La paz:
ahora o nunca
Lunes 5
de enero de 2015
|
En los conflictos armados, principalmente en los de
carácter no internacional, es decir en los internos, con alguna frecuencia se
registran situaciones que favorecen la solución dialogada, pero en la mayoría
de las veces pasan inadvertidas porque las confrontaciones del conflicto y las
situaciones propias de las partes no permiten que madure una visión o posibilidad
real de dar trámite a diálogos de paz.
Las oportunidades de paz en los conflictos no son
frecuentes, éstas se configuran cuando un conjunto de factores confluyen de
manera favorable hasta advertir, que se está frente a una oportunidad. Los
factores pueden ser de diferente índole y origen: militares, políticos,
sociales, medioambientales e internacionales. La confluencia de factores
favorables nos permite proponer o establecer cuatro tipos de oportunidades,
así:
Oportunidad tipo 1 – Cuando las partes desean la
paz negociada y lo expresan públicamente.
Oportunidad tipo 2 – Cuando una de las partes desea
la paz negociada y lo expresa públicamente.
Oportunidad tipo 3 – Cuando la sociedad nacional y
la Comunidad Internacional lo desean y presionan a las partes.
Oportunidad tipo 4 – Cuando por causa de un
desastre natural, la devastación deja a las partes en estado de ilegitimidad
para continuar con el conflicto. Como fue el caso del tsunami en Indonesia en
2004, que destruyó la provincia de Banda-Aceh, en la que se desarrollaba un
conflicto armado desde 1976. Las partes pactaron la paz en 2005 para dedicarse
a reconstruir el país. En Colombia en los cincuenta años de guerra hemos
asistido a cuatro grandes oportunidades de paz, a saber:
Primera oportunidad: En los años 80´s durante el
Gobierno del presidente Belisario Betancur Cuartas.
Segunda oportunidad: en los años 90´s durante el
gobierno del presidente César Gaviria Trujillo.
Tercera oportunidad: en los años 2.000´s durante el
gobierno del presidente Andrés Pastrana Arango.
Cuarta oportunidad: en los años 2010´s durante el
Gobierno del presidente Juan Manuel Santos Caderón
Estas oportunidades han tenido ocurrencia con una
frecuencia de diez años, como si se tratara de ciclos, pero la realidad es que
esto es meramente casual, porque no existe ninguna predeterminación para que
las oportunidades de paz se den tras periodos de una década de guerra y
violencia. Lo que sí es posible establecer, es el alto costo que ha pagado la
sociedad, el país y las partes por dejar pasar cada una de las oportunidades
anteriores; observación que hoy debe mover a las partes y a la sociedad entera,
en el sentido de asumir ésta cuarta oportunidad como una “oportunidad de país”,
más que como una oportunidad de las partes o para las partes.
En Colombia, luego de cincuenta años de conflicto:
se configura un cuadro con las siguientes características:
a- No hay un claro ganador de la guerra y no se
percibe que lo habrá a corto o mediano plazo.
b- Mantener la guerra cuesta más que intentar
pactar la paz.
c- Se percibe cansancio social y las partes ya no
convencen ni acumulan con el discurso de la guerra.
d- La guerra ha alcanzado niveles de degradación
que deslegitiman los discursos político-ideológicos de las partes.
e- Las partes ya no cuentan con claros apoyos
internacionales y reciben presión de Gobiernos y fuerzas políticas, que antes
los apoyaban en la guerra.
f- La sociedad genera presión sobre las partes,
para que pongan fin a la confrontación.
g- La guerra supone para los gobiernos un esfuerzo
presupuestal muy elevado, lo cual los lleva a recortar el gasto en la inversión
social, para poder aplicar mayores recursos a la guerra.
h- Lo prolongado de la guerra ha generado un
impacto negativo sobre la región, especialmente a los países fronterizos, que
afecta la convivencia y coexistencia pacífica.
i- A causa del conflicto armado, el país se
encuentra atrasado en su desarrollo económico, social e infraestructural,
ocupando lugares típicos de sociedades pre-modernas, si se la compara con las
sociedades de los países vecinos, las que sin haber estado afectadas por
conflictos internos similares al nuestro, han podido desarrollarse de manera
más armónica.
j- El país en su conjunto, pero principalmente la
sociedad ha pagado ya un alto precio, a causa de las insostenibles e
insoportables cifras de víctimas que ha dejado el conflicto, con las
correspondientes desgarraduras y dolor, que resultan inconmensurables, a la
hora de responder ante ellas.
La constatación de estas características, subyacen
en las expresiones públicas de los líderes de las partes del conflicto, cuando
el 18 de julio de 2010 en un video colgado en la página web del ELN, su
comandante Nicolás Rodríguez Bautista se dirigiera al presidente electo Juan
Manuel Santos , para decirle que el ELN le ofrece el diálogo para buscar el
final del conflicto armado y la construcción de la justicia social. Por su lado
el 25 de julio de 2010, también a través de un video, el comandante de las
FARC-EP, Alfonso Cano, invita al presidente electo al diálogo para acabar la
guerra y construir el país en paz, democracia y justicia . Luego el 7 de
agosto, en el acto de investidura, el presidente Juan Manuel Santos en su
discurso de posesión dijo: “…La puerta del diálogo no está cerrada con llave.
Yo aspiro, durante mi gobierno, a sembrar las bases
de una verdadera reconciliación entre los colombianos. De un desarme real de
los espíritus, construido sobre cimientos perdurables que no alimenten falsas
esperanzas, que no permitan más engaños y que no conduzcan a nuevas
frustraciones en un país que, desde lo más profundo de su alma ensangrentada,
lo que más desea es la paz…” .
Éstas expresiones públicas (planteadas en un
contexto de nervios alterados en la relaciones diplomáticas y ambiente de
preguerra en la región, suscitado por la beligerancia verbal y la confrontación
política-ideológica en que estaban enfrascados los Jefes de Estado Álvaro Uribe
Vélez de Colombia, Hugo Rafael Chávez Frías de Venezuela, Rafael Correa de
Ecuador, y Daniel Ortega de Nicaragua; que incluso hizo temer una confrontación
bélica en las fronteras norte y sur de Colombia) crearon la ecuación necesaria,
mas no suficiente para que se generara la oportunidad de paz.
La oportunidad de paz que hoy vivimos es la más
solida entre las oportunidades, porque arrancó de las expresiones públicas de
las partes (oportunidad tipo 1), pero que ha requerido de mayor solidez, que
solo la puede dar el apoyo de la sociedad y de la Comunidad Internacional, tal
como ha venido ocurriendo.
La arquitectura del proceso:
Todo proceso requiere de un diseño para su
desarrollo, el cual ha de ser el instrumento rector del proceso mismo. Las
experiencias de procesos anteriores en nuestro país, dan cuenta de la
construcción de modelos de diálogo y negociación con las siguientes
características:
• La discusión ha sido en procesos de contacto y
consulta abiertos y de conocimiento público.
• La presencia de los medios de comunicación ha
sido una constante, las declaraciones permanentes de las partes y la presión de
la opinión pública, generan presiones en la Mesa difíciles de manejar.
• El tiempo de negociación se emplea en la
discusión de los métodos, procedimientos, y dificultades del proceso.
• Nunca se logró discutir el primer punto de las
agendas pactadas.
• La ruptura de diálogos fueron por causas
extra-agenda.
El Gobierno Nacional y la dirigencia de las
FARC-EP, se dieron a la tarea de construir la arquitectura del proceso, a lo
largo de un año y en absoluto secreto, en el exterior del país y previo
intercambio de garantías de seriedad y seguridad para las partes. En ello
intervinieron terceros, tales como Enrique Santos Calderón, hermano mayor del
presidente, la implicación de la Policía Nacional, en especial de su Director
General, el General Oscar Naranjo, y los gobiernos de países facilitadores como
Venezuela, Cuba y Noruega. Las FARC-EP, contribuyó en gran medida en la
creación de confianzas básicas, con hechos incontrovertibles de voluntad de
paz, tales como: ordenar la liberación de los últimos prisioneros de guerra en
su poder, ordenar y declarar públicamente la proscripción de la retención de
personas con propósito económico o político. La mayor prueba de compromiso,
seriedad y voluntad política con el proceso en construcción, la constituyó la
firmeza con que las FARC-EP mantuvieron su palabra frente al acto de asesinato
de su máximo líder Alfonso Cano, quien fuera ultimado en estado de indefensión
por agentes de la Fuerza Pública del Estado.
La arquitectura del proceso, se levanta sobre
sólidos pilares de compromisos, métodos, procedimientos, garantías,
facilitadores, tiempos, lugares, logística, delegaciones, fases, agenda; que
constituyen la estructura que a la fecha, ha permitido discutir y llegar a
acuerdos importantes en temas de la Agenda sustantiva pactada.
La Mesa de La Habana está sostenida en cuatro patas
o pilares, que la hacen sólida, firme y con las más altas posibilidades de
llevar los diálogos hasta un acuerdo final. Estas patas o pilares son:
Primera Pata: Un propósito claro para el diálogo y
la negociación. Éste es un aspecto fundamental, por cuanto deja planteado desde
el comienzo el objetivo central del acto de conversar, discutir, concertar, y
acordar, y por otra parte hace del diálogo el medio útil para lograr el
propósito planteado. Definir que lo que se quiere es poner punto final al
conflicto armado, significa un salto en la calidad del diálogo si lo comparamos
con el propósito difuso y ambiguo de otros procesos, que identificaban como
propósito la búsqueda de la paz.
Segunda pata: Una agenda realista, posible, precisa
y alcanzable. Las agendas de los procesos de paz tienen un comportamiento
elástico, porque en ellas se refleja el estado del conflicto y la correlación
de fuerzas. Los tiempos de los diálogos del Caguán (2000) quedaron atrás, y con
ellos la “AGENDA COMÚN PARA EL CAMBIO HACIA UNA NUEVA COLOMBIA” , una copiosa y
maximalista agenda, que daba cuenta que las FARC-EP iban ganando la guerra. En
ella se contenía no solo los componentes del conflicto armado, sino también el
económico, social y político del país, agrupados en doce capítulos y más de
cien subpuntos.
En el conflicto de hoy, la realidad es otra: las
fuerzas del Estado lograron recomponerse y revertir el desbalance en el campo
de batalla, hasta plantear en la actualidad una situación de asimetría militar
y bélica insuperable en desfavor de las organizaciones insurgentes; lo cual las
compele a actuar con realismo a la hora de plantear sus aspiraciones y
contenido de la agenda.
El realismo, es la disposición objetiva que FARC-EP
ha demostrado, como prueba de voluntad política, al pactar con el Gobierno
Nacional el “ACUERDO GENERAL PARA LA TERMINACIÓN DEL CONFLICTO Y LA
CONSTRUCCIÓN DE UNA PAZ ESTABLE Y DURADERA” , al mismo tiempo, el hecho de que
en La Agenda se incluyera como primer punto: “Política de desarrollo agrario
integral”, refleja voluntad política del Gobierno Nacional y compromiso con las
transformaciones necesarias para superar el conflicto en el campo.
Tercera pata: Apoyo claro y contundente de la
sociedad y apoyo decidido de la Comunidad Internacional. “…La sociedad
colombiana y la Comunidad Internacional apoyan el proceso.
En muy breve plazo
se ha pasado de imaginarios colectivos caracterizados, por la apatía,
descreimiento, desconfianza, incredulidad y escepticismo, a imaginarios de
apoyo, soporte y compromiso social e internacional con el proceso en curso, y
con otros esperados desarrollos con el Ejército de Liberación Nacional…”, “…las
gestas de movilización ciudadana protagonizadas el 9 de abril de 2012, donde
más de un millón de personas marcharon en Bogotá “por la paz, la democracia y
la defensa de lo público”, y con la realización del Congreso Nacional para la
Paz; eventos marcados por la presencia de movimientos sociales y políticos,
plataformas de paz y de derechos humanos, pero por sobre todo por ciudadanos y
ciudadanas, provenientes de territorios y distintas latitudes de nuestra
geografía nacional y social…” , que sumados a la refrendación y apoyo
mayoritario del electorado colombiano, al proceso de paz con la reelección del
candidato-presidente Juan Manuel Santos, para un segundo periodo en el que
pueda concluir el proceso de diálogo iniciado, y la aplicación de los acuerdos
a que se llegue.
De otro lado pocos procesos de paz en el mundo han
concitado el favor de la Comunidad Internacional, no hay un solo país con el
Colombia tenga relaciones que no haya expresado su apoyo y cooperación a los
diálogos de paz y para el posconflicto. Así los organismos multilaterales como
OEA, ONU de integración como Unión Europea – UE, CELAC, UNASUR, ALBA-TCP,
CARICOM, MERCOSUR, ASEAN, OCDE; así como también reconocidas personalidades
mundiales y por sobre todo las reiteradas declaraciones y compromisos
expresados por el Gobierno de Estados Unidos, en las voces de sus más
connotados líderes y funcionarios; lo cual nos permite afirmar que la paz de
Colombia está en la agenda del mundo.
Cuarta pata: Resultados a la vista. “…Este proceso
ha pasado por duras pruebas o crisis las cuales han sido superadas con éxito,
porque ha primado la voluntad, un sentido asumido en las partes de que es,
quizás, la última oportunidad, y un apego a la agenda y dinámica de trabajo
acordado para el funcionamiento de la mesa…” así, las partes reportan al país y
a la Comunidad Internacional, un cuerpo de acuerdos importantes en tres temas
de gran sensibilidad para el país y que a su vez vertebran la Agenda de La
Habana. El acuerdo en los conflictivos temas de tierras, participación política
y sobre narcotráfico, además del enfoque y procedimiento acordado para encarar
el capítulo de víctimas del conflicto; configuran de conjunto un resultado
incontrovertible que fortalece el proceso mismo, por cuanto genera más
confianza y concita mas apoyos. “…Conviene si pedir por igual a las partes
resultados que aquilaten el apoyo social e internacional, que amplíen la
confianza en el proceso, que estimulen la ilusión y la esperanza y sobre todo
que permitan fortalecer el sentido de que la paz es posible porque hay
resultados a la vista…”
Vivimos un momento epocal:
La guerra en nuestro país, es el signo de los
tiempos de las últimas generaciones, que hemos nacido, crecido y vivido en
medio de encrucijadas de violencias y del conflicto político-armado interno,
generando toda una impronta en la vida de la inmensa mayoría de colombianos,
que pesa en nuestra historia personal y familiar tanto como en el país mismo,
porque la historia de los países es la historia de sus pueblos.
Toda una larga época en guerra, del tamaño de 50
años, estamos en perspectiva de superar, tras la firma de los acuerdos de punto
final a la guerra; situación que dará apertura a una nueva época, que de
momento no alcanzamos a advertir, pero que prevemos que será de implementación
de los acuerdos, de trámite del conflicto social, de construcción de nuevas
realidades políticas, de generación de procesos sociales territoriales, de
empoderamiento de la voz del ciudadano y de trámite de conflictos sin el uso de
las armas; es decir un proceso pausado y complejo de construcción de una nueva
manera de vivir y relacionamiento entre ciudadanos, entre éstos y las
instituciones y entre las instituciones y los territorios, inspirados en la
equidad. La justicia social y el bienestar para todos y todas.
Es decir podemos observar la época pasada y prever
la época futura, que esperamos sea larga y duradera, pero el momento de hoy, no
es otro que un “momento epocal”, definido como el tramo donde se juntan dos
épocas sucesivas y de diferente contenido y significado, es decir el tramo
donde termina la época de la guerra y empieza la época de la paz. Es un
intersticio en el tiempo histórico, en el que podemos advertir, que la bomba
del conflicto armado es cada vez más pequeña y con una mecha más larga, en
tanto que la bomba del conflicto social es cada vez más grande y con una mecha
más corta; dos bombas que hoy coexisten pero que muestran, cada cual, sus
proyecciones y potencialidades futuras.
En suma, un momento epocal es el que nos permite
ver el ensamble de acontecimientos que marcan la historia, y modifican
dramáticamente el futuro inmediato y de largo plazo. Es un momento de transito
o de transición entre épocas claras, diferenciadas y reconocibles.
La vieja época hizo y dio el protagonismo a los
ejércitos, dio la palabra a los armados de los distintos bandos, la nueva época
vendrá con otros protagonistas, el ciudadano y ciudadana del común, dará la
palabra a los movimientos sociales y políticos, a los partidos, a los
parlamentos, pero también a los gremios, a las centrales de trabajadores, a las
mujeres y los jóvenes, a las negritudes raizales e indígenas; y ya no serán las
selvas las arenas de la confrontación, serán las calles y las plazas públicas
en las que se dirimirán las tensiones sociales, las que le corresponde al
estado y Gobierno tratar sin violencia y sin coartar libertades.
Los acuerdos de final de la guerra, dejarán a la
sociedad en el partidor, para que la ciudadanía pugne por las transformaciones
y reformas, que la acerque a la justicia social, a la equidad, al bienestar y
el bienser. Ya no habrá pretextos ni excusas para participar, como aquellas tan
en boga en tiempos de la guerra: “no participo porque el Estado no me escucha”,
no participo porque la guerrilla ha cooptado mi discurso”, o “no participo
porque eso a mí no me corresponde”. La nueva época será la de la ampliación y
la profundización de la democracia, será la de la construcción colectiva y la
de la democracia participativa.
Una nueva época con características distintas a las
descritas, muy posiblemente nos regrese a la época que deseamos dejar atrás.
La paz ha de ser única y nacional:
Si bien, el proceso iniciado con FARC-EP, es un
proceso sólido y estratégico para la paz del país, un acuerdo de final del
conflicto no será posible alcanzarlo y menos aplicarlo, si no hay un acuerdo
similar con el ELN, por varias razones:
a- Las guerrillas FARC-EP y ELN representan
proyectos propios y luchas diferentes.
b- Las dos organizaciones insurgentes comparten
territorios (las FARC-EP operan en más de 250 municipios, el ELN en 100 de
éstos).
c- La aplicación de un acuerdo en territorios
comunes implicará que las dos organizaciones estén de acuerdo.
d- El ELN no es el furgón de cola de ninguna otra
organización revolucionaria, es autónoma, con su propia historia y con
acumulados sociales y territoriales reconocibles.
e- Si bien el ELN es más reconocido como una
organización política en armas, no se le debe subestimar en términos militares.
f- Pretender mantener en la marginalidad del
proceso al ELN, significa que la paz no será completa y que la guerra continuará.
g- La lógica del Gobierno de medir a las
insurgencias en términos de amenaza, ha llevado a que inicie con las FARC-EP, a
quien considera la amenaza mayor, y deja de lado a quienes considera amenazas
menores, porque cree que puede someterlas al acuerdo con la mayor, o porque
cree que podrá coexistir con ellas, sin menoscabo de la seguridad nacional, o
también porque cree que podrá derrotarlas militarmente. Ésta lógica pone en
riesgo el proyecto de solución política única y nacional y el anhelo de los colombianos
de vivir en paz.
La tardanza en el inicio de una Mesa de Diálogo
entre el Gobierno Nacional y el ELN ensombrece el panorama de la paz y genera
dudas sobre el actual proceso de exploración formal, por cuanto no se perciben
avances desde el “Comunicado Conjunto Nº 1 del 10 de junio de 2014” , en el que
se informa de un acuerdo parcial con dos temas de la Agenda: Víctimas y
Participación de la sociedad; habida cuenta que el punto de Víctimas en la
Agenda de La Habana ya está siendo abordado por las partes, y no es claro ni
comprensible que el tema de víctimas deba discutirse con cada actor del
conflicto por separado. La lógica aconseja que la Mesa de la Habana podría ser
escenario, para que delegados oficiales del ELN participaran en las discusiones
y construcción de acuerdos sobre esta sensible problemática nacional, sin
perjuicio de que exista una Mesa propia para el diálogo ELN-Gobierno.
Asimismo, conviene que el Gobierno Nacional genere
una iniciativa política para cerrar el proceso inconcluso con el EPL, en las
especificidades de este actor en los tiempos actuales. Especificidades que no
permiten ver con claridad los perfiles revolucionarios de ésta organización,
como tampoco permite ver los de un factor armado dedicado a actividades
propiamente calificadas como delincuenciales. Ese estado “gris” del EPL, debe
dilucidarlo el Gobierno a través de contactos y exploración directa.
De otra parte, le corresponde al Gobierno, de
oficio, dar cuenta del combate a toda forma de criminalidad en el país, por
mandato constitucional, pero más aún cuando de construir la paz se trata y de
desarrollar un aspecto relevante de la Agenda de La Habana, en el que se
señala: “…En forma paralela el Gobierno Nacional intensificará el combate para
acabar con las organizaciones criminales y sus redes de apoyo, incluyendo la
lucha contra la corrupción y la impunidad, en particular contra cualquier
organización responsable de homicidios y masacre; o que atente contra
defensores de derechos humanos, movimientos sociales o movimientos
políticos...” , tarea harto difícil si el Gobierno no desarrolla una estrategia
integral que combine la acción punitiva del Estado y la acción judicial, a
través de un llamado a las organizaciones que el Gobierno ha denominado
“BACRIM” al acatamiento y sometimiento a la justicia, sobre la base de
ofrecerles la aplicación del “principio de oportunidad” tal como lo contempla
la Ley 1312 de 2009 , figura mediante la cual y previo el lleno de los
requisitos que establece la Ley, tales como desmontar las estructuras y redes
criminales, hacer entrega de los medios y recursos utilizados en la comisión de
delitos, la confesión plena de los delitos cometidos, entre otros; la justicia
colombiana podrá actuar con benevolencia, a momento de valorar los quantum de
las penas.
La paz, entendida como un proceso único y nacional
pasa por resolver los conflictos con cada actor, de acuerdo con su papel en el
conflicto, su naturaleza o estatuto y su lugar en la solución.
Notas:
4. “Diálogo, negociación y ruptura – FARC-EP y
ELN”, Biblioteca de la paz – Tomo V, pag 179. Fucude, Bogotá 2009
6.Velandia J, Carlos Arturo, “La paz es ahora
carajo”, pag 107. Fica, 2014
7.Ibid, pag 108
8.Ibid, pag 108
BIBLIOGRAFÍA Y OTRAS FUENTES:
“Diálogo, negociación y ruptura – FARC-EP y ELN”,
Biblioteca de la paz – Tomo V, pag 179. Fucude, Bogotá 2009
Velandia J, Carlos Arturo, “La paz es ahora
carajo”, pag 107. Fica, 2014
*Nota: Éste artículo ha sido publicado en: “Por qué
negociar con el ELN”, compilación de textos de varios autores, realizada por
Víctor de Currea-Lugo, y editada por la Editorial de la Universidad Javeriana
en octubre de 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario