8 AGO
2016 - 12:17 AM
“Les puse la cara a la
justicia y a la
sociedad”: Carlos Arturo
Velandia
Luego de ser designado gestor de
paz para recobrar su libertad, hace una reflexión sobre los retos de la
justicia en el posconflicto con las Farc.
Alfredo Molano Jimeno* / @AlfredoMolanoJi
Carlos Velandia estuvo preso 30
días por orden de la Fiscalía, hoy se encuentra en libertad por su designación
como gestor de paz.
Óscar Pérez
Hace ocho días, Carlos Arturo
Velandia fue puesto en libertad gracias a su designación, junto a Francisco
Galán, como gestores de paz por parte de la Oficina del alto comisionado para
la Paz. Velandia había sido capturado por la Fiscalía el pasado 20 de junio
pese a que pagó diez años de prisión por sus actividades como comandante del
Eln. Desde la sala de su casa, donde se ha refugiado desde que recobró su
libertad, asegura que no ha salido mucho porque le retiraron el esquema de
seguridad y se siente vulnerable, pero también porque ha vuelto a sentir la
condena social que signa a quienes dejaron las armas. Con preocupación por su
futuro pero con el empeño de ayudar a sellar la reconciliación, Velandia le
ofreció al El Espectador sus reflexiones sobre lo que vivió desde el día en que
volvió a prisión
¿Qué significó volver a ser capturado?
Es algo que nunca me pasó por la
cabeza. Tenía la certeza de haber saldado todas mis deudas con el Estado y con
la sociedad, había creído que la justicia me ofrecía garantías, pero no
ocurrió. La sorpresa empezó cuando en el avión me llamaron a presentarme a la
puerta y allí habían montado un estudio de televisión para capturarme. Cuando
me identifiqué encendieron luces y cámaras, como si se tratará de un reality.
¿Cuál fue su reacción?
Una vez me leyeron los cargos,
les dije: “Este es un vulgar montaje”. Es un proceso montado a mis espaldas,
violando mi derecho a conocer proceso. En el 2015 realicé 70 conferencias en
distintas partes, salí más de 30 veces en medios de comunicación, participé en
la coedición de dos libros sobre paz, me reuní con el presidente de la
República en una ocasión, todo el tiempo estuve protegido por la Unidad
Nacional de Protección. Me he reunido con parlamentarios, alcaldes,
periodistas. Sin embargo, se me declaró reo ausente y no se me dio la
oportunidad de presentar descargos. La orden de captura decía ser del 16 de
mayo y sin ningún tipo de beneficio, así que me sometieron a una fuerte
enclaustramiento en un calabozo de 1,50 por 2,25. Allí estuve 30 días y se me
permitía salir una sola hora a tomar el sol.
¿Qué pensó en ese momento?
Se me derrumbó el mundo. No sólo
por el impacto personal, sino por mi familia. Me preocupaba mi esposa, que
estaba en España firmando un contrato laboral porque en Colombia no tenemos
trabajo. Esto ha significado un dolor familiar muy grande, el desconcierto de
los amigos, el miedo de los vecinos. Me presentan como un terrorista, un jefe
guerrillero activo.
¿Cree que su captura buscaba presionar
al Eln?
No creo que hayan tenido ese
propósito, porque a todas luces se saben que no tengo vínculos orgánicos con
esta guerrilla. Si esa era la idea, están totalmente equivocados. Yo no
significo nada para el Eln.
¿Qué se buscaba entonces?
Por un lado, estrenar el nuevo
método de macroimputaciones. Una metodología traída de los cabellos que
desconoce la responsabilidad individual. Se definió que, como en el momento en
que ocurrió un secuestro yo era vocero del Eln para los diálogos, desde la
cárcel, entonces era responsable por todo lo que pasaba. Lo que equivaldría a pensar
que todas las conductas cometidas por la Fuerza Pública deberían tener la
corresponsabilidad, por ejemplo, del presidente de la República como máximo
comandante. Entonces Uribe tendría que pasar por el mismo calabozo en el que
estuve, por los falsos positivos.
Entonces, ¿por qué cree que lo
capturaron?
No es gratuito que mi captura
hubiera sido el 20 de junio, tres días antes de que se anunciara el acuerdo
sobre el fin del conflicto en La Habana. Y es que si la captura estaba pedida
desde mayo, y yo salí del país el 3 de junio, ¿por qué no se hizo efectiva?,
¿por qué me permitieron salir? Eso no lo entiendo, pero sí sé que mi captura
tuvo efecto en la mesa de diálogos, tanto que en el discurso de Timochenko se
me menciona, pidiéndole al presidente, delante del secretario general de
Naciones Unidas, que revise mi situación.
¿Qué lecciones dejó este episodio para
el proceso de paz?
Lo ocurrido conmigo sembró muchas
preocupaciones, porque la guerrilla se veía reflejada en ese espejo. Imagino
que las Farc se están preguntando si después de saldar sus deudas les puede
ocurrir lo mismo que a mí. El problema es la seguridad jurídica de los acuerdos
de paz. Por eso las Farc siguen pensando que el único blindaje es una Asamblea
Nacional Constituyente. Con esta situación queda la incertidumbre sobre la
justicia colombiana, que funciona al capricho de sus funcionarios, con
intereses protervos, orientados por la venganza o interés políticos.
¿Por qué lo dejaron en libertad?
Primero, por la enorme
solidaridad que recibí, por lo cual estoy muy agradecido con mucha gente. Me
liberaron en razón a la decisión que tomó el presidente Juan Manuel Santos de
darme la libertad que no me concedió el fiscal, que no me concede la justicia,
porque él estima que se está cometiendo una arbitrariedad.
¿Se siente tranquilo?
No, estoy agradecido con el
presidente Santos, con el ministro de Justicia y del Interior, con Sergio
Jaramillo, quienes han intercedido por mí. Me alivia un poco ver la solidaridad
que recibí de tanta gente, de mi familia, pero no me siento tranquilo. Tengo
que afrontar un proceso injusto, porque yo estuve diez años en prisión y desde
ese momento he estado trabajando por la paz. Si se puede hablar de diálogos de
paz, es también por mi contribución a los diálogos, yo he estado en mesas de
negociación con tres gobiernos, incluyendo el de Uribe. Todos ellos podrían ser
testigos de mi comportamiento a favor de la paz. Desde prisión nunca alenté la
guerra, antes fui crítico de lo que ocurría en los campos de batalla, hasta
estos secuestros ocurridos en el Valle del Cauca por los que se me juzga. Es
más, hay una filtración de una comunicación de 1999 en la que se puede observar
que expresé mi preocupación por esos secuestros.
¿Cómo está su seguridad?
Hoy estoy muy vulnerable. Desde
que regresé a Colombia había conseguido andar un poco tranquilo, lograba pasar
desapercibido, sin ser señalado, pero desde la detención, nuevamente he sentido
la estigmatización. Se me ha mostrado con perfiles que no corresponden a lo que
soy. En redes sociales me señalan con frases muy fuertes, amenazantes. A eso
hay que sumarle las dificultades laborales, y es que ganarse la vida siendo es
exguerrillero no es fácil. No es cierto que esta sociedad nos reciba con los
brazos abiertos.
¿Qué papel va a cumplir como gestor de
paz?
Las tareas habrá que definirlas
con la oficina del alto comisionado para la Paz, pero lo que sí sabemos es que
tanto Francisco Galán como yo, tenemos una experiencia acumulada a lo largo de
los años en procesos de negociación, podemos aportar mucho a la pedagogía de
paz, a la divulgación de los acuerdos, pero sobre todo a la reconciliación. Al
encuentro de excombatientes con la sociedad.
¿Y en el proceso de paz con el Eln
podrían jugar algún papel?
Tanto Galán como yo tenemos toda
la voluntad. Nos genera enorme preocupación que no haya una mesa instalada con
el Eln, y podríamos ayudar, pero solamente si las partes nos lo piden.
¿Cómo fue volver a una celda después de
trece años en libertad?
Fue una sensación terrible. Verme
encerrado en unas condiciones inhumanas fue dramático. Ojalá la Fiscalía revise
esos calabozos. Esas no son condiciones para tener a una persona. Estuve 30
días aislado del mundo, únicamente con un radiecito que me permitieron tener,
pero no podía entrar ni una seda dental para mi higiene. Fue doloroso sentir
que no tenía derechos y desandar unos pasos que creí que nunca iba a repetir.
Yo encaré los retos de la guerra, la muerte, la prisión. Le puse el pecho a la
brisa, la cara a la justicia y a la sociedad. El Estado me impuso una pena, no
me rebajó ni un segundo, y yo les pagué y ahora se vuelve a presentar esto.
Esto me ratifica que en verdad los exguerrilleros no tenemos garantías
jurídicas, ni nos espera una sociedad con los brazos abiertos.
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