PAZ 14
JUN 2014 - 9:00 PM
Brasil y Ecuador han sido los territorios donde ha
adelantado la fase exploratoria
Acuerdo cocinado a fuego lento
De cómo el Gobierno Santos y el Eln, tras cuatro
años de conversaciones, llegaron a un acuerdo para emprender una fase
exploratoria de negociaciones de paz. Víctimas y participación de la sociedad,
primeros puntos de la agenda.
Por: Alfredo Molano Jimeno
Delegados del Eln, Felipe Torres
y Francisco Galán, junto a Samuel Moreno, Sabas Pretelt, Alejo Vargas y Alfredo
Molano Bravo, en 1998. / Archivo
Cuando concluya el agitado debate electoral y se
determine el rumbo inmediato de los diálogos de paz con las Farc en La Habana,
el siguiente desafío para el Estado tiene nombre propio: el Ejército de
Liberación Nacional (Eln). El anuncio del pasado martes 10 de junio admite que
el gobierno Santos y el Eln tienen intereses comunes en una mesa de
negociación, pero también recalca que se trata de una fase exploratoria para
diseñar el proceso. Por eso requiere atención inmediata para que se concrete un
escenario específico de diálogo.
A pesar de que el anuncio fue interpretado en
algunos sectores como oportuno para tiempos electorales, lo cierto es que la
posibilidad de diálogos entre el Estado y el Eln es un tema que se trabaja casi
desde el mismo momento en que el gobierno Santos decidió hacerlo con las Farc
en 2011. Es más, el Eln, a través de su comandante Nicolás Rodríguez, alias
Gabino, en noviembre de 2010 se le adelantó al presidente Santos y le propuso
que, después de “ocho años de hecatombe uribista”, liderara un “acuerdo nacional
de paz”.
Cuando empezaron los contactos entre el Gobierno y
las Farc, esta organización alcanzó a plantearle al Eln una mesa conjunta, pero
la idea no cuajó porque el Eln planteó de entrada una agenda amplia y
participación de la sociedad civil en el proceso. Sin embargo, el entonces jefe
de las Farc, Alfonso Cano, le pidió a Timochenko que arreglara las peleas entre
las dos organizaciones, de cara a un proyecto de unidad política en un
escenario de diálogos. Esta última iniciativa sí tuvo éxito en Arauca y
Magdalena Medio, aunque se tomó su tiempo.
Ya en 2012, mientras las Farc adelantaban con el
Gobierno la fase secreta de los diálogos en La Habana, en la cárcel de
Bellavista, en Medellín, a instancias del jefe guerrillero del Eln, Juan Carlos
Cuéllar, empezó a tomar forma una posibilidad de conversaciones con el
Ejecutivo. El interlocutor del Estado fue el entonces ministro de Ambiente,
Frank Pearl. Sin embargo, la logística de estos encuentros se hizo muy difícil,
lo cual distanció la opción de entrar en una fase exploratoria. Sólo hasta 2013
se retomaron los acercamientos entre las partes.
Paradójicamente el punto de partida de una nueva
etapa de diálogos fue una acción de la sociedad civil para lograr la liberación
de un grupo de secuestrados. A principios de 2013, la Comisión Facilitadora
para los Diálogos de Paz entre el Eln y el Gobierno, encabezada por Jaime
Bernal, Horacio Serpa, Antonio Navarro y Alejo Vargas, le pidió a esta
organización dejar en libertad al petrolero canadiense Jernoc Wober, los
alemanes Breur Uwe Breuver Gunther, los peruanos José Mamani y Javier Ochoa, y
los colombianos William Batista y Manuel Zabaleta.
El presidente Santos autorizó a la comisión
facilitadora civil para que mediara en la acción humanitaria, y una vez se concretó,
el 27 de agosto de 2013, la última entrega, quedaron sentadas las bases para
avanzar hacia una fase exploratoria. En ese mismo momento el máximo comandante
envió dos comunicaciones. Una al presidente Santos para responderle a sus
condiciones para entablar la mesa de negociación, y otra a Piedad Córdoba
explicando sus razones para aceptar los diálogos, y al mismo tiempo sus
exigencias mínimas.
En particular, en la misiva dirigida a Colombianas
y Colombianos por la Paz, Nicolás Rodríguez Bautista resaltó que el Eln no es
partidario de soluciones unilaterales, porque cuando se ha recurrido a ellas
los gobiernos han actuado de manera insensata o displicente. Además, insistió
en que poner condiciones para iniciar diálogos era poner de entrada obstáculos
a la negociación, generando distancias y desconfianzas en el camino hacia la
paz. En contraste, el Eln manifestó su disposición a respetar el Derecho
Internacional Humanitario.
El punto crítico de la postura asumida por la
organización guerrillera, al reivindicar los términos de su congreso de 2006,
fue advertir que si bien respaldaba los principios de verdad, justicia y
reparación para las víctimas del conflicto, también tenía claro que en ese
contexto específico el Estado no podía pretender actuar como juez y parte. Es
más, el Eln recalcó en dicha comunicación que el Estado era el mayor
responsable en este fenómeno y debía responder por ello.
Finalmente, instó a la creación de un amplio
movimiento por la paz.
En ese momento, desde la cárcel de Bellavista, la
acción de Juan Carlos Cuéllar se hizo más insistente y, desde el Estado, Frank
Pearl y el general (r) Eduardo Herrera tomaron nota atenta de pequeños pero
significativos avances. Entonces empezaron a circular versiones sobre la
posibilidad de establecer una mesa de diálogos en Uruguay, en Ecuador, en
Brasil o en la misma Cuba. Cuando se tuvo una mínima confianza, reapareció el
jefe guerrillero Antonio García, quien con el apoyo de cuatro mandos regionales
encaró el tema.
Pasa un tiempo sin mayores avances, pero ante la
premura electoral, comienza a ser importante que el Eln se sume a los esfuerzos
de paz de las Farc. Desde La Habana, en más de una ocasión, los delegados de
las Farc insistieron en la necesidad de que el Eln iniciara conversaciones de
paz. Ya en 2014 el asunto se volvió prioritario y el 22 de febrero, 42
personalidades le enviaron una nueva carta al Comando Central del Eln
haciéndole ver la urgencia nacional de apostar a la paz, sobre la base de que
este es un momento difícil de repetir.
“Nada contribuiría más a incrementar la confianza
en la genuina voluntad de paz expresada por ustedes, que un proceso de
posconflicto antecedido por una rendición de cuentas de todas las partes
involucradas frente a las víctimas, en términos de verdad, justicia y
reparación”, expresó la misiva firmada entre otros por William Ospina, María
Elvira Samper, Gonzalo Sánchez, Rodrigo Umprimny, Marco Palacio, Daniel Pecaut,
Daniel Samper Pizano, Medófilo Medina, Alfredo Molano Bravo, Patricia Ariza y
Alejo Vargas.
Ante la presión de la sociedad y el concurso de
delegados de varios países, se recobraron los acercamientos. Primero en
Ecuador, y luego en Brasil, donde finalmente se concretó el camino. El pasado 7
de junio, en carta dirigida a Clamor Social por la Paz, así quedó enunciado:
“Coincidimos con ustedes que llegó la hora de tomar decisiones audaces que nos
permitan ponerle fin a la barbarie, el crimen y las injusticias que ha padecido
y sigue padeciendo nuestro pueblo y restar excusas a los que quieren seguir
perpetuando la guerra”.
El pasado martes, después de cuatro años de
esfuerzos exploratorios, por fin el Eln y el Gobierno anunciaron su disposición
a entablar una mesa de diálogos. Con el apoyo de Brasil, Cuba, Chile, Ecuador,
Noruega y Venezuela, y el respaldo de varios sectores sociales interesados en
que la negociación llegue a buen puerto. Por ahora, más allá de los tiempos
electorales, cuenta con un punto de partida crucial para estos tiempos: la
tácita aceptación del Eln de que la agenda arranca con la discusión sobre los
derechos de las víctimas de la guerra.
amolano@elespectador.com
@AlfredoMolanoJI
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