miércoles, 22 de mayo de 2013


LUNES, 20 DE MAYO DE 2013

La guerra se agotó como fórmula para acceder al poder



Carlos Arturo Velandia Jagua, en entrevista al grupo Quimera plantea algunas fórmulas con las que se puede lograr la paz, la importancia de sus planteamientos se basan en su conocimiento acerca del conflicto armado, el haber sido miembro activo del Ejército de Liberación Nacional le confiere legitimidad a sus propuestas. Felipe Torres como se le conocía abandonó la lucha armada, pero no su compromiso por la paz y las transformaciones sociales.
En la actualidad Carlos Arturo es investigador en temas de paz y conflicto, consultor en los mismos temas. La entrevista que se presenta a continuación se realizó el día 14 de mayo, en el Centro Casa Gaitán, quien sin ninguna pretensión accedió a compartir sus puntos de vista.     

¿Por qué cree que en este momento si se puede firmar la paz?
Estamos asistiendo a una gran oportunidad de paz, las oportunidades de paz no son tan frecuentes aquí en Colombia se han dado más o menos en  10 años, creo es una oportunidad que no hay que dejar de pasar, creo que las partes han entendido este factor, dejarla pasar significaría al menos teóricamente, 10 años más de conflicto con lo que eso supone que la sociedad y el país tengan que soportar 10 años más de violencia de muertos de heridos desaparecidos, mutilados desplazados, el costo económico que significa para el fisco nacional. Colombia está gastando en defensa 78 mil millones de pesos diarios, eso es una cifra que a uno le cuesta trabajo poder digerir, le parece a uno que es como tirar por la alcantarilla unos recursos que son muy valiosos para la inversión social. Por otro lado, el fenómeno inocultable de cansancio de la violencia, el conflicto ya en términos generales aunque de hecho ha venido continuando durante 50 años, va a continuar un poco más, es insoportable por la vía de la confrontación armada, ya no es posible seguir detentando el poder y tampoco es posible alcanzarlo,  si esa es la posición en la que están en la actualidad es lo más sensato buscar una terminación del conflicto armado por la vía de la solución negociada.

¿Sentarse a negociar con el Estado significa que la lucha armada perdió vigencia o que los grupos insurgentes están derrotados como lo afirma el gobierno?
No necesariamente que haya perdido vigencia simplemente que la guerra se agotó como fórmula para acceder al poder o para seguir detentando el poder, hay que ver como se acorta el conflicto de alguna manera. Es decir, yo no soy la persona más autorizada para invalidar a un pueblo o a una sociedad a escoger las formas de lucha que a bien tenga. Pero aquí en Colombia el conflicto se agotó y es legitimo necesario yo diría que es el imperativo en una sociedad entre ellas la solución política del conflicto.

¿Eso significaría que las guerrillas están derrotadas? No necesariamente, en el más reciente informe que ha elaborado la corporación Aro Iris muestra como las FARC, si bien es cierto a acusado golpes bastantes contundentes y el ELN, también recibió golpes por parte del paramilitarismo, son guerrillas que todavía se mantienen como proyectos nacionales, mantienen el grueso de sus estructuras y tiene todavía mucha posibilidad para seguir en el tiempo en la confrontación armada y una derrota estratégica como tal no ha ocurrido en el país, se me hace que la insurgencia tienen todavía mucha fuerza para continuar el conflicto, este tema de la derrota y el fin del fin es mas el lenguaje de los militares, es un lenguaje del adversario, el adversario no dice que va perdiendo, por cosas dice que va ganando, eso es un lugar común, pero nada que ver con la realidad, la realidad incluso cifra a cifra midiendo el impacto del conflicto muestra que las partes están vigentes que mantienen sus estructuras y tienen capacidad de seguir confrontando.

¿Y las cifras que muestran el ejército nacional en los comerciales sobre número de desmovilizados? El conflicto en Colombia ha sido un factor generador de ocupación por no decir que de empleo, la crisis económica y social de tal magnitud que hace que la oferta de la guerra capte el interés de personas que no cuentan un futuro, entonces por esa vía el conflicto se recicla y se recicla así vamos 50 años, ese discurso de la derrotas de las guerrillas lo he venido escuchando desde hace muchos años , para no ir muy lejos en momentos en que se estaba haciendo la instalación de la asamblea Nacional Constituyente en el año 91, el ministro Rafael Pardo Rueda ministro de defensa, para aquella época estaba anunciando que en 18 meses derrotaría a las FARC, bueno han pasado desde el 91 a la fecha muchos años y no se ha visto esa derrota, igual los militares siempre han hablado del fin del fin, es el discurso, es más de orden propagandístico, es un discurso que va decorado con cifras tantos reinsertados, tantos neutralizados,  tantos dados de baja manejan con eufemismo el lenguaje, igual las guerrillas podrían decir lo mismo o parecido aunque no lo dicen que van derrotando al enemigo que las bajas que va produciendo por año, pero la realidad es otra.

¿Cuál cree que es el momento actual del ELN? El Ejército de Liberación Nacional están pasando este momento por un proceso de recomposición de alza y de nivel, lo mismo que de operatividad, señalo esto porque es un contrate de años anteriores. El Ejercito de Liberación Nacional fue duramente golpeado no en su estructura interna sino en su base social y quien golpeo duramente al Ejercito de Liberación Nacional no fueron las fuerzas armadas fue el paramilitarismo, fue vaciar el soporte su base social, su acumulado social que fue golpeado de manera sistemática, por esa vía si podemos decir que el ELN fue duramente golpeado, pero en la guerra luego de 8 años que planteo el ex presidente Uribe, el ELN, podríamos decir en términos generales su columna vertebral de mando no ha sido tocada y ningún miembro del comando central ha sido golpeado, sus estructuras incluso alguna de ellas han venido creciendo llama poderosamente la atención que el nivel de fuerza que tiene las estructuras que se llaman del ABC Arauca, Boyacá y Casanare, el Domingo Laín que hoy por hoy triplican las fuerzas de FARC en esa región, eso hoy muestra que tanto se ha venido dando la recuperación del ELN. Por otro lado, el ELN al igual que las FARC han venido planteando la solución política al conflicto, el gobierno ha decidido manejar este tema de la búsqueda del dialogo con las guerrillas de una manera diferenciada, ha abierto dialogo con las FARC y mantiene en una situación diríamos de segundo lugar y para un momento posterior al ELN, eso genera inquietud al punto que hoy no se sabe realmente que estrategia es la debida del gobierno para solucionar el conflicto, lo que sí está claro es que no es posible acabar con un conflicto y hacer la paz con una organización insurgente si mantiene a otras organizaciones en las montañas y el conflicto continúa, sobre todo porque el conflicto es un proyecto del orden nacional y que cubra todo el territorio no a pedazos por esa vía a lo sumo se llegara a un apaciguamiento pero no a una paz general, por esa vía se llegara a una paz espacial pero no a una paz que está esperando el país.

¿Qué piensa del crecimiento de las BACRIM, se dice que han crecido más que el ELN? Es posible, las fuerzas armadas deben tener información más precisa al fin y al cabo son los órganos que investigan y hacen inteligencia y quizás esto deba tener alguna validez, pero esto no los convierte en actores políticos, son bandas criminales son el subproducto de un proceso mal hecho que fue el proceso con los paramilitares y este es el resultado que se obtiene, podríamos decir formas aberradas de violencia incluso es un fenómeno de paramilitarismo enmascarado, la versión de las bacrim no es el mismo paramilitarismo de la época de los señores Castaño, es otra este es un paramilitarismo que le presta muy buenos servicios a la ultraderecha cuando se trata de asesinar amenazar, de golpear a las organizaciones populares de izquierda pero están dedicados fundamentalmente    al narcotráfico y actividades de lucro personal.

¿Cree que un acuerdo de paz debe terminar con las entrega de armas al estilo M19 o qué hacer con las armas? Yo creo que eso está superado la entrega de armas en un proceso de paz no deja de sugerir rendición no deja de sugerir o de representar simbólicamente una derrota, yo creo que este tipo de situaciones no se van a producir, en el actual proceso con FARC o en el eventual proceso con ELN. Las FARC se han comprometido hacer dejación de armas, hacer dejación de armas no significa entrega, significa que se buscaran mecanismos donde estos se puedan verificar, una dejación efectiva que ya no se tienen las armas en posición directa que las armas sean depositadas en algún lugar en algún tercero para su custodia, experiencias ahí no muchas, pero si bien interesantes esta la del IRA por ejemplo en Irlanda allí las armas han sido depositadas en una especie de bunker secreto al que tienen acceso y con seguridad pre clave observadores internacionales no tienen acceso las partes ni el gobierno Irlandés ni Británico, tampoco los antiguos militantes del IRA, las han depositado allí y se ha dejado constancia a nivel mundial y certificado. Algo parecido ocurre en Nepal, las fuerzas nepalinas no hicieron entrega de armas dejación, las instalaron en un bunker que construyeron en la mitad de la selva y este bunker está siendo monitoreado de manera permanente las 24 horas por Naciones Unidas, con cámaras y esas cosas, eso es posible hacerlo, lo importante es que las armas no se vuelvan a utilizar y parece ser que en el caso de las FARC buscaran un mecanismo de esa índole.

¿Entendiendo en Latinoamérica el caso de Nicaragua, Salvador y Guatemala donde las armas quedaron alimentando otros conflictos entre ellos el nuestro y otras se quedaron en grupos que las han utilizado para fines delincuenciales? Lo que paso en Nicaragua, Salvador, Guatemala es un poco diferente no es que no se hiciera dejación de armas o entrega de armas, allí es que hubo incumplimientos de los acuerdos y lo otro es que los acuerdos que se lograron materializar nunca llegaron a resolver los problemas estructurales de esos países, al no resolver los problemas sociales quedaban los ex combatientes de lado y lado ex soldados, ex policías ex insurgentes con saberes que habían aprendido en la guerra, como son los saberes de la guerra, no hubo un proceso de asimilación para que pasaran de una actividad bélica a una actividad económica productiva, este es el tipo de situaciones que se presento allí. Yo doy por descontado que se presentara normalmente cuando ocurre un proceso de paz se pone fin a un conflicto interno no todas las armas se entregan algunas son ocultadas, algunas con el propósito por si los engañan que sirvan de garante porque no ahí la total confianza, otras con otro tipo de propósito de sobrevivir en el post conflicto este tipo de situaciones se dan. Yo creo que nosotros aquí en Colombia no vamos  a ser la excepción, lo importante es ponerle fin al conflicto armado, que se quedaran residuos personas vinculadas a actividades violentas con armas pero ya será manejado con políticas de policía ya desaparecido el conflicto, esa será la manera de tratarlo.

¿La desmilitarización del ejército cómo debe darse, teniendo en cuenta el poder que detenta las prebendas y el negocio de la guerra, que pasaría si perdieran tanto poder y beneficios? Yo creo que es una necesidad desaparecido el conflicto armado, si las organizaciones insurgentes si se transforman en organizaciones políticas amparadas por la legislación, en un nuevo marco de actividad política no tiene razón alguna valedera seguir manteniendo las fuerzas armadas, sobre todo la fuerza pública, sobre todo en los niveles que se mantiene en la actualidad en este momento tenemos cerca de 500 mil efectivos vinculados a la actividad bélica del Estado, en el post conflicto tendrán que empezar a reducirse, yo creo que una fuerza pública del orden de los 250 mil para Colombia es más que suficiente, para preservar las fronteras defender los recursos y la soberanía nacional. Uno de los aspectos interesantes a modificar en la Constitución, establecer la prohibición de que el ejército de Colombia parte de nuestras fuerzas militares se involucren en conflictos que no nos competen, en conflictos internacionales nada tenemos que ir hacer en el Sinaí, nada tenemos que ir hacer en otros conflictos, tenemos que construir una mentalidad civilista de la sociedad y de las fuerzas militares y también incorporar la necesidad de conservar la paz, para que pueda ser duradera es con la filosofía, valdría la pena la Constitución modificar la doctrina distinta.

¿Cree que pueda darse acuerdos conjuntos entre la FARC y ELN al estilo coordinadora Simón Bolívar?  Yo creo que la coordinadora guerrillera Simón Bolívar ya ha sido superada en la historia ha sido un episodio bien interesante de unidad revolucionaria, pero esa se constituyó en épocas donde se pensaba que las fuerzas insurgentes de izquierda, podían militar y actuar de manera conjunta incluso se pensó en su momento en la conformación de un ejército único y nacional, para avanzar hacia la toma del poder, derrotar a las fuerzas del Estado y avanzar en la toma del poder, yo creo que ahora el escenario político es distinto y la necesidad de la unidad que se está dando adquiere una dimensión diferente, ya no es posible hacer replica ni los acuerdos de la coordinadora guerrillera Simón Bolívar de los años 87, a la época de hoy, pero se viene dando una relación cada vez más estrecha de estas dos organizaciones FARC y ELN, supongo que estarán intercambiando mucha información sobre el estado actual del país de un final al conflicto y también sobre las necesidades de hacer una transformación en lo que tiene que ver con las formas de lucha pasar a la lucha política.

¿Cree en una unidad entre FARC y ELN como movimiento político? Este es un escenario que todavía no se da, pero podría ser, no veo razones para que no existiera. Yo creo que en el 2014 se va a abrir un escenario político para la propuesta revolucionaria, para la izquierda y los sectores democráticos, si se unen podrán constituirse como factor de poder y plantearle una lucha política a la democracia y fundamentalmente a la derecha oligárquica del país, pero sería en un escenario que no es el de ahora.

¿O sea una unidad de partidos y de fuerzas insurgentes en oposición a la derecha es posible? Si es totalmente posible, ahora cuando digo fuerzas insurgentes, ex insurgentes, fuerzas revolucionarias pero sin desarrollar la lucha armada y desarrollando la lucha política que les permita, establecer unos niveles de unidad en partidos legales que solamente desarrollen la lucha política.

¿Y cómo cree que se deben refrendar los acuerdos de paz? Las FARC en la mesa de la Habana viene planteando y el Ejercito Nacional de Liberación vienen planteando la necesidad de una Constituyente, pero al mismo tiempo también es un reclamo que está haciendo la extrema derecha, es un elemento coincidente pero con diferentes motivos, lo que las insurgencias piden una Asamblea Nacional Constituyente porque el país requiere un cambio y sobre todo que facilite la incursión de sectores que nunca participaron como los insurgentes, la derecha si está planteando, para regresar en la Constitución incluso a tiempos de la Constitución del 86, que no ofrezca garantías concentración más del poder, poderes oligárquicos evitar que sea hagan transformaciones democráticas con dos propósitos que se pide, hay un elemento muy interesante en el pasado Congreso Nacional por la paz convocado por el Congreso de los pueblos en el Foro Nacional por la paz sobre participación que se desarrollo aquí en Bogotá, los asistentes casi que de manera unánime planteaban la necesidad de una de una Asamblea Nacional Constituyente, porque la carta constitucional ahí que modificarla para garantizar la participación de la sociedad y sobre todo de los sectores que siempre han sido excluidos como son las minorías, los movimientos locales, regionales y territoriales como son las mismas izquierdas, habrá que modificar la ley electoral, habrá que modificar las cuotas de partidos, quizás haya que hacer modificación en el Congreso. En el foro sobre participación se planteó la necesidad de tener un congreso unicameral no de dos cámaras con representaciones de los territorios asegurada en igualdad de condiciones que estén todos los territorios y también todos los movimientos políticos para ello tiene que hacerse un gran acuerdo político nacional de fuerzas políticas y sociales, gremiales para definir que se trataría en una Asamblea Nacional Constituyente por cuánto tiempo funcionaria y como sería la composición de esa Asamblea de tal manera que todo el país esté representado.

¿La refrendación de los acuerdos sería un riesgo, si tenemos en cuenta el caso de Guatemala que perdió con el no? En Nicaragua se gana porque se gana la guerra, triunfa la guerra insurgente contra el somocismo y la dictadura y posteriormente se instaura un nuevo gobierno un nuevo modelo de desarrollo y se modifica la Constitución, eso pudiéramos decir es la Constitución del vencedor. Aquí una consulta popular estilo referendo puede correr el riesgo del que ocurrió con Guatemala allí termino después de los acuerdos políticos que le pone fin a la guerra los acuerdos fueron sometidos a un referendo la gente debió decir sí o no, está de acuerdo con esos acuerdos políticos, la gente que participó en ese referendo fue una minoría, solamente participó el 18% del electorado y de ese 18% el 65% dijo NO, y solamente el 35% dijo que SI eso llevo al traste y sepulto las esperanza de que hubiera un proceso de paz. Guatemala esta mucho peor de como estaba en época de la guerra imposibilitó realmente unos acuerdos de paz que iban a favorecer a la población, yo creo que aquí eso es lo que se quiere evitar correr ese riesgo, lo que se busca es que el acuerdo político en la mesa sea legitimado en la Asamblea Nacional Constituyente.

¿Entendemos que los políticos tienen una maquinaria fuerte a nivel regional y local, y la existencia de paramilitares que pueden influir en una participación? En términos generales se mantiene  las mismas estructuras de capturas de territorio de parte de la institucionalidad sobre todo en regiones muy importantes del país como son las zonas de la Costa Atlántica y otros sectores del país, donde ese 35% del que se ufanaban los paramilitares de tener en el Congreso yo creo que aún se conserva ese potencial, de hecho no ha sido modificado y es un riesgo que las Bacrim y el viejo paramilitarismo, caciques y gamonales, que son soporte del proyecto de ultraderecha que plantea de Álvaro Uribe Vélez termine siendo un factor que impida que se legitimen los acuerdos de paz.

¿Si la derecha se adueñara de la idea de Constitución la paz quedaría en nada? Por ello, lo más viable es un acuerdo político nacional que participen ellos la derecha extrema, la insurgencia y participan distintos sectores políticos del país sobre todo que participen los sectores sociales, movimientos sociales y políticos nuevos, de esta manera seria mucho más equilibrado y se podría garantizar que los acuerdos políticos queden sembrados en la nueva Constitución, que no sea una Constitución capitalizada por un solo sector ni por las insurgencias ni por la derecha extrema.

¿Por qué igual lo que pasó en la Constitución del 91, el M19 tuvo participación poca, más bien se puede pensar que fue la adhesión o cooptación de la guerrilla al Estado?   La participación del M19 para ellos fue un gran éxito, porque ellos habían hecho dejación de las armas, lo habían planteado desde hacía dos años de manera unilateral se vuelcan a la participación política, ellos encontraron en una propuesta que había hecho el ELN que fue la Asamblea Nacional Constituyente como el gran fijo a explotar realmente fueron exitosos en esto se junto con el clima de violencia en esa década en que fueron asesinados 3 candidatos presidenciales dos de ellos de izquierda fue un gran desastre había un fervor se creía en grandes transformaciones y sobre eso salió adelante el proyecto del M19.

¿Se podría correr el riesgo que se convierta en estructuras paramilitares caso concreto EPL?  Eso es posible estas cosas ya han ocurrido no solamente aquí en Colombia también en muchos conflictos internos del mundo, normalmente viene un proceso de paz que el 70% de fuerzas acaten las normas es un proceso exitoso, el 30% puede ser que algunos mantengan su proyecto histórico pero será una minoría otros hacen dejación de armas y retornan a actividades de violencia el caso que tenemos aquí por ejemplo de las Bacrim por datos de la misma policía incluso INDEPAZ, Centros de investigación, Procuraduría habla que más o menos de los 32 mil paramilitares que hicieron dejación de armas, después que se disolvieron esas estructuras más o menos 4 mil han sido dados de baja en actividades delictivas por parte de la fuerza pública, más o menos entre 6 mil y 8 mil están presos, de 10 mil no se sabe donde están a que se dedican y los restantes se reportan periódicamente a los programas del gobierno a recibir un estipendio mensual muy poquitos han sido incorporados a actividades económicas o desarrollan una actividad social normalizada este tipo de fenómenos es muy probable que se den, como evitarlo, con una preparación muy a conciencia de lo que pueda ser el post conflicto ahí que esperar a que se firmen los acuerdos para empezar a actuar el Estado debe proveer a la mayor brevedad crear políticas de choque para empleo masivo este contingente de estos grupos humanos que van hacer dejación de armas al mismo tiempo tendría que hacer preparación capacitación de des aprendizaje de las violencias, nuevos aprendizajes de nuevas competencias saberes para que puedan aplicarlo a la nueva situación que van a vivir esa es la manera preventiva, actuar para evitar, es responsabilidad del Estado que no puede delegarla en la sociedad.

¿Qué piensa del programa de desmovilización y la agencia de reintegración? Este es un programa para desertores y desmovilizados a sueldo, pretende generar un efecto de llamada está articulado a través de los medios masivos de comunicación, propaganda donde supuestamente habla un guerrillero o una guerrillera diciendo mire desértese que aquí hay una vida mejor venga entregue el arma, es un programa que en todas partes del mundo se hace, no es el programa que se necesita para prevenir el fenómeno de violencia o ponerle fin al conflicto.

¿Lo ve como un fracaso la política de Uribe- Santos sobre el programa de desmovilización? Los resultados están a la vista y es que hay mucha gente en armas, de estos proyectos que se generaron se denominan las Bacrim hoy ahí más violencia generada por estos grupos incluso que la que se generaba por parte del paramilitarismo y la tendencia a que este fenómeno de las Bacrim va creciendo este es una gran preocupación y si a esto se le suma una mala gestión del post conflicto muy probablemente veamos fenómenos de Bacrim elenos, bacrim farc, bacrim ejércitos, estos ejércitos también habrá que reducirlos, está bien que dejen las armas pero rápidamente el Estado tiene que mirar como reconvierte en sujetos articulados a un desarrollo económico y social con normalidad.

¿Usted cree que en Colombia aceptarían un cambio de modelo político, aceptarían a Márquez o a Gabino en cargos públicos en una alcaldía, gobernación? No hay una alternativa distinta es decir la dejación de armas se hace para pasar de la lucha armada a una actividad política sin armas, las organizaciones insurgentes siempre han buscado la política y han sido muy decisivos en la vida política del país que continúen la lucha política pero esta vez sin armas de modo que no debe ser muy traumático, ahora la sociedad tendrá que valorar la importancia que ellos bajen de las montañas y lleguen al parlamento, salgan de la clandestinidad y se incorporen a actividades de conducción de los destinos del país que también sus nombres sean sometidos al escrutinio de la sociedad y que la sociedad pueda votar por ellos si así lo estiman, es muy importante para la sociedad, no creo que se atravesara va a mirar esta posibilidad porque esto va a posibilitar que se haga la reconciliación del país y el país construya una paz duradera.

¿Los ejemplos que tenemos el de Petro que se han opuesto a su mandato y el de Jorge Iván, a quien le sacaron la militancia de su padre? Siempre ha estado en el panorama, cuando Antonio Navarro estaba en el Congreso no faltaba quien le recordara su pasado un parlamentario muy mediático Moreno de Caro le recordaba usted tiene las manos manchadas de sangre y pareciera con eso lo estaba descalificando, con ese tipo de situaciones vamos a cargar un buen tiempo para ello se necesita trabajar mucho en el post conflicto la reconciliación y sobre todo generar unas dinámicas de cultura de paz donde conceptos distintos como el respeto la diferencia van adquirir mucho mayor valor en esto toca insistir mucho, el respeto a la diferencia más que a la tolerancia, eso habrá que garantizarlo en la Constitución y en la ley por encima del que sea y gústele a quien le guste debemos buscar que esté garantizado por la ley.

¿Esta pregunta se la dejó a su discreción por qué abandonó la lucha armada? La abandone porque considere que para mí ya estaba superada primero fui jefe militar durante muchos años, después estuve en prisión 10 años durante estos 10 años estuve ocupado en representar al Ejercito de Liberación Nacional en actividad de diplomacia y de lucha política en favor de la paz hice nuevos aprendizajes, antes cuando era jefe militar estaba ocupado en el combate tenía una mirada del combate y del país, después aprendí nuevas maneras de desarrollar también la política a través del dialogo y al momento de tener la libertad tome la decisión de continuar dentro de la organización aportándole en este campo de la búsqueda de una negociación política para la paz lo cual no era contrario al pensamiento del Ejercito de Liberación Nacional después con el tiempo en el exilio las distancias se fueron acrecentando en este momento no tengo vínculos orgánicos tengo vínculos de otra índole que son indisolubles los del afecto comparto las tesis del Ejercito de Liberación Nacional, los que se pueden desarrollar a través de la lucha política que son defendibles y trabajo como cualquier ciudadano en promover la solución política al conflicto.

jueves, 9 de mayo de 2013


08 mayo 2013

Las cuatro patas de la mesa

Por Carlos Arturo Velandia Jagua


OPINIÓNVoluntad política, agenda acotada, apoyo social, y resultados del proceso, son las patas de la actual mesa de negociación.

Las cuatro patas de la mesa. .
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Independientemente de la forma mobiliaria de una mesa de negociaciones, ésta se soporta sobre cuatro patas que le dan solidez y altas probabilidades de éxito, por cuanto cada una constituye un soporte estructural para un proceso de paz. Si una de las patas faltara, la mesa estaría coja e inestable. Situación similar ocurre si una de ellas es débil, de tal modo que no podría soportar el peso del proceso que descansa sobre ella y podría terminar quebrándose.


El actual proceso de paz en curso en Colombia, y más específicamente el que se lleva a cabo entre el Gobierno Nacional y la organización insurgente FARC-EP en la ciudad de La Habana, no escapa a esta lógica de una mesa con cuatro patas a saber:

Primera pata: Las partes (Gobierno Nacional y FARC-EP) han expresado con contundencia, su disposición y voluntad política para poner fin definitivo al conflicto armado interno. Estas expresiones son cada vez más sólidas tomando como punto de partida las declaraciones que hicieran Alfonso Cano el 25 de julio de 2010, en un video en el que invita al presidente electo Juan Manuel Santos con aquella imborrable palabra de “hablemos”; y la sorprendente declaración del presidente Santos el 7 de agosto de 2010, en su discurso de posesión, en el que anuncia al país y al mundo “la puerta del diálogo no está cerrada con llave. Yo aspiro, durante mi gobierno, a sembrar las bases de una verdadera reconciliación entre los colombianos.” De estas declaraciones iniciales a la fecha, la disposición y voluntad se ha fortalecido con los actos unilaterales por parte de FARC-EP de alivio en el conflicto armado (liberación de últimos prisioneros, suspensión definitiva del secuestro, cese unilateral de acciones ofensivas durante festividades de navidad y año nuevo) y la reciente incorporación de Pablo Catatumbo al equipo negociador de FARC-EP, que se estima representa a las estructuras y mandos del “sur”, superando con ello toda sombra de duda sobre el carácter vinculante de las negociaciones para la totalidad de ésta organización guerrillera. Por su parte el Gobierno Nacional ha pasado de una actitud inexplicablemente pasiva a la hora de defender el proceso, a una actitud más diligente y comprometida con el mismo y su defensa y divulgación en escenarios nacionales e internacionales.

Segunda pata: Las partes han acordado una agenda acotada a temas indispensables en el propósito de poner fin al conflicto armado y avanzar en la construcción de la justicia social, en el marco de una arquitectura de proceso muy sólida, que hace posible conducir el tren del proceso sobre rieles seguros (tiempos, procedimientos, garantes, acompañantes, lugares), muy diferentes a tiempos pasados donde las agendas eran exhaustivas y la discusión de los procedimientos terminaba por consumir el tiempo para la discusión de los temas pactados. Esta agenda y arquitectura ha sido construida por las partes en medio de un arduo trabajo, en el que debieron dar muestras de gran responsabilidad (mantener el secreto), confianza mutua (voceros de FARC-EP son extraídos desde las selvas para ser llevados a un país extranjero), y sentido de realidad frente al estado actual del conflicto y las posibilidades de obtener los objetivos estratégicos de cada cual (toma del poder por las armas, y derrota total de la insurgencia).

Tercera pata: La sociedad colombiana y la Comunidad Internacional apoyan el proceso. En muy breve plazo se ha pasado de imaginarios colectivos caracterizados, por la apatía, descreimiento, desconfianza, incredulidad y escepticismo, a imaginarios de apoyo, soporte y compromiso social e internacional con el proceso en curso, y con otros esperados desarrollos con el Ejército de Liberación Nacional. Bastaron ocho días entre la confirmación de conversaciones exploratorias de parte del Gobierno Nacional con la guerrilla de las FARC-EP (19 de agosto de 2012) y la declaración oficial de inicio del proceso (27 de agosto de 2012), para que el conjunto del país, expresado en las instituciones del Estado y las organizaciones de la sociedad civil; manifestaran su apoyo al inicio de conversaciones de paz. Obviamente esta “ola” de opinión favorable, fue posible por la alta implicación del Gobierno en el uso exhaustivo de los medios masivos de comunicación, que lograron generar un entusiasmo social importante pero frágil, por cuanto una “ola” creada de esa manera, puede regresar o diluirse en espuma si no se la solidifica con la movilización nacional y plebiscitaria de las mayorías nacionales en favor de la paz. Lo cual ocurrió durante todo el mes de abril pasado, en las gestas de movilización ciudadana protagonizadas el 9 de abril, donde más de un millón de personas marcharon en Bogotá “por la paz, la democracia y la defensa de lo público”, y con la realización del Congreso Nacional para la Paz; eventos marcados por la presencia de movimientos sociales y políticos, plataformas de paz y de derechos humanos, pero por sobre todo por ciudadanos y ciudadanas, provenientes de territorios y distintas latitudes de nuestra geografía nacional y social.

Aún así, es fundamental que el Gobierno Nacional, en cabeza del presidente Juan Manuel Santos, se emplee a fondo para establecer canales de diálogo y concertación con la derecha extrema agrupada alrededor del expresidente Álvaro Uribe Vélez, en el propósito de sumar a este importante sector, que aunque es reflejo del viejo país, cuenta para la construcción colectiva del propósito nacional de la paz  la justicia social.

Cuarta pata: Las partes deben producir resultados. Este proceso ha pasado por duras pruebas o crisis las cuales han sido superadas con éxito, porque ha primado la voluntad, un sentido asumido en las partes de que es, quizás, la última oportunidad, y un apego a la agenda y dinámica de trabajo acordado para el funcionamiento de la mesa. Las partes, luego de ocho ciclos o rondas reportan haber logrado un importante cúmulo de acuerdos en el tema de tierras, aunque desde el gobierno se alzan voces pidiendo mayor celeridad para concretar y cerrar este primer tema, lo que coloca en el campo de las FARC-EP la responsabilidad de la demora. Las recientes declaraciones del vicepresidente Angelino Garzón invitando a la sociedad y a la Comunidad Internacional a presionar a las FARC-EP a “firmar la paz”, resultan del todo inconvenientes, por cuanto los desacuerdos en la mesa no pueden ser superados con la amenaza de que el tiempo se acaba, máxime que los apremios de tiempo no son iguales para las partes, solo pueden ser superados mediante mas discusión y actitud flexible, para superar aspectos o temas altamente conflictivos o polarizantes al momento de pretender acuerdos finales. Conviene si pedir por igual a las partes resultados que aquilaten el apoyo social e internacional, que amplíen la confianza en el proceso, que estimulen la ilusión y la esperanza y sobre todo que permitan fortalecer el sentido de que la paz es posible porque hay resultados a la vista.

Si bien, las partes han convenido que “nada está acordado hasta que todo esté acordado”, principio utilizado en el proceso de paz en Aceh – Indonesia tras el tsunami, las partes deberían revelar a la sociedad aspectos importantes de sus avances, esto ayuda a la percepción de que el diálogo es útil, que está dando resultados y que vale la pena continuar apoyando el proceso de paz.

Una mesa soportada en estas cuatro patas es sólida y podrá soportar el examen del conflicto, siempre y cuando las partes construyan en el proceso el sentido de responsabilidad compartida y de acción asociada para sacar el proceso adelante. De otra manera, sobrevendrán desconfianzas, cuestionamientos y públicas acusaciones, que solo darán razones a los opositores y detractores de la paz en Colombia. Se dice que los caballos mueren por las patas, no permitamos que la mesa de la paz se caiga por una pata coja.

@CarlosVelandiaJ

viernes, 3 de mayo de 2013


Un gran acuerdo político nacional se abre paso

Por Carlos Arturo Velandia Jagua


OPINIÓNAl Foro Nacional sobre Participación Política asistieron más de mil personas de diversas formaciones sociales y políticas.

Un gran acuerdo político nacional se abre paso. .
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Ha concluido el Foro Nacional sobre Participación Política, convocado por la mesa de diálogo de La Habana entre el Gobierno Nacional y las FARC – EP. Estuve allí, participando al igual que mas de mil doscientos ciudadanos y ciudadanas pertenecientes a las más diversas formaciones sociales y políticas, expresiones del extenso y colorido espectro político de la Colombia urbana, de la Colombia rural y de la Colombia profunda; tres “Colombias” en una, tan dispares, pero merecedoras todas de ser incluidas en un solo país, nuestra Colombia, una y única para todas y todos.


En un extraordinario ambiente de respeto, sin exclusiones, sin censuras, sin temores, todas las formaciones políticas y sociales inscribieron sus ponencias, con sus puntos de vista y sus propuestas; los que no presentamos ponencia tuvimos la oportunidad de tomar la palabra para proponer, con tiempo igual para todas y todos, quien no habló fue porque así lo quiso. Así, discurrieron tres días de una puesta en común de las aspiraciones de inclusión y participación directa en la vida política del país; que serán presentadas a la mesa de La Habana, pero que constituyen un patrimonio nacional, porque son parte del saber colectivo, de los reclamos al derecho de un lugar que tenemos los ciudadanos y ciudadanas para definir los mecanismos y las acciones que nos conduzcan a la construcción de una Colombia en paz con justicia social.

No participó el partido de reciente creación Centro Democrático, que agrupa fuerzas políticas afines a las tesis del expresidente Álvaro Uribe Vélez, negando a Colombia una oportunidad de construcción colectiva de ideas para un mejor y nuevo país, que para lograrlo no conviene exclusiones de ninguna índole y menos autoexclusiones, a sabiendas que hacen parte de la realidad política nacional y que se les necesita y se cuenta con ellas, a la hora de convenir los pasos a dar en el presente que nos lleven a un futuro con mejores días para Colombia y sus gentes.

En las conclusiones del Foro el pedido de una Asamblea Nacional Constituyente fue casi que unánime; como mecanismo que tiene el pueblo en su condición de constituyente primario, para introducir los cambios necesarios que legitimen en la ley la ampliación de la democracia, de tal modo que de verdad, todas y todos seamos iguales y sujetos de los mismos derechos y deberes, en la que se incluyan garantías permanentes para los nuevos movimientos políticos y sociales existentes, pero también para los que surjan de los procesos de diálogo con las insurgencias y para los que en el futuro decidan crear los ciudadanos, tal como lo estipula el Art. 40 de la Constitución, en especial en su parágrafo 3.

Este pedido de convocar la Asamblea Nacional Constituyente, es ya una iniciativa en la que concurren las organizaciones insurgentes, los movimientos políticos y sociales participantes en el Foro y la derecha política agrupada en el partido Centro Democrático; de este modo se va configurando las bases para un consenso nacional, al que el Gobierno no se puede seguir negando, por el contrario, es momento oportuno para que el presidente Juan Manuel Santos se disponga a establecer un diálogo político con la derecha (ver artículo de mi autoría en: http://www.semana.com/opinion/articulo/una-mesa-para-paz-uribe-santos/325288-3 ) con el fin de agrupar a la nación entera alrededor de la paz como propósito nacional, en el que todas las fuerzas políticas y sociales presten su hombro para sacar a Colombia de la guerra, que solo nos lleva al “no futuro” y a una condena de muerte y desolación que nadie merece.

La paz en Colombia no es posible hacerla a expensas o en contra de fuerzas políticas y sociales tan importantes como las agrupadas alrededor del expresidente Uribe, entiendo que su altisonancia y beligerancia verbal es una manera de reclamar un lugar en las definiciones de futuro y al que el resto de país no podrá negar ese derecho. Conviene para el país mesura y ponderación de los líderes políticos, para crear un clima favorable y de respeto en la confrontación de ideas y la suma de voluntades en momentos tan decisivos como el que vivimos ad portas del final del conflicto armado interno.

En la perspectiva de convocar una Asamblea Nacional Constituyente, se deberá hacer mediante un gran acuerdo político nacional, en el que tomen parte la totalidad de las fuerzas políticas y sociales, existentes y las de futura creación, esto es: los partidos representados en el Congreso Nacional, partidos políticos sin representación nacional pero con presencia regional y territorial, movimientos sociales y políticos de vieja y reciente creación y los movimientos políticos que surjan de las organizaciones insurgentes tras la dejación de armas. Se trata que a la hora de las grandes definiciones nadie quede por fuera, nadie sea excluido, para que la carta constitucional que surja sea un verdadero tratado de paz y un contrato social del que nos sintamos orgullosos y vinculados, porque hemos estado allí. Porque hemos participado, porque todas las voces han sido oídas, porque todas las ideas han sido tomadas en cuenta. Ese día del Gran Pacto Político Nacional, quiero estar allí, es mi derecho, al igual que el derecho de todos y todas quienes integramos ésta, nuestra Colombia.

@CarlosVelandiaJ
Tomado de: http://www.semana.com/opinion/articulo/un-gran-acuerdo-politico-nacional-abre-paso/341833-3

domingo, 14 de abril de 2013


 MOVIMIENTO POLÍTICO Y SOCIAL
UNIDAD, PAZ Y DEMOCRACIA – UPD -
CONTEXTO
Grandes acontecimientos han tenido y están teniendo ocurrencia en los últimos treinta años en el mundo, de especial significación para las últimas generaciones, aunque algunos de estos los veamos lejanos a nuestro interés: Desde el hundimiento del modelo de socialismo real, que tuvo como centro la disolución de la Unión Soviética, pasando por el fin de la guerra fría, el ataque a las torres gemelas, el advenimiento de la “guerra preventiva contra el terrorismo”, la crisis del capitalismo mundial, cuya única responsable es la oligarquía financiera, el derrumbe del Estado bienestar, la desposesión de los derechos de los trabajadores, el incremento de su explotación y la expropiación de grandes capas de la población, el aumento del hambre, la miseria, la represión y la exclusión del 99% de los habitantes del planeta, así como la eclosión de las victorias de los movimientos sociales y el advenimiento de nuevas revoluciones en América Latina, hasta la oportunidad que tenemos los colombianos de poner fin a cincuenta años de conflicto armado interno; nos indican que vivimos tiempos de grandes cambios, de los que somos testigos en unos casos y actores protagónicos en otros.
Empero, los Estados imperialistas, particularmente el de los Estados Unidos, siguen promoviendo golpes de Estado y derrocando gobiernos en América Latina –caso Honduras y Paraguay-, Asia –caso Iraq, Afganistán, Libia y ahora Siria- e intervienen militarmente en África. Dicha política corresponde a los intereses de la oligarquía financiera, la cual pretende apoderarse de recursos naturales, mercados, finanzas e infraestructuras y controlar estratégicamente zonas geopolíticas claves.
Nuestra América es hoy cuna de revoluciones, las que se construyen sobre firmes bases de la voluntad popular, que movilizada en movimientos masivos y populares han defenestrado del poder a los partidos oligárquicos tradicionales, al tiempo que optan por desarrollar modelos propios de gobierno y de gestión de lo público, con un marcado acento en vindicar a las capas sociales más desfavorecidas, con un mayor desarrollo de las obligaciones del Estado con la sociedad y en clara dirección hacia el socialismo. Así, la revolución Bolivariana en Venezuela, la revolución ciudadana en Ecuador, la revolución comunitaria en Bolivia, se combinan y complementan con la revolución socialista en Cuba; mostrando a los pueblos del mundo y en especial a los de nuestra América, nuevos derroteros, los que se complementan con los procesos de democratización política en países como Argentina, Brasil y Uruguay; constituyendo un nuevo panorama caracterizado por el avance de los pueblos al poder, por la recuperación de las soberanías, por el fortalecimiento de la voluntad de autodeterminación y el antiimperialismo, por la construcción colectiva de nuevos modos de entendimiento y relacionamiento internacional sobre la base del mutuo respeto, del trato en igualdad de condiciones, de la cooperación que supera las asimetrías creadas por el desarrollo capitalista dependiente, de las relaciones fundadas en la fraternidad, la solidaridad y hermanamiento de los pueblos; que han hecho surgir procesos de integración tales como la UNASUR, la ALBA – TCP, y la CELAC; que se plantean como pilares fundacionales la paz en la región, la sostenibilidad y defensa de las democracias, la defensa de los recursos naturales y tratados de comercio justo y complementario.
El contexto internacional latinoamericano se combina con la profunda crisis del capitalismo, el creciente deterioro de la hegemonía global de Estados Unidos y la irrupción en el panorama mundial de un nuevo polo de poder mundial, conformado por Brasil, China, Rusia, India, Sudáfrica-, países los cuales hoy se erigen como importantes potencias regionales con proyección mundial. Asistimos al alumbramiento de un mundo multipolar y en permanente evolución, donde hacen crisis viejos modelos de integración más ligados con el sometimiento, tales como la Unión Europea, o multilaterales como la OEA, el CICA. Son tiempos nuevos para Latinoamérica, Colombia y el mundo; observar lo que ocurre y comprenderlo es fundamental para determinar nuestros actos y pasos a dar en el presente, pero de cara a un futuro deseado, a la más grande de las aspiraciones sociales posibles: el socialismo.
Las mayorías en Colombia acusan hastío y cansancio social frente a la guerra, que se suma a la imposibilidad fáctica de una derrota militar de una parte sobre la otra en el conflicto militar. Este último ha servido como pretexto para imponer violentamente a los de abajo la derrota económica y social, creando un cuadro desolador de desigualdades crecientes y de injusticia social en favor del enriquecimiento vil y criminal de las capas oligárquicas y los dueños y administradores de las empresas transnacionales, quienes no paran en mientes a fin de prohijar el expolio de los recursos naturales, el saqueo de las arcas públicas a través de la corrupción, el servirse del Estado para beneficio propio, aupar la explotación de los trabajadores, acrecentar la especulación financiera y el lavado de activos, y vender barata la soberanía del país. Colombia, así, es reconocible como el país que tiene el conflicto armado interno más antiguo del hemisferio occidental, el segundo (después de Haití) más inequitativo del continente, el de mayores ventajas para el capital extranjero y el de mayor crisis política, cultural, moral y ética en esta parte del mundo.

La lucha armada desarrollada por el movimiento insurgente no ha resuelto el anhelo popular de acceder al poder, pero la guerra impuesta por el estado tampoco ha solucionado los grandes problemas de la nación, por el contrario los ha agravado y profundizado. La solución del conflicto compromete a las partes involucradas, mas no significa la paz para Colombia, puesto que los problemas sociales continúan profundizándose y solo la acción de organización y movilización popular puede presionar para que hayan verdaderos cambios en el país, al mismo tiempo, la presión internacional que ejerce un continente que vira a la izquierda empujado por la voluntad de las mayorías nacionales y no la privilegia un imperio debilitado que cada vez le cuesta más sostener demasiados frentes de batalla abiertos, al tiempo que debe ocuparse de su crisis en casa.

Por su parte, la sociedad colombiana ha dado muestras de importante empoderamiento, ha conquistado espacios de soberanía política frente a los partidos tradicionales y juega a favor de una solución negociada del conflicto. Esta circunstancia tiene y tendrá un peso importante al momento de apoyar un acuerdo entre las partes, que ponga fin a la guerra, así como al de encarar las tareas de construcción de justicia social y defensa de la paz.

El fin del conflicto armado en Colombia es un acontecimiento histórico. Si éste y la movilización popular dan paso a la conquista de la democracia se desencadenará un proceso de construcción de paz en el que las mayorías reclamarán su lugar como sujeto político activo y protagónico a la hora de definir las reformas y transformaciones que hagan posible una paz con justicia social firme y duradera. Obviamente, esta lectura es posible materializarla con la acción decidida, activa y clara de los movimientos políticos y sociales dispuestos a cumplir un rol de liderazgo, movilizador y organizador de la sociedad, para materializar los anhelos de soberanía, democracia, bienestar, integración y unidad latinoamericana y futuro socialista.
La izquierda colombiana agrupada primero en el Polo Democrático y luego en el Movimiento Progresista, logró conquistar en tres ocasiones consecutivas el favor del electorado bogotano para elegir al mandatario capitalino, hoy sufre el deterioro de su imagen y confianza por cuenta de los injustificables actos de corrupción en que se han visto envueltas estas administraciones, y los graves errores al momento de implementar iniciativas propias de sus programas de gobierno. Resulta obvio reconocer que equivocarse en el ejercicio del poder es grave y tiene sus consecuencias, pero lo es mucho menos frente al desgreño administrativo del que hace gala, del usufructo de lo público por parte de funcionarios venales, del nepotismo y clientelismo en el ejercicio del poder y corrupción a lo largo y ancho del sistema de contratación, de la dejadez y abandono de los principios de rendición de cuentas y control colectivo, como también la pérdida de toda noción de autocritica y actitud de rectificación; situaciones todas que terminan por pasar factura tanto a estas dos organizaciones como a la izquierda en general.
De otro lado, junto con la apertura y desarrollo de la mesa de diálogo entre el Gobierno Nacional y la organización insurgente FARC-EP y la expectativa de que algo similar ocurra con el ELN, se han venido activando nuevos movimientos sociales, mostrando fuerza y vitalidad que se aquilatan por los perfiles revolucionarios visibles al momento de exhibir sus planteamientos y propósitos. Podremos decir que pese al descalabro de la izquierda en Bogotá por cuenta de la inconsecuencia de sus dirigentes y de los corruptos, se abren interesantes perspectivas para los movimientos sociales y políticos que estén dispuestos a jugar su suerte del lado de las transformaciones ligadas a la construcción de la paz, de la ampliación y desarrollo de la democracia y de una clara consistencia y coherencia con un norte socialista.
QUIENES SOMOS:
Es aquí y ahora, tomando en cuenta y teniendo muy presentes las anteriores consideraciones, que nos convocamos, en nuestra condición de obreros y trabajadores, de campesinos e indígenas, de jóvenes y mujeres, de negritudes y raizales de artistas e intelectuales, de desempleados y exiliados, de LGTBI y otros grupos, pero por sobre todo en nuestra condición de colombian@s, para construir desde la base y colectivamente un espacio para la acción política de los movimientos sociales y de la gente del común a fin de liderar a la sociedad por caminos de unidad popular, paz y democracia, hacia el bienestar, la independencia y el socialismo, sobre la base de la ética revolucionaria y proletaria y una disposición inclaudicable de servicio.
PERFIL IDEOLÓGICO Y ÉTICO
Este espacio político ha de tener unos perfiles ideológicos y morales reconocibles, fundados en el altruismo que demanda el servicio a la sociedad, en su marcha hacia la construcción de un mundo justo y mejor. Por ello, reconocibles en la diversidad de nociones ideológicas y prácticas políticas, donde quede claro que nuestra opción es diferente, no porque lo proclamemos, sino porque lo comportemos en nuestra esencia.
Los perfiles ideológicos no son otros que las características del movimiento en su conjunto, pero que deberán ser comportados y reconocibles en cada uno de sus integrantes. No es posible pretender un movimiento ético si sus integrantes y adeptos no lo son. Debe existir una correspondencia y coherencia entre el decir y el hacer, entre la capacidad de planear y ejecutar y también en el prometer, comprometer y cumplir. En este espacio de acción política ha de valer la palabra empeñada y el valor de lo colectivo será mayor que el de la iniciativa individual; asimismo ha de ser de liderazgos con profundo procesamiento colectivo y con disposición de los líderes y los individuos al buen manejo del poder y del gobierno, la rendición de cuentas y a responder a los requerimientos del pueblo y la sociedad.
Nuestro movimiento y sus líderes han de ser respetuosos en el trato a la diferencia y a los diferentes, esto implica un alto sentido y valoración por la persona y sus derechos.  El trato siempre estará fundado en el honor, el respeto mutuo, la no discriminación y la dignidad.
Nos proponemos ser un espacio defensor y constructor de poder de los de abajo y de quienes se suman a sus intereses e ideales, esto es sujetos con derechos y deberes, empoderados, constructores colectivos de sus destinos y el de la sociedad, a su vez constructores y reproductores de procesos democráticos indispensables tanto para el debate y vida interna como para la lucha política y social.
Nuestro movimiento promoverá la transparencia en los actos de los individuos y de los colectivos, con una disposición de cuentas claras y actitudes y comportamientos ejemplares. El trabajo ha de estar signado por la ejecutividad y por la evaluación oportuna que posibilite corregir a tiempo o maximizar el esfuerzo cuando los resultados no son satisfactorios y no se corresponden con lo esperado.
Promoveremos la administración justa y eficaz de los recursos, haciendo uso de ellos sin derroche, con sentido colectivo y propiedad popular.
Nos declaramos decididamente militantes de la anticorrupción, del anticlientelismo, del antinepotismo, del anticaciquismo y antiprivatización. Como también militantes activos defensores de lo público, de la eficiencia y excelencia en el servicio y en el trabajo, en la alta valoración por la capacidad e idoneidad de nuestra militancia, así como de la gestión colectiva en la conducción de procesos de poder.
Para nosotros tiene en muy alto valor y consideración la promoción, preservación y desarrollo de derechos que dignifiquen y protejan la niñez, la juventud, la maternidad, la vejez, la viudez y el cuidado del medio ambiente.
Promoveremos la cultura de paz, la formación de valores, moral y ética, el arte, el desarrollo intelectual y científico, así como un alto sentido de justa justicia y de justicia social.
QUE SOMOS:
Nos constituimos como una fuerza política de estirpe popular y democrática, con claros lineamientos revolucionarios, devenida y desarrollada desde los movimientos sociales, capaz de liderar procesos de construcción y conquista de poder local, regional y nacional para ser gobierno y poder, para llenar de materialidad las aspiraciones de las mayorías colombianas en sus expectativas de vivir en paz, con democracia, bienestar y bienser. Nos planteamos mundos nuevos y posibles signados de paz, libertad, satisfacción y felicidad. Incorporamos en nuestro nombre los tres pilares fundamentales de nuestra acción política: la unidad, la paz y la democracia, de modo que nos proyectaremos como Movimiento Unidad Paz y Democracia cuya sigla será UPD.


PAZ Y DEMOCRACIA:
Tomando como base la fundamentación de principios éticos e ideológicos, nos planteamos centrar nuestra acción en la construcción política y social de procesos de paz y democracia como también de gobierno y poder a partir de nuestras propias fuerzas y las que podamos acumular mediante una clara política de alianzas con sectores sociales y políticos afines, cuidándonos de preservar la identidad e integridad política y moral.
Superar la crisis nacional debe tener como sustento la organización de un gran movimiento nacional de base por la paz, que tenga un vasto apoyo internacional. La bandera de la paz debe ser asumida por los movimientos populares. Si ellos no se interesan por el problema no hay presión desde abajo para que haya una solución política a la crisis nacional. La paz es la ilusión negada a lo largo y ancho de nuestra historia, pero también es el derecho de nuestro pueblo y de las personas a construir una vida y una sociedad donde los intereses y derechos de las mayorías se respeten y en la cual haya satisfacción de las necesidades materiales y espirituales para todos. Por lo tanto, es legítimo reclamarlo, conquistarlo y defenderlo.

Vivir sin guerra, es posible si hay un acuerdo con todas las fuerzas insurgentes, se desmilitarice la sociedad y se resuelvan los problemas sociales, esto nos pondrá en la tarea de contribuir en la construcción colectiva de la justicia social y en la remoción de las causas que hicieron posible los alzamientos en armas, para hacer una paz que se sostenga en el tiempo y cubra todo el territorio nacional. Obviamente, para lograrlo hemos de ser una opción de poder, constituirnos como tal y construirla con decisión y firmeza desde nuestros acumulados sociales de base.

Sin construcción democrática es imposible la paz. Centraremos, entonces, nuestros esfuerzos en conquistar un Estado democrático donde la democracia burguesa, recortada y excluyente que las clases oligárquicas han impuesto en Colombia, ha de ser  transformada en favor de la democracia popular, que será implementada por un gobierno soberano, que garantice la autodeterminación y la independencia nacional, democrático, popular, de unidad, o sea, de amplia representatividad de las mayorías, y de reconstrucción nacional, que emprenda la tarea de construir y cristalizar un proyecto nacional cultural y latinoamericanista.

Paz y democracia van juntas, se nutren y se corresponden, ambas son causa y efecto la una respecto de la otra; así que poner fin al conflicto armado interno supondrá de inmediato, si los movimientos populares bregan por conquistarlo, una ampliación de las garantías democráticas. En estas circunstancias surge la necesidad y el deber de actuar con presteza, para participar e incidir en el fortalecimiento y desarrollo de un país que se apresta a vivir una nueva era: la del ejercicio de la política sin necesidad de ir a la guerra.

PROGRAMA:
Es en este momento que nos planteamos nuestro norte socialista, al que nos aproximaremos en procesos acumulativos de reformas progresivas, de transformaciones más profundas empujadas por las masas en clara confrontación al capitalismo, a las clases oligárquicas y a las fuerzas imperiales que se proyectan a través de sus multinacionales, promoviendo la lucha del pueblo en su ejercicio soberano de autodeterminarse y de ascender al poder.
Nuestro programa ha de contener las reformas económicas necesarias para garantizar la producción de riqueza y bienestar para todos. Colombia necesita de un nuevo modelo de desarrollo que reemplace al neoliberalismo. Dicho modelo debe integrar la soberanía, el crecimiento económico equilibrado, proporcional y con sostenibilidad en el largo plazo, sustentable, en armonía con el medio ambiente, y cuyo resultado sea el bienestar individual y colectivo. Para lograrlo, el Estado deberá garantizar el desarrollo de las fuerzas productivas con soberanía y racionalidad.
No nos oponemos a la explotación de los recursos naturales, estos son fuentes para el desarrollo del país siempre y cuando se realice su explotación sobre bases de soberanía, es decir, es el Estado quien define las condiciones de prospección, explotación y comercialización de los recursos; con racionalidad, esto es, tomando el cuidado y la planeación de no agotar los recursos por que el mercado lo demande; reducir el impacto ambiental con incorporación de tecnología, preservar los ecosistemas y la calidad de vida de los trabajadores.
El Estado deberá promover una economía basada en nuestras fortalezas productivas -agrícolas, industriales y extractivas- y de servicios que posee el país, tomando en cuenta la complementariedad con los demás países latinoamericanos y con los que acompañamos en procesos de integración económica y regional.
El Estado promoverá el empleo digno y pleno, defenderá el bienestar y derechos del trabajador, entre otros la contratación directa y estable y salarios reales crecientes, erradicará el empleo precario y cubrirá, mediante un sistema de seguridad y bienestar social –que abarca educación, salud, recreación, cultura y ciencia- gratuito, universal y de calidad a los trabajadores y ciudadanos en general.
El Estado defenderá y protegerá la economía y producción nacional, denunciará todos los tratados lesivos a nuestro desarrollo nacional, sancionará y castigará a las multinacionales que hayan promovido la violencia y hará cesar la intervención de las potencias en nuestros asuntos internos.

La democracia popular que queremos, garantizará el libre ejercicio de la actividad política, la inclusión de nuevos movimientos políticos y su expansión y cobertura a la totalidad de la sociedad, organizándolos sin restricción ni exclusión alguna. Cada colombiano será sujeto de derechos y deberes en igualdad de condiciones, sin distingos de raza, credo, sexo o vínculo social.

El Estado democrático protegerá las libertades de movilización, asociación y expresión, resguardará las justas reclamaciones de las mayorías, e instaurará un nuevo sistema de justicia que acabe con la impunidad, la corrupción y toda forma de inequidad judicial. 
                                                                                        
El Estado desarrollará una política de seguridad propia y en consonancia con un país sin conflicto armado interno, reducirá el gasto y el componente militar a los niveles indispensables para la defensa de la soberanía, esto es, el cuidado de las fronteras y de los recursos naturales. Las Fuerzas militares y de policía no serán jamás fuerza expedicionaria de ninguna potencia o de organismo multilateral. Se estructurarán como fuerza popular, patriota y defensora de la soberanía. No será amenaza contra naciones amigas y jamás apuntará sus armas contra el pueblo.

Colombia promoverá la unidad, integración y construcción de la gran nación latinoamericana. Se incorporará a los procesos regionales en curso en nuestra América, tales como UNASUR y CELAC y proyectará su integración económica al MERCOSUR, así como también promoverá su inclusión en la ALBA – TCP. La integración puede y debe darse también de manera sectorial, así la integración productiva, energética, financiera, infraestructural, de comercio, cultural, educativa, de alimentos, contribuirán a la superación de la dependencia y las asimetrías regionales y promoverá la complementariedad tan importante en el desarrollo económico de las naciones.

Pero aún más importante será la integración de los pueblos, que por encima de los Estados, se hermanan, construyen lazos de identidad en la latinoamericanidad y beben de sus historias comunes. Su hermanamiento es la cura contra las guerras y rivalidades entre Estados, es al mismo tiempo la base para la cooperación y el intercambio en condiciones justas e igualitarias. El hermanamiento en el espíritu de nuestra América hará posible materializar los sueños de una sola patria de Bolívar, San Martín, Artigas, Sucre, Hidalgo, Morazán, Martí, Sandino, el Che, Camilo Torres y Chávez. El hermanamiento de los pueblos nos conducirá a la unidad en la comunión de luchas e intereses, del mismo modo que la unidad popular en Colombia nos guiará a grandes victorias políticas y construcciones sociales.

El Estado junto a las organizaciones de los trabajadores y del pueblo controlará los sectores estratégicos de la economía –finanzas, minería, energía y servicios públicos-, promoverá la recuperación de lo público y desarrollará su función de servidor y multiplicador de servicios públicos en todo el territorio nacional. En consecuencia, recuperará el control y desarrollo estratégico del sistema portuario (aéreo, terrestre, fluvial y marítimo) nacional, al igual que el desarrollo energético del país y gestionará de manera directa el sistema vial nacional y de movilidad pública en las ciudades capitales de departamento. El Estado centralizará el sistema pensional y prestacional de salud en entes públicos.

FORMAS DE LUCHA:
Nuestro movimiento, promoverá la organización autónoma, construcción de poder independiente y lucha directa de las masas en reclamación de justas demandas, será solidario con las luchas sectoriales y territoriales de comunidades y movimientos sociales; promoverá y realizará las actividades propias de un movimiento político para alcanzar sus objetivos estratégicos. Incursionaremos en la lucha electoral para acceder al poder y al gobierno. En este empeño podremos desarrollar una amplia gama de alianzas con movimientos afines y propósitos comunes. Estas alianzas podrán ser de mayor o menor alcance y duración, dependiendo de los propósitos que nos planteemos en cada momento. Nuestro trabajo y lucha fundamental es y será el trabajo de base, que permita generar conciencia, educar políticamente, organizar política y socialmente y movilizar a las personas, comunidades y clases y sectores sociales. En consecuencia, impulsará la convergencia social de los movimientos populares y de toda la izquierda. Además, apoyará las luchas que llevan a cabo los pueblos y organizaciones sociales en Latinoamérica y el mundo contra las políticas neoliberales, contribuirá a combatir las políticas imperialistas, que han generado la crisis global, y afirmará su voluntad internacionalista.
LINEAS DE TRABAJO Y ACCIÓN:
El movimiento proyectará su acción política, organizativa y movilizadora en todas las regiones, departamentos y municipios del país con la participación de todos las clases, capas y sectores sociales populares –trabajadores, artesanos, capas medias, campesinos, indígenas, mujeres, afrodescendientes, jóvenes, estudiantes, intelectuales y profesionales, migrantes, cristianos progresistas, personalidades democráticas y organizaciones políticas desde donde conformaremos los siguientes frentes de trabajo: sindical, barrial, jóvenes, estudiantil, intelectuales, cultura, género, LGTBI, campesino, indígena, negritudes y la diáspora. Para ello se partirá de los acumulados existentes y con planes de acción particular para cada sector, derivados de un plan de acción general.
LÍNEA ORGANIZATIVA:
Nuestro movimiento es para el pueblo y tiene como objetivo incorporarlo a la lucha revolucionaria. Es un espacio autónomo, orgánicamente muy flexible y amplio, de alianza, cuyas líneas de trabajo están orientadas a construir la unidad popular, un comportamiento político revolucionario y un programa de transformaciones democráticas.
Concurren aquí organizaciones sociales, organizaciones políticas de masas,  organizaciones políticas, organizaciones de base, cualquier otra forma de organización sectorial, cultural, ambiental o de otro tipo, individuos y personalidades democráticas y quienes se nos sumen en coyunturas de conflicto, que comparten nuestro programa, líneas de acción y formas de organización y lucha. Los que no están organizados y no quieran organizarse en las formas organizativas preexistentes, podrán hacerlo en grupos de base de UPD.
Respetaremos escrupulosamente las formas organizativas existentes y las estimularemos y alentaremos a robustecerse tanto en el terreno organizativo y político como en el social. Apoyaremos a las organizaciones sociales en sus luchas reivindicativas, politizándolas y orientándolas a participar en la vida política del país.
UPD, a su vez, confluirá organizadamente en la gran convergencia de toda la izquierda colombiana.
En un principio nos proponemos edificar una organización básica, la cual estará en transición hacia una más sólida y definitiva. De momento nos planteamos la creación de un centro articulador que actúe como un Coordinador Político, que hará las veces de comité nacional de impulso, representativo de nuestros contenidos sociales y de las regiones donde tienen presencia nuestras bases y movimientos sociales; que centralice y promueva todo el proceso de construcción colectiva de esta iniciativa política y del que se deriven sendas comisiones de Organización, Comunicaciones, Formación, Finanzas, entre otras. Igualmente, construiremos, en el corto plazo, comités departamentales, municipales y sectoriales como espacios de referencia para todas las formas organizativas e individuos que quieran sumarse al Movimiento.
Movimiento Unidad, Paz y Democracia
Colombia 13 de Abril de 2013.

miércoles, 27 de marzo de 2013

OS INVITO A VER EL SIGUIENTE VIDEO DE UN CANDENTE DEBATE EN EL QUE PARTICIPO:
 http://www.youtube.com/watch?v=0bS5TtenvjA



En la demora está el peligro

Por Carlos Arturo Velandia Jagua


OPINIÓN ONLINESorprende que aún no se haya iniciado un proceso de diálogo con el ELN.

En la demora está el peligro. Carlos Arturo Velandia
Carlos Arturo Velandia
Ante las insistentes preguntas, mías y de otros, sobre el por qué no se ha iniciado un proceso de diálogo entre el Gobierno Nacional y la organización insurgente Ejército de Liberación Nacional, ELN, había venido recibiendo respuestas de allegados al Gobierno, en el sentido de que se estaban realizando contactos exploratorios, para lo cual el Gobierno había designado dos plenipotenciarios, y que éstas exploraciones marchaban bien hasta el incidente de las retenciones de los ingenieros mineros en el Sur de Bolívar y la de los dos ciudadanos alemanes en el Catatumbo. 

Superadas estas dificultades, sorprenden las declaraciones de Nicolás Rodríguez Bautista al diario El Espectador, en las que asegura que “…entre los compañeros de las FARC y el Gobierno hay un proceso andando y nosotros ni siquiera estamos en diálogos exploratorios…” y más adelante agrega: “…Desde el pasado octubre, cuando el presidente Santos nos llamó públicamente a dialogar, le respondimos afirmativamente y desde entonces tenemos listo el equipo que va a dialogar con el Gobierno, ellos forman parte de la comandancia general del ELN…”; lo que pone en evidencia que el Gobierno solo se ocupa de dialogar y negociar con una sola organización insurgente; evidentemente tal decisión obedece a una estrategia muy parecida a la aplicada por Andrés Pastrana: paz con la guerrilla mayor e imposición de acuerdos a las restantes.

Vistas así las cosas, se empieza a prefigurar un panorama de una paz parcial pero no de una paz nacional, es decir, que de no iniciarse un proceso propio con el ELN lo que finalmente se obtendrá es el amainamiento del conflicto armado en el sur y oriente del país, pero no su superación total en el territorio nacional, porque quedarán activos y envalentonados los frentes guerrilleros elenos en las montañas de importantes regiones del país, como el ABC – Arauca, Boyacá y Casanare, el Catatumbo, el Sur de Bolívar y Magdalena Medio, Nordeste y Oriente antioqueño, Bajo Cauca, Serranía del Perijá y Sur del Cesar, Nariño y Bota Caucana. Esto es, ni más ni menos, que dejar enmontados a la organización guerrillera que más se ha aplicado a la construcción de una estrategia de solución política y que ha mantenido su disposición y búsqueda de caminos con todos los gobiernos desde César Gaviria.

El Gobierno debiera ser claro con el país y la Comunidad Internacional y decirles, que pretende pactar con la guerrilla a la que cree que no podrá derrotar militarmente (FARC-EP), para después imponer los acuerdos o derrotar militarmente a la que si cree que podrá hacerlo (ELN); pero me temo que no lo hará y mucho menos porque yo lo diga, creo ahora que más que una estrategia para hacer la paz, lo que tiene es una estrategia para disminuir las amenazas al menor costo posible, al tiempo que mantiene el poder de los militares sin menoscabo alguno, que no son solo poder al interior del país sino que son un poder disuasorio y potencialmente ofensivo en el contexto regional, ideológica, política y económicamente adverso a los deseos de la clase dirigente Colombiana, a las rentas sin límites de las multinacionales y a la imposición imperial del Gobierno de Estados Unidos.

El trámite de los diálogos y negociación en La Habana, va bien, es el reporte que las partes han trasladado a la opinión nacional, lo cual permite prever que hacia el 2014 se estará firmando el acuerdo general. Obviamente esta será una noticia muy buena, pero no será el acontecimiento que de una vez por todas, ponga fin al conflicto armado interno, que el año entrante cumplirá medio siglo de existencia, porque sencillamente se solapará el conflicto continuado con el ELN y el estallido del postconflicto que ocurrirá con la dejación de armas por parte de las FARC, con lo cual podremos asistir no al renacer de una esperanza sino a un vórtice de violencias incontroladas.

Creo que aún el Gobierno está aún a tiempo de reflexionar y buscar la paz nacional, hablando y pactando con las organizaciones insurgentes revolucionarias, sin exclusiones ni menosprecios, porque como lo dijera el patriota y revolucionario ecuatoriano José Eloy Alfaro “en la demora está el peligro”; si el presidente Santos deja pasar más tiempo, puede ocurrir que cuando el Gobierno quiera el ELN haya decidido dejar su voluntad aplazada para hablar con otro gobierno futuro, o que cuando el ELN quiera el Gobierno ya no pueda, dados sus apremios reelectorales y de gobernabilidad.

@CarlosVelandiaJ

lunes, 4 de febrero de 2013