Si no hay paz perdemos
todos, presidente
Por Carlos Arturo Velandia JaguaVer más artículos de este autor
Esta
oportunidad no puede estar sólo en las manos de las partes. La sociedad y la
comunidad internacional deben presionar para que los diálogos se mantengan.
Foto: SEMANA
Ya suenan a cantilena las frases del
presidente Santos advirtiendo que de producirse un fracaso en el proceso de
diálogo con la guerrilla de las FARC-EP, y por extensión a los contactos
exploratorios con el ELN, “no se habrá perdido nada, porque no se ha cedido
nada”. Pero no sólo es el fastidio que produce tan fatídicas frases, si no el
equivocado sentido que se expresa en eso de que “no se habrá perdido nada”,
porque la verdad aquí perdemos todos.
A lo largo del conflicto armado
interno, Colombia ha tenido y vivido cuatro grandes oportunidades de paz,
tomando como la primera gran oportunidad los diálogos de paz durante el
gobierno del presidente Belisario Betancur en los 80, la segunda oportunidad
los diálogos de paz con los gobiernos de Barco y Gaviria en los 90, la tercera
oportunidad fueron los diálogos de paz durante el gobierno de Andrés Pastrana
Arango en el comienzo del siglo XXI, y ahora esta cuarta oportunidad de paz en
desarrollo en la década del 2010.
Son oportunidades que se han sucedido
casi que en ciclos de 10 años pero que reflejan que el impulso hacia las paces
resulta de menor fuerza que la compulsión hacia la guerra, es decir que ha
faltado convicción y persistencia para ganar la paz a través de la solución
política y negociada.
Obviamente, de inmediato hay que
considerar que entre una oportunidad y otra han transcurrido 10 años de
conflicto, es decir un periodo donde se ha matado, desaparecido, secuestrado,
torturado, desplazado, bombardeado, dinamitado, amenazado, extorsionado,
exiliado, apresado, en cifras que se acumulan hasta completar los escandalosos
números suministrados en el informe parcial “Basta Ya”, elaborado por el Centro
de Memoria Histórica.
Si las partes que hoy buscan un acuerdo
de final del conflicto armado fracasan, han de saber que no sólo han dejado
pasar, otra vez más, una gran oportunidad para si mismos, sino que le han
quitado una oportunidad a la sociedad entera de vivir en paz, contrariando los
anhelos de las grandes mayorías que deseamos y creemos que ya es posible vivir
sin conflicto armado y al mismo tiempo trabajar por reformas transformaciones
sociales, que nos conduzcan a la justicia social, con mas democracia y equidad.
Pero además han de saber que el país se
sumergirá aún más en las insondables profundidades de un conflicto degradado,
que arrojará cifras que son posibles advertir de antemano, y si seguimos la
tendencia empírica de sucesión de oportunidades, cabría esperar que una quinta
oportunidad se vuelva a dar en diez años, por lo cual no será difícil prever en
cifras los costos y efectos del conflicto en los próximos diez años,
multiplicando lo que ocurre en un año por 10. Así tendríamos unas cifras del
siguiente tenor:
Algunas
cifras del conflicto hoy En 10 años
$60.274 millones diarios gasto en
Defensa-----------------------$270 billones
500 miembros de la Fuerza Pública
mueren cada año ------------5.000 muertos
2.000 miembros de la Fuerza Pública son
heridos al año--------20.000 heridos
4.000 civiles muertos por causas del
conflicto ------------------40.000 muertos
685 personas son desplazadas cada
día------------------- 2´500.250 desplazados
40 sindicalistas son asesinados por
año-------------400 sindicalistas asesinados
49 defensores de derechos humanos son
asesinados por año----490 asesinados
700 personas son desaparecidas cada
año--------------------7000 desaparecidos
2 víctimas diarias por
MAP-------------------------------7.300 víctimas por MAP
8.030 acciones ofensivas realiza la
Fuerza Pública
contra las guerrillas al
año------------------------------80.300 acciones ofensivas
Se estima que las bajas en las filas
guerrilleras son en términos absolutos similares a las de la Fuerza Pública,
por lo que cabría esperar que en 10 años se produzcan 25.000 bajas en las filas
insurgentes.
Pero no sólo se trata de cifras, se
trata de dolor humano en miles de madres, viudas, familiares y hondas
desgarraduras del alma colombiana, que anega en sangre y odio las posibilidades
de futuro y de mejores niveles de desarrollo y de calidad de vida.
De modo que dejar pasar esta
oportunidad no puede estar sólo en las manos de las partes, la sociedad y la
comunidad internacional, deben ejercer la presión necesaria para que los
diálogos se mantengan, para que se obtengan resultados prontos y justos; porque
si no hay paz perdemos todos, sólo ganarán quienes desde las sombras medran de
la guerra y la violencia, sólo los que obtienen réditos de la muerte, la intimidación
y la zozobra, sólo los que se atrincheran en fácticos poderes para el lucro y
prestigio individual.
Pero por fortuna estos no son muchos;
los que queremos la paz somos más.
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