Crónica
de una condolencia anunciada
Un centro de
estudios por la paz en Colombia recibe una amenaza contra exmiembros del ELN.
“Hay poderes fácticos que se nutren de la guerra", dice uno de los
amenazados
Recibir una tarjeta de condolencia cuando un ser querido ha muerto es un
detalle grato. Recibir una tarjeta de condolencia cuando la persona nombrada no
ha muerto es macabro y, si el país donde ocurre es Colombia, motivo de genuina
preocupación. Porque de lo que se trata, como es bien sabido en aquel país, es
una clara amenaza de muerte.
Precisamente una carta de estas características fue la que recibió este
mes una organización con sede en Bogotá llamada Nuevo Arco Iris, un centro de
estudios políticos a favor del proceso de paz en el que se han encaminado el
gobierno de Colombia y la organización guerrillera con la que ha estado en
conflicto durante 50 años, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). En la carta
había ocho nombres, de los cuales siete correspondían a exintegrantes del
segundo –y más pequeño– grupo guerrillero colombiano, el Ejército de
Liberación Nacional (ELN). El mensaje en la carta ponía “rezamos por el
alma eterna de…” seguido por la lista de los nombres de las personas, todas
ellas vivas.
“Fue una carta impresa estándar de esas que uno manda cuando muere
alguien,” dijo Carlos Velandia, cuyo antiguo nombre de guerra, Felipe
Torres, encabezaba la lista. Velandia, exdirigente del ELN y el más
conocido de los amenazados debido a su actividad mediática a favor del proceso
de paz, cree que los que enviaron la carta no tienen ningún interés en que
acabe la guerra civil colombiana. Y que, como tal, sus amenazas deben ser tomadas
muy en serio.
“Amenazar de muerte es casi un deporte nacional,” dijo Velandia en una
entrevista telefónica con EL PAÍS. “El 98% de las personas asesinadas en
Colombia por razones políticas han sido amenazadas previamente. Los amenazados
en su mayoría son gente que trabaja en derechos humanos o son líderes de
izquierda a favor de la paz”. El problema, según Velandia, es que gente como
él, comprometida con el proceso de negociaciones que inició el gobierno del
presidente Juan Manuel Santos hace casi un año con las FARC, representa a su
vez una amenaza para sectores reaccionarios de la sociedad colombiana. “Se han
creado poderes fácticos que se nutren de la guerra y no quieren que acabe su
gran negocio,” dijo Velandia. “El proceso de paz es su gran enemigo y de esos
sectores vienen las amenazas –se supone que de sectores militares o de civiles
de ultraderecha”.
Velandia estuvo 10 años preso en Colombia y después, tras desvincularse
del ELN, siete en el exilio en España, principalmente trabajando como académico
en la Escuela de Cultura de Paz de la Universidad Autónoma de Cataluña. Regresó
a Colombia en 2011 porque decidió que había llegado el momento de hacer su
contribución en lo que él llama “el campo de la paz”. Hoy teme por su vida.
La ironía –y al mismo tiempo una circunstancia esperanzadora surgida del
proceso de paz colombiano– es que el exguerrillero sabe que la mejor garantía
de que la amenaza de muerte no se cumpla reside en la voluntad del gobierno de
protegerle. Velandia ha hecho una petición formal de protección al gobierno y
el gobierno ha respondido que sí. Él dice que mantiene profundas diferencias
ideológicas con el gobierno del presidente Santos, pero a ambos les une el
deseo de que la paz prospere. Que Velandia o sus excompañeros del ELN mueran
asesinados no le conviene al gobierno. En primer lugar porque dañaría la credibilidad
de un proceso por el que el gobierno ha apostado fuerte; en segundo lugar,
porque el gobierno ha expresado su intención de iniciar un proceso paralelo de
negociaciones con el ELN una vez que se den señales de llegar a un acuerdo
duradero con las FARC. Velandia cree que la amenaza contra su vida se ha hecho
ahora porque se sabe en los círculos políticos colombianos que él se ha
dedicado de manera activa a promover las negociaciones entre el ELN y el
gobierno.
“El gobierno ha
expresado su preocupación ante la amenaza y me ha ofrecido un programa de
protección”, dijo Velandia. Se trata, explicó, de que el gobierno le ofrezca
escoltas armadas. “Creo que el gobierno hará todo en su alcance para proteger
nuestras vidas. Lo cual no evita que se llegue a concretar la amenaza –los
enemigos de la paz en Colombia son muy poderosos.”
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