rápidos en torno a las
propuestas de participación y sus contenidos. El momento de atascamiento
estratégico en que se encuentran las partes puede ser resuelto por propuestas
que provengan de la sociedad organizada.
Celis: La mesa Gobierno-Eln es un
gran reto y una buena oportunidad para avanzar hacia la paz completa. Hay dos
asuntos inmediatos para trabajar: el desescalamiento del conflicto y la
participación social.
Torres: Hay pérdida de oxígeno del
proceso como tal, en parte porque en el país se tomó la decisión de poner en
segundo plano lo que tiene que ver con el proceso de paz, en parte por la
irrupción del panorama electoral. Eso genera un riesgo para la mesa de Quito,
pero también para el proceso con las Farc. Creo que estamos ante un río con dos
aguas: la del riesgo y la de la oportunidad. La mesa de Quito debe atreverse a
tener salidas creativas para el tema de participación de la sociedad. Este es
un elemento innovador en los procesos de paz.
Velandia: A la mesa se llegó de muy
mala manera. A tropezones. Con muchas dificultades. Los problemas de la guerra
han marcado los ritmos. Y ahora que ya están sentados nuevamente, los hechos de
la guerra amenazan la estabilidad del proceso. Eso me preocupa porque, mientras
las palomas estén sentadas en la mesa, los halcones andan sueltos en la calle.
¿Qué vale la pena rescatar de los
diálogos con las Farc?
Sanabria: Este es un solo proceso de paz
con dos mesas de negociación. Lo cual quiere decir que son complementarios, para
construir una democracia. Hay que recuperar lo que se pactó en La Habana en
temas como el agrario y la participación de la sociedad, para avanzar hacia la
construcción de nuevas realidades en Colombia.
Humpton: Hay que generar un proceso muy
ágil de desescalamiento del conflicto. Eso ayudó mucho en La Habana.
Celis: Coincido con la idea de que esta mesa hace parte del mismo proceso de paz que llevó a las Farc a un acuerdo. Por eso, si las cosas con el Eln van bien, también será así con las Farc, y viceversa. Es oportuno que se abra un espacio de diálogo entre las guerrillas, y el Gobierno debería facilitar el encuentro.
Torres: Más allá de los temas, creo
que sería oportuno hacer un inventario de lo que produjo el proceso con las
Farc y lo que serviría para el Eln. Eso nos ayudaría a establecer puntos de
articulación. Hay coincidencias importantes, como la participación o las
consultas territoriales. La Jurisdicción Especial para la Paz es para los dos
procesos.
Velandia: Los dos procesos son
diferenciados. Pero la singularidad no puede tirar por la borda buenas
prácticas y aprendizajes que han sido muy útiles. La Habana es rica en
lecciones que pueden ser aprovechadas por la mesa de Quito. Especialmente en
temas de arquitectura del proceso. Me parece que es un salto al vacío pensar
que se va a ganar agilidad con la itinerancia de la mesa por cinco países.
Esto le quita ritmo, genera
lapsos entre una sede y otra, el gasto y la duplicación de esfuerzos van a ser
mayores. Así que pienso que es recomendable revisar con cuidado la experiencia
exitosa en algunos asuntos que logró la mesa de La Habana.
¿Qué no se debe repetir?
Sanabria: Que la pedagogía de los
acuerdos se realice a última hora. Desde ya hay que empezar a hacer pedagogía
de la agenda de diálogos. Hay que superar la mezquindad que se planteó en La
Habana de limitar las conversaciones de los negociadores de la insurgencia con
la sociedad civil. Y no hay que tenerles miedo a los tiempos. Lo que puede ser
un tiempo prolongado en una negociación buscando un acuerdo nacional de paz,
puede ser fructífero a la hora de implementar los acuerdos y de conseguir la
reconciliación.
Humpton: No creo que sea positivo
repetir el secretismo que primó en La Habana. Por supuesto, esto implica
ponderación con la información que se maneja, pero hay que decir cómo se
avanza. También pienso que hay que evitar el aislamiento de la mesa frente al
país. Si la participación ciudadana va a ser el centro del proceso, esa
negociación debe ser en Colombia.
Celis: Hay que avanzar rápidamente hacia el acuerdo de
cese bilateral del fuego y hostilidades. No dejarlo para el final, como fue con
las Farc.
Torres: Es importante reconocer
que las identidades y las dinámicas de cada insurgencia son distintas. Hay que
superar la mirada de que el uno es el hijo menor del otro. También que la
participación ciudadana no vaya a ser inocua, porque a La Habana iba la gente
que tenía plata. En este proceso, la mesa debe ir a donde la gente.
Velandia: No se debe repetir bajo
ninguna circunstancia: convertir a los delegados en la mesa en quienes explican
el desarrollo de la guerra. Beltrán no tiene por qué explicar los actos del Eln
en el campo de batalla y Restrepo tampoco tiene por qué explicar las acciones
militares. Ellos están allá para pactar el fin de la guerra, no explicarla. De
otro lado, las partes deben desechar la posibilidad de que el acuerdo al que se
llegue sea sometido a un plebiscito. El mejor plebiscito es una participación
amplia de la sociedad.
¿Qué gestos pueden construir confianza?
Sanabria: el Estado podría adelantar
una política de prevención a las violaciones a los derechos humanos. Una forma
de garantizar la vida y la acción política a los líderes sociales para que haya
una real participación. Ir más allá del mecanismo de protección para lograr el
desmonte de los grupos neoparamilitares Y, por supuesto, ir desescalando el
lenguaje. Mientras, el Eln debería suspender el secuestro y los ataques a la
infraestructura.
Juan: cumplirle a La Habana es crear condiciones en
la gente que está trabajando en el proceso de paz con el Eln.
Celis: el Gobierno debe pensar
seriamente en aliviar la situación de los presos del Eln. Eso significa darles
prioridad de atención a quienes padecen enfermedades, trasladarlos a cárceles
donde queden cerca de sus familiares, empezar a revisar su situación jurídica,
etc. El Gobierno debe tener claro cuál es la oferta para el Eln, y eso se tiene
que traducir en profundizar la acción del Estado en obras, como podría ser la
vía Pamplona- Saravena. Eso sería un mensaje importante para Arauca, donde el
Eln tiene un arraigo fuerte. Tercero, abrirse a la posibilidad del cese
bilateral del fuego. Plantear la discusión.
Del lado del Eln es claro que deben replantear temas como el secuestro y el escalamiento del conflicto como mecanismo de presión a la mesa.
Del lado del Eln es claro que deben replantear temas como el secuestro y el escalamiento del conflicto como mecanismo de presión a la mesa.
Torres: el Gobierno debe aceptar la
propuesta de cese bilateral del fuego, porque ayuda a que el Eln tome la
decisión de dejar el secuestro y la extorsión, y al mismo tiempo manda un
mensaje de confianza en la mesa a la sociedad. Lo otro es el desmonte del
paramilitarismo. Esa es una garantía fundamental para la participación
política.
Velandia: el cese bilateral del fuego debe ser un punto de
llegada, no de partida. La vía es el desescalamiento gradual, ir cerrándole la llave
al fuego. Y la mesa debe dedicarse a buscar el fin de la guerra. Ese es su
propósito. El desescalamiento produce alivio y confianza en la sociedad que
vive la guerra, y al mismo tiempo confianza de las partes entre sí. Y con un
elemento adicional, las dos partes deben dar garantías de participación de la
sociedad en la mesa. No ofrece garantías que el Eln mate a un policía o
secuestre a una persona, pero tampoco lo es cuando en las narices del Gobierno
están asesinando a líderes sociales. No tiene razón que cuando acuerdan empezar
la mesa de diálogos cada parte comienza a echar más tiros y más bombas.
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