miércoles, 30 de octubre de 2013

CRÓNICA DE UNA CONDOLENCIA ANUNCIADA

Crónica de una condolencia anunciada
Un centro de estudios por la paz en Colombia recibe una amenaza contra exmiembros del ELN. “Hay poderes fácticos que se nutren de la guerra", dice uno de los amenazados

Recibir una tarjeta de condolencia cuando un ser querido ha muerto es un detalle grato. Recibir una tarjeta de condolencia cuando la persona nombrada no ha muerto es macabro y, si el país donde ocurre es Colombia, motivo de genuina preocupación. Porque de lo que se trata, como es bien sabido en aquel país, es una clara amenaza de muerte.
Precisamente una carta de estas características fue la que recibió este mes una organización con sede en Bogotá llamada Nuevo Arco Iris, un centro de estudios políticos a favor del proceso de paz en el que se han encaminado el gobierno de Colombia y la organización guerrillera con la que ha estado en conflicto durante 50 años, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En la carta había ocho nombres, de los cuales siete correspondían a exintegrantes del segundo –y más pequeño– grupo guerrillero colombiano, el Ejército de Liberación Nacional (ELN). El mensaje en la carta ponía “rezamos por el alma eterna de…” seguido por la lista de los nombres de las personas, todas ellas vivas.
“Fue una carta impresa estándar de esas que uno manda cuando muere alguien,” dijo Carlos Velandia, cuyo antiguo nombre de guerra, Felipe Torres, encabezaba la lista. Velandia, exdirigente del ELN y el más conocido de los amenazados debido a su actividad mediática a favor del proceso de paz, cree que los que enviaron la carta no tienen ningún interés en que acabe la guerra civil colombiana. Y que, como tal, sus amenazas deben ser tomadas muy en serio.
Uno de los amenazados cree que hay sectores que no tienen interés en que acabe la guerra civil colombiana
“Amenazar de muerte es casi un deporte nacional,” dijo Velandia en una entrevista telefónica con EL PAÍS. “El 98% de las personas asesinadas en Colombia por razones políticas han sido amenazadas previamente. Los amenazados en su mayoría son gente que trabaja en derechos humanos o son líderes de izquierda a favor de la paz”. El problema, según Velandia, es que gente como él, comprometida con el proceso de negociaciones que inició el gobierno del presidente Juan Manuel Santos hace casi un año con las FARC, representa a su vez una amenaza para sectores reaccionarios de la sociedad colombiana. “Se han creado poderes fácticos que se nutren de la guerra y no quieren que acabe su gran negocio,” dijo Velandia. “El proceso de paz es su gran enemigo y de esos sectores vienen las amenazas –se supone que de sectores militares o de civiles de ultraderecha”.
Velandia estuvo 10 años preso en Colombia y después, tras desvincularse del ELN, siete en el exilio en España, principalmente trabajando como académico en la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Cataluña. Regresó a Colombia en 2011 porque decidió que había llegado el momento de hacer su contribución en lo que él llama “el campo de la paz”. Hoy teme por su vida.
La ironía –y al mismo tiempo una circunstancia esperanzadora surgida del proceso de paz colombiano– es que el exguerrillero sabe que la mejor garantía de que la amenaza de muerte no se cumpla reside en la voluntad del gobierno de protegerle. Velandia ha hecho una petición formal de protección al gobierno y el gobierno ha respondido que sí. Él dice que mantiene profundas diferencias ideológicas con el gobierno del presidente Santos, pero a ambos les une el deseo de que la paz prospere. Que Velandia o sus excompañeros del ELN mueran asesinados no le conviene al gobierno. En primer lugar porque dañaría la credibilidad de un proceso por el que el gobierno ha apostado fuerte; en segundo lugar, porque el gobierno ha expresado su intención de iniciar un proceso paralelo de negociaciones con el ELN una vez que se den señales de llegar a un acuerdo duradero con las FARC. Velandia cree que la amenaza contra su vida se ha hecho ahora porque se sabe en los círculos políticos colombianos que él se ha dedicado de manera activa a promover las negociaciones entre el ELN y el gobierno.
“El gobierno ha expresado su preocupación ante la amenaza y me ha ofrecido un programa de protección”, dijo Velandia. Se trata, explicó, de que el gobierno le ofrezca escoltas armadas. “Creo que el gobierno hará todo en su alcance para proteger nuestras vidas. Lo cual no evita que se llegue a concretar la amenaza –los enemigos de la paz en Colombia son muy poderosos.”

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