martes, 15 de julio de 2014

"SOY UN ELENO DE FORMACIÓN": CARLOS ARTURO VELANDIA - Entrevista de Digna Irene Urrea - Confidencial Colombia

“Soy un ‘eleno’ de formación”: Carlos Arturo Velandia

Por: Digna Irene Urrea - @direneu Julio 15, 2014

Carlos Arturo Velandia Foto: Confidencial Colombia
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‘Felipe’ -¿quieres café?- le pregunta la mujer que acompaña a Carlos Arturo Velandia Jagua, mientras habla de su libro “La paz es ahora ¡carajo!”. Fue guerrillero del ELN, militó en las filas  ‘elenas’ por 22 años (1972- 1994) y pagó una condena de 120 meses por los delitos de rebelión y terrorismo.

Carlos Arturo Velandia ha luchado en los últimos años para que lo llamen por su verdadero nombre, aunque reconoce que a veces es una pelea inútil con quienes lo conocieron con el alias ‘Felipe Torres’. Este “fue el nombre de la guerra”, dice Velandia.

Sin embargo, cuenta con sosiego el origen de su seudónimo que está relacionado  con una historia familiar. Su abuela - Mercedes Jagua- narraba cómo en la guerra de los Mil Días había desaparecido su hermano mellizo, Felipe Jagua, a quien encontró después de 60 años.  Cuando, Velandia, decidió ingresar  a las filas del ELN, tomó el nombre de su tío abuelo y en homenaje a Camilo Torres, el sacerdote y jefe militar de este grupo guerrillero ‘apedilló’ su alias.

Su libro es una compilación de textos que escribió durante dos años sobre todo el proceso que ha tenido los diálogos de paz en La Habana. Aunque, el tiraje es de tan solo 500 libros, con este proyecto pretende que cuando una persona lo lea comprenda y apoye los acuerdos, ya que, “hay escepticismo y desconfianza, pues durante los últimos meses ha habido una actividad  propagandísticas  muy fuerte de la extrema derecha” para desacreditar el proceso.

El excombatiente ‘eleno’, señala que los diálogos de paz es una gran oportunidad que no se debe dejar pasar. Que no solo le compete a las partes involucradas, sino a todo el país que debe acogerla como propia y salir a defenderla.

De esta forma, Carlos Arturo Velandia, habló con Confidencial Colombia, sobre la ilusión de que se llegue al final del conflicto que por más de 50 años ha azotado al país.


Carlos Arturo Velandia

¿Cómo debería ser el final del conflicto?
El final de conflicto armado es un acuerdo político y como acuerdo son las partes las que definen de qué manera resuelven el problema. Allí tendrán que sopesar cuánta verdad, reparación y justicia van a proporcionar  para que haya paz.

Por otro lado, el acuerdo debe determinar quién va a responder por los daños y efectos que ha ocasionado el conflicto, porque aquí el imaginario de la sociedad es que las guerrillas son las únicas responsables de la violencia y, que son ellas las que deben pagar el mayor costo.  Y no se ha tenido en cuenta que el Estado  tiene mayores responsabilidades, ya que, este no se le permite  que se comporte como un delincuente político.

El establecimiento se ha desbordado con sus funciones y ha sido el productor de situaciones como, por ejemplo,  la generación del fenómeno del paramilitarismo. Había estructuras políticas que hicieron posible  que se creara las Autodefensas (AUC).  Hubo relaciones  y complicidades  para que este grupo al margen de la ley se desarrollara; hay muchos crímenes de Estado y en este sentido  el gobierno y los agentes que lo conforman deben responder.

Entonces al momento de rendir cuentas son todos en igualdad de condiciones quienes deben  esclarecer  la verdad. Estas son las cosas necesarias que hay que equilibrar para que haya un acuerdo.

 ¿Cómo sería  ese pago ideal  para los guerrilleros?
Las insurgencias son muy consientes  de que tiene que haber resarcimiento  por los daños que  hayan cometido  en la guerra y, ellas  estarán dispuestas, pero si la contraparte  también está en igualdad de condiciones.  La guerrilla sabe  que frente a los delitos de lesa humanidad habrá que responder, eso sí siempre y cuando de parte del establecimiento, también,  respondan. A lo que no están dispuestas es que sean exclusivamente los guerrilleros  los que paguen los platos rotos. Eso nunca.

En el acuerdo político también se debe establecer cuánto y qué tipo de penas van a existir para los guerrilleros. Esta debe hacerse por medio de la justicia transicional, porque es esta justicia es la que permite pasar  de una situación de guerra a una situación  de paz.

Si a usted no lo hubieran capturado  y estuviera en las filas  ‘elenas’  ¿en este momento estaría dispuesto a pagar  una condena como la que pagó?
No estaría dispuesto a pagar la pena.  Pagué cárcel  a disgusto. Estuve 10 años  y difícilmente alguien  va  estar ese  tiempo en prisión  como lo hice yo, o como lo hizo ‘Pacho Galán’, ‘Caraballo’  o Yezit Arteta. Si los jefes paramilitares  no pagaron más de ocho años, ¿por qué los guerrilleros tienen que pagar más?

Ahora, no creo que los militares estén dispuestos a pagar penas altas. Estaría dispuesto  a pagar una condena en condición de victimario,  pero en igualdad de condiciones.


Carlos Arturo Velandia

Si una víctima suya le dijera que la única forma de repararlo es con cárcel ¿usted que le respondería?
Es muy probable que esto ocurra. Voy a asistir al foro de victimas  que se  va a realizar en Barranquilla la próxima semana y allí me encontraré con muchas víctimas.  Haré presencia en condición de víctima. Si alguien me reclama  le diré  –si en algo te debo, ya lo pagué-  y si considera que le sigo debiendo  que acuda a la justicia y me demande.

¿Por qué se va a presentar en condición de víctima y no como victimario?
Porque me  desaparecieron a un hermano y le voy a reclamar al Estado, pues este fue el que me  lo desapareció. Estando en prisión en 1998 me lo secuestran; se supo que fue un jefe paramilitar confabulado con un Gaula del Ejército. A mi familia que vivía en Bucaramanga  le dieron 48 horas para abandonar la ciudad.

¿Cómo la sociedad debe recibir a los guerrilleros que page una condena, qué actitud debe tener el ciudadano de a pie con ellos? Partiendo desde su experiencia cuando salió de la cárcel.
En términos generales la sociedad no gusta de un expresidiario, la sociedad prefiere tenerlo a  distancia. No va a ser sencillo  para aceptar que las guerrillas  pasen a hacer una vida normal  y, aunque, paguen unas penas  a muchos les va a parecer muy poco.

¿Cómo fue ese regreso a la libertad después de estar 10 años en prisión?
No tuve otra alternativa distinta a irme para el exilio.  Tomo la decisión de no vincularme  a ningún tipo de actividad bélica. Salgo de la cárcel con el convencimiento  de trabajar por la solución política, trabajando  en los diálogos de paz como lo hice en el gobierno de  Ernesto  Samper Pizano, de Andrés Pastrana y posteriormente los dos primeros años del gobierno de Álvaro Uribe. El día después de mi salida no lo tenía muy claro, lo único que sabía era que al monte no regresaría, porque allí iba a tener que empuñar un fusil.

¿Podría traducir esto como un arrepentimiento?
No. Esto no es un problema de orden moral, sino que es un problema de orden político. Entonces, el tema del arrepentimiento se mueve sobre unas variables religiosas y morales y, este no es el caso.

Si me preguntarán que si volvería hacer las mismas cosas, diría que  no, porque las haría mejor  con la sabiduría y la experiencia, y  con la misma intensidad revolucionaria, intentaría errar menos. Sigo siendo el mismo ‘eleno’ de siempre, con la diferencia que ahora no hago la guerra,  pero sí buscando ideas  que se puedan desarrollar en un contexto diferente en busca de la paz.

¿Usted tiene contacto directo con el ELN?
No tengo ningún contacto físico. El único acercamiento que tengo es a través de los medios de comunicación y del libro porque aquí plasmo mi punto de vista. Soy un ‘eleno’ por formación ideológica, pero esto no quiere decir que tenga un nexo orgánico con el ELN.

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