'Uribe es
necesario para una paz sólida': 'Felipe Torres', exjefe Eln
Carlos
Velandia, alias 'Felipe Torres', sugiere a Bill Clinton como mediador entre
Uribe y Santos.
7:44 p.m. | 10 de enero de 2015
Foto:
Claudia Rubio / EL TIEMPO
'Torres', exmiembro de la dirección nacional del Eln, estuvo 30 años en
las filas de ese grupo guerrillero y permaneció 10 años en la cárcel.
‘Felipe
Torres’, hijo de un maestro y una costurera, octavo entre 14 hermanos. Su
nombre real es Carlos Arturo Velandia. Con estudios universitarios en medicina
y administración en la Universidad Industrial de Santander, ingresó al
Ejército de Liberación Nacional (Eln) en 1970 y llegó a ser miembro de su
dirección nacional.
Fue
detenido y encarcelado durante 10 años, tiempo en el que, desde la prisión,
llevó la vocería de su grupo insurgente en procesos de paz de los expresidentes
Samper, Pastrana y Uribe. Hoy nuevamente interviene “como eleno” en el proceso
de exploración del nuevo diálogo de paz que comenzará con ese grupo
guerrillero.
Considera
que la paz es irreversible y que el Eln no puede quedarse al margen del proceso
porque correría el riesgo no solo de ser arrasado sino de no intervenir en el
“momento histórico” del fin del conflicto.
Cree que
“la paz no puede hacerse sin Uribe”, refiriéndose a la oposición del
expresidente al proceso con las Farc. Y sugiere la mediación del expresidente
Bill Clinton para obtener la vinculación de Uribe.
Para
‘Torres’, la paz es irreversible “porque los tiempos de guerra ya pasaron”. Y
sentencia: “Los días del conflicto armado están contados”.
¿Qué condujo al Eln a ofrecer el
no uso de sus armas?
Primero,
que está instalado un escenario de solución política y negociada del conflicto
armado; segundo, que este escenario ya es irreversible y tercero, que hoy la
sociedad colombiana ve con ilusión que el conflicto pueda terminar. El Eln es
una organización que también debe contribuir al proceso de paz y no puede estar
al margen. Estos 3 elementos lo llevan, lo empujan a que considere la solución
política como fórmula del fin del conflicto.
¿Si la negociación avanza y se
concretan acuerdos solo con las Farc, habrá paz?
No es
posible pretender una paz parcial. Si se deja en los montes a otras fuerzas
insurgentes, quiere decir que la guerra no termina.
¿Y no podría ocurrir, al
contrario, que el Eln pueda ser exterminado al aparecer como único grupo alzado
en armas?
Ese es un
riesgo y es una consideración que muy seguramente también habrán sopesado en el
comando del Eln. Si yo estuviese en las filas del Eln, la tomaría en cuenta.
Pero mire: yo no soy miembro de la estructura del Eln, pero tengo una formación
fundamentalmente elena. Contribuí a la construcción de su pensamiento de manera
colectiva. Soy eleno por formación y porque deseo serlo. Esto no me hace un
criminal, ni un terrorista; me hace un revolucionario, y quiero salir a las
calles a defender las tesis políticas del Eln en democracia. Por eso ayudo y
haré lo que sea posible para que el conflicto armado llegue a su fin, y para
que los revolucionarios que hoy están en las montañas salgan a desarrollar
también la lucha política, en democracia.
¿Y este es el momento?
Sí.
Estamos viviendo una oportunidad histórica de gran valor. Estamos en el momento
de poder superar un conflicto de 50 años. Ante semejante opción, ni el Eln
puede ser desconocido ni puede tampoco marginarse porque terminaría
convirtiéndose en obstáculo. Se necesita el concurso del Eln para la paz.
Quiero decirle que, en 40 años que llevo de actividad política revolucionaria,
es la primera vez que veo no solo real sino irreversible la posibilidad de paz.
Yo estuve
en conversaciones, acercamientos y diálogos de paz con tres gobiernos
anteriores: con Samper, con Pastrana y en los dos primeros años de Uribe. Y
esta es la primera vez que la oportunidad va más allá de ser una oportunidad.
¿Por qué? Porque la razón fundamental es que la guerra se agotó. Se agotó la guerra
como modelo. Ya no es la fórmula para atraer, ni moral ni políticamente. Nos lo
están diciendo los tiempos, nos lo está diciendo el continente: la guerra hay
que terminarla. Hay otros caminos que considerar y es válido intentarlos.
¿Por qué fracasó la paz bajo
Samper?
No tenía
la legitimidad ni la fuerza para desarrollar un proceso de paz.
¿Y por qué bajo Pastrana?
Pastrana
no quería la paz. La intentó como mecanismo para fortalecerse y acertó en la
reingeniería de guerra para ganarla. Pastrana terminó ganando la guerra sin
lanzar un solo tiro. Entregó un ejército muy fortalecido, con reingeniería, con
una nueva metodología, con el Plan Colombia, con recursos ilimitados. Las Farc
fueron al diálogo en la época del Caguán no para hacer la paz sino para ganar
la guerra, porque en cada uno de sus actos producían derrotas y derrotas
militares. Tuvo en su poder hasta 600 soldados presos y tropas huyendo;
Pastrana va a negociar con un ejército desmoralizado. Por eso la agenda del
Caguán era una agenda total; allí se iba a hablar de lo divino y lo humano, y
eso solamente se logra cuando se va ganando la guerra, y las Farc la iban
ganando y el Gobierno la iba perdiendo. Por eso las Farc querían la legitimidad
política de sus éxitos militares.
¿Y por qué fracasaron los
diálogos iniciales de Uribe?
Él tenía
o tiene una noción de manejo del conflicto desde una perspectiva eminentemente
militar; él no tenía ni tiene una concepción de paz; tenía y tiene una
concepción de pacificación. Desarrolló guerra en el sur y pacificación en el
norte. ¿Qué era la pacificación? El desarme. ¿Quién era Luis Carlos Restrepo?
Alto Comisionado pero no para la paz, para la desmovilización. No había una
política de paz, había una política de pacificación. Uribe desarrolló en
Antioquia su propia versión en pequeño de lo que después aplicó en la totalidad
del territorio.
¿Usted cree que bajo Santos se va
a firmar la paz?
Sí. No
hay alternativa distinta. Las Farc y el Eln nunca serán alternativa política si
se mantienen en la guerra. Los rebeldes en Colombia no nacimos para hacer la
guerra y permanecer en ella toda la vida. Estos son tiempos de paz, negociación
y democracia. A Uribe hay que decirle: el tiempo de la guerra se acabó.
¿Y quién convence a Uribe?
Él
terminará entendiendo que no puede quedarse a contrapelo de la historia cuando
la historia va avanzando, y el país también, hacia la paz. Sería lamentable que
una persona como Álvaro Uribe, con lo todo lo que él representa, se quedara al
margen del evento histórico de la construcción de la paz. No puede ser que su
enemistad con el presidente Santos le impida elevarse a esa estatura que le
reclama el país. Hay cosas que son mayores a las enemistades, a las pasiones
personales, como es el bienestar del país y el fin de la guerra. Una mediación
de alguien como el expresidente Bill Clinton, muy amigo tanto de Uribe como de
Santos, podría conducirlos a un acuerdo sobre la paz de Colombia.
Me
resisto a creer que la paz con las Farc y el Eln se firme sin Uribe. Sin él
será una paz poco sólida y de bastante fragilidad. Una paz sin el concurso de
Uribe sería una paz bastante inestable. El proceso de paz hoy es posible
precisamente gracias a que bajo su gobierno, con la cooperación de líderes como
Santos, las fuerzas militares ganaron la guerra. La paz se negocia hoy gracias
a lo que hizo Uribe. Mire: el proceso es irreversible. Lo único que falta para
dar la puntada final es que se instale la mesa de diálogos con el Eln y que
Uribe apoye el proceso. Ayudaría mucho si el proceso con el Eln se inicia a la
mayor brevedad posible.
¿Pero ya hay un acuerdo para
abrir la mesa de diálogo?
Entiendo
que la mesa con el Eln podría estar en Santiago, al otro lado de La Habana,
también en Cuba. La opción Uruguay ha sido descartada y se discute como sede o
un país fronterizo –Ecuador, Brasil o Venezuela– o Santiago.
El Eln dijo en un comunicado que
está en disposición de considerar el no uso de armas. ¿Con eso qué quiso decir?
Que el
Eln tiene todo el mandato, la herramienta que antes no tenía, de no usar las
armas si encuentra en la contraparte que hay voluntad, que hay actitud, que hay
apertura y, además, una disposición para que se supere en conflicto.
¿No se trata de entrega de armas?
No. Se
trata de no usarlas. Es una fórmula parecida a la que desarrolla Eta en España:
no le entregó las armas a nadie, pero he dejado de usarlas. ¿En dónde están las
armas? Dejan de tener importancia en la medida en que no se usen. Las armas
terminarán en un proceso de dejación en la medida en que haya garantías de
seguridad para quienes se alzaron en armas y para su participación en política.
¿Pero, para qué ofrece el Eln hoy
su no utilización?
Para
poder avanzar en el proceso de solución del conflicto. Lo que el Eln dice es:
no discutamos qué hacemos con las armas. Las silenciamos mientras discutimos
qué fue lo que originó que las usáramos. Hablemos entonces de la exclusión, de
la falta de democracia, de la participación, hablemos del modelo de desarrollo
que es un modelo inequitativo, hablemos de soberanía; de reformas y cambios.
¿La no utilización de las armas
será inmediata?
Podría
llegar a ser de aplicación inmediata si el Eln encuentra receptividad de la
contraparte. En la medida en que se avanza en la paz, la guerra se va
adelgazando, se va extinguiendo. Si el Eln encuentra una actitud receptiva,
también entrará a considerar cese unilateral e indefinido del fuego esperando
una reciprocidad.
¿El no uso de las armas significa
cese unilateral del fuego?
Podría
ser. Esta es mi interpretación y también es mi deseo. Yo sí creo que sería muy
útil para el proceso. El país lo recibiría muy bien y al mismo tiempo ayudaría
al desescalamiento global del conflicto.
¿En este
momento en qué estado se encuentra el diálogo Gobierno-Eln?
En la
fase exploratoria. Me parece que si se toma la decisión de abrir la mesa del
diálogo, el Eln responderá con la suspensión inmediata del uso de las armas,
reservándose el derecho a defenderse si es atacado y esperando una actitud de
corresponsabilidad de parte del Estado.
¿Eso qué quiere decir?
Que el
Estado no vaya a aprovechar para atacarlos.
¿Qué originó la decisión de
considerar la no utilización de las armas?
Hacer la
paz. Tristemente hay que reconocer que 50 años de guerra no sirvieron para nada
distinto a llenar el país de tumbas, de víctimas, de viudas y de huérfanos. El
país no solo no ha cambiado, sino que en muchos casos está peor. La situación
es más dramática hoy que hace 50 años. Este es el momento para superar la
guerra. Santos lo ha entendido y lo ha entendido la insurgencia. La guerrilla
no pudo tomarse el poder ni hacer la gran revolución que habíamos soñado.
Tampoco en 50 años, con todas las estrategias y toda la ayuda de Estados
Unidos, el Estado pudo derrotar a la insurgencia. Colombia no puede seguir así.
El único camino es la democracia; no hay otra ruta.
¿Su conclusión?
Los días
del conflicto armado están contados. Ha comenzado la cuenta regresiva para la
paz. El proceso ha avanzado a una fase en que ya es irreversible. El Eln no
tiene una alternativa distinta y está en una disposición muy positiva para
vincularse al proceso. Yo les pido públicamente a mis compañeros del Eln que
están en la militancia –yo ya no la ejerzo– que defiendan la solución política
del conflicto; que preserven sus vidas, que no tiene sentido hoy quitarle la
vida a un soldado o un policía, ni arriesgar la vida de un guerrillero cuando
estamos a las puertas de la solución definitiva del conflicto en Colombia. A
las puertas de la paz no se justifica una vida perdida más. El país no merece
más muertos. Quitarle la vida hoy no define nada. Los tiempos de la guerra
quedaron atrás. Llegó el momento de las soluciones políticas y de la
democracia.
YAMID AMAT
Especial para EL TIEMPO
Especial para EL TIEMPO
puntodeencuentropaz@gmail.com
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