La guerra es un cadáver
insepulto: Ex dirigente del ELN
08:55 am
16-junio
Carlos Arturo Velandia es el mismo alias Felipe Torres, al que
recordamos como vocero del ELN mientras estuvo preso 10 años. Hace dos años se
salió de la organización pero dice que sigue siendo un “eleno”, por eso su
visión da claras luces sobre lo que podemos esperar del posible proceso de paz
anunciado esta semana entre el gobierno y el ELN.
Claudia Palacios
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Es una de las mejores entrevistadoras de América Latina. Hace
siete años está vinculada a la cadena internacional de noticias CNN en
Español, donde actualmente dirige el programa Influyentes. Ha
entrevistado a los personajes más importantes de la región. Forma parte del
equipo de la W Radio donde hace informes especiales. Semanalmente hace una
entrevista en profundidad para EL PUEBLO.
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C.P. Cómo le digo: Carlos Arturo Velandia o Felipe Torres?
C.A.V.
Todo el mundo me dice Felipe. Es una lucha perdida intentar recuperar mi
nombre. En “La Paz es ahora ¡Carajo!”, libro que publiqué recientemente, van mi
nombre y foto en portada, para que quienes me han asociado como Felipe, sepan
que soy Carlos, pero ha sido complicado.
C.P. ¿Cuántos años estuvo usted en el ELN?
C.A.V.
Toda la vida, desde los 70. Luego me capturaron y continué representando a la
organización durante los 10 años de cautiverio. Después fueron 7 años en el
exilio y al regresar al país me marginé de la organización.
C.P. ¿Cómo decide marginarse del ELN?
C.A.V.
Hace poco más de dos años principalmente porque para mí era muy complicado que
estando en libertad me asociaran al ‘Felipe Torres’ vocero del ELN cuando ya no
lo era. Ni soy un militante activo, ni dirigente. Mis vínculos con el ELN son
eminentemente morales, históricos, y esos son indestructibles.
C.P. ¿Esto quiere decir que usted respalda la lucha como ellos la hacen,
con armas?
C.A.V.
Sigo siendo un eleno pero no desarrollo la lucha armada. Las tesis políticas
del Ejército de Liberación Nacional son defendibles en paz y en democracia. He
venido trabajando por ayudar a construir espacios de solución política del conflicto
para poder solucionarlo y que ellos puedan regresar de las montañas para
vincularse en la lucha política sin el ejercicio de la violencia. La
lucha armada es una realidad que hay que superar.
C.P. ¿Y cuando usted notifica al ELN de su decisión y esas razones, qué
le dijeron?
C.A.V. Me
dijeron que esa era mi punto de vista pero que nuestra condición era diferente.
Yo no soy la persona indicada para descalificar la lucha de una organización
insurgente. Esa es la realidad que hay que cambiar. La guerra ya es un estorbo,
puede ser un cadáver insepulto.
C.P. ¿No lo catalogan como desertor?
C.A.V.
No, para nada. De la misma manera como me vinculé al ELN me desvinculé. Sin
ruido, de manera concertada y ellos reconocieron que ese era mi camino.
C.P. Concertada?
eso no lo puede hacer cualquier guerrillero. Se supone que el que entra no
sale.
C.A.V. Si
hubiera estado en las montañas sí hubiera tenido que hacer un trámite. La
organización se toma un tiempo para protegerse ya que el combatiente tiene
información estratégica sobre lugares, planes u otro tipo de información
sensible. Se desarrolla una especie de periodo de cuarentena.
C.P. Yo no conozco más casos de esos, tampoco en las Farc….
C.A.V.
Yesid Arteta, por ejemplo. Él y yo estuvimos juntos en el exilio. El estuvo en
prisión, sale y le dice a las FARC que deja la guerra. Continúa con las
tesis de revolución y la lucha revolucionaria pero desde el campo de la
política.
C.P. ¿Fue un error haber estado en la lucha armada?
C.A.V.
Más que un error de las personas ha sido un gran equívoco como se ha construido
nuestra república desde sus inicios. Los partidos políticos que soportaron el
establecimiento generaron unas relaciones de exclusión y de opresión. Por ende
le imponen la guerra a la sociedad, a nosotros nos imponen la guerra. Los
colombianos no hemos acudido a la guerra porque tengamos un espíritu violento.
Más que arrepentirse y darse golpes de pecho, se deben asumir responsabilidades
de decisiones que tomamos como personas. Yo las he asumido y he pagado en
vida por ello.
C.P. ¿Con los diez años que estuvo en la cárcel?
C.A.V.
Con toda mi lucha de sacrificios por unas causas que siguen teniendo plena
vigencia. Pero no me arrepiento de ese sacrificio de mi vida personal,
profesional, amorosa o familiar. Tengo hijos que casi ni conozco, he estado en
prisión, he sido herido en combate, perseguido y amenazado. Pero es una
situación muy propia de quienes nos hemos atrevido a levantar la voz.
C.P. Los
tiempos han cambiado….
C.A.V.
Los revolucionarios no nacimos para hacer guerras sino para transformar
sociedades. Las sociedades se transforman no solo a través del asalto al poder
ya que hay otras vías. Quién iba a creer que en los últimos diez años podríamos
hablar de que hay cuatro revoluciones en el continente: Socialista en Cuba,
Bolivariana en Venezuela, Ciudadana en Ecuador y Comunitaria en Bolivia.
Tenemos ex guerrilleros dirigiendo países en Brasil, El Salvador y Uruguay No
es posible ya a través de la guerra ni modificar las estructuras ni acceder al
poder.
C.P. Muchos nos preguntamos: ¿Por qué transformar el país en un
proceso de negociación con un grupo que no solo no ganó el poder a través de
las armas sino que tiene la mitad de combatientes que hace un tiempo? ¿No basta
con que se les garantice la participación política y que desde las
instituciones que existen saquen adelante sus propuestas para la sociedad?
C.A.V. Lo
que se trata de resolver en la mesa de negociación es cómo salir de la guerra.
C.P. Pero ante el posible inicio de negociaciones con el ELN se habla de
aspectos que faltarían por negociar, como la explotación minera. Por qué no
cesan la guerra y después, haciendo política, tratan de transformar el tema
minero y los que quieran, como hace por ejemplo el senador Robledo, del Polo
Democrático?
C.A.V.
Las clases dominantes de este Estado siempre han desarrollado la economía a su
antojo privilegiando los intereses del capital y las transnacionales pero nunca
le han preguntado al pueblo colombiano qué economía quieren. El ELN no busca
transformar en la mesa de negociación lo que no ha podido hacer un pueblo en
revolución. El socialismo no va a surgir de una mesa de diálogo. Pero
lo que no se puede hacer es que tras 50 años de lucha las guerrillas digan:
“aquí están los fierros, acabamos la lucha y sálvese quien pueda” o “denme
casa, carro y beca y que el país siga en las mismas”. En el acuerdo debe quedar
consignada una base que garantice que el país se disponga para cambiar, pero no
porque lo diga la insurgencia sino porque participe toda la nación.
C.P. Un amigo me preguntó esta semana que si cuando se firme el
acuerdo a su tío le van a devolver la plata que pagó por su secuestro. ¿Qué se
les dice a las víctimas que aunque les pueda parecer injusto que el estado y
los partidos hayan fomentado la desigualdad, no ven eso como una justificación
para que les hayan matado familia, robado tierras o secuestrado?
C.A.V.
Primero que todo el acuerdo firmado en La Habana, los diez principios y el
acuerdo con el ELN en la construcción de la agenda ubican a las víctimas en el
lugar apropiado. Lo más importante es que el acuerdo es entre partes que se
reconocen como generadoras de víctimas. En el caso que comentas del señor que
fue secuestrado nadie va a devolverle dineros, como a mí nadie va a devolverme a
mi hermano desaparecido por causas del conflicto sólo por ser hermano de un
insurgente. Yo no puedo decirle al Estado que me lo haga aparecer pero sí
quiero respuestas. En ese clamor de derecho están la totalidad de las víctimas.
Vendrá la reparación económica y administrativa que dependiendo de los casos
tendrán que asumirse pero no creo que las guerrillas estén en condiciones de
reparar económicamente ya que esto tendría otros problemas por el origen de los
recursos. Lo más importante es el esclarecimiento de la verdad, garantía de
justicia y asumir responsabilidades sin que nadie escape a este examen.
C.P. Pero es que los victimarios insurgentes tienen nombre y apellido,
los del otro lado son “El Estado”, entonces no podemos meter a “El Estado” a la
cárcel.
C.A.V.
Hay militares que tienen mucho por contar, por ejemplo. El problema tiene una
gran profundidad. La sociedad deberá tomar una decisión frente al bien supremo
de la paz que queremos, y para hacerla duradera debemos construir un escenario
de justicia y reparación que satisfaga a todos y sin que excluya
responsabilidades.
C.P. ¿Usted llegó a esa conclusión gracias a que estuvo diez años en la
cárcel y luego exiliado?
C.A.V. Yo
estuve en los diálogos de paz como vocero político del Ejército de Liberación
Nacional en el gobierno de Ernesto Samper, con Andrés Pastrana y en los dos
primeros años del ex presidente Álvaro Uribe Vélez. Hice mi militancia en la
cárcel dedicado a la paz. Luego salgo y mi vida fue insostenible. Un ex
dirigente del ELN no podía andar caminando por la calle de ninguna ciudad en
normalidad, por ello debí salir al exilio. Regresé al país al observar que las
condiciones ya eran un poco diferentes.
C.P. ¿Ahora se siente seguro caminando por las calles de Colombia?
C.A.V.
Aún hay riesgos. En el país el riesgo de morir de manera violenta lo tiene
cualquier persona.
C.P. Tiene protección?
C.A.V.:
Me encomiendo a San Camilo Torres, a San Manuel Pérez, quienes son los santos
en los que yo creo.
C.P. Que no están reconocidos por el Vaticano como santos, valga decir…
C.A.V. Es
muy difícil, pero llegará el día en que la misma iglesia católica, apostólica y
romana reconozca la gran contribución que ha hecho a la causa de la fe
cristiana el pensamiento y la obra de Camilo Torres.
C.P. ¿Qué interpretación le da usted al hecho de que el ELN no haya
salido a respaldar con un comunicado o un video lo que el Presidente y
Colombianos y Colombianas por la Paz dijeron en nombre de la organización
guerrillera?
C.A.V.
Seguramente lo harán. Ellos se toman sus tiempos, tienen sus mecanismos.
Posiblemente el lunes, que es cuando actualizan la página web podamos ver el
comunicado leído por las partes que usted menciona. Este comunicado ha sido
autorizado por las partes de lo contrario no se habría difundido. El comunicado
por ende es legítimo.
C.P. ¿No será una manera de decirle al gobierno que no utilice al ELN
con fines electorales?
C.A.V. El
proceso del ELN con el gobierno es de vieja data y no una improvisación de
pocos días. Es un resultado luchado de cuatro años. El gobierno determina que
el esfuerzo principal debe ser con la guerrilla mayor por ser la amenaza mayor
para la seguridad y la estabilidad democrática. Cree el presidente que con el
avance de ese proceso la guerrilla menor se sumaría a los diálogos, a lo cual
el ELN le dice que es una organización histórica y que siendo cuantitativamente
menor no se le puede desconocer, ya que tiene propuestas y personalidad propia.
C.P. ¿Con la guerrilla del ELN se va a negociar más rápido que con las FARC?
C.A.V.
Este proceso no debe tener un tiempo determinado, sino que las partes
procurarán que sea un proceso muy ágil para superar la asimetría respecto de
los dos procesos. Los puntos deberán ser conciliados en una mesa de
conciliación única para que se produzca un acuerdo único que sea consultado con
la nación.
C.P.
¿Se lanza a dar una idea de cuánto puede tardar?
C.A.V. El
presidente ha sido optimista al plantear que hacia final del año se logrará un
acuerdo con la guerrilla de las FARC. Yo no lo veo tan claro con el ELN ya que
quizá se necesite más tiempo.
C.P.: Con las condiciones que dice Oscar Iván Zuluaga que le pondría a
las FARC, y por ende al ELN, esta guerrilla seguiría en el proceso exploratorio
para un acuerdo de paz?
C.A.V. El
ELN tiene una confrontación con el Estado y no con ningún gobierno en
particular.
C.P.: Pero yo le hablo es de las condiciones: cese al fuego unilateral,
no reclutamiento de menores y todo lo que ello implica…
C.A.V. Si
es por esa vía, va ser supremamente difícil poder llegar a una mesa de diálogo.
El ELN no va aceptar condiciones previas y las FARC tampoco van aceptar ningún
tipo de condicionamiento adicionales a los que ya existen en su proceso.
Es decir, si llegase a ganar las elecciones el señor Zuluaga, y llegase a
establecer estas condiciones como indispensables para continuar el proceso,
éste va a estancarse e incluso se frustrará la oportunidad que tenemos todos
los colombianos, porque esta oportunidad no es la de un gobierno con una
insurgencia sino la de un país.
C.P.: ¿Por qué no se dedicó a la política al regresar al país?
C.A.V.
Estoy en la política, obviamente no en la política partidista. Pero en la
medida en que pueda hacer parte de un movimiento de transformación compatible
con mis ideas y mis anhelos estaré dispuesto a estar allí. No tengo un partido,
pero con algunos amigos estamos haciendo un esfuerzo de lograr una expresión de
gran amplitud y con una perspectiva revolucionaria, para desarrollarla en el
marco de la constitución y las leyes.
C.P.: ¿Pero se va a postular a un cargo de elección popular?
C.A.V. Yo
no creo. Hubo una iniciativa en un principio, pero esto no fructificó. Acá un
pobre no puede meterse en una campaña política, hay que tener muchos millones
para poder competir. Lo que sí me interesa en lo personal, es poder llegar a la
asamblea nacional constituyente cuando se establezca, es un paso ineludible en
la construcción del nuevo país. Cuando se supere el conflicto armado allí
veremos o tendremos la posibilidad de discutir cosas que no se discutieron en
la mesas con la insurgencia.
C.P.: ¿No cree que los ciudadanos puedan decir sí a un proceso de paz
pero no a una constituyente por el miedo a convertirse en una Venezuela?
C.A.V.
Acá nadie quiere ser Venezuela. Ni siquiera los revolucionarios quisiéramos
reeditar la revolución bolivariana en Colombia.
¿Usted es pobre Carlos?
C.P.: ¿De qué vive?
C.A.V. Yo
soy investigador y consultor en Paz y Conflictos. De vez en cuando me pagan una
conferencia, por participar en la elaboración de algún documento o de la
solidaridad de mis amigos. Mi esposa trabaja y en cierta forma ella me ayuda
para pasajes. No tengo un trabajo estable, lo estoy buscando.
C.P.: ¿En qué quisiera trabajar?
C.A.V. En
algo compatible con lo mío. Podría desarrollar cualquier actividad si fuese el
caso como lustrar botas o vender empanadas o seguros. Ninguna actividad de
estas me asusta pero podría ser mucho más útil para lo que me he preparado. Es
un poco complicado para nosotros los revolucionarios tener un vínculo laboral
normal.
C.P.: ¿Si usted no hubiera ido a la cárcel usted estaría allá al lado de
‘Gabino’ cómo se iría a hacer ese acuerdo? ¿Usted nunca hubiera cambiado la
lucha armada?
C.A.V.
Seguramente. Yo fui jefe militar en muchos años en el ELN, vi la realidad
del país a través de la mira de un fusil. En los combates o se gana o se muere
y no me quería morir por tanto tenía que ganar. Cuando llego a la cárcel
cambian las circunstancias, me asignan representar al ELN en diálogos de paz,
comienzo a conversar con la sociedad, con diplomáticos y con gobierno. Encontré
razones que yo desconocía pero a su vez estos actores encuentran otras que
ignoraban. En diez años hice todo el proceso de transformación que me conllevó
a tomar la decisión de no disparar un solo tiro más.
C.P.: ¿Usted podría decir: “gracias a Dios me metieron a la cárcel”?
C.A.V.
No, para nada. La cárcel es una pesadumbre que uno no puede desear jamás.
Estuve este tiempo e intenté hacer de mi vida lo más productivo y provechoso
posible. Ceo que salí fortalecido y con mucho esfuerzo y sacrificios.
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